Antes de los 40 años conocieron el éxito internacional y no paran de viajar para presentar sus obras en las principales ferias, bienales y museos del mundo. Aquí están, éstos son los cinco jóvenes artistas argentinos con más presencia en el mercado internacional.
Por Celina Chatruc
Por Celina Chatruc
Buenos Aires, 1977. Sus imponentes instalaciones sorprenden en las bienales
París, San Pablo, Berlín, Lisboa, Nueva York, México D.F., Medellín, Valparaíso, Miami, Montevideo. No parece haber frontera que no haya cruzado Eduardo Basualdo para hacerse entender en todos los idiomas. Sus inquietantes instalaciones llegan a lo más profundo del alma humana, poniendo al espectador en situaciones que lo conectan con la soledad, el miedo, la ansiedad, la incertidumbre.
Una laguna se vacía y se vuelve a llenar para dejarnos aislados sobre una piedra; una cárcel permite atravesar sus paredes, pero no la puerta; una lamparita se balancea contra un vidrio y se detiene justo antes de tocarlo; un esqueleto gigante yace en el fondo de un pozo; un sable gira sobre sí mismo a gran velocidad; un semáforo sólo enciende luces amarillas, en alerta permanente. Algo está a punto de ocurrir, parece decirnos Basualdo. Y para verlo sólo tenemos que cambiar nuestra percepción.
Este porteño nacido en 1977 integra el colectivo Provisorio Permanente y participó de la prestigiosa Beca Kuitca. Este año, después de haber presentado en la edición neoyorquina de Frieze una cancha de fútbol con arcos que impiden meter un gol y obligan a pensar en nuevas reglas de juego, colgó un enorme meteorito de una cadena en el parisiense Palais de Tokyo y recreó en el Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata El silencio de las sirenas, presentada en 2011 en la Bienal de Lyon. Luego viajó a Corea para instalar en la Bienal de Gwangju una cabaña de madera que parece habitada por fantasmas.
ADRIÁN VILLAR ROJAS
Rosario, 1980. Conquistó las principales capitales del arte mundial
Once
imponentes figuras de seis metros de alto, que parecían provenir del
futuro o del espacio exterior, ocupaban un espacio privilegiado en la
Bienal de Venecia de 2011. Construidas con toneladas de arcilla,
demandaron dos meses de trabajo in situ y un equipo de escultores,
constructores, asistentes y diseñadores. Y le valieron a su creador,
Adrián Villar Rojas, el Benesse Prize otorgado por Japón a artistas
emergentes.
Con sólo treinta años y una mirada ácida que aborda
universos paralelos con una estética cercana al animé, el rosarino ya
había alcanzado lo que gran parte de sus colegas no logra en toda la
vida: representar al país en la madre de todas las bienales. Y ése
estaba lejos de ser su techo. El prestigio internacional que le valió El
asesino de tu herencia fue apenas un escalón más de una meteórica
carrera internacional.
Poco después de haber ganado en 2003 el
premio Currículum Cero, impulsado por la galería Ruth Benzacar, ya
estaba exponiendo en las principales ferias del mundo -Art Basel,
Frieze- y en las bienales de Estambul y Shanghai. Pero el "efecto
Venecia" hizo posible otras obras monumentales, como las realizadas en
los jardines de las Tullerías de París, en la documenta de Kassel y en
la prestigiosa Serpentine Gallery de Londres, además de una muestra
individual en el MoMA PS1 de Nueva York. En el High Line de esa ciudad
presenta en estos días La evolución de Dios, y para 2015 tiene
comprometidas muestras en París, Sharjah, Estocolmo, La Habana, Nueva
York, Estambul e Italia.
AMALIA PICA
Neuquén, 1978. Representó a América latina en el Guggenheim de Nueva York
Las
paredes blancas están cubiertas por figuras geométricas de colores,
transparentes, que forman nuevos tonos cuando se superponen. Cuatro
personas eligen figuras, las unen durante treinta segundos y vuelven a
dejarlas en los estantes en una posición distinta de la que tenían
cuando las tomaron. Luego hacen lo mismo con otras; el mismo encuentro
no se volverá a repetir.
"Cuando estaba en el secundario, un
maestro me dijo que los diagramas de Venn y la teoría de los conjuntos
fueron prohibidos durante la dictadura. ¿Es posible que los dictadores
hayan pensado: Si no podemos expresarlo en un lenguaje matemático,
quizás tampoco ocurran estas relaciones entre las personas? Quise
permitir que esa rama de las matemáticas fuera una metáfora, incluso una
excusa para la interacción social", dice Amalia Pica sobre esta obra
presentada en los últimos meses en el Guggenheim de Nueva York como
parte de la muestra Bajo el mismo sol: arte actual de América Latina.
Nacida
en 1978 en Neuquén -donde exhibió una antológica el año pasado- y
criada bajo la dictadura militar, esta argentina conquistó el mundo con
esculturas, performances, instalaciones, videos, fotografías y dibujos
que aluden, sobre todo, a la comunicación. Realizó una residencia en
Amsterdam, vive en Londres y su currículum incluye exposiciones en la
Tate Modern y la Bienal de Venecia. Este año, en arteBA, un trabajo de
su serie de figuras geométricas y su Conmutador realizado con latas
unidas por hilos pasaron a integrar las colecciones del Macba y de
Eduardo Costantini.
TOMÁS ESPINA
Buenos Aires, 1975. Ganador del premio arteBA-Petrobras 2009, brilla en las ferias internacionales
Las
huellas de la desesperación, de manos que dejaron su marca en el
hollín, eran el único rastro humano en la habitación quemada. Esa
instalación, ganadora del premio arteBA-Petrobras 2009, marcó un antes y
un después en la carrera de Tomás Espina. Ese mismo año realizó una
intervención similar en la embajada de Brasil y presentó dibujos en la
Bienal de Porto Alegre. Pero su fama internacional se consolidó de la
mano de Ignacio Liprandi, quien vendió sus obras realizadas con pólvora
en ferias internacionales como The Armory Show e Independent (Estados
Unidos), Art Cologne (Alemania), Istanbul Art International (Turquía),
ARCO (España), ArtBO (Colombia) y Parc (Perú).
"Me inicié en la
práctica del grabado y la gráfica tradicional. Por lo general trabajo a
partir de imágenes preexistentes y que tienen como común denominador el
registro de la cultura en momentos de crisis o peligro. La violencia
funciona como un determinante", dice este porteño nacido en 1975, que
pasó su adolescencia en las sierras de Córdoba, donde acaba de nacer su
primer hijo.
En 2013 participó de la Bienal de Estambul con una de
sus obras más originales, realizada con Martín Cordiano y exhibida dos
años antes en Francia. Dominio se titula la instalación que recrea un
hogar en el que todos los objetos -vajilla, libros, anteojos, espejos-
están rotos y vueltos a pegar. En forma más sutil que la pólvora, esas
cicatrices sugieren que "el infierno está en los vestigios de lo propio,
lo común y lo familiar".
MATÍAS DUVILLE
Quilmes, 1974. En 2015 expondrá en Río de Janeiro y San Pablo
Es
el mayor de los cinco. Con cuarenta años cumplidos en abril, Matías
Duville está agotado. Bosteza mientras cuenta que recién llega de
Londres, donde inauguró una muestra individual en la galería Mot, y que
apenas horas después de aterrizar ya estaba dando clases en la
Universidad Torcuato Di Tella.
Su agenda no da respiro: en agosto
presentó en FLORA ars+natura el trabajo realizado durante una residencia
en Colombia, y en noviembre inaugurará una exposición en la galería
Barro, en La Boca. Para marzo de 2015 ya tiene confirmadas otras dos
paralelas en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro y en la galería
Luisa Strina, en San Pablo. En ese contexto presentará un libro
financiado con la beca Guggenheim, que se suma a otros editados por el
Drawing Center de Nueva York y por Kültur Büro Barcelona/Buenos Aires.
Nacido
en Quilmes en 1974, Duville vivió su adolescencia en Mar del Plata. El
contacto con la naturaleza lo marcó para siempre. Así lo reflejó
especialmente en su primera muestra individual en el Museo de Arte
Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), en 2012, donde presentó el
resultado de una experiencia en Alaska con una instalación, un video,
fotografías y dibujos realizados con barro. Formado con Guillermo Kuitca
y Jorge Macchi, sus escenas sórdidas o apocalípticas sin presencia
humana, representadas con múltiples materiales, integran importantes
colecciones, como las de Patricia Phelps de Cisneros, la Fundación ARCO y
los museos Musac (España), Blanton (Estados Unidos), MALI (Perú), y
Malba, Macro y Mamba, de la Argentina..
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