Del flamante premio Príncipe de Asturias de las Artes, que hizo ayer un controvertido arribo a Oviedo, se inaugura en París la cristalina fundación Louis Vuitton; el Pompidou repasa su obra
La nueva Fundación LVMH se dedicará al arte contemporáneo; el arquitecto creó también el Guggenheim de Bilbao. Foto: AP |
PARÍS.- La revista del diario Le Monde puso
recientemente a Frank Gehry (Toronto, 1929) en portada y le dedicó más
de seis páginas, mientras el Centro Pompidou le consagra por estos días
una retrospectiva de su obra, la primera en Europa, que durará tres
meses. No es que Francia esté descubriendo recién ahora a uno de los
arquitectos más célebres del mundo -autor, por ejemplo, del Guggenheim
de Bilbao, que lo catapultó a la fama en 1997-. Todos los proyectores
están sobre él porque su última creación, la Fundación Louis Vuitton,
que terminó de construir en marzo y que abre al público el lunes, se
convirtió en uno de esos monumentos arquitectónicos osados que esta
ciudad no veía desde hacía mucho tiempo. Una especie de nave marítima
gigantesca de 12.000 metros cuadrados, una "nube" -como la llama su
creador- que se eleva a 48 metros, con doce inmensas velas de vidrio que
sobresalen en medio de los árboles de los bosques de Boulogne, en el
oeste de la ciudad. Destinada al arte contemporáneo, incluye 11 salas de
exposición (una, de 17 metros de altura), una sala de conciertos, un
restaurante, una librería y tres terrazas con vistas inéditas de París.
Además
de haberse convertido en el protagonista de la temporada cultural de
esta ciudad, el padre de obras como el Walt Disney Concert Hall de Los
Angeles; el Vitra Design Museum, cerca de Basilea; la torre de Spruce
Street, en Nueva York; el Puente de Vida Museo, en Panamá, recibe hoy el Príncipe de Asturias
de las Artes, galardón que en otras disciplinas el rey Felipe dará hoy
al argentino Quino, padre de Mafalda, y el escritor irlandés John
Banville, entre otros. "Fue una sorpresa. La verdad es que no sabía
mucho sobre el premio, pero me sentí honrado", confesó. Quizá cansado
por una agenda europea cargada, durante la conferencia de prensa de ayer
en Oviedo respondió con un gesto de fuck you cuando le preguntaron qué
opinaba de quienes dicen que su arquitectura es espectáculo. Luego,
agregó: "Hoy el 98% de lo que se construye y se diseña es pura mierda.
No hay sentido del diseño, ni respeto por la humanidad ni por nada. Son
malditos edificios y ya está. De vez en cuando, sin embargo, hay una
pequeña cantidad de personas que hace algo especial. Son muy pocos. Pero
¡Dios santo!, déjenos en paz".
Reconocido en 1989 con el
Pritzker, suerte de Nobel de la arquitectura, es adulado por personajes
tan distintos como Brad Pitt, Lady Gaga y la ex secretaria de Estado
Hillary Clinton. Gehry forma parte de ese grupo de arquitectos más
conocidos, y reconocidos, del siglo XXI, aunque no soporta la expresión
"arquitecto-estrella".
Nacido en una familia de inmigrantes judíos
polacos, de padre vendedor de flippers y con una madre ama de casa
melómana, pasó su infancia en un suburbio de Toronto, Canadá, y durante
mucho tiempo no supo qué haría de su vida. Al llegar a Los Angeles con
su familia, a los 17 años, pasó por muchos trabajos (chofer de pesos
pesados, empleado de limpieza en los aviones) antes de inscribirse en la
carrera de arquitectura en la University of Southern California. Cambió
de nombre (su verdadero apellido es Goldberg) a pedido de su primera
mujer, con quien tuvo dos hijas y de quien se divorció, que quería
proteger a sus hijas de posibles agresiones antisemitas. Su segunda
mujer, Berta, con quien tuvo dos varones, es panameña y se ocupa de la
contabilidad de Gehry Partners: la sociedad instalada en una especie de
fábrica en Marina del Rey, L.A., en donde, rodeado de arquitectos
jóvenes, nacen todos sus proyectos. Ella quiso que su marido retomara su
apellido de origen, pero para ese entonces, su carrera, que empezó
tarde, cuando él tenía ya 50 años, estaba lanzada.
Fuente: lanacion.com
Fuente: lanacion.com
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