Es  un ejemplo de la arquitectura más bella de la Ciudad, tiene miles de  historias y mitos, pero nadie puede apreciarlo: cerrado desde 1997, hoy  se va cayendo de a poco, víctima de una maraña burocrática. El antiguo  edificio de la Confitería del Molino, en Callao y Rivadavia, aún espera  una señal de recuperación. Y algo hay: la antigua esquina que supo tener  entre sus mesas a Carlos Gardel, Leopoldo Lugones y Niní Marshall,  entre otros personajes de la política argentina, tiene hoy dos proyectos  en carpeta que podrían, si avanza alguno, devolverle el esplendor que  perdió hace 16 años. Por un lado, la Ciudad pretende seguir negociando  para la expropiación y convertirla en un proyecto rentable y ostentoso,  como en sus mejores años. Y por otro, el Congreso de la Nación lo mira  de cerca para integrarlo a un ambicioso proyecto que busca sumar toda la  manzana de la confitería a unos nuevos anexos para diputados.Ayer,  docentes y estudiantes de Arquitectura de la FADU hicieron un acto  público en defensa del lugar, motorizado por la cátedra del arquitecto  Martín Marcos, y volvieron a poner el tema en agenda. Hubo más de 150  personas, contando vecinos y adherentes que quieren rescatar el  patrimonio porteño. Y funcionó como un llamado de atención para que las  autoridades vuelvan a poner su interés en esa construcción, declarada  Monumento Histórico Nacional después de que cerraran sus puertas. La  movida recuperó dos de las muchas intenciones que hubo sobre el  edificio. Una de ellas, es la de la expropiación, que requiere volver a  las negociaciones con los dueños para que el Molino vuelva a abrir. Pero  hay otra iniciativa más general para esa manzana legislativa: viene  desde el Congreso y se enmarca dentro del Plan Rector de Intervenciones  Edilicias (PRIE), un plan integral para la recuperación y preservación  del patrimonio arquitectónico y cultural del Parlamento que empezó en  2012 y que deberá estar terminado este año, cuando se cumplan 30 años de  la recuperación de la democracia. Ese proyecto considera a la  Confitería del Molino como parte del nuevo complejo que las autoridades  del Congreso quieren instalar en la manzana donde hoy funciona el Anexo  A.
En  esa manzana, delimitada por Callao, Rivadavia, Riobamba y Bartolomé  Mitre, Diputados mudaría oficinas y así preservaría el palacio  principal. El plan está avanzando: hoy están remodelando la construcción  el anexo que da sobre Rivadavia y que se suma al C, que su sede sobre  Mitre, y al ex edificio de la Franco Argentina, que está en esa calle y  Callao, donde estaba otro ícono porteño, el café El Aguila. El Molino es  el único edificio que aún está fuera de ese conjunto legislativo. La  idea es sumarlo para ocupar la planta baja con un café y el resto con  oficinas y así devolverle el esplendor a esa esquina histórica.
Fuente: clarin.com

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