Es la gran sala de la Ciudad, después del Colón.
El aniversario llega entre andamios y obras demoradas.
TEATRO CERVANTES
Por Silvia Gómez
Cumplirá 90 años rodeado por un andamio que le quita brillo a
su lustre. El Teatro Nacional Cervantes, en la esquina de Córdoba y
Libertad, es otra de las joyas de la arquitectura de Buenos
Aires que se gestó como el sueño de dos famosos actores españoles, María
Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza. Aclamados por los porteños,
pensaron que la Ciudad se merecía un edificio grandilocuente para
representar las obras de teatro del idioma castellano.
Por estos
días avanza lentamente la restauración del edificio. Por el momento se
trabaja en el cambio de cables de escenario y sala; en la licitación
para recuperar el frente (ver Los andamios...
); y en la construcción de una sala de ensayo, según detallaron a Clarín
desde el área de prensa del teatro. Y el 30 de noviembre, con una obra
e invitados de la cultura, se festejarán los 90 años de la sala.
El
teatro –diseñado por Fernando Aranda y Emilio Repetto– se inauguró en
setiembre de 1921 y hasta el rey español Alfonso XIII colaboró en su
construcción. Según crónicas de la época, Guerrero y Díaz de Mendoza
comprometieron hasta su fortuna para erigir el colosal edificio,
cuyos materiales llegaron desde España. Y desde el principio el
Cervantes tuvo que esquivar problemas para subsistir.
A solo cinco años de la inauguración estuvo a punto de cerrar
y ser rematado. Es que el matrimonio de artistas tuvo problemas para
afrontar los costos del mantenimiento. Lo salvó el presidente Marcelo T.
de Alvear al nacionalizar el teatro y también su deuda. En 1961 un
incendio destruyó gran parte de las instalaciones y las obras de
reconstrucción demandaron siete años de trabajos . Pero a raíz
del incendio el teatro modernizó sus instalaciones, con la construcción
de un edificio sobre avenida Córdoba, diseñado por el arquitecto
modernista Mario Roberto Alvarez. No todos estuvieron de acuerdo con el
edificio anexo: mordaz, Manuel Mujica Láinez lo juzgó con “horror,
asombro y melancolía”.
Y los conflictos políticos y gremiales también lo afectaron, hasta el punto de haber estado sin actividad durante más de un año.
María
Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza desembarcaron en Buenos Aires, por
primera vez, en 1897. Llegaron con su compañía de teatro y conocieron
una Ciudad en pleno crecimiento. Es que por aquellos años –y hasta la
gran crisis mundial del 30– se comenzaba a gestar la “París de
Sudamérica”. Contratados por familias patricias, arquitectos italianos,
ingleses, alemanes, húngaros y españoles construyeron edificios que
rápidamente se convirtieron en íconos de la Ciudad. El Palacio
Barolo, el Teatro Colón, los subtes, la cervecería Munich de Costanera
Sur, y los palacios de los Anchorena, los Alzaga Unzué, Ortiz Basualdo y
José C. Paz, entre muchos otros.
Durante los primeros años del
1900, Guerrero y Díaz de Mendoza volvieron una y otra vez. Encantados
con la Ciudad y con un público que los recibía como lo que eran,
auténticas celebridades de la época. Y en esas visitas comenzaron a
pergeñar el sueño de construir esta sala. Los actores lograron
entusiasmar incluso al rey de España, Alfonso XIII, quien ordenó que todos los barcos
que cruzaran el océano aprovecharan el viaje para traer materiales
para la obra. Materiales que llegaron de diferentes ciudades. Los
azulejos, de Valencia; las locetas rojas del piso, de Tarragona; las
puertas de los palcos, de Ronda; butacas, espejos, bancos, rejas,
herrajes y azulejos, de Sevilla; lámparas y faroles, de Lucena; la
pintura para el techo, de Barcelona; y de Madrid el fabuloso telón, el
original, que fue devorado por aquel fuego de 1961.
Los andamios lo rodean desde hace cuatro años
El teatro funciona como un ente autárquico desde el 1° de enero de 1997. En 2007 el Banco de la Nación Argentina le transfirió la propiedad del inmueble a la Secretaria de Cultura de la Nación. Poco tiempo después se colocaron los andamios que rodean la fachada del teatro, pero los trabajos se demoran aún hasta estos días. En setiembre de 2009 la Secretaría de Cultura firmó un acuerdo con el embajador de España en Argentina, Rafael Estrella, para poner en marcha un plan de restauración, refuncionalización y actualización informática del teatro. La obra debería haber comenzado con la llegada de fondos europeos, pero desde el teatro informaron que, respecto a la fachada, se trabaja en la confección de los pliegos de licitación para llevar a cabo la puesta en valor. Al margen de los problemas de infraestructura, el teatro sigue convocando multitudes. El año pasado casi 123.000 personas ocuparon sus butacas. Y su director, Rubens Correa, esperaba superar estos números en el transcurso de 2011.
El teatro funciona como un ente autárquico desde el 1° de enero de 1997. En 2007 el Banco de la Nación Argentina le transfirió la propiedad del inmueble a la Secretaria de Cultura de la Nación. Poco tiempo después se colocaron los andamios que rodean la fachada del teatro, pero los trabajos se demoran aún hasta estos días. En setiembre de 2009 la Secretaría de Cultura firmó un acuerdo con el embajador de España en Argentina, Rafael Estrella, para poner en marcha un plan de restauración, refuncionalización y actualización informática del teatro. La obra debería haber comenzado con la llegada de fondos europeos, pero desde el teatro informaron que, respecto a la fachada, se trabaja en la confección de los pliegos de licitación para llevar a cabo la puesta en valor. Al margen de los problemas de infraestructura, el teatro sigue convocando multitudes. El año pasado casi 123.000 personas ocuparon sus butacas. Y su director, Rubens Correa, esperaba superar estos números en el transcurso de 2011.
Fuente: clarin.com
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