En San Isidro / Muestra en el Multiespacio Darwin.
Es imposible que Arte Espacio almacén de arte, que se inauguró ayer oficialmente al mediodía, no impacte y deje huellas. Primero, porque se puede ver la obra de más de 130 artistas emergentes y de otros consagrados, y segundo, porque el lugar es imponente: el Espacio Darwin del Hipódromo de San Isidro (avenida Márquez 500) en todo su esplendor recibe al visitante engalanado con instalaciones e intervenciones, desde sillas y mesas hasta arte sustentable en terrazas soleadas y agradables.
Lo primero que se aprecia al arribo es la instalación de
Dolores May llamada "Está mal visto amar con la cabeza llena de canas",
un fenomenal enredo de tubos de polietileno blanco que llevó tres días
ordenar y que se entrelazan en los añosos árboles. "Qué horrible", dijo
una inoportuna señora a otra que estaba a su lado, que resultó ser
Dolores May. "Bueno, es una expresión, no hay que tomarlo al pie de la
letra", respondió sonriente la propia Dolores May. Y agregó: "Yo también
me tiño".
Ya dentro del predio, que tiene dos plantas con stands
con lo que se le pueda ocurrir a la mente artística, la pintura,
fotografía, escultura y grabados se cruzan con actores vestidos de
diablos y de otros personajes menos identificables que caminan por los
pasillos llevando frases casi ininteligibles pero de paz.
La artista María Cinqui, por ejemplo, homenajeó a Gustav
Klimt con la hermosa obra "Salomé", que cuesta 2900 pesos. A un paso
está María Santa Cecilia con sus texturas y bordados, casi frente a las
muñecas de Claudia Paternostro, que son angelicales. Hechas en acrílico,
las figuras componen un conjunto llamado "Grupo de chismositas",
bellísimo y atractivo.
Agus Llorens impresiona con Latido, una obra de 0,60 por
0,90 ($ 2000). Se trata de fotografías hechas en 35 milímetros
estampadas sobre canvas, una tela de algodón donde la imagen se aprecia
en toda su profundidad. Entre los artistas destacados, además de Milo
Lockett, está Dominique Breard, una pintora que replantea "la
imposibilidad de preservar el pensamiento efímero", según declara en el
bellísimo catálogo de la muestra. En esta oportunidad sus "bollos de
papel" ya famosos se funden con las transformaciones de esos desechos en
origamis.
Casi todas las obras tienen el precio colocado debajo del
título, lo que posibilita que el artista pueda hablar más de su obra
que del costo, porque se pasa allí todo el día contando a quien quiera
escuchar cómo llegó a montar su obra.
Una escultura de The Beatles hecha por Marisa Frigerio
puede hacer las delicias de quienes aman al cuarteto de Liverpool, obra
que se encuentra muy cerca de la instalación "Soleil está cambiando",
una combinación de cinco conceptos diferentes sobre propuestas de
Pollock, Pressman, J. Hons, De Konning y Rotko.
"Lo bueno de este tipo de espacios es que es homogéneo y
se ve mucho el trabajo del artista. Nosotros trabajamos mucho porque la
cultura es lo que menos reditúa", dice a La Nacion la artista María
Santa Cecilia.
Ginette Reynal eligió este año la temática de los árboles
para hacerse presente en el almacén del arte. "Es la segunda vez que
expongo y estoy contenta porque me permite tener contacto con el
público. El año pasado hice algo más abstracto", comenta. Y se alegra,
además, de poder contribuir con una obra con el Hospital Materno
Infantil de San Isidro, al que todos los artistas deberán donar una
obra.
Además, los expositores tienen la obligación de vender al
menos una de las obras a 400 pesos, para que todo el que vaya tenga la
posibilidad de poder "consumir" cultura sin que esto signifique un
desembolso enorme. "Es cierto que mucha gente viene a comprar un cuadro
porque le combina con el sillón, pero termina eligiendo con los sentidos
porque esto le posibilita tener acceso a un universo mayor", comentó
una de las organizadoras.
Organizadoras, además, que recibieron al intendente
Gustavo Posse como a un viejo amigo y lo invitaron a cortar la cinta y a
recorrer las dos plantas. Posse agradeció la invitación y charló con
los artistas, mientras más de 50 personas hacían cola en la entrada para
ingresar al predio, a pesar de que faltaba una hora para que fuera
habilitada.
"Me gusta esto y me gusta pintar acá", dijo a La Nacion
Juan Danna, un artista que instaló su enorme tela al sol y comenzó a
pintarla a la vista de todos. ¿Más? Como el Almacén de Arte tiene sus
rincones gourmet, por poco dinero usted puede sentarse en una silla
intervenida -se recomienda la que tiene alas hechas con hojas- mientras
le enmarcan la obra.
Fuente: lanacion.com
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