Más de 120.000 personas disfrutaron a una de las más grandes estrellas de la ópera en un show impecable, en la Avenida 9 de Julio
Para LA NACIÓN
Luego de la dilatada expectativa creada en torno a la presentación del gran tenor español, tras las idas y venidas de los conflictos gremiales entre los trabajadores y las autoridades del Teatro Colón y el posterior aplazamiento de la fecha por la lluvia de anteayer, anoche tuvo lugar el esperado concierto de Plácido Domingo, una verdadera fiesta lírica con un montaje deslumbrante en el Obelisco. Un escenario de grandes dimensiones y una lujosa puesta en escena, con elegantes arreglos florales e impecable disposición de plateas al aire libre, dieron marco a una gala espectacular que se multiplicó en pantallas gigantes.
Con un acertado programa que incluyó arias y dúos de óperas, zarzuelas, operetas y canciones populares, Domingo fascinó a la ávida audiencia (estimada en más de 120.000 personas) que asistió anhelando el encuentro con la buena música. Fueron cientos de personas las que llegaron muy temprano al lugar para tratar de ocupar algunas de las 22.000 sillas que se dispusieron frente al escenario, y que fueron recompensadas con una prueba de sonido presidida por el propio Plácido, en compañía de la soprano argentina Virginia Tola, quienes cantaron un dúo de Rigoletto , "Nemico della patria" de Andrea Chénier, y un segmento de La walkiria.
Como era esperable, todas las bondades que hacen único a Plácido, se pusieron de manifiesto en una performance que será guardada en el recuerdo del público. Personalidades de distintos ámbitos, como la embajadora norteamericana en la Argentina, Vilma Socorro Martínez, o Magdalena Ruiz Guiñazú eligieron también deleitarse con la belleza de su timbre vocal, su siempre generoso despliegue histriónico y esa ductilidad que le es tan propia como para pasar de los roles líricos o dramáticos a la gracia de la zarzuela y las más diversas formas de la canción popular.
La lírica, más masiva que nunca: la multitud colmó la 9 de Julio y Plácido Domingo retribuyó con una soberbia actuación. / Marcelo Omar Gómez
El tenor eligió para comenzar un aria lenta, la bellísima Souverian de Massenet, con la que hizo gala de una sus grandes virtudes. Siguieron momentos intensos como cuando interpretó el segmento ensayado previamente de Andrea Chénier, una de las partes más aplaudidas. Tola, partenaire frecuente de Plácido Domingo en presentaciones multitudinarias, sumó su talento y su excelente presencia escénica.
No obstante los agitados ensayos, la formación orquestal de 160 músicos (integrantes de la Orquesta Estable del Colón, Filarmónica de Buenos Aires, Sinfónica Nacional y Teatro Argentino de La Plata), y el Coro Estable del Colón (que tuvo a su cargo la apertura del show con una interpretación del festivo coro de gitanas y matadores de La traviata) -dirigidos por Eugene Kohn, director que acompaña con frecuencia al célebre tenor- sorteó con soltura el desafío de secundar a una de las más grandes estrellas de la ópera en la actualidad. "Estoy emocionado por la respuesta y el cariño de la gente. Desde acá no se puede ver dónde termina la multitud. El año próximo se cumplen 40 años de mi debut en el Colón, donde interpreté La forza del destino, y hoy es mi sueño cumplido poder dirigir su sinfonía", dijo antes de cerrar la primera parte del show parado en el podio.
Plácido volvió a hablar en la segunda parte de la presentación -dedicada a operetas y zarzuelas-, esta vez para expresar su deseo de que los trabajadores del Colón y las autoridades lleguen a un acuerdo y recalcó la importancia que siempre han tenido la Orquesta y el Coro, a las que consideró las verdaderas columnas del Teatro.
En la tercera parte, el tenor le regaló a Buenos Aires varios tangos, entre otros, "Volver", "Melodía de arrabal", "A media luz", "Mi Buenos Aires querido" y, como bis, "El día que me quieras".
Minutos antes
Después de la prueba de sonido de la tarde en el Obelisco, el tenor dio un sorpresivo concierto junto al Coro Estable del Colón en el propio teatro en homenaje a las personas que allí trabajan. Más de 550 personas -la mayoría trabajadores y familiares que se habían enterado poco antes de la posibilidad de encontrarse con Domingo- se ubicaron en la platea y vieron entrar por el pasillo central al tenor, quien subió al escenario, saludó a los integrantes del coro y expresó su deseo de estar el año próximo vestido de Simón Boccanegra en ese escenario para poder cantar la ópera completa. Luego se puso al frente del coro y dirigió un segmento de "Marcha triunfal" de Aída. Acto seguido se mezcló con los tenores para cantar "Va pensiero", de Nabucco . Entre vítores y emociones a flor de piel, más el tenor se agachó a besar el escenario.
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