“El último cuaderno” recopila lo que el autor escribió en su blog entre marzo de 2009 y junio de 2010.
SENSIBLE Y COMPROMETIDO. SARAMAGO OPINABA CON CONTUNDENCIA SIN PERDER TERNURA. AQUÍ EN BRASIL, EN 2008.
SENSIBLE Y COMPROMETIDO. SARAMAGO OPINABA CON CONTUNDENCIA SIN PERDER TERNURA. AQUÍ EN BRASIL, EN 2008.
Por Nora Viater
Como un saludo, una toma de posición, un gesto delicado, José Saramago anotó en el blog una de las palabras más bellas, en cualquier idioma: “Obrigado”.
“Gracias”. El mensaje estaba dirigido al escritor sueco Henning Mankell, el día en que el ejército israelí atacó “La flotilla de la paz”. El era uno de los pasajeros de los barcos que solidariamente transportaban materiales de ayuda a Palestina, haciendo caso omiso al bloqueo decretado por Israel. El escritor portugués estaba invitado a sumarse al proyecto, pero su salud ya estaba demasiado complicada y murió 16 días después, el 18 de junio del año pasado. “El mensaje de Saramago es una forma de emoción solidaria maravillosa que sólo los necios o las personas definitivamente malas no entenderán. El estaba contra los muros, contra todos los muros , y contra todos los campos de concentración. Cuando supo que Mankell participaba de la flotilla, lloró de emoción como si el hecho de que un escritor acudiera, salvara a todos los escritores”, dice, vía mail, Pilar del Río, la compañera de Saramago.
El último cuaderno , que Alfaguara publica ahora en la Argentina, recopila los textos –entre ellos ese “gracias”– escritos por Saramago para su blog, entre marzo de 2009 y junio de 2010. Los prólogos son de Umberto Eco y de Del Río, quien también estuvo a cargo de la traducción del portugués.
Este libro es una suerte de continuación de El cuaderno , editado en 2009. Todos esos textos funcionaron como un lazo tendido entre Saramago y sus lectores, un modo de intervenir la realidad, de comentarla o, mejor aún, de apostillarla. Una invitación a compartir su mirada del mundo con los miles que podían leerlo en la red. “Este libro es más íntimo, es como si Saramago presintiera que era su último cuaderno. Y decide dejar claras sus posiciones, frente a la aberración Berlusconi, por ejemplo, o ante Pessoa, al que amaba, o ante los grandes que admiraba, o ante las personas pequeñas que también aparecen en sus emociones y le hacen sentirse feliz”, cuenta Del Río.
El blog era muchas cosas para Saramago, quien recibió, entre tantísimos otros premios, el Nobel en 1998. Decía que el blog iba “iluminando” el camino al autor. Lo obligaba a estar atento, a pensar en los asuntos sobre los que escribía. “Era una forma de estar vivo”, dice Del Río.
¿Cómo fue para Saramago pasar del cuaderno que escribía al blog? Natural. El escribía, en realidad no era una bloguero convencional, pero estaba atento a quienes lo leían y a través de su ayudante, a veces respondía. Era una persona que estaba encaramada a las nuevas tecnologías y de ellas aprovechaba lo mejor, la capacidad de comunicar.
Ud. dice en el prólogo de “El último cuaderno” que no es un libro “tronante”.
Me pareció un libro lleno de hermosura, de inteligencia y sensibilidad. Menos combativo que el anterior. Y sí, para mí, visto ahora con la perspectiva de casi nueve meses, es una despedida. Saramago nos quiso dejar un regalo inesperado para todos, ciertos guiños. Creo que con este libro se despidió no del blog, sino de sus lectores. Tal vez pensó no iba a poder terminar la inmensa novela que tenía entre manos, que trataba sobre la fabricación de armas.
El blog de Saramago era una forma de estar vivo, como su fuerza, como la correntada del río Castril o su aldea, Azinhaga.
Del prólogo de Umberto Eco
(...) “Es la escritura cotidiana la que inspira las obras de mayor empeño, y no al contrario. Y por eso yo diría que, en estos breves escritos suyos, Saramago sigue alimentando su experiencia del mundo tal como desgraciadamente es, para revisarla posteriormente con más serena distancia sub specie de moralidad poética (y en ocasiones peor de lo que es (...) Entonces vuelve a escena el Saramago filósofo-narrador, ya no irritado sino meditabundo, e inseguro. Con todo, no nos disgusta tampoco cuando se enfurece. Resulta de lo más simpático”.
Fragmento: “Lás lágrimas del juez Garzón”
“Las lágrimas del juez Garzón hoy son mis lágrimas. Hace años, un mediodía, conocí una noticia que fue de las mayores alegrías de mi vida: el procesamiento de Pinochet. Este mediodía he recibido otra noticia, ésta de las más tristes y desesperanzadas: que quien se atrevió con los dictadores ha sido apartado de la magistratura por sus pares. O mejor dicho, por jueces que nunca procesaron a Pinochet ni oyeron a las víctimas del franquismo.
Garzón es el ejemplo de que el campesino de Florencia no tenía razón cuando, en plena Edad Media, hizo sonar las campanas de su iglesia a difuntos ya que, dijo, la justicia había muerto. (...) Con el apartamiento de Garzón de la Audiencia Nacional de España las campanas, después del repique a gloria que harán los falangistas, (...) y los nostálgicos de las dictaduras, volverán a sonar a muerto, porque la justicia y el estado de derecho no han avanzado, no han ganado en claridad y quien no avanza, retrocede. Tocarán a muerto, sí, pero millones de personas saben señalar el cadáver, que no es el de Garzón, esclarecido, respetado y querido en todo el mundo, sino el de quienes, con todo tipo de argucias, no quieren una sociedad con memoria, sana, libre y valiente”.
Fuente: clarin.com
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