Pintura. El pintor, figura legendaria de las artes plásticas en la Argentina, muestra su producción reciente, de factura contenida y con el hombre como preocupación principal.
Por Mercedes Pérez Bergliaffa
“La pintura es un oficio mudo, ¿para qué agregarle palabras a lo que se expresa por sí mismo?”, pregunta –prácticamente se queja– el pintor Rómulo Macció mientras camina por Repertorio , su muestra en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta. Una y otra vez renuncia el artista a explicar sus pinturas. Caprichoso, sólo deja caer algunos datos, frases breves, comentarios sueltos acerca de estas 38 obras de gran formato creadas durante los últimos 5 años. Y es interesante esta rara posibilidad de observar la producción contemporánea y madura de un artista de larga y cambiante trayectoria. Es la exposición de un hombre de 83 años que nunca dejó de pintar mientras le duraron las ganas, porque –es sabido– a Macció generalmente le da una tremenda pereza ponerse a trabajar. El mismo admite que tienen que obligarlo a ir al taller y pintar. Eso sí, una vez que entra allí, trabaja full time hasta que lo vuelca todo. Macció sostiene que pinta solamente cuando tiene algo que decir. Si no, se va a hacer otra cosa. Pero en la exposición de Cronopios muestra, habla, exhibe: eso que está colgado es todo lo que tenía acumulado para decir durante los últimos años. Y hasta hay una segunda parte de la exposición, ya que la muestra del C.C.R. está organizada en dos tandas. En la segunda muestra el artista agregará unos dibujos, explica a Ñ el curador, Renato Rita. Con tantos movimientos de ida y vuelta, y con tanta pintura inédita viniendo de semejante artista –uno de los pintores míticos de la Argentina– es mejor echar un vistazo a la exposición y sorprenderse: éstas no son las pinturas que uno espera de Macció. Son trabajos inesperados, vinculados, en cierta manera, a las imágenes de sus pinturas de los años 70, menos salvajes que las de su época del grupo “Otra figuración”, que había fundado a comienzos de los 60 junto a Jorge de la Vega, Ernesto Deira y Luis Felipe Noé. Entonces, los integrantes del grupo pretendían, mediante sus obras, quebrar la “buena forma”, el orden, “lo académico”. Lo único en común entre las pinturas de Macció de esa época, las de los 70 y las actuales es que se rebelan contra un cierto “buen gusto” establecido. No gustan de primera mano. El pintor lo sabe; y parece darle lo mismo si gustan o no. El pinta lo que le sale. Es un intuitivo. Un intuitivo y rebelde in aeternum .
El gran trabajo “Nuevo grito” –inspirado en “El grito” de Edvard Munch–, de 3,4 por 2,6 metros, es raro: hay un hombre gritando, con una cabeza de más de dos metros de alto; y hay una forma, un círculo plano por detrás. El hombre tiene una piel con la textura de una cuadrícula. La mayor parte del trabajo deja el lienzo casi al desnudo. La imagen es de lo más sintética, resumida, controlada, contundente. “Menos es más –comenta el pintor en referencia a sus nuevas pinturas– y poco es demasiado. Antes era más barroco pero ahora busco una mayor síntesis, más claridad en el mensaje plástico y en la parte formal, un lenguaje más directo.” Claramente puede verse esto en “Sueñas y ríes”, “La grieta según Renato” (quizás esta pintura haya sido hecha ex profeso para ser exhibida en la muestra de Cronopios), “Sombra”, “Hombre hueco”, “Imaginario”, “Pasajero”, “Beso”. Algunas tienen más pintura cargada que otras. Algunas son enigmáticas gracias a esos rostros misteriosos, casi siempre con la boca abierta, que miran al espectador sin iris y con la garganta abierta y negra, una caverna, un agujero profundo. “Viaje hacia la nada”, y “Retrato de la ¡O!”, por ejemplo.
Prefiero no ver. 2013, acrílico s/tela, 195 x 140 cm. |
En algunos de los trabajos aparece el trazo nervioso, a veces rasposo, a veces recargado, como en “Noche y día” –dos rostros con un plano pleno del lienzo casi desnudo como fondo– y “Las edades” –superposición de rostros de perfil y de frente, rotación. Y está el color, la paleta: hay muchos fondos plenos y planos de grises, rosas y celestes de clave altísima. Por encima de ellos, estampada, contundente, una silueta sintética de un casi pleno negro. Eso es todo. Molesta, incomoda un poco, que la pintura no siga, que la imagen no sea más compleja, que las pinceladas no sean más gestuales, que el pincel no haya estado más cargado... Queríamos más de Macció. Queríamos exceso, detalle, materia. Y Macció lo sabe. Probablemente se divierta internamente, pintando así.
Más allá de la imagen, del tratamiento de la pintura y del color, los títulos de las pinturas también dan algunas pistas sobre las preocupaciones recientes del pintor. Todas giran –como siempre a lo largo de su carrera– alrededor del ser humano. “Pinto siempre al Hombre”, comenta Macció, “ésa es mi preocupación. Pinto la representación del ser humano. Mi pintura es representativa”. Más tarde el artista agrega: “Hace poco vi una entrevista a Tomás Maldonado, en la que decía: a pesar de todo, la pintura representativa existe. Yo pienso lo mismo. Estamos representando. Representamos, a pesar de que a veces uso cosas del lenguaje abstracto”.
El Hombre, en todas las situaciones y con todas sus aristas, es el tema de este pintor, su Repertorio . En un momento Macció se afloja y confiesa: “un pintor como yo quiere hacer formas agradables y también algo más, una intensidad, un sentimiento. Eso es lo que está dentro de mis personajes”. Estos rostros bocetados y anónimos. Los contornos humanos.
Rómulo Macció básico
Buenos Aires, 1931. Artista plástico.
Autodidacto. A los 14 años empezó a trabajar en una agencia publicitaria. Se especializó en artes gráficas y realizó escenografías teatrales. Se dedicó asiduamente a la pintura a partir de 1956, cuando realizó su primera muestra en Buenos Aires. En 1961 se unió con Ernesto Deira, Luis Felipe Noé y Jorge de la Vega –con quienes realizará luego varias exposiciones– para organizar la muestra Otra figuración . Ganó el premio del Instituto Di Tella en 1962. Tienen obra suya importantes instituciones del país y el exterior.
Ficha
Rómulo Macció
Repertorio
Lugar: Centro Cultural Recoleta, Junín 1930
Fecha: hasta el 28 de mayo
Horario: Martes a viernes, 13 a 20; sábados,
domingos y feriados, 11 a 20
Entrada: gratis
Fuente: Revista Ñ Clarín
Repertorio
Lugar: Centro Cultural Recoleta, Junín 1930
Fecha: hasta el 28 de mayo
Horario: Martes a viernes, 13 a 20; sábados,
domingos y feriados, 11 a 20
Entrada: gratis
Fuente: Revista Ñ Clarín
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