Inaugurada en 1918 en Plaza Alemania, simboliza la riqueza agropecuaria argentina.
Por Eduardo Parise
Alguna vez quedó como propuesta para ser contada como otra
historia. Por eso ahora llegó el momento de convertirla en protagonista
principal. Y no hay dudas de que la obra tiene el sustento suficiente
para serlo y destacarse entre los muchos y bellos monumentos de la
Ciudad. Su título oficial es Monumento-fuente “Riqueza Agropecuaria
Argentina”, pero se la suele presentar simplemente como “La fuente
alemana de Buenos Aires”.
El origen de esa denominación tiene su
razón: la obra no sólo está en la Plaza Alemania (otro gran diseño del
francés Carlos Thays; ubicada entre las calles Cavia y Castex y las
avenidas Del Libertador y Casares, en Palermo), sino que fue donada por
la comunidad de esa nación europea cuando se cumplió el Primer
Centenario de la Revolución de Mayo. La piedra fundamental de la fuente
fue colocada el 31 de mayo de 1910, se empezó a realizar en 1914 y se
inauguró el 18 de mayo de 1918.
El trabajo impacta en ese contexto
rodeado de grandes tipas y araucarias. Además, están los geranios, una
flor simbólica para los alemanes. La fuente mide más de 25 metros de
ancho y tiene un gran vertedero central. En el frente una escalinata
circular dividida en siete sectores le da mayor realce. Pero el remate
de la obra lo marcan los dos grupos escultóricos colocados sobre
pedestales y ubicados en cada extremo de la fuente. Se titulan “La
Agricultura” y “La Ganadería”, símbolos de esa riqueza agropecuaria del
país.
Toda la obra fue pensada, esculpida y dirigida (tanto en lo
arquitectónico como en lo que hace a su ingeniería) por Gustav Adolf
Bredow (1875-1953), un artista alemán que con su criterio particular
impuso lo que se conoció como “el estilo Bredow”, que se caracterizaba
por su arte y su precisión. Un ejemplo de ese estilo lo marca la
elección del mármol que usó para los grupos escultóricos. Bredow en
persona fue hasta las canteras del monte Pentelikon, en Grecia, para
pedir el corte especial que quería para esta obra: debían ser bloques de
3 metros de largo por 3 de alto y 4 de ancho.
Se lo conoce como
mármol pentélico y los especialistas dicen que se destaca porque con los
años toma un color amarillento que lo hace más calido y eso genera que
las sombras y las luces se destaquen de una manera diferente. Ese mármol
es el que se usó para muchos edificios de la Acrópolis, incluido el
famoso Partenón de Atenas. Aquellos bloques elegidos por el artista
llegaron primero al puerto de El Pireo, de allí viajaron a Hamburgo y
una vez esculpidos los llevaron al puerto de Bremen, donde en julio de
1914 fueron embarcados hacia Buenos Aires.
Claro que no todo
fueron rosas para Bredow. Cuando estaba en la mitad del trabajo de la
escultura que representa a la ganadería (un hombre junto a un gran
toro), descubrió que el bloque tenía una grieta en el medio. Igual, la
cuestión se resolvió con inteligencia: ese mármol se usó para la figura
del hombre y se consiguió otro bloque para el toro. Pero ese nuevo
bloque tardó más de un año en llegar y retrasó el trabajo.
En la
parte posterior, la fuente muestra unos bajorrelieves hechos en bronce,
también obra de Bredow. Y se completa con los 16 escudos esculpidos en
bronce, que representan a los estados que integran Alemania. Y ya que se
menciona a la integración de ese país, en mayo de 2010 en esa plaza se
inauguró un tablero de ajedrez de 3,20 por 3,20 metros. Los trebejos
miden 60 centímetros de alto y están hechos con teca (conocida como “la
reina de las maderas”) traída de Indonesia. La inauguración de ese
tablero gigante fue para festejar un aniversario de la unificación de
Alemania, tiempo después de la caída del muro de Berlín. Pero esa es
otra historia.
Fuente: clarin.com
Fuente: clarin.com
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