Fue quizá el mayor retratista de la fotografía
argentina. Por su estudio pasaron cientos de artistas pioneros de la
pintura moderna en el país. Una muestra se enfoca en ese vínculo.
Fueron cientos de artistas plásticos los que en esos años
pasaron por el estudio de quien fue probablemente el mejor retratista
entre los fotógrafos de la Argentina, Anatole Saderman. Muchos eran
amigos del fotógrafo, que poco tiempo después de establecerse en Buenos
Aires, abrió su propio espacio de trabajo en Callao entre Charcas y
Santa Fe, en 1934. Otros tantos se hicieron amigos de él luego de ser
retratados allí. Una parte muy pequeña pero maravillosa de esos
encuentros, del paso de aquellos artistas por el estudio de este otro
artista, se vislumbra en la muestra Anatole Saderman. Retratos,
autorretratos + retratos , que puede verse en estos días en la Sala 12
del Centro Cultural Recoleta. La muestra es organizada por la Fundación
Alon, con curaduría de Alberto Giudici y Alejandro Saderman, hijo del
fotógrafo. Es él, Saderman hijo, quien cuenta la historia en uno de los
textos del bello libro en el que se reproducen las obras expuestas,
editado por la Fundación Alon para las Artes que acompaña la exhibición,
algo que ya es casi una costumbre establecida por su presidente, Jacobo
Fiterman.
Cuenta Alejandro Saderman que el primer artista que
fue retratado en el estudio por su padre fue el escultor Luis Falcini.
Luego siguieron Daneri, Spilimbergo, Urruchúa, Victorica, Castagnino,
Soldi, Berni, Quinquela Martín y muchos más. Y cita luego los apuntes de
Anatole: “Recuerdo que Daneri dijo en cierta ocasión: A este muchacho
hay que darle algo por todas estas fotos, y me regaló una hermosa
naturaleza muerta. Ese regalo fue colgado en la pared más visible del
estudio y cuando algún pintor me preguntaba de dónde tenía yo ese
cuadro, yo le contaba del magnífico gesto de Daneri”.
La voz se
corrió entre los plásticos –cuenta ahora Alejandro– y muchos comenzaron a
acercarse al estudio en busca de retratos fotográficos. Así creció una
colección personal extraordinaria de obras de artistas argentinos.
El fotógrafo que se muestra en cada retrato. |
Y en determinado momento Saderman le dio una dirección a esa pinacoteca: comenzó a pedirles a los artistas no cualquier pintura a cambio de sus retratos, sino un autorretrato. En algún momento la colección de autorretratos de artistas argentinos contemporáneos de Saderman superó el centenar, se hicieron con ella un par de exposiciones y, en 1978, se editó un libro.
La muestra de hoy en el Recoleta y el libro
editado por Alon rescatan el intercambio de aquellos años entre Saderman
y sus retratados. Se exhiben pares: el retrato que el fotógrafo hizo de
cada artista y una reproducción del autorretrato que el artista canjeó
al fotógrafo por su obra. Pero tal vez el núcleo de la muestra sea algo
intangible: el vínculo que Saderman establecía con sus modelos, que de
una manera indescriptible está presente en sus retratos.
Algo
acerca de ese vínculo que él consideraba imprescindible escribió en un
famoso texto suyo que tituló Para fotógrafos. Un decálogo sin mucha
importancia (que es muy importante leer) . Dicen dos de esas diez reglas
del maestro: “Ama al prójimo a quien vas a retratar. Si no puedes
amarlo, ódialo. Si te es indiferente, fotografía mejor una botella de
alguna bebida gaseosa: puede rendirte más y aparte, no protesta ni te da
indicaciones (...) Estudia las caras de tus prójimos ‘de ojito’, sin
cámara: en el colectivo, en el bar, en la calle suceden milagros de
expresión y de iluminación”.
En las casi cuarenta fotografías de
la muestra se hace evidente que Saderman se tomaba su tiempo para llegar
al centro del modelo a retratar, para entender un rostro, una mirada,
para llegar a la esencia de la persona que tenía frente a sí. Hablamos
no de ideas, ni de historias ni de palabras, sino de otra manera de
entender, hecha de luces y sombras, de líneas y de brillos, de
silencios, de emoción. Volvemos al decálogo del maestro, a sus dos
primeras leyes: “1) Lo más difícil en el oficio del retratista es
perderle el miedo al asunto. 2) Pero a lo mejor no es miedo, sino
emoción.
El fotógrafo que se muestra en cada retrato. |
Esta, mejor, no la pierdas nunca; un retrato, sin emoción, no
es un retrato, es una foto: una en un millón.” Así fotografiaba Anatole
Saderman. Hay en todos –o casi todos–sus retratos rasgos en común: un
encuadre cerrado, ceñido sobre el rostro; iluminación lateral; una mitad
del rostro llena de luz; la otra mitad, llena de sombra, donde refulge
un brillo en el ojo; la mirada del fotógrafo centrada en la mirada del
modelo; un instante de ausencia en el gesto del retratado; un momento de
verdad, de pérdida de la máscara que todos llevamos puesta todo el
tiempo. Cuando excepcionalmente abre el plano, lo que está alrededor
pasa a ser parte esencial del retratado, como en el caso de Carlos
Alonso, que sostiene un lápiz y una hoja de dibujo contra el pecho. O el
de José Antonio Fernández-Muro, que parece integrado al grupo de
personas de uno de sus cuadros.
Pero así como están esos rasgos
comunes en los retratos de Saderman, eso que podría llamarse su estilo,
también están en cada uno de sus retratos los rasgos únicos y
distintivos del retratado. Su estilo nunca se impone, nunca desdibuja al
modelo: por el contrario, lo revela, lo vuelve visible. En el momento
de la toma, Saderman no está atento a su estilo, está atento a la
persona que tiene enfrente. “No busques un estilo ‘especial’. Si tienes
garra, ‘tu’ estilo cristalizará cuando menos lo pienses”, dice otra de
las reglas de su decálogo.
Entre los cuarenta retratos de la
muestra hay algunos en los que vale la pena detenerse. Por ejemplo, el
de Luis Falcini, el de Yuyo Noé, el de Ricardo Carpani, el de Rómulo
Macció, y el de la risa contagiosa de Antonio Pujía. En todos ellos está
retratada también la mirada de Anatole Saderman.
Saderman básico
Moscú, 1904 - Buenos Aires, 1993. Fotógrafo.
El fotógrafo ruso Nicolás Yarovoff fue su maestro. Al tiempo que
se vincula con los artistas plásticos e intelectuales, comienza a
desligarse de la fotografía comercial y afirma su orientación hacia el
retrato de carácter. Expuso en la Argentina y en el exterior. Nunca dejó
de lado la actividad docente. Fue socio fundador de la Asociación de
Fotógrafos Profesionales, del Foto Club Argentino y del Foto Club Buenos
Aires. En 1960 el Fondo Nacional de las Artes incorporó a su colección
unos 300 retratos suyos de artistas plásticos argentinos.
Anatole Saderman. Retratos, autorretratos + retratos
Lugar: Centro Cultural Recoleta,
Junín 1930, sala 12
Fecha: hasta el 10 de febrero
Horario: martes a viernes, 14 a
21; sabados y domingos, 12 a 21
Entrada: gratis
Fuente: Revista Ñ Clarín
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