Se expondrán en una nueva sala que estará
especialmente dedicada a la obra del artista. Se trata de “La Siesta”
(1943), “Cristo en el departamento” (1980/1) y “El obrero encadenado”
(1949).
Por
Mercedes Pérez Bergliaffa
El Año Nuevo trae una gran noticia para el arte argentino: el
Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) incorpora a su patrimonio tres
importantes obras del maestro Antonio Berni. Ellas integrarán
toda una sala dedicada especialmente a la obra del artista; sala que ya
está casi completa: “sólo falta colocar las luces y el aire
acondicionado”, comenta el director del museo, Guillermo Alonso.
Este
nuevo espacio es parte de las reformas que se vienen realizando durante
el último año en todo el primer piso de la institución y que cambiaron
su guión curatorial –es decir, la “historia” del arte que se cuenta y la
forma de hacerlo, la selección de las obras exhibidas y la arquitectura
de las salas y de todo el piso— tal como lo adelantó en exclusiva Clarín en una nota especial, algunas semanas atrás.
Los trabajos de Berni que ahora se incorporan al patrimonio del MNBA son tres pinturas, La siesta (1943), El obrero encadenado (San Sebastián) de 1949 y Cristo en el departamento
(1980-81). Los dos últimos muestran crucifixiones: en un caso, la de
un obrero pobre vestido con mameluco y colgando de la cruz, y en otro,
la de un Cristo raquítico, sufriente y doliente, en el living de un
departamento sencillo de clase media con piso de baldosa. Al fondo de
esta última pintura, se ve la puerta de calle abierta: a través, aparece
una construcción antigua, quizás italiana, quizás de algún barrio
fabril (podría ser Barracas).
Estos trabajos de Berni pertenecen a
una época en que, a pesar de que el artista usaba una iconografía
cristiana en sus pinturas, la situaba en preocupaciones contemporáneas.
En ellas, un Cristo crucificado podría representar a aquellos
trabajadores sacrificados por el sistema, o la crucifixión a cualquiera
que se saliera de lo común, como por ejemplo, San Sebastián, que aunque
era un soldado romano , ejercía el apostolado cristiano entre sus
compañeros del ejército. El emperador Maximiano lo obligó a escoger
entre el ejército o seguir a Jesucristo y San Sebastián eligió lo
último, por eso fue asesinado.
Distinto es el caso de La siesta,
que pertenece a otra época de Berni, con cierto espíritu metafísico
—aprendido durante su estancia en Italia—, con foco en escenas de la
vida cotidiana, pero raras, porque en ellas se yuxtaponen varios
paisajes, eso sí, montados de manera armónica.
No está de más
recordar que Berni era un artista con fuertes raíces en el arte social y
un pasado surrealista, interesado en la justicia, y afiliado, durante
un tiempo, al Partido Comunista. Tenía una poderosa habilidad narrativa y
realista, y manifestaba a través de sus obras la tensión entre una
cultura “baja” y otra “alta”. Fue, además, el primero que incorporó en
sus trabajos el collage, —incluyendo materiales como chapas de la villa
miseria, basura o plásticos— para hablar de la pobreza y la sociedad
de consumo.
Las pinturas de los dos Cristos fueron donadas al MNBA
por la hija del artista, Ana E. Berni, conocida por todos como “Lily”.
Fuentes cercanas a ella señalaron que “la sala dedicada a Berni era un
viejo sueño que la hija del maestro tenía, hacía treinta años”. Ahora,
finalmente se logró.
La siesta fue comprada por el museo
recientemente, en 2 millones y medio de pesos. “Tiene un valor mayor,
unos 700 mil u 800 mil dólares, Lily decidió rebajarlo porque quería que
estuviera en el MNBA”, explica Alonso.
Las obras donadas y el
resto de los trabajos de Berni que pertenecen al MNBA son en total
veinticuatro, y ya están montados en el espacio, que será inaugurado
antes del próximo mes de marzo.
Fuente: Revista Ñ Clarín
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