BUENOS AIRES REDISEÑA UNA DE SUS "VIDRIERAS"

Buscan mejorar el bello corredor de Libertador y Figueroa Alcorta.
Vista al sur. Desde una torre en Libertador y Ortiz de Ocampo, las dos avenidas y, al fondo, el río./ NÉSTOR GARCÍA

Por Berto González Montaner


El eje de las Avenidas del Libertador y Figueroa Alcorta, desde Retiro hasta el Monumental de River, es uno de los paseos más bellos de Buenos Aires. Sobre todo a partir del mes de noviembre, en que los jacarandás le aportan su singular color violáceo. Pero además es, sin lugar a dudas, una de las “vidrieras” de la Ciudad.
Incluye a la llamada Milla de los Museos, que reúne desde el Museo Ferroviario Scalabrini Ortíz en el extremo sur al de Artes Plásticas en el Rosedal pasando por el Museo de Arquitectura a la altura de Callao, el Palais de Glace, el Centro Cultural Recoleta, el Museo Nacional de Bellas Artes, el de Arte Decorativo y el MALBA, entre otros. También disfruta de la presencia de otros edificios notables como la Biblioteca Nacional, la Facultad de Derecho, y más allá de la Villa 31, hoy Barrio Padre Mugica, se divisan el restaurado Edificio Movimiento y la imponente Usina Dr. Carlos Givogri, sobre Dársena F.
En una encuesta que realizamos en ARQ en 2011, esta fantástica zona de Recoleta, Palermo y Belgrano rankeó como la preferida. Y, hace poco, reafirmando el voto popular, César Pelli no se cansó de sacar fotos de estos parques desde lo alto de una torre de Libertador y Ortiz de Ocampo, donde lo agasajaron en ocasión de haber obtenido el Konex de Brillante a las Artes Visuales. Pero aprovechó la ocasión para criticar el avance sobre el espacio público. “¡Eso es un crimen! ¡Eso es un sacrilegio!” Y mostró como malos ejemplos los de la Embajada de Chile y el edificio de la ex ATC a los pies de esa torre.
Para Jorge Sábato, Director General de Obras de Arquitectura de la Ciudad, este trayecto lleno de virtudes tiene “una herida”. Entre el Parque Thays y la Facultad de Derecho hay una zona que pareciera estar abandonada a la buena de Dios, una suerte de mamarracho de pavimento, vallas y “chaperíos” que alojan el eternamente provisorio Centro de Exposiciones, unas terminales de ómnibus, playas de estacionamiento y las del tan poco amigable STO (Servicio de Transporte Ordenado), con sus grúas.
Para esta “herida” el Gobierno porteño acaba de lanzar un concurso nacional de anteproyecto. Proponen reordenar el área, rediseñar el parque y, de paso cañazo, crear un gran centro de convenciones y exposiciones a la altura de las necesidades y aspiraciones de la Ciudad. Para lograr ese objetivo han convocado a arquitectos y paisajistas para que diseñen un sistema de parques que se integre al Parque Thays y al de Naciones Unidas (donde está la escultura Floralis Generica) y que por debajo esconda las playas de estacionamiento actuales, las terminales de ómnibus y las playas de maniobras que necesitará este centro de exposiciones y convenciones que incluirá, además, una gran sala plenaria con capacidad para 5.000 personas.
La iniciativa tiene sus antecedentes. Por caso en 1992, el estudio Berdichevsky-Cherny ganó el concurso convocado por el municipio porteño para rediseñar esta área que incluía el desactivado Italpark y ubicar allí un parque, un hotel, comercios, un centro de convenciones y un predio ferial. El equipo de Rubén Cherny (recientemente fallecido) proponía hacer un gran parque desde Callao a ATC, fabricando una especie de barranca verde hacia Figueroa Alcorta que replicara la de Plaza Francia y de la cual emergieran los nuevos edificios. De ese concurso solo se concretó una parte, el llamado Parque Thays (1994), pero retocando y reduciendo bastante la idea original.
Más ambicioso aún –y hoy casi en el olvido– fue el Proyecto Retiro de 1996, que reurbanizaba el área desde Retiro hasta aproximadamente Salguero, aprovechando la liberación de tierras que generaría la racionalización del sistema ferro-portuario. Y a fines de los 90, más con los pies en la tierra, a través de un nuevo concurso se propuso una serie de ramblas, pasajes y puentes para unir peatonalmente los principales lugares de esta emblemática área.
En otra encuesta que hicimos en el suplemento de Arquitectura en el año 1992, le preguntamos a 40 arquitectos: ¿Qué le falta a Buenos Aires? La gran mayoría dijo: a) prolongar la red de subtes, b) volver a encontrarse con el río, c) más espacios verdes y d) un auditorio, un centro de convenciones o un estadio cubierto. Veinte años después, la prolongación de las líneas de subte marcha, a paso lento, pero marcha. La recuperación del río también hizo algunas conquistas: pensar que Puerto Madero en ese entonces todavía era un puerto desactivado y solo se conocían unos confusos dibujos y maquetas de lo que hoy está construido. Lo que aún hoy sigue en el fondo de la lista de pendientes son: los espacios verdes y el auditorio o centro de convenciones para la Ciudad. Ojalá que el proyecto ganador de este certamen (lo conoceremos a fin de marzo) ayude a saldar parte de la deuda. Y esperemos que lo haga con la suficiente maestría como para no cometer el sacrilegio al que hacía referencia César Pelli.

* Editor General ARQ

Fuente: clarin.com

COINCIDENCIA CON EL ARQUITECTO CÉSAR PELLI

Celebro coincidir plenamente con el criterio y la preocupación de nuestro compatriota, el Arquitecto César Pelli, una opinión más que autorizada sobre el tema del avance sobre el espacio público y que, como dice la presente nota del Sr. Berto González Montaner, "aprovechó la ocasión para criticar el avance sobre el espacio público. “¡Eso es un crimen! ¡Eso es un sacrilegio!” Y mostró como malos ejemplos los de la Embajada de Chile y el edificio de la ex ATC a los pies de esa torre".
En oportunidad de publicar Clarín una nota sobre la ampliación del Malba por debajo de la Plaza Perú, el pasado 21 de diciembre de 2012, hice el siguiente comentario:
"Me parece perfecto que se amplíe el Museo por debajo de la Plaza Perú, pero creo que se le debería exigir al Malba y al estudio del Arquitecto Carlos Ott que se reforestara por lo menos el 80% de la superficie verde que se va a hacer desaparecer por imperativos de la ejecución del proyecto de ampliación.
Con sólo ver el render del proyecto, y comparar con la actual plaza Plaza Perú, se nota claramente que su fisonomía va a ser modificada.
La Ciudad sigue perdiendo espacios verdes y vegetación que le son vitales.
Y no hay una conciencia suficientemente clara de ello.
Buenos Aires, que siempre tuvo renombre por sus espacios verdes, perdió una plaza entera con la construcción de los estudios de ATC en oportunidad del Campeonato Mundial de Fútbol de 1978. Habiendo como había , miles de terrenos posibles en los cuales edificar ATC sin tener que comerle una plaza entera a Buenos Aires, al Presidente del Ente Mundial 78, Contralmirante Lacoste, se le puso que era ése lugar ideal para lucir esa obra faraónica del Proceso de Reorganización Nacional.
El Presidente Arturo U. Illia le donó a la República de Chile el valiosísimo terreno donde hoy se levanta la residencia de su Embajada en Buenos Aires. Y se le comió toda a esa superficie a la Plaza República de Chile. Al lado del Jardín Japonés, se construyó la Casa de Té del Jardín, con ese vértigo y compulsión que siempre hay en nuestra Ciudad por urbanizar, por llenar de construcciones a cada uno de sus espacios verdes. Los ejemplos son muchísimos más, incontables, realmente demasiados a mi manera de ver.
La relación metros cuadrados de espacios verdes por habitante, en Buenos Aires viene cayendo en picada de manera alarmante desde hace años.
Al no dejar prevista una adecuada capacidad -profundidad- en metros cúbicos de tierra sobre la ampliación del Malba valiéndose de la Plaza Perú, no se podrán poner Jacarandás como los actualmente existentes al terminar las obras de ampliación. Sólo se podrán poner pequeños arbustos y pequeñas plantas florales de estación. Árboles, sólo en el perímetro externo, pero no dentro la Plaza Perú propiamente dicha.
Ésto mismo que señalo, ha pasado con la playa de estacionamiento subterránea construida en la plaza Tte. Gral. Emilio Mitre, en el cruce de las avenidas Las Heras y Pueyrredón, donde, ante la necesidad de aportar soluciones al acuciante problema del estacionamiento en Buenos Aires, se echaron abajo muchísimos plátanos y otros árboles adultos y ahora, encima de la playa construida, han tenido que elevar el nivel de tierra formando túmulos alargados para poder plantar los árboles con los que se sustituyó a los antiguos eliminados. Los citados túmulos, entorpecen y achican el espacio e impiden ver la linea de horizonte a lo lejos. El nuevo, es un paisaje totalmente reformado por las necesidades de la playa de estacionamiento. Así y todo, la capacidad de esos montículos parece absolutamente insuficiente y no es difícil calcular que éso va a impedir el normal desarrollo de los nuevos árboles sustitutos. Los nuevos árboles nunca alcanzarán los tamaños de los eliminados debido a las necesidades de la obra.
A todas luces parece voluntarista e ingenuo creer que los nuevos árboles van a poder desarrollarse adecuadamente dentro de esa exigua capacidad de tierra.
Y la visual y el paisaje anterior a la construcción de la playa de estacionamiento han sido muy modificados y nunca se recuperarán. A la parte de la plaza que coincide con la primera etapa de la playa de estacionamiento ya inaugurada, parece que le hubieran volado los árboles que tenía con una potente bomba de neutrones. La vieja plaza perdió la armonía visual y el diseño que tenía. Esos árboles habían logrado sus tamaños en años de desarrollo y, en nombre del progreso, se los liquidó en minutos. Y todavía falta ver cómo quedará la parte que coincide con la segunda etapa de la construcción de la playa de estacionamiento.
También se pretendió hacernos creer que el edificio del ex Park Hyatt Hotel, ahora Four Seasons Hotel, no iba a tapar las vistas principales de la casa Álzaga Unzué, pero, sospechosamente, el cartel de obra, que fue el hazme reir de muchos dibujantes y arquitectos sensatos de Buenos Aires, mostraba al edificio como quedaría una vez terminado, pero sospechosamente tomado desde Carlos Pellegrini y Santa Fe, punto desde el cual jamás podría el hotel tapar a la casa de los Álzaga Unzué. Lo que nunca mostraron fue cómo se vería la casa desde la Avenida del Libertador. Obviamente, era un imposible que jamás podrían mostrar.
También se nos hizo el cuento de que la construcción del Buenos Aires Design no había afectado la fisonomía de lugar donde se forzó su inserción ni la parte histórica del conjunto del ex Asilo Gral. Viamonte, ahora Centro Cultural Recoleta - de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar y del Cementerio de la Recoleta.
Que no pase lo mismo con la Plaza Perú, con la excusa de la ampliación del Malba.
Esa plaza debería poder volver a tener árboles en toda su superficie como los que actualmente tiene.


Pedro L. Baliña

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