PUCCINI, CIUDADANO ILUSTRE



* Secreta Buenos Aires


El compositor italiano vino por 47 días en 1905 y causó furor

Por Eduardo Parise

Las visitas de grandes figuras mundiales son una constante para una ciudad internacional como Buenos Aires. En esa lista están las de personalidades políticas, literarias, deportivas y artísticas. En este último rubro, hace algunas semanas el grupo irlandés U2 supo convocar multitudes en sus shows y dejar su impronta como también la dejó, una vez más, el tenor Plácido Domingo actuando en la avenida 9 de Julio ante miles de personas. Y porque convocan a tanta gente es que hacen historia.
Hace casi 111 años, la ciudad tuvo el orgullo de recibir a un símbolo de la música universal: el genial compositor italiano Giacomo Puccini (1858-1924). Aquella visita duró 47 días y también movilizó a miles de personas (en especial a los de la populosa comunidad italiana), que siguieron su presencia no sólo en los teatros donde se presentaron sus obras, sino también en las calles y lugares que recorrió.
Según el minucioso registro que los periodistas Gustavo Gabriel Otero y Daniel Varacalli Costas dejaron en su libro “Puccini en la Argentina”, el autor de joyas como La Bohème, Tosca, La Rondine, Turandot o Madame Butterfly llegó al puerto de Buenos Aires el 23 de junio de 1905. El viaje, realizado en el vapor Savoia, había comenzado el 1° de ese mes en Génova, con una escala de un día en Montevideo. Era la primera vez que Puccini llegaba a América cruzando el Atlántico.
Las crónicas de la época recuerdan que recién a las 13 de aquel viernes 23, Puccini (acompañado de su esposa Elvira) bajó en la Dársena Norte, para empezar a sorprenderse con Buenos Aires, “una bella y grande ciudad europea”, según su propia definición. La gente lo esperaba desde la 7 y siguió su recorrido hasta el edificio de Avenida de Mayo 575, sede del diario La Prensa, propiedad de la familia Paz. En ese edificio el matrimonio estuvo alojado durante toda su visita. Allí, donde ahora está la Casa de la Cultura, los Paz tenían un departamento para huéspedes. Y ellos habían organizado la visita del músico, que incluía los gastos de traslados y alojamiento y un pago de 50.000 francos como honorarios.
En aquellos 47 días, Puccini no sólo asistió a funciones de sus obras en el Teatro de la Opera (estaba en Corrientes, entre Esmeralda y Suipacha, como la actual sala) sino que también visitó el Zoológico de Palermo, el Departamento de Policía, la Penitenciaría Nacional (en Las Heras y Coronel Díaz), vio un partido de fútbol en la Sociedad Hípica Argentina (el Nottingham Forest inglés goleó 9 a 1 a la Liga Argentina), fue al Hipódromo y disfrutó de un recorrido en tranvía por los barrios de Flores, Recoleta y Belgrano, donde siempre había multitudes para aclamarlo mientras hacían flamear banderas argentinas e italianas.
Lo mismo pasaba con cada presentación de alguna de sus obras. Por ejemplo, el día que fue a ver La Bohéme en el Opera fue tal la ovación que, al final, Puccini tuvo que salir veinte veces al escenario a saludar al público. Y su presencia en Buenos Aires generó un movimiento musical tan grande que sus obras también se presentaron en el Politeama (Corrientes 1490), el Odeon (Esmeralda y Corrientes), el Marconi (Rivadavia 2330), el Victoria (Victoria –actual Hipólito Yrigoyen– y San José) y el San Martín, que eran los principales teatros porteños. El Colón recién inauguraría en 1908. Puccini también se hizo tiempo para recorrer las islas del Tigre, para cazar en estancias cercanas de la provincia (algo que también apasionaba a Puccini) y para asistir a las innumerables comidas en su agasajo. Eran tantas que, en un momento, llegó a tener 72 banquetes.
Pero entre tanta algarabía, Giacomo Puccini también hizo honor a su condición de talentoso compositor y descendiente, por quinta generación, de una familia de músicos. En aquellos días porteños hizo la versión definitiva de Edgar (se estrenó aquí el 8 de julio) y compuso el himno escolar Dios y Patria , con letra de Matías Calandrelli, un periodista de La Prensa. Si bien la obra se publicó en el mismo diario en ese 1905, su estreno mundial recién sería el 17 de mayo de 2006 en el actual Salón Dorado de la Casa de la Cultura. El rescate de esa obra es de los estudiosos Otero y Varacalli Costas.
Después de un último gran banquete de despedida, el matrimonio Puccini se embarcó el 8 de agosto de 1905 en el vapor Venus, hacia Montevideo. En la capital uruguaya estaría hasta el 17, donde también recibiría distintos homenajes, para después partir a Italia en el buque Umbria.
Aquel mes y medio que Giacomo Puccini pasó en Buenos Aires dejó su marca y demostró la pasión que había en su gente por la música lírica, algo que mantiene su vigencia. Lo mismo que la literatura y el arte de los libros, una atracción que se demuestra cada día en la Feria del Libro.
Y a propósito de escritores, también debe recordarse que muchos vivieron algún tiempo en Buenos Aires, como el gran Federico García Lorca, escribiendo y estrenando obras. Su huella sigue presente en la Ciudad. Pero esa es otra historia.


Fuente: clarin.com


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