HOMENAJE A LUIS BENEDIT



Despedimos al artista argentino recordando nuestra última charla con él, a mediados del año pasado.



Despedimos a un gran artista argentino, Luis Benedit. Tuvimos la oportunidad de hacerle una nota en el otoño pasado. Nos fuimos a San Antonio de Areco, donde tenía su casa de fin de semana, y descubrimos un impactante jardín. Después, en la entrevista, nos confesó que había estudiado Arquitectura del Jardín en Italia, y que amaba y trabajaba su tierra. Diseño exclusivo de Benedit, nos abrió las puertas de su casa con generosidad y nos mostró otra faceta de su ímpetu y talento.

Texto: Belén Ancizar / Fotos: Ángela Copello




Luis Benedit: artista plástico y arquitecto. Pero además, a través de una beca italiana, estudió Arquitectura del Jardín de la mano de Francesco Fariello. Un amor a la tierra que viene de sus largas estadías veraniegas en una estancia en Entre Ríos, más los viajes y estudios de jardines en el mundo lo convierten en casi un experto. Su jardín en San Antonio de Areco es prueba irrefutable de que hay talento y sentido estético. Podemos decirlo con sólo mirarlo. Vivirlo será lujo de unos pocos. El jardín impacta. El proceso no parece importar. Es el fin que justifica. Podemos contar que era una carnicería, que pertenecía a una anciana que prometió vendérsela a Luis Benedit cuando cumpliera sus 100 años. Mujer de palabra, hace ya unos 20 años el terreno de una hectárea pasó a manos del artista. Recién hace unos diez comenzó el verdadero proceso de creación.



Es una obra de arte, con la gracia de un espíritu sensible y humilde. Sin ánimos de vanagloriar su persona, no puede más que adjetivarse así. Es que nada parece ser trabajoso para él, ni demasiado premeditado, ni tan grandioso como se ve. No hay grandilocuencia en las palabras. No hay rótulos que puedan definir el jardín.
Sólo es "un jardín distinto", dice su hacedor.Y nosotros vemos más. La tierra como soporte, y las líneas que trazan los ejes. Primero, un eje desde la casa -sobre la calle, porque era una carnicería, recordemos- hacia el fondo del terreno. Como remate, una glorieta.Luego algunos ejes curvos que atraviesan y comienzan el dibujo. "Digo 'ejes' porque es una cosa limpia", explica Benedit. Más lejos de la casa, pasto alto, pasto corto, algo que creyó haber inventado, orgullo de una creación estética y práctica a la vez. "Esto se llama high and low, y existe desde el siglo XVI. Pero yo no lo había visto y creí, muy contento, haberlo inventado".Pero volvamos al principio, a no más de diez años atrás. El lugar estaba bastante descuidado. Había una palmera vieja, unos paraísos y unas moras por ahí. Yuyos y más yuyos entre restos de alambrados y mucha basura. Cuando la carnicería se convirtió en casa, obra del Benedit arquitecto, comenzó el trabajo del jardín, pero sólo lo más cercano a la vivienda.



Una cosa fundamental fue la instalación del riego, ya que en general el lugar se habita sólo los fines de semana.Es un jardín de sombra. Verde, con estructura y fuerza. "Siempre me gustaron los jardines italianos, que no tienen flores. Mucho verde, mucho recortado". Hay paraísos, aromos, una magnolia, un roble que nació de una bellota de la estancia La Elisa de Juárez Celman, alcanfores, una vieja palmera. Unos contenedores con cañas forman algo parecido a un pasadizo. Un laberinto o recorrido termina o empieza en una escultura art déco que compró Benedit. Otros lugares, otros recorridos se proponen entre el pasto alto y el pasto corto. Senderos de ladrillo también señalan que es posible adentrarse entre la profusión del follaje. El agua es importante, da luz, refleja.Además de la pileta que atraviesa el eje principal, hay un estanque. "Siempre pienso en hacer algo con más agua. No me llegó el día", cuenta. Trabajar y pensar en el jardín son algunas de sus pasiones declaradas, pero los viajes y las exposiciones lo mantienen lejos de Areco. Claro, no olvidemos que disfrutarlo es casi una obligación. Siempre con la radio de fondo.Alguna vez escuchó por radio cuáles eran los síntomas de la vejez en las personas. Por suerte, se salteó varios, aunque no pudo dejar de aceptar que cada vez le gusta más el jardín. Pero lejos de la pasividad, lo que más disfruta hacer allí es cortar, podar, el trabajo duro.




"Después me enteré de que gastaba más calorías que caminando, así que quedé encantado", agrega, con un humor sutil que fuimos descubriendo a lo largo de la entrevista.No es, como podría imaginarse, un muestrario de obras del artista. Las varias esculturas de fiberplast que escoltan senderos y emergen entre tanto verde son de la autoría de Julián, su hijo menor y único entre los cinco hijos que eligió el arte como camino de vida.Los bancos "a la catalana", en cambio, están hechos por Luis y tienen su sello, trabajo artesanal y meticuloso.Por obra y gracia de Luis Benedit, el jardín es síntesis de buenas decisiones y buen gusto. ¿Será lugar común decir que este lugar se parece al Paraíso? Porque quién no querría caminar entre la espesura que se propone, tomar aire justo cuando está el pasto recién cortado, sentarse bajo tanta sombra a la hora del té, ser testigo del cielo rojo que deja morir el día. En noches cerradas, los sonidos que habitan el jardín darán testimonio de que no es una ilusión. Allí estará, vivo y brillante, al día siguiente. mediados del año pasado.

Fuente: Revista Jardín

No hay comentarios:

Publicar un comentario