MISTERIOSA SUBVERSIÓN DE UN ARTISTA



AL GATO Y AL RATON. Aleksei Plutser-Sarno se oculta luego de ofender a los líderes.

POR ELLEN BARRY - The New York Times

Se ha tornado dificultoso localizar a Aleksei Plutser-Sarno. Cuando un operativo policial cercó a Voina, el colectivo de arte ruso radical al que pertenece, Plutser-Sarno dejó de usar celulares, ahora recurre a Skype y a veces, a cartas entregadas en mano por intermediarios.
Trata de no pasar dos noches seguidas en el mismo lugar, y complota distracciones de todo tipo ­una vez concedió entrevistas diciendo que estaba en Estonia mientras subía entradas a un blog desde Tel Aviv, otro lugar en el que no estaba.
Voina, que significa guerra, lleva tres años jugando al gato y al ratón con las autoridades policiales, montando acciones callejeras que fueron de lo críptico (arrojar gatos vivos a cajeros de McDonald’s) a lo monumental (un pene de 64 metros pintado en un puente levadizo de San Petersburgo, de tal manera que se elevaba señalando las oficinas del FSB, el servicio de seguridad).
En septiembre, Voina lanzó su proyecto más audaz: "Revolución en el palacio", que consistía en correr hasta autos de policía estacionados y volcarlos ­un comentario sobre la corrupción policial, según explicó el grupo.
Las autoridades rusas han presentado nuevos cargos con la intención de silenciar al grupo. Dos de sus líderes están detenidos, con sentencias de hasta siete años; un tercero teme perder la custodia de su hijo.
A los 48 años, Plutser-Sarno ha pasado gran parte de su carrera siendo centro de la atención pública; es autor de un diccionario de varios volúmenes de obscenidades rusas, y condujo "El cuadrado negro", un malicioso programa periodístico por televisión.
Esa vida, no obstante, terminó.
Dijo que los investigadores lo amenazaron con acusarlo de organizar una banda criminal, lo cual podría traer aparejada una sentencia de hasta 20 años. David Riff, crítico de arte de Moscú, dijo que los arrestos han dañado en forma permanente al grupo de artistas cuyo principal atractivo radica en los escapes reiterados y en algunos casos temerarios.
Cuando le preguntaron si el estilo de vida clandestino le pesaba, Plutser-Sarno sonrió. Le gusta mucho.
Fue el disgusto lo que impulsó a Voina, dijo. Hacia mediados de la última década, la expresión radical prácticamente había desaparecido de la vida pública. Los actos opositores eran marginales. Los artistas ganaban ingresos cómodos en las galerías, avalados por multimillonarios conectados con el Gobierno.
"Son gente que viaja constantemente a Occidente, obtiene becas, participa en conferencias, lee informes sobre la revolución y el marxismo y las difíciles condiciones de la clase trabajadora en Rusia", dijo Plutser-Sarno.
Se juntó con Oleg Vorotnikov, fundador de Voina, que desde entonces está detenido. El grupo organizó una orgía en el Museo estatal de Biología, considerándolo un comentario sobre la campaña que llevó a Dmitri A. Medvédev al poder.
El mundo artístico de Moscú respondió fríamente.
En cambio YouTube, LiveJournal y Twitter permitieron que Voina llegara a jóvenes rusos que compartieron el sentido del humor del grupo y la bronca hacia la policía. Sus proyectos se volvieron más arriesgados. El juego terminó, no obstante, el 14 de enero, cuando un juez en San Petersburgo extendió la detención previa a juicio para Vorotnikov y Leonid Nikolayev, otro de los líderes de Voina.
En cuanto a Plutser-Sarno, no aparece por ninguna parte.

Fuente: Revista Ñ Clarín

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