EN EUROPA, EL COMERCIO CORTEJA AL ARTE



Con un recorte del 75% en su subsidio estatal, el Louvre, el museo más visitado del mundo, considera buscar patrocinadores.

AFICHES. Museos como el Orsay, en París, venden espacio publicitario en sus fachadas.

POR DOREEN CARVAJAL - The New York Times

En la margen izquierda del río Sena, la fachada del edificio estilo Beaux-Arts con techo de vidrio que alberga al Museo d’Orsay está cubierta con una enorme tela con publicidad para Chanel No. 5.
El Palacio de Versalles planea dos hoteles en sus extensos terrenos. Uno de éstos convertirá un deteriorado edificio de la tesorería, del siglo XVII, en una reserva de lujo con suites de 950 dólares por noche, pintadas en los tonos pastel favoritos de María Antonieta: rosa oscuro y azul.
Hoy en día, los museos europeos se resienten por un choque cultural. Durante mucho tiempo dependientes de los subsidios gubernamentales, evitaron los despidos, los recortes salariales y el incremento en los precios de las entradas que golpearon duramente a los museos de EE.UU.
en 2009, cuando los donativos cayeron estrepitosamente por la crisis financiera. Las instituciones artísticas de Europa también pasan por un trance: los subsidios gubernamentales van en picada y los donativos corporativos disminuyen a medida que se extiende la crisis económica. Esta combinación está obligando a que incluso los museos más importantes busquen nuevas fuentes de ingresos.
Algunas de las estrategias son relativamente carentes de finura para ser bastiones de la alta cultura, para consternación de algunos en el mundo de las artes.
En Holanda, el gobierno reducirá su gasto en las artes en un 20 por ciento, o 269 millones de dólares, en el curso de los siguientes cuatro años.
El ministro de Cultura ha dicho que el número de visitantes será un factor para determinar qué instituciones reciben recursos.
En Madrid, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía recibirá un descuento en los recibos de servicios a cambio de publicidad para las compañías de luz.
Los museos importantes hoy elevan los precios de entrada y recortan su personal, lo que provoca que los sindicatos de los trabajadores adviertan que los horarios de los museos podrían tener que ser reducidos.
El Louvre, el museo más visitado del mundo, con más de 8.5 millones de visitantes al año, incrementó los precios de entrada, de unos 12.80 dólares a 13.50 dólares, este año, y está en proceso de evaluar propuestas, como otorgarle a Breguet, fabricante suizo de relojes de lujo, licencia para utilizar su nombre.
El mantenimiento de viejos edificios es una carga para instituciones europeas tales como el Castillo de Versalles, que está desarrollando hoteles y busca otorgar licencias para el uso de su nombre a relojes de lujo y otros productos. En diciembre, inauguró una boutique online con artículos como una sopera de porcelana de María Antonieta, adornada con oro y marfil, y velas con aroma a coco dentro de un estuche que lleva impresa la frase "que coman pastel".
"Todo el dinero se invierte en renovaciones, restauraciones, adquisiciones y en la organización de exhibiciones", apuntó Jean-Jacques Aillagon, presidente del Castillo de Versalles.
Los museos ahora también recaudan dinero al enviar obras maestras de gira internacional.
Instituciones de clase mundial, como el Louvre y el Museo Metropolitano de Arte, en Nueva York, solían intercambiar cuadros de manera gratuita, pero hoy cobran tarifas y buscan alianzas con museos extranjeros de manera más agresiva. Algunas instituciones francesas han organizado puestas itinerantes, al esencialmente rentar exhibiciones completas a museos regionales en EE.UU. y Asia --creando un riesgo, advierten algunos curadores, de que las obras maestras sufran desgaste.
Jean-Michel Tobelem, director de Option Culture, institución francesa de investigación, dijo que el circuito itinerante para las bellas artes planteaba interrogantes espinosos respecto a compartir las obras maestras sólo con museos ricos. "Existe el riesgo", aseveró, "de que, un día, las autoridades estatales les digan a los museos: `les vamos a recortar sus subsidios porque pueden rentar o incluso vender sus obras de arte para recaudar ingresos adicionales’".
Y así, prolifera la publicidad al aire libre. Es una manera de llenar el hueco, por más que desentone en una panorámica digna de una tarjeta postal. En París, además del anuncio de Chanel, enormes pósters que promocionan un perfume de Yves Saint Laurent y Ralph Lauren, Air France y ropa H han aparecido en los últimos meses sobre las fachadas del Museo d’Orsay y de la Ópera Garnier.
Sin embargo, los museos insisten que hay límites. "Rechazamos la imagen de una botella de Coca-Cola", dijo Amélie Hardivillier, vocera del Museo d’Orsay, quien se rehusó a revelar las cuotas pagadas por los anunciantes.
"El frasco de Chanel es hermoso porque, de hecho, está en 3D y se mueve con el viento".

Fuente: Revista Ñ Clarín

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