UN ARTISTA COPIABA OBRAS
QUE SE VENDIERON COMO ORIGINALES

El pintor chino Pei-Shen Qian firmó como Jackson Pollock y Mark Rothko, y llegó a recaudar US$ 80 millones.
Podría ser el guión de otro episodio de la película La gran estafa, pero aquí no hay ficción: hace algunas semanas, los vecinos de la zona de Queens, en Nueva York, supieron que ese modesto e introvertido pintor chino que vivía cerca de sus casas era el autor de decenas de cuadros que, en lugar de llevar “Pei-Shen Qian” como firma, decían nada menos que “Jackson Pollock” o “Mark Rothko”. Algún vecino de la calle 95, al conocer que Pei se dedicaba a copiar cuadros de grandes estrellas del Modernismo estadounidense, habrá entendido por qué las ventanas siempre estaban tapadas.
Esta “gran estafa” empezó durante los años 90, cuando la mexicana Glafira Rosales y su novio, José Carlos Bergantiños Diaz, ambos dedicados a la compra y venta de obras, “reclutaron” a Pei al conocer la pericia de su pincel luego de ver su trabajo en una muestra de arte callejero.
Según las investigaciones que ahora realiza la policía estadounidense, Rosales vendió unas 63 pinturas por un total de aproximadamente 80 millones de dólares, entre las que se contaron un “Pollock” de 17 millones y un Rothko de más de 8 millones. La prestigiosa galería neoyorquina M. Knoedler & Co, la más antigua de la Gran Manzana, compró y luego vendió algunas de esas obras, aún sin certificado de autenticidad.


Rosales tenía una “coartada”: los cuadros eran “descubrimientos recientes” de los grandes artistas, que un anónimo sin interés en difundir su nombre había heredado. Se trataba, determinaron luego los estudios del trazo y las telas, de falsificaciones, y la verdadera mano ejecutora era la de Pei.
Los litigios judiciales que los compradores de las obras sostuvieron contra la galería M. Knoedler & Co. la llevaron a su cierre en 2011, pero antes de que eso ocurriera las obras de Pei fueron exhibidas en otras galerías, en museos internacionales e incluso en una embajada de Estados Unidos, como trabajos auténticos de algunos de sus más célebres artistas.
Aunque se supo quién era el pintor detrás de esos cuadros –y se desató el escándalo–, Pei no está acusado judicialmente: no es delito copiar una obra, sino comercializarla como un original, lo que implicó que Rosales fuera detenida en mayo.
Pei-Shen Qian tiene 73 años y vive en Nueva York desde hace unos 40, con un perfil bajísimo. Habrá que prestar atención cuando tape sus ventanas y aparezcan nuevos “inéditos” para subastar.

Fuente texto: clarin.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario