EL MURAL QUE UNE A AMÉRICA LATINA

Perdido en una galería porteña es de Carybé, quien nació en Lanús y fue leyenda en Brasil.

Paredes decoradas. Son las de la galería Boston, de Florida al 100. La obra plantea un recorrido desde la Patagonia hasta el Amazonas. / emiliana miguelez

Por Eduardo Parise


Cada día, a unos metros de la obra, pasan miles de personas. Y si se cuenta las de cada año, se podría decir que son millones. Pero, salvo algún artista inquieto o algún caminador advertido, muy pocos la vieron. Es un gran mural, hecho con baldosones de cemento, que cubre las paredes que están junto a una escalera de la Galería Boston, con entrada en el número 142 de la peatonal Florida. El valor artístico del trabajo se potencia con sólo mencionar el seudónimo de quien firma el trabajo: Carybé.
Su nombre real era Héctor Julio Páride Bernabó. Había nacido el 7 de febrero de 1911 en Lanús, provincia de Buenos Aires. Pero el espíritu aventurero de Enea (su papá italiano) y el amor por la tierra de Constantina (su mamá brasileña) lo fueron llevando a recorrer distintos países, primero del mundo y de América latina después, hasta llegar a Bahía, en Brasil, donde se iba a convertir en una figura de leyenda de la cultura afrobrasileña de las décadas del 50 y el 60. En Brasil también había encontrado el seudónimo que identifica toda su obra: Carybé es la designación que en portugués se le da a una especie de piraña del Amazonas.
Justamente el Amazonas y las imágenes de esta tierra casi virgen que aún sobrevive desde México hasta el Sur, fue la fuente de inspiración para ese mural que Carybé le dejó a los porteños y al resto de la Humanidad. Y aunque no está tratado como debería (un ejemplo brutal es el ventilador que alguien hizo colocar en alguna parte de la obra) allí se refleja un recorrido desde la Patagonia hasta las sabanas que van hasta más allá de Venezuela.
Las imágenes de gauchos, pescadores y artesanos puestas por el artista muestran “el espíritu de la tierra” que el hombre supo mostrar en sus más de 5.000 obras dejadas en el mundo. Entre ellas, se cuentan esos murales que alguna vez estuvieron en el aeropuerto Kennedy de Nueva York y que, tras pasar años en un depósito del Bronx, fueron instalados en el aeropuerto internacional de Miami.
Carybé no sólo fue muralista. También fue grabador, pintor, dibujante y escultor. Y como si eso no fuera suficiente también se destacó como escritor, músico, director de arte en cine y periodista en medios argentinos (entre ellos los diarios Crítica, Noticias Gráficas y La Nación) y brasileños (como el diario Carioca y el Tribuna da Imprensa). Además ilustró cientos de libros de “próceres” literarios como Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y de su gran amigo Jorge Amado. Justamente con él, con Dorival Caymmi y con Gilberto Gil, compartió su amor por la capoeira y el Candomblé. Cuentan que Carybé murió el 1 de octubre de 1997 en un terreiro durante una sesión de ese culto. En Brasil, donde se nacionalizó en 1957, lo veneran como uno de sus grandes.
En Buenos Aires recuerdan otro mural que Carybé había pintado en la Galería Belgrano junto con Leopoldo Torres Agüero. Pero dicen que un día el dueño del lugar ordenó pintar las paredes y aquel trabajo se perdió. Pero aún queda el de la Galería Boston donde los marineros, las prostitutas, los pescadores y los capoeristas, es decir la gente común, siguen vivos.
Es que esos trabajos ya casi son leyenda porque hacen a la esencia de una región o, en este caso, de un pueblo y una ciudad de aluvión como Buenos Aires, donde también hay otras galerías que quedaron en la memoria de la gente por su aporte a la creatividad y a la vanguardia artística.
Un buen ejemplo de eso es la Galería del Este. Ubicada casi al final de la calle Florida, cerca del cruce con Marcelo T. de Alvear, quedó como símbolo del arte de los años 60 del siglo pasado, junto con el Instituto Di Tella. Esos lugares también tienen lo suyo. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com


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