AQUELLOS LIBROS QUE SE HICIERON UN LUGAR
EN LAS BELLAS ARTES

Exquisitos y de tiradas chicas, tuvieron su auge en los años 20.
Cierre. Colofón de Poemas de Safo, poetisa griega, en una versión de 1968.

Por Ezequiel Alemian

Raoul Veroni nació en Milán en 1912, pero a los pocos meses su familia se trasladó a Tafí del Valle, Tucumán, donde vivió hasta su adolescencia. Después se fue a Buenos Aires para estudiar Bellas Artes. Grabador reconocido, tuvo su época de oro durante los años 40. En 1961, con un crédito del Fondo Nacional de las Artes, armó una imprenta artesanal en su casa. Murió en 1992. En 2007 su hijo Ral, artista plástico, abrió el taller familiar y comenzó a catalogar la obra más fascinante y menos conocida de su padre, la de editor de libros de bibliófilos.
Un libro de bibliófilo es un libro impreso en papel de excelente calidad, hecho por un maestro papelero, en una imprenta artesanal, cuidadosamente compuesto y exquisitamente ilustrado, con un colofón (los datos finales, de impresión) del que se ha hecho un arte en sí mismo. La tirada de los libros de bibliófilos es bajísima : apenas unas decenas de ejemplares. Son ejemplares de colección. Y se presentan “en rama”, sin encuadernar, respetando la tradición que dice que los coleccionistas tienen sus propios encuadernadores, que los cosen a su gusto.
Los libros de bibliófilos tuvieron su auge en la década del ‘20 en Europa, donde la aristocracia argentina pasaba largas temporadas. En 1929, se fundó en Buenos Aires la Sociedad de Bibliófilos, que cada año mandaba hacer un libro especial para repartir entre sus escasos socios. Los mismos escritores traían consigo de Europa el papel con el que querían hacer sus libros. Los financiaban y luego regalaban a los amigos. La bibliofilia comenzó a decaer en los años ‘60 y sufrió otro golpe a partir de los ‘80, cuando la imprenta de tipos móviles fue reemplazada por el offset.


Páginas-arte. Alguna de las piezas de Veroni que pueden verse. diego díaz.
El libro como arte: Raoul Veroni y las ediciones de bibliófilo es una muestra que inaugura mañana en el Museo del libro y de la Lengua y que repasa la obra de Veroni.
Veroni editó 80 libros de este tipo. Para algunos hizo los grabados; para la mayoría, lo hizo todo: compuso, ilustró, imprimió. Los veinticuatro ejemplares de Tres recuerdos del cielo , de Rafael Alberti, en 1943, fueron los primeros que hizo de manera íntegra. Editó a Enrique Banchs, a Ricardo Molinari, a Silvina Ocampo, a Jorge Calvetti, entre otros. También, traducciones de Poe, Keats, Shelley y Eliot. Rodolfo Wilcock, tradujo para él, el artista Alberto Greco, a los 19 años editó para bibliófilos su único libro: Fiesta .
“Había mucha interacción entre el poema y la edición, entre el artista, el imprentero y el poeta”, señala Ral Veroni, que hoy continúa y renueva la tradición de su padre: editó 50 ejemplares de una novela de César Aira, Los dos hombres , y 16 de un Libro de apuntes , de Daniel Santoro. “Mi padre era muy osado con los colores. Trabajaba con verdes, con rosas. Era una especie de pop de la bibliofilia”, agrega.
–¿Que se hagan pocos ejemplares y sean tan caros, no atenta contra la circulación de los textos?
–Son caros porque lleva mucho tiempo hacerlos y se usan materiales de calidad. Si el libro está bien hecho, más tarde o más temprano se encuentra con el lector.

Fuente: clarin.com

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