EL "CAJETILLA" QUE CALZABA DE CROSS
A LOS GUAPOS PORTEÑOS



EN GLOBO. ARRIBA, NEWBERY (PRIMERO A LA IZQUIERDA) CON HORACIO ANASAGASTI Y WALDINO CORREA JUNTO AL GLOBO EL PATRIOTA, EN 1909.

Por Eduardo Parise

Con más de cuatro siglos con el “Mar Dulce” golpeándola desde el Este, Buenos Aires tiene historias añejas o recientes que la hacen especial. Así es como aparecen personajes que muchas veces son sólo un nombre pero que en realidad fueron mucho más. Uno de ellos es aquel al que la gente bautizó como “Señor Coraje”, aunque en 1875 sus padres (Ralph Newbery –un odontólogo estadounidense– y la argentina Dolores Malargie) inscribieron como Jorge Alejandro Newbery.
Para la Ciudad, Newbery es hoy el nombre del aeropuerto que en noviembre cierra por obras o una calle que arranca en Palermo, cruza Colegiales y termina en Chacarita, rodeada de una impactante hilera de tipas. Sin embargo el ingeniero Jorge Newbery (aviador, deportista, hombre de ciencia y funcionario público) fue el primer ídolo que produjo la Argentina fuera de la política.
Es que además de su actuación como Director General de Instalaciones Eléctricas, Mecánicas y Alumbrado de la Municipalidad (cargo que mantuvo hasta su muerte), este ingeniero electricista, que en Estados Unidos había sido alumno de Thomas Alva Edison, era el símbolo triunfador de aquelBuenos Aires que había dejado atrás la “Gran Aldea” para identificarse como “la París de Sudamérica”.
Pionero de la aviación en América Latina (junto al peruano Jorge Chávez y al mexicano Alberto Braniff), Jorge Newbery batió récords volando en globos y en aviones a los que para subirse se necesitaba mucho de eso que las hinchadas de fútbol suelen reclamarle a sus jugadores. Y también creó el Aero Club Argentino (estaba en la quinta Los Ombúes, en la zona de Barrancas de Belgrano) y la Escuela de Aviación Militar, la primera fuerza aérea de ese tipo en la región. Para equipar a aquella escuela militar con los primeros aviones, el hombre organizó una colecta popular. Y como su figura siempre generaba muchas adhesiones, con lo recaudado se compraron cuatro monoplanos que desfilaron por primera vez el 25 de mayo de 1913.
Aquella pasión por los vuelos le iba a generar disgustos y alegrías. Entre los primeros estuvo su separación: ante la opción de tener que elegir entre el aire y su pareja, Newbery no dudó en seguir volando. Poco después con su globo “Huracán” iba a batir el récord sudamericano en tiempo y distancia uniendo Argentina, Uruguay y Brasil en 13 horas.
Esas hazañas eran las que le daban mucha popularidad. Así fue como el Club Huracán (un símbolo en la zona de Parque Patricios) le pidió autorización para usar la imagen del globo como insignia. Newbery dio su conformidad pero a cambio pidió que el club le hiciera honor a esa figura. El reclamo tuvo su correspondencia: con la imagen grabada en su camiseta Huracán logró tres ascensos consecutivos (tercera, segunda y primera) cruzando así “tres países” como lo había hecho el globo piloteado por Newbery.
Gran deportista (se destacó en natación, automovilismo, remo y esgrima), su condición de boxeador también le reservó un lugar especial en el tango. En “Corrientes y Esmeralda”, un clásico de Celedonio Flores y Francisco Pracánico, el poeta menciona a “un cajetilla” que calzaba de cross a los guapos que frecuentaban el lugar. El “cajetilla”, por supuesto, era Newbery, ese joven rico que había nacido a unas cuadras de allí, en una casa de la calle Florida, pero que también sabía mezclarse con hombres reprobados en santidad.
Newbery murió como vivió: se mató en medio de una exhibición aeronáutica en Mendoza el 1° de marzo de 1914. Tenía apenas 38 años. Por su condición de ídolo, su entierro fue un hecho multitudinario, algo que iba a repetirse 22 años después con un cantor llamado Carlos Gardel. Pero esa es otra historia.
Jorge Newbery fue el primer ídolo que produjo la Argentina fuera del ámbito de la política.

Fuente: Clarín

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