COLORES Y TEXTURAS DESLUMBRANTES:
UNA NUEVA MUESTRA DE ALFREDO PRIOR



“Un verde pensar bajo una sombra verde” evidencia el brillo del pintor.

Por Marina Oybin

POR EL AMOR DE ZEUS. “DANAE” SE LLAMA ESTA OBRA, COMO LA FECUNDADA POR ZEUS CONVERTIDO EN LLUVIA DE ORO.

Un universo soñado, matérico. Es Un verde pensar bajo una sombra verde, la muestra de Alfredo Prior que inauguró el jueves en el Malba y que reúne sus últimas obras. De gran tamaño y con colores, brillos y texturas deslumbrantes, se revela su pintura más abstracta.
Entrañable, agudo, Prior es un artista ecléctico. Fue, junto con Kuitca, figura clave de los años ochenta. Sus perturbadores osos, sus muñecos de nieve, gnomos, conejos y figuras de Napoleón marcaron una imagen muy suya, que luego abandonó para reinventar su obra. Es escritor, poeta, autor de artículos de arte, integra, con el músico Alan Courtis y el escritor Sergio Bizzio, entre otros, el grupo de música experimental “Súper Siempre”, que arremete a pura improvisación. Y hasta se transformó en personaje de varias novelas de su amigo César Aira, a quien conoció en su paso por la Facultad de Filosofía y Letras.
Representó a la Argentina en la Bienal de San Pablo en 1985. Expuso en nuestras pampas y en el exterior. Y hay obras suyas en el Museo Nacional de Bellas Artes, en el Museo de Arte Moderno y en museos y espacios de arte de Italia, EE.UU., Brasil y Australia. Prior es inclasificable y prolífico. Un dato sirve para ilustrar su devoción por el trabajo: no tiene celular y pasa el día pintando en su taller, donde sólo contesta el portero eléctrico cuando suena la clave acordada.
Para titular la exposición, eligió un verso de Andrew Marvell. Y a la hora de definir su obra, le dice a Clarín que “es un campo de batalla entre distintos estilos, materiales y personajes”. En ese espacio poético, Prior es capaz de incluir desde elementos del impresionismo, pasando por el postimpresionismo, el manierismo hasta la abstracción norteamericana de los años 60 y 70. Y logra que su pintura ejerza una atracción magnética: la mezcla de materiales acuosos con otros grasos crea un universo orgánico, cósmico. Y las formas y colores, que va de los tierras hasta pinceladas magentas o plateadas, son tan fascinantes que el verde intenso con el que se pintaron varias de las paredes donde cuelgan las obras no las opaca.
Es una marca Prior: sus trabajos incluyen un desfile inagotable de guiños a la historia del arte, citas bíblicas y mitológicas, y homenajes a artistas conocidos y otros más ocultos. La serie de pinturas “Hugo y yo” alude a la pintura, para muchos desconocidas, de Víctor Hugo, que arrancó bien romántico y terminó en la abstracción. Prior imagina obras hechas a dúo con el poeta, de quien cuenta “que no dejó de pintar un solo día”.
Está su increíble políptico “Dánae”, que fecundada por Zeus convertido en lluvia de oro, en su obra deviene un estallido de color saturado, vibrante. Y sus singulares visiones de Orfeo, Mercurio y Estigia, la laguna que llevaba al mundo de los muertos.
Prior sabe bucear en el límite difuso entre la figuración y la abstracción: “hay pinturas que siendo abstractas pueden sugerir una ilusión figurativa o siendo figurativas son prácticamente una abstracción”, dice el artista. Siempre los títulos, que en sus obras son fundamentales, habilitan múltiples lecturas. A veces, cuenta, el título surge como un generador de imágenes, antes de hacer la obra, y en otras ocasiones, aparece cuando ya la terminó “como un marco lingüístico o textual”, dice. “Noé en el Hudson”, por ejemplo, remite a la conocida leyenda –desmentida por el protagonista de la historia– de las obras que Yuyo Noé habría arrojado al río Hudson y, al tiempo, provoca con la idea de un Noé bíblico posmoderno en una nueva tierra prometida. Cuesta abandonar la sala del Malba y alejarse del mundo exuberante y conmovedor de Prior.

Fuente: Clarín

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