BIENVENIDOS AL TREN::
CÓMO LOS VIEJOS FERROCARRILES SE TRANSFORMAN EN ARTE

Un grupo de artistas recupera la estética del tren. Hasta les sellan a los visitantes viejos boletos de cartón.







Estilo. Los artistas recuperan antiguos carteles del ferrocarril./ NESTOR SIEIRA
Por Julieta Roffo

“Un país sin trenes es un embole”, dice una de las calcomanías que el colectivo artístico Agrupación boletos tipo edmondson (ABTE) diseñó y distribuye en la muestra que celebra sus quince años en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba). Es que para los cinco artistas que hoy componen el grupo que surgió en 1998, el universo ferroviario, desde la arquitectura de las estaciones hasta los uniformes de sus trabajadores, es fuente de inspiración: así lo describen Patricio Larrambebere, uno de sus fundadores, y Ezequiel Semo, otro integrante. El grupo también está formado por Javier Barrio Martín Guerrero y Gachi Rosati.
Parte de ese universo aparece apenas se pone un pie en la muestra: alguno de los miembros de ABTE le expende al visitante recién llegado un boleto de cartón, de esos que dejaron de emitirse en 1995, cuando los ferrocarriles fueron concesionados durante la ola de privatizaciones menemistas. Los artistas reprodujeron la taquilla en la que se almacenaban los boletos ya impresos pero no emitidos y, con los mismos tipos que se usaban hace décadas, sellan en cada cartón la fecha de visita del espectador. Es que en eso consiste la muestra: en reproducir ese mundo que atraviesa la historia argentina y que, con la llegada de las empresas privadas, perdió muchas de sus costumbres.
Por eso, en el Mamba puede verse no sólo la reproducción de una boletería, sino una construcción similar a la de una estación, hecha con materiales secos –madera y chapa, entre otros–, en cuya “sala de espera” se proyecta un documental que narra el trabajo que ABTE hace para recuperar los carteles con los nombres de estaciones en la provincia de Buenos Aires. Entre ellas están la estación Goldney, en la línea San Martín y las estaciones Zenon Videla Dorna y Alegre, en el Roca.
Los mismos artistas, a través de la ropa con la que transitan por la sala, reproducen esas viejas costumbres. “El trabajo artesanal del boletero, el herrero, el mecánico son maneras de hacer que tienen que ver con las prácticas del arte”, describe Larrambebere, que pone el mojón inicial de su pasión por los trenes en el día que encontró un boleto edmonson de 1982, con el que había viajado desde su casa, en Coghlan, hasta su escuela secundaria. 

Pases, boletos y abonos. En el segundo piso del museo se recreó una estacion de tren./ NESTOR SIEIRA
Los boletos edmonson son esos cartoncitos de 57 x 30,5 milímetros que, además de servir como constancia de pago del viaje, fueron el primer documento que se numeró en serie para facilitar su contabilización. Los creó Thomas Edmonson en 1839.
Además de la reproducción de la estación, durante la muestra los artistas están trabajando en la recuperación del cartel nomenclador de la estación San Martín, que una vez terminado será llevado al Museo Nacional Ferroviario.
Pero lo que subyace en esta exposición es que, a través de la colección de varios miles de boletos edmonson que tiene ABTE se cuentan historias mínimas y también la historia general de la Argentina. Acá está el abono de algún usuario de las primeras décadas del siglo XX, que permite ver las costumbres de la moda a través de las fotos, pero el hecho de leer que el pasaje es desde Constitución hasta Eva Perón ayuda a saber que se trataba de un boleto emitido en pleno auge del peronismo, cuando se llamó así a la ciudad de La Plata. Los cartones impresos durante los últimos tiempos de ese gobierno pero ya emitidos tras su derrocamiento superponen el sello “Retiro” encima de la tipografía que dice “Presidente Perón”, como se llamaba en aquel entonces a la terminal ferroviaria.
“Como artista, me interesa pensar la Historia visualmente”, resume Semo. En esos cartones pintados hay toda una definición social: durante la primera mitad del siglo XX, los abonos de los hombres decían “Íntegro”, mientras que los de las mujeres decían “Señora”. También había boletos especiales para empleados navales, para hijos de empleados estatales y para ciegos: el color y la trama definían al pasajero, algo que puede apreciarse en los álbumes casi genealógicos que se exponen en el Mamba, donde está el boleto edmonson más antiguo que se conoce en la Argentina, impreso entre 1865 y 1875.
¿Qué dirá de nosotros, dentro de cincuenta o cien años, la tarjeta SUBE? Por lo pronto, que el trabajo artesanal ya no era de esta época.

Fuente: clarin.com

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