A los niños elegidos les daban coca y chicha durante meses para que fueran más dóciles.
La doncella. Es una de las 3 momias halladas en Salta. El estudio reveló que tenía 13 años y no 15, como se creía. |
Washington. Dpa. -
30/07/13
Los incas preparaban a los niños que elegían para sus sacrificios administrándoles alcohol y hojas de coca durante meses.
Así lo revela una investigación de la universidad británica de
Bradford. Tras estudiar las tres momias de niños de más de 500 años, que
fueron halladas en los Andes argentinos, los expertos llegaron a la
conclusión de que el consumo de ambas sustancias era parte del ritual
del sacrificio. Y que tenía un sentido espiritual, pero también
práctico: volverlos más dóciles. Los resultados se publicaron en la revista “Proceedings” de la Academia estadounidense de las Ciencias.
El
equipo liderado por el arqueólogo Andrew Wilson investigó entre otros
aspectos, el cabello de las tres momias infantiles halladas en 1999
cerca de la cumbre del volcán Llullaillaco, en Salta. Las tres momias
(“El Niño” “la Doncella” y “la Niña del Rayo”), que se encontraban en
muy buen estado debido a las gélidas temperaturas en las que fueron
conservadas, se exponen en el Museo de Arqueología de Alta Montaña
(MAAM).
Aunque ya se sabía que el alcohol y la coca eran
determinantes en los sacrificios humanos de los incas, los restos
hallados en los cabellos permiten ahora deducir nuevos detalles sobre
cómo se preparaban estos rituales.
Así, un año antes de morir, la
alimentación de “la Doncella” –la mayor de los niños– cambió
drásticamente. Al parecer, en ese momento habría sido elegida para el
sacrificio y desde entonces mucho mejor alimentada. Según el estudio, “la Doncella” tenía unos 13 años (hasta ahora se creía que había muerto a los 15).
El
alcohol que consumían era chicha, una bebida derivada de la
fermentación del maíz. Las hojas de coca producen entre otros un efecto
calmante al masticarlas mezcladas con ceniza. Los incas creían que los estados de embriaguez permitían acceder al mundo de los espíritus.
“La
coca y el alcohol eran sustancias que provocaban un estado de cambio
considerado sagrado”, señala el estudio. Los autores de la investigación
apuntan a que estas drogas también contribuían a que los niños fueran más dóciles de cara a los rituales.
Los
sacrificios humanos en el imperio inca se conocen con el nombre de
“copacocha”. Los niños elegidos recorrían normalmente largas distancias y
participaban en ceremonias en la capital inca, Cuzco, antes de
dirigirse a la cumbre del volcán, a cientos de kilómetros de distancia,
donde finalmente eran sacrificados.
Jesús Rodríguez (Salta)
El niño. La momia, de un nene de 7 años, tiene más de 500 años y se conserva en gran estado. /FOTOS: AP Y AFP |
Los enterraron vivos en un volcán
La investigación de la Universidad de Bradford coincide con estudios previos de especialistas argentinos. “A los tres niños incas, no caben dudas que le dieron de tomar chicha cuando fueron enterrados vivos en los santuarios de la cumbre del Volcán Llullaillaco”, explica Mario Lazarovich, asesor en Patrimonio Cultural de Salta. Sobre el vestigio del consumo de hojas de coca, Lazarovich explica que “no es fácil permanecer tantos días a más de 4.000 metros de altura, y ahí es donde la hoja de coca, mitiga la sequedad de la boca, controla la falta de oxígeno, atenúa el mal de altura y sirve como anestésico”. La doctora en Arqueología de Alta Montaña, Constanza Ceruti, que participó en el desentierro de las momias, escribió en su libro “Llullaillaco” que “en las tomografías computadas realizadas a los cuerpos (...) quedaron descartados los golpes en las cabezas como causal de muerte”. “Sacrificios alternativos, según fuentes etnohistóricas, son la asfixia y el entierro de niños aún vivos en estado de semiinconsciencia, tras la ingesta de una bebida embriagante como la chicha” detalló Ceruti.Jesús Rodríguez (Salta)
Fuente: clarin.com
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