PAISAJES DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

Tras cinco años de no exponer en el país, el grupo Mondongo despliega en el Mamba una muestra de enorme impacto visual a través de retratos, naturaleza, señales de muerte y renacimiento.
Por Marina Oybin

Uno no puede separarse de esos troncos sufrientes, bellos. Es un paisaje fabuloso con el sello Mondongo. En otra sala, Tener un mundo , una serie de hermosísimos teatrinos, lleva sin escala a túneles tenebrosos, pasadizos secretos y laberintos imposibles, con majestuosa ilusión de perspectiva.
Sí. Tras cinco años de ausencia, Mondongo vuelve con Argentina, la deslumbrante muestra que puede verse por estos días en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba). Allí, uno se encuentra con un exuberante contrapunto entre paisajes y retratos, dos géneros poco visitados por el arte contemporáneo.
Los paisajes surgieron tras un viaje que Juliana Laffitte y Manuel Mendanha, pareja e integrantes de Mondongo, hicieron a un campo en Entre Ríos, al borde del río Uruguay, donde sacaron cientos de fotos. Allí descubrieron la soledad y la oscuridad más absoluta. La naturaleza en estado puro, agonizante y naciente. Cuentan Manuel y Juliana, ahora en su taller, que ese sitio en el que estuvieron queda a 30 kilómetros de Gualeguaychú, donde ocurrió el conflicto con Uruguay por la papelera Botnia. Cuentan también que esa geografía es singular en el mundo, y que allí vivió un pueblo nómade que capturaba tribus enemigas, y que, tras alimentarlas y agasajarlas, las comía. En esas aguas, hubo vuelos de la muerte. Un tema que investigaron en el libro El lugar perfecto sobre los vuelos de la muerte y desaparecidos en el delta entrerriano: “Al ser una zona deshabitada e inaccesible, era en primera instancia un lugar perfecto para estas prácticas siniestras pero el delta se ocupó de sacar a la luz esta realidad”, dice Mendanha. Descubrieron una geografía exuberante, arrolladora, que envuelve y agobia. Que muere y renace. El resultado fue una explosión deslumbrante de pinturas altorrelieve en plastilina que incluyen 15 paneles de madera, de un total de 45 metros de largo y dos de alto, que aluden también a la historia del país. Montadas en forma de elipse, las pinturas envuelven al espectador con un bosque bello, y al tiempo, siniestro. Allí conviven fábula y horror. Imposible saber qué extraña bestia saltará a la yugular en esos sitios de ensueños. Hiperreales y de cuentos, ahora, sin caperucitas a la vista.
Ana y María. 2013. Hilos de algodón sobre madera, 300 x 200 cm.
Ana y María. 2013. Hilos de algodón sobre madera, 300 x 200 cm.

En ese bosque alucinado vida y muerte se alternan en un sino inevitable. Aquí y allá uno descubre pequeñas señales entre las ramas: zapatillas colgadas, imágenes fantasmagóricas, una oreja cortada sobre el pasto, una avioneta militar. Arboles muertos tras las inundaciones emergen como cuerpos. Se forman amasijos de ramas y hojas secas. Hay raíces arrancadas de las entrañas de la tierra con feroz virulencia. Y hay calaveras. Un suspiro. Y al tiempo llega la vida que nos lleva a un río cristalino, el paisaje más bello que uno pueda imaginarse.
Los paisajes siempre estuvieron presentes en la obra de Mondongo como fondos, escenarios. Aquí, en cambio, el paisaje deshabitado, puro, ocupa el lugar central. “Lo exagerado de su tamaño tal vez tenga que ver con la necesidad de trascender los cánones habituales impuestos en nuestros días para la representación, tanto por el mercado que quiere obras fácilmente digeribles por billeteras y livings o por la posibilidad de reproducirla fácilmente para su difusión mediática”, dice Mendanha en el libro After hours en el estudio de Mondongo , una entrevista que les hizo Kevin Power, curador de la muestra, durante siete años, que acaba de publicarse en España.
Desde hace tiempo, Mondongo vive de la venta de sus obras en el mundo. Se recuerda aquí el retrato que les hicieron a los reyes de España en 2002, cuando resignificaron con acidez los intercambios coloniales: el trueque fue de espejitos de colores por euros. Actualmente se exponen obras suyas de la serie de calaveras en el Fine Arts Museum de Houston y otras de la serie de los panópticos en Las Palmas de Gran Canaria.
“No creemos en la autoría de las ideas profundamente, sino en el trabajo grupal empapado por la literatura, el arte, el cine”, dicen. ¿Cómo es convivir y trabajar juntos? les consulto. “Difícil. Es una elección constante: sabemos que somos mejores juntos, eso es algo que nos da fuerza para superar los obstáculos de la cotidianeidad”.
Para hacer estos paisajes híper obsesivos el dúo trabajó durante cuatro años con ayudantes, usando una plastilina de base oleosa que mandan a hacer especialmente, y compran por toneladas, en siete colores. La plastilina es un óleo corpóreo que les permite pintar y generar volumen simultáneamente. La usan de todas formas: blanda, con espátula, caliente, líquida. En dripping, espesa.
Argentina. 2010-2013. Aproximadamente 10.000 monedas de 10 y 5 centavos apiladas. 117 x 117 x 110.
Argentina. 2010-2013. Aproximadamente 10.000 monedas de 10 y 5 centavos apiladas. 117 x 117 x 110

Hechos con paletas de hilos de algodón, en los retratos, el primer amor del grupo, cada color se forma con seis u ocho hilos diferentes, y luego el ojo vibra a la distancia hasta formar el color final. Allí están Manuel, Juliana embarazada, Lucian Freud hecho con carnes ahumadas sobre madera. Hay un retrato de Fogwill, gran amigo de Mondongo. Cuenta Mendanha que Fogwill era una especie de sparring que siempre los obligaba a pararse frente a la obra y defenderla con argumentos.
Hay también un esternón realizado con 100 mil monedas de 5 y 10 centavos (no tiene estructura interna, sólo se sostiene por la unión de las monedas) y algunas cajas hipnóticas empotradas en la pared que producen un efecto de ilusión de perspectiva.
La obra de Mondongo, ese alimento bien popular vuelto alta cultura, es exuberante, barroca, bella, alegre, intensa, con huellas de Arcimboldo. No hay límites para desatar un paisaje o un retrato: se usarán galletitas, chicles, carne, quesos, fiambres, plastilina. Nada se descarta a la hora de unir personajes o sitios con comestibles u objetos a veces emblema del personaje o el sitio en cuestión. En esa operación estética radica uno de los grandes hallazgos de Mondongo: el material más plebeyo se vuelve objeto de arte respetable y admirado.

Mondongo básico

Colectivo de artistas.

Formado actualmente por Juliana Laffitte (1974) y Manuel Mendanha (1976), el grupo se conformó en 1999 con Agustina Picasso. Estudiaron en la escuela Prilidiano Pueyrredón. En 2002 realizaron por encargo los retratos de la realeza española usando espejitos de colores e invirtiendo con esto el intercambio colonial. Sus obras se expusieron en museos de Latinoamérica, EE.UU., Europa, Emiratos Árabes, China y Corea.

FICHA
 
Mondongo. Argentina
Lugar: Mamba, Av. San Juan 350
Fecha: hasta fin de julio
Horario: Mar a vier, 11 a 19; Sab, dom y fer, 11 a 20
Entrada: $ 5. martes, gratis.

Fuente: Reviste Ñ Clarín

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