UNA OBRA QUE NO EXISTE SI LA AUDIENCIA NO PARTICIPA

La instalación "The event of a thread" (La actividadde un hilo), que presenta Ann Hamilton en Nueva York, incluye palomas, 42 radios en bolsas, y actores que leen y escriben. Más la magia de una hamaca y una cortina que se infla.


Toda persona a la cual en la infancia le hayan gustado las hamacas probablemente sentirá una atracción visceral hacia la instalación de Ann Hamilton "the event of a thread" en el Park Avenue Armory de la ciudad de Nueva York (que continúa hasta el 6 de enero, con un costo de la entrada de US$ 12).
Esta obra es la más reciente de una de las orquestadoras menos autopromocionadas en el arte de las instalaciones-performances, y constituye su primera creación nueva en Nueva York en más de un decenio. Se centra en una enorme y diáfana cortina colgada en el centro de la Wade Thompson Drill Hall, la sala de 5.000 metros cuadrados del Armory. Distribuidos a ambos lados hay 42 columpios realizados con tablas de madera, suspendidos de las vigas del techo de la sala por pesadas cadenas que también están sujetas al sistema de soga y polea que sostiene la cortina. Los columpios están para que todos los visitantes los utilicen. "Toda esa gente a la que antes se conocía como público" constituye un ingrediente crucial de la obra, según las palabras del crítico de medios Jay Rosen.
La pieza en sí tiene otros componentes, pero si no se utilizan los columpios "la actividad del hilo" no termina de existir totalmente. Cuando están en acción, la cortina, realizada en tul de seda muy liviano, sube y baja, y el aire se agita, generando más aleteo y más movimiento. Los columpios son lo suficientemente anchos como para que puedan subirse dos o tres adultos. En la inauguración que tuvo lugar recientemente, las personas se balanceaban individualmente o en parejas, lentamente y a baja altura o a mayor altura y más rápido. Y en medio de todo esto, la cortina desarrollaba su danza silenciosa y sugerente.
Cuando las personas dejaban de columpiarse, se podía sentir cómo el resto del sistema interconectado latía y rotaba, una demostración momentánea –a la vez tonta y profunda– de que todos estamos efectivamente conectados.
No sé si esto es lo que podría llamarse buen arte. Tal vez se trate del tardío ingreso de Hamilton en el fenómeno de la estética relacional centrada en el público.
La buena noticia es que la obra parece aportar elementos de imprevisibilidad y hasta de diversión a una obra que en el pasado muchas veces se tomó a sí misma demasiado en serio.
Los columpios y la cortina están enmarcados y enriquecidos por cadenas que pueden parecer aleatorias y extrañas hasta que comienzan a entrelazarse al avanzar dentro de la obra. Ésta incluye un grupo de palomas mensajeras, 42 radios en bolsas de papel que los visitantes pueden llevar consigo y escuchar, y dos personas que graban fragmentos de texto en esas radios.
Con gorros de lana, estos "lectores" rotativos ­actores de la compañía teatral SITI- son parte de un cuadro especialmente impresionante: están sentados a una robusta mesa de refectorio ­el mobiliario franco y categóricamente escultórico es una de las características más personales de Hamilton- donde, rodeados de palomas, despliegan largos textos similares a rollos de pergamino y hablan en murmullo a los micrófonos. Los textos, que cambian diariamente, son de autores que van desde Aristóteles hasta Charles Darwin y la poeta Ann Lauterbach.
En el otro extremo de la sala, un escritor solitario vestido con una chaqueta lisa de tela de vaquero está sentado a una segunda mesa con un bloc de papel, escribiendo todo lo que le viene a la mente.
Ya en la inauguración fue evidente que los visitantes comenzaban a usar la obra como querían.
Muchos se recostaron en el piso debajo de la cortina, mirándola elevarse y caer, algunos sosteniendo las radios pegadas a sus oídos.
"The event of a thread" toma su título de los escritos de la artista textil Anni Albers. De manera muy apropiada, una de sus mejores partes es una suerte de obra de performance en fibra que se lleva a cabo a gran altura: los movimientos de las sogas y cadenas de las hamacas y la cortina elaboradamente equipadas e intersecadas, que atraviesan el tercio superior del espacio. Esta constelación de líneas y de actividades de los hilos que constituye la expresión más reciente de los orígenes de Hamilton como tejedora, oscila y se desliza en concierto con los movimientos de abajo, pero a cierta distancia, en su propio universo.

Fuente: Revista Ñ Clarín

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