UN PEDAZO DE PASADO
QUE MERECE UN FUTURO




La confitería Richmond es de esos lugares de una ciudad que tiene sentido conservar. Un registro de la memoria colectiva. 

Por Rosendo Fraga - Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría

En las primeras décadas del siglo XX, la calle Florida era en esos años la gran arteria de la capital argentina. Lo era por sus comercios, por sus lugares de recreación, por la gente que la transitaba, por sus edificios. La sede del Jockey Club, de la Sociedad Rural, el diario La Nación y las casas Harrods y Gath y Chávez, anticipo de lo que décadas después serían los shoppings.
En esos años, un Presidente como el General Agustín Justo paraba a tomar un café con algún ministro que lo acompañaba en la Richmond. Y entraba a comprar libros en la librería de Suárez, a media cuadra de la confitería, donde alguna vez se lo vio armando la vidriera. No era un caso aislado; en esos años los políticos estaban mucho más cerca de la gente que hoy.
La Richmond no era un centro de reunión política de por sí, como lo era la Confitería de Molino en la esquina del Congreso, o el Café Tortoni sobre la Avenida de Mayo, el primero lamentablemente cerrado y el segundo afortunadamente conservado y muy concurrido.
Pero entre los sesenta y los ochenta, era un lugar de encuentro previsto, de periodistas y políticos.
En mis recuerdos, las mesas de la Richmond se vinculan a conversaciones, discusiones sobre política en distintas épocas.
Registro haberme encontrado allí con Italo Luder y Fernando de la Rua, entre otros. Era un lugar agradable. Nadie se escondía. Tampoco se exhibían.
La Ciudad fue cambiando con los años, Florida entró en un período de decadencia. Pero la Richmond se mantuvo fiel a su estilo. Logró sobrevivir con dignidad.
Los tiempos también cambiaron y el turismo ha generado nuevos fenómenos, nuevos significados. Conservar la Richmond no sólo es preservar un pedazo de historia, memoria o identidad. También es contribuir al patrimonio turístico de Buenos Aires. Un pedazo de pasado que merece un futuro.


Fuente: clarín.com

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