PINTA.
ARTE LATINO QUE CRECE EN NUEVA YORK

Más público y mayores ventas.

Martín Lojo
Enviado especial

NUEVA YORK.- "Rompimos el techo de vidrio", dice entusiasmado Alejandro Zaia al hablar de la mayor asistencia de público a la edición 2010 de Pinta, la feria de arte latinoamericano de Nueva York, que finalizó anoche.
Según Zaia -uno de los organizadores de la exposición, que duró cuatro días-, el cambio de ubicación, ahora en Pier 92 (en la 12a. Avenida y Calle 52), y la coordinación con las fechas de las subastas de Christie's y Sotheby's fueron fundamentales para que los coleccionistas y curadores norteamericanos pudieran visitarla.
Los galeristas coincidieron en el aporte de esos dos factores, que permitieron que Pinta dejara de ser una muestra de arte casi exclusivamente para latinos. "Este año éramos minoría", dice Zaia. La feria fue visitada por 14.000 personas y superó ampliamente las cifras de los últimos dos años, con un 70% de galerías con obras vendidas.
Fue crucial, en ese sentido, la venta a museos locales. El Philadelphia Museum of Arts compró la obra Metal líquido (2010), del brasileño Arthur Lescher; el Museo de Arte del Bronx, compró Palarva (1992), de Paulo Bruscky, también de Brasil, y el Museo de Arte Latinoamericano (Molaa) se decidió por una serie de screenprints del colombiano Carlos Motta y una obra de Ana Sacerdote, argentina nacida en Roma.
Los galeristas argentinos coincidieron en la calidad de la selección de participantes y la pertinencia del nuevo espacio.
En diálogo con La Nacion, Teresa Anchorena, respecto de la vidriera de Pinta, afirmó: "El arte argentino de gran calidad cuenta con un público muy internacional, acostumbrado a ver obras muy buenas".
Ya desde los primeros días, su galería vendió obras de los argentinos Juan Andrés Videla y Luna Paiva, que expondrá en la Marlborough Gallery, mientras que la obra de Roberto Elía será exhibida en España.
Otra visión tuvo Luz Castillo, de la galería de fotografía Arte x Arte. Aunque coincidió en que la organización y la selección de obras fue buena, cree que todavía falta público y ventas. De todos modos, logró hacer contacto con el Museo Paul Getty de California para trabajar con su fundación.
La fotografía argentina también fue representada en Pinta por el espacio que el gobierno de la ciudad de Buenos Aires dedicó a la obra de Sameer Makarius. Se lo vio entusiasmado a Gianni Campochiaro, que trabajó junto con la Galería Ronie Mesquita, de Río de Janeiro. Entre ambos vendieron obras de las brasileñas Anna Maria Maiolino, Mira Schendel y Lygia Pape, y los argentinos León Ferrari y Eduardo Costa.
"Somos parte de Pinta desde el inicio; apostamos y tenemos resultados", dijo Campochiaro a La Nacion.
Una interesante propuesta fue la serie de conferencias, auspiciadas por MBA Lazard, que brindaron un marco de contextualización a la feria. Allí se discutieron nuevas tendencias, como en la presentación de Carlos Basualdo, curador del Museo de Arte de Filadelfia, que disertó sobre el concepto de propiedad de las obras como medio para compartir la exhibición y fomentar la circulación entre museos.
El lazo con la tradición lo brindó Proa, con la presencia de Jaime Davidovich, Liliana Porter y Rodrigo Alonso en la presentación de Magnet: New York , un libro que revisa y amplía la revisión histórica de la muestra realizada en Buenos Aires.
Fue notable la heterogeneidad de propuestas de los proyectos que promovió Arcos Dorados, curados por Pablo de la Barra, que permitieron "profundizar en la obra individual de un artista, algo poco habitual en las ferias", según el mexicano.
Allí se vieron desde propuestas conceptuales y políticas como las de los mexicanos Artemio y Teresa Serrano, hasta obras abstractas como las de los argentinos Osvaldo Romberg, con una serie de recorridos cromáticos; una serie de obras de action painting en pastel, de Hernán Cédola, y Manuel Ameztoy, con su serie titulada Las fuentes del Nilo , de acrílicos con reminiscencias vegetales en capas realizados con stencil y pintura en spray, cajas de acrílico en las que reutiliza el papel calado del stencil, e instalaciones.
Los medios digitales se pudieron apreciar en Flor Fractal, del franco-mexicano Miguel Chevallier, un software que crea un jardín visual que se autogenera aleatoriamente e interactúa con el espectador.
Dijo Luis Campos, chairman del Museo de Bellas Artes de Houston: "El arte latinoamericano era huérfano porque no había integración. Cada país se encerraba en sus espacios. Pinta tiene un factor muy importante en esta apertura".
La edición 2010 de la feria ha sido, entonces, un paso más en la búsqueda de una valoración internacional para el arte latinoamericano.

Fuente: LA NACIÓN

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