COMO PARA PENSARLO III


DE ESTA DESTRUCCIÓN SE HABLA


Las estatuas de Messi, Maradona y Batistuta fueron inaguradas el 5 de junio en la plaza Intendente Torcuato de Alvear, en la Recoleta.
Las puso TyC Sports para celebrar su 20° aniversario homenajeando a los tres máximos referentes que tuvo la Selección Argentina de Fútbol.
Pero hoy, la empresa las removerá para repararlas, porque volvieron a ser dañadas intencionalmente.
La figura de Maradona sufrió la rotura de la nariz y otras partes de su cara; a la de Messi le cortaron los dedos índices que caracterizan su festejo de gol, y la de Batistuta tiene golpes y roturas en el rostro.
El vandalismo también se ensaña con las estatuas que coloca el Gobierno porteño para homenajear a otros personajes populares, como ocurrió con las de Alberto Olmedo y Javier Portales en la avenida Corrientes. Aún así, el Ejecutivo hoy lanzó un nuevo recorrido con más de estas figuras. Se trata del "Paseo de la Gloria", en la Costanera Sur, cuya primera estatua es la de Emanuel "Manu" Ginóbili.
En el Paseo, que está ubicado en la avenida Tristán Achával Rodríguez y Rosario Vera Peñaloza, también pondrán a la leona Luciana Aymar, los tenistas Guillermo Vilas y Gabriela Sabatini, el golfista Roberto de Vicenzo, el boxeador Pascual Pérez, el automovilista Juan Manuel Fangio, el rugbier Hugo Porta y los futbolistas Lionel Messi y Diego Maradona. "Este paseo forma parte de la preparación para los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018", explicó la vicejefa de Gobierno, María Eugenia Vidal, en la inauguración.

DE ESTA DESTRUCCIÓN, NO SE HABLA

De la destrucción del Monumento a Cristóbal Colón ordenada por la presidenta de la Nación al modo de los Talibán, gastando sumas enormes en alquiler de grúas para llevar a cabo el desguace, llevándose puestas a la Historia, a la Colonia Italiana donante, a las disposiciones judiciales, etc., etc...
Se acata mansamente lo que dicta el relato, lo que se ordena el admirado modelo bolivariano de perfección, las viles, disparatadas acusaciones de genocidio que infundadamente se hacen sobre el descubridor de América, las mentirosas afirmaciones de que se lo removía a Colón para restaurarlo, cuando ya había sido restaurado y cuando, en todo caso, si hubiera estado necesitado de restauración, lo más contraindicado era moverlo, etc.
De esta destrucción, no se habla.

COMO PARA PENSARLO II


El tema de hoy es que a la "estatua" de Luis Alberto Spinetta le robaron los anteojos por cuarta vez. Lo dice el GCBA y lo difunden los medios.
También que intentaron robarle la guitarra pero, que gracias al sistema con el que fue fijada, los vándalos no pudieron lograr su cometido.


Del Monumento a Sarmiento, hecho por Auguste Rodin, padre de la Escultura moderna, inaugurado donde está por el Presidente Julio A. Roca en el año 1900, cuyo pedestal de mármol blanco está íntegramente rajado y que debería estar guardado en el Museo Nacional de Bellas Artes desde hace años, NO se dice absolutamente nada.

Como para pensarlo... ¿no?

LOS INVENTOS DE AMANCIO WILLIAMS

Tres dimensiones.
Imaginó una aeroísla y un auditorio de acústica perfecta, también flotante.

 En medio del río. Así ideó Williams una versión de su Sala del Espectáculo Plástico y del Sonido en el Espacio.
En medio del río. Así ideó Williams una versión de su Sala del Espectáculo Plástico y del Sonido en el Espacio

Se acuerdan de la Aeroísla. La que lanzó Alsogaray en la época de Menem. La idea era hacer una inmensa isla frente a Costanera Norte y sobre ella construir una aeroestación. Esa no fue la primera vez que alguien proponía semejante proyecto. Semanas atrás, Miguel Jurado mencionó en esta misma sección el plan de Le Corbusier para Buenos Aires que incluía un círculo en medio del estuario del Río de la Plata donde ponía un aeropuerto. Sobre esa idea se montó Amancio Williams, el autor de la legendaria Casa del Puente o Casa del Arroyo en Mar del Plata, para proyectar una revolucionaria aeroestación flotante.
Williams, quien hoy tendría 101 años, es el invitado de la semana a Tres Dimensiones. Es que además, su reciente aniversario coincide con la publicación de su obra en la colección Cuadernos ARQ, Maestros de la Arquitectura Argentina. Y no sólo eso, anda circulando un documental sobre su vida que fue suceso en el festival de cine Bafici, se proyectó en el Centro Cultural San Martín y está recorriendo salas de Rosario, Tucumán y Salta.
El aeropuerto flotante no fue la única creación de Williams para Buenos Aires. Como dice Roberto Fernández, autor de este Cuaderno ARQ, fue lo que se conoce como un “type-giver”. O sea, no fue un simple creador de formas sino un inventor de tipos arquitectónicos, como pueden ser la casa “chorizo”, la casa con patio, la torre o el rascacielos.
En esa búsqueda esencial creó en los años 40, una propuesta de viviendas extendidas y ajardinadas (Viviendas en el Espacio), unos bloques de residencias colectivas con circulaciones muy anchas y escaleras mecánicas (Block H) y un impactante auditorio de acústica perfecta (Sala del Espectáculo Plástico y del Sonido en el Espacio) que en una de las propuestas alojó en medio del río.
El tipo más exitoso fue el de sus replicados “paraguas” de hormigón. Originalmente los diseñó para el pabellón de Bunge & Born en la Exposición Rural de Palermo y luego los usó en una Estación de Servicio en Avellaneda (1954), en un Supermercado textil en Bernal (1960) y como sobretecho de la Escuela Industrial en Olavarría (1960), y en los hospitales que proyectó para Corrientes. Tan icónicos resultaron que en 1999 el arquitecto Claudio Vekstein los recreó en la costa de Vicente López para hacer el monumento a Williams y luego, en la ciudad de Santa Fe, los usaron para crear un gran tendido de sombra, como metáfora de bosque tecnológico, en la Fábrica Cultural El Molino. El arquitecto británico Norman Foster hizo algo similar cuando se valió de paraguas coloridos y de metal para las estaciones de servicio que creó para Repsol en 1997. Y seguramente se volvió a inspirar en ellos cuando proyectó la sede del Banco Ciudad en Parque Patricios, que ahora están por inaugurar como sede de gobierno porteño.
Otras de las influencia de Williams sobre el británico Foster, considerado hoy uno de los mejores arquitectos del mundo, es sin duda su propuesta para el rascacielos suspendido. Sin duda la famosa torre del HSBC de Hong Kong construida por Foster en 1979 reconoce el legado del rascacielo originalmente pensado para la esquina noreste de Paraguay y Esmeralda, en el centro porteño, donde hoy el Estudio Aisenson construye la Torre Bellini Plaza San Martín. La obra tenía la particularidad de tener una enorme estructura de hormigón de 115 metros de altura de la cual colgaban tres bloques metálicos de ocho pisos cada uno y otro de cuatro donde se ubicaban las oficinas.
Volviendo al aeroparque sobre el río, recuerdo que cuando Alsogaray lo lanzó, pocos días después, estuvo Foster en Buenos Aires, que estaba construyendo su aeroísla en Hong Kong. Y comentó que era una buena idea construir un aeropuerto en una isla artificial cuando no hay espacio suficiente en tierra pero que no le veía sentido hacerlo en Argentina donde hay suficiente espacio en otras partes.

*EDITOR GENERAL ARQ
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Fuente: ARQ Clar+                                               

COMO PARA PENSARLO

Vandalismo. Está en el Paseo de la Gloria, en la Costanera Sur.
Arreglarla costará $12.000.
   Mutilada. La obra, sin la raqueta. Foto: Diego Díaz

La estatua de Gabriela Sabatini que fue inaugurada en la Costanera Sur hace apenas 20 días amaneció ayer vandalizada: se llevaron incluso la raqueta. La obra había sido colocada el miércoles 8, en un acto en el que participó la propia Sabatini. Está en el nuevo Paseo de la Gloria, donde ya fueron instaladas las estatuas de Guillermo Vilas y Emanuel Ginóbilli, y donde en los próximos meses se agregarán las de Maradona, De Vicenzo, Luciana Aymar y otras figuras del deporte argentino.
Pese a que la imagen fue construida con materiales que no tienen valor de reventa, los vándalos que la atacaron le robaron la raqueta.
La reparación costará unos $12.000, contaron en el Gobierno porteño.
Se suma a una larga lista de esculturas que casi permanentemente tienen que ser arregladas, como las de Olmedo y Portales, la de Don Fulgencio y otras del Paseo de la Historieta y las de Messi, Maradona y Batistuta emplazadas en Plaza Francia para festejar los 20 años de TyC Sports. Algunas, como la de Juan Gálvez, también en Recoleta, deben ser guardadas de noche.
La Ciudad gasta cada mes entre $5 y 7 millones por el vandalismo


EL Heracles Arquero de Antoine Bourdelle, mutilado hace muy poco.

   Anteriormente, casi fue robado. Ahora, fue mutilado y saqueado.

El 23 de agosto de 2013, publicamos en Facebook lo siguiente:

ANTOINE BOURDELLE
 
Escuela Francesa. Montauban, 30 de octubre de 1861 - Le Vésinet-Yvelines, 1ro. de octubre de 1929.

Antoine Bourdelle fue un escultor francés, discípulo de Auguste Rodin, y uno de los más destacados de la Belle Époque y al mismo tiempo antecedente de la escultura monumental del siglo XX.
El Heracles Arquero de Antoine Bourdelle, de la Avenida Pueyrredón, entre las avenidas Figueroa Alcorta y del Libertador, debería ser guardado dentro del Museo Nacional de Bellas Artes, como para poder aspirar a que sobreviva para las futuras generaciones.
Buenos Aires, es una de las pocas ciudades del Mundo que tienen el privilegio de contar con esa obra de Bourdelle, junto a Tokyo, Nueva York, París, Montauban, el Jardin Musée de Egreville, Toulouse y Dallas, Texas, EEUU. 
Ya fue encontrado desamurado de su base y a punto de ser cargado a algún transporte para ser robado.
¿Vamos a esperar que el robo se concrete?
Actuemos antes de que sea tarde y no tendremos que lamentarnos por la imposibilidad de su reposición.

Ahora, ya es tarde. Hace muy poco fue mutilado, como se puede ver en la foto.
Por no haber prevenido a tiempo, ahora hay que curar.

He venido pidiendo prevenir desde el año 2007.

El Heracles Arquero de Antoine Bourdelle debería ser restaurado por especialistas del Musée Bourdelle de Paris y luego guardado en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Seria la única forma de prevenir futuras mutilaciones o el robo de la obra entera.

El Gobierno de la Ciudad y los medios hablan del vandalismo y las mutilaciones de las "estatuas" de Gabriela Sabatini, de Alberto Olmedo y Javier Portales, de Lionel Messi, Diego Maradona y Gabriel Batistuta, etc., etc.
El gran público, por lo que lee, oye y ve por los medios masivos, se hace eco de ese vandalismo y esas mutilaciones.
Pero, curiosa, llamativamente, del vandalismo, del saqueo y de las mutilaciones de las verdaderas obras de arte de grandes artistas universales, que integran el importantísimo patrimonio escultórico de la Ciudad de Buenos Aires, como el Heracles Arquero de Antoine Bourdelle, que fue mutilado hace muy poco, nadie dice nada.
¿A qué habrá que atribuir ésto?
¿Será porque un escultor como Antoine Bourdelle no tiene rating popular?Nos preocupa y alarma este tema desde hace años y la poca y nula atención que se le presta.
Creemos que es para pensarlo.

PINTOR Y PRÍNCIPE DEL RIACHUELO

Pintura, dibujo. Una muestra en el Museo Quinquela Martín expone el arte y la vida de Miguel Carlos Victorica, uno de los grandes maestros de La Boca.
La barrerita sobre la calle Parker. 1929. Óleo sobre cartón. 23 x 26 cm.
Por Mercedes Pérez Bergliaffa

Se pinta como se vive”, decía Miguel Carlos Victorica, el príncipe de La Boca, artista argentino representante de esa escuela artística porteña. Anclado y enamorado del barrio, inquilino de tres habitaciones en el caserón de la familia Cichero –Avenida Pedro de Mendoza al 2087, en plena vuelta de Rocha enfrentada al Riachuelo– desde esa inmensa casa italiana y familiar, desde sus propios balcones, Victorica pintó las vistas del río, el puente, los barcos que llegaban entonces llenos y humeantes, las macetas con flores, los retratos de la gente del barrio, de sus amigos, de su madre… “Se pinta como se vive y se pinta como se sabe”, sostenía el artista. Corrían los años 20. Victorica ya había pasado siete estudiando en París, ya había decidido que su pintura iba a ser modernista pero singular, un poco apartada de las vanguardias más experimentales que había conocido en Europa. El arco de su trayectoria, el recorrido que Victorica realizó desde sus inicios, luego durante el largo viaje al extranjero, y las búsquedas en el interior de los altillos de La Boca –formales y vitales– a su regreso, se exponen ahora en Miguel Carlos Victorica. Un príncipe en la República de La Boca, la muestra antológica que acaba de inaugurarse en el Museo Benito Quinquela Martín. Organizada en conjunto por esta institución y por el Espacio de Arte de la Fundación OSDE, la exposición fue curada por Víctor Fernández –director del Quinquela Martín– y Sabrina Díaz.
Probablemente no existe mejor lugar para exponer estos trabajos: porque hay que considerar que, desde finales del siglo XIX hasta casi mediados del XX La Boca fue un punto de encuentro para los artistas jóvenes. Allí fue donde Fortunato Lacámera, Miguel Diomede, Eugenio Daneri, Víctor Cúnsolo, Onofrio Pacenza, Alfredo Lazzari, Francisco Cafferata y por supuesto Benito Quinquela Martín, entre muchos otros, constituyeron no una “escuela” ni un grupo autodefinido sino cierto movimiento diferente.
En el museo pueden verse ahora obras de Victorica de varios períodos, provenientes de colecciones públicas y privadas. Dibujos –bocetos pequeños, rápidos, dibujados casi al vuelo sobre un periódico o sobre lo que hubiera a mano– inéditos. Se exponen interesantes y amorosos cuadernos de notas, con observaciones de puño y letra de Victorica relatando su vida cotidiana, las visitas que recibía, las cosas que debía hacer en determinados momentos: recordatorios. Y hasta se muestran documentos sobre el día de su muerte; su funeral –realizado en el mismo museo Quinquela–, la foto suya en el cajón con el retrato querido ubicado al costado (también presente en la muestra) de su madre, una figura poderosa en su vida, junto a quien vivió 34 años hasta quedar solo en 1918. En la exposición hay, entre otros, dos pequeños y profundos dibujos sobre ella, dos apuntes, uno de su cabeza y otro de sus manos (ambos de 1914), a pura carbonilla sensible, gruesa y delicada, temblorosa y segura a la vez.
Pero si observamos todos los trabajos del artista expuestos en la muestra, algo salta a la vista: no hay soluciones uniformes en sus obras. Y si bien era figurativo –pintó y dibujó retratos, paisajes, naturalezas muertas, desnudos y temas religiosos– pareciera que se interesó más en cómo pintar antes que en qué pintar, como sostienen los curadores de la exposición. Las formas abiertas, el trazo liviano y también abierto, la pincelada a veces seca, rasposa, casi sin pintura, y a veces –en la misma obra– completamente sobrecargada, relamida, empastada; los contrastes y contraluces que ponen en evidencia los contornos de los objetos o personas, sus perfiles. Su relación íntima y subjetiva, particular, con el entorno y las cosas que lo rodeaban contribuían a crear una atmósfera muy particular. Una mirada detenida, solitaria. “El viejo leyendo” (1927), “El secretario” (1935), “Hombre de pueblo” (de 1930, esta pintura tiene la particularidad de haber sido realizada sobre arpillera, por lo que la materia raspa, se desplaza de una forma totalmente diferente en comparación a una base de tela preparada o un cartón, por ejemplo); “Naturaleza muerta con manzana” (1940, siempre esa manera de dejar las obras como inconclusas, detallando o deteniéndose mucho sólo sobre las partes que le interesaban); la magnífica “Flores” (1931), y el placer, el deleite que, se nota, le provocaba dar vueltas una y otra vez con el pincel y el óleo sobre las corolas, los pétalos, los centros de color y sus tallos impredecibles, caprichosos. “Balcón” (1931) y “Balcón” (1948) sus rejas, sus macetas, la primera vista de las persianas, la lejanía de las chimeneas de los vapores antiguos, los perfiles de las casas vecinas, las grúas del puerto... Hay coleccionistas y críticos que sostienen que Victorica, por pertenecer a una familia adinerada, educada y “refinada” pero haber decidido mudarse y vivir en un barrio proletario, de inmigrantes pobres, de trabajadores recién llegados al país, un barrio de bohemia, anarquistas y luchadores, en realidad con sus obras no refleja verdaderamente el espíritu de La Boca sino que más bien toma los motivos que lo rodean como una excusa para expresar una realidad interior. ¿Acaso se podría pintar, dibujar o producir artísticamente algo sin que ella esté presente de alguna manera? Hay una nota publicada en 1940 (sin más datos de referencia, citada por los curadores) en la que Victorica declara: “Aquí (en La Boca) construí lo mejor de mi obra. El centro no da tiempo. En este lugar en que todo respira vida, se tiene un desprecio por lo innecesario. Los tés, los cócteles, las reuniones inútiles se han eliminado. Aquí (...) en la misma dureza está su valor, es más vivo y generoso (...) La Boca es una escuela donde no hay ismos sino realidad, belleza de luces y sombras.” Existe un área de la exposición dedicada a los motivos religiosos: Victorica era profundamente creyente. Por eso pinturas como “Cristo”, de 1948.
A él le gustaba imaginarse como un monje, viviendo en un lugar recóndito y con una vida simple. Siempre tuvo la certeza de un único interés en su vida: su obra. Se despegaba, dejaba caer todo lo demás. “No pinto para vivir, vivo para pintar. Lo demás se arregla como se puede”, decía.
Victorica fue un caso curioso, un pintor de carácter extraño, muchas veces ermitaño. Un artista observador potente, silencioso, bohemio y espiritual del mundo, de sus objetos, y del clima que los habitan. Un pintor que encontró su refugio en los balcones de La Boca.

FICHA
Miguel Carlos Victorica
Un príncipe en la República de La Boca

Lugar: Museo Benito Quinquela Martín, Av. Pedro de Mnedoza 1843.
Fecha: hasta el 7 de diciembre.
Horario: mar a ier, 10 a 18; sáb y dom, 11 a 18.
Entrada: $10.


Fuete: Revista Ñ Clarín

UNA MUESTRA CELEBRA A EL GRECO

A las obras del pintor se suman las de maestros españoles de su época y las de artistas argentinos contemporáneos.
Obra estrella. “Las lágrimas de San Pedro” fue prestada por el Museo El Greco de Toledo.
Por Julieta Roffo

En medio de una celebración mundial, hoy el Museo Nacional de Bellas Artes abre la muestra El Greco y la pintura de lo imposible. 400 años después, que expondrá 22 obras entre las que destacan tres de Doménico Theotocópuli, el griego que revolucionó el arte español en los siglos XVI y XVII. Con la excusa del cuarto centenario del artista, podrán verse Jesús en el huerto de los olivos, que pertenece al Bellas Artes desde 1936, Jesús con la Cruz a cuestas, del Museo Nacional de Arte Decorativo, y Las lágrimas de San Pedro, obra prestada por el Museo El Greco de Toledo.
“El trabajo con la luz, los contrastes y el color son algunos de los grandes aportes de El Greco a la Historia del Arte”, dice María Florencia Galesio, curadora de la muestra, y agrega: “Además, introdujo en España el trabajo sistemático en el taller, algo que aprendió en Italia. En sus años, había gran demanda de pintura religiosa y la atendió a través del taller”.
La religión es justamente el tema que atraviesa las tres obras que van exhibirse del artista nacido en 1541 en Creta y afincado en Toledo después: esa ciudad española atesora buena parte de su trabajo, como El entierro del Conde de Orgaz, una de sus pinturas más emblemáticas. “El Greco entendía que la pintura permitía la plasmación de lo imposible, como epifanías, encarnaciones o milagros”, detalló el Bellas Artes en un comunicado. Según explica la curadora, las tres obras van a estar acompañadas por otras de artistas contemporáneos a El Greco, como Luis de Morales, Francisco Pacheco y Mateo Cerezo, y con trabajos de artistas de la “Generación del 98” que a fines del siglo XIX en España revalorizaron la figura del maestro griego.
El arte argentino también tendrá lugar: habrá una instalación de Luciana Rondolini en la que juega con los reflejos, y pinturas de Daniel García y Román Vitali. “Tratamos de que los contemporáneos dialogaran con los temas de El Greco, como García, que trabajó con las laceraciones en el cuerpo, o Vitali, por su tratamiento de la luz”, explica Galesio.
La “figurita difícil” de la muestra será Las lágrimas de San Pedro, una pintura de entre 1587 y 1596, y también habrá reencuentros notables: Jesús en el huerto con olivos y Jesús con la Cruz a cuestas no se exponen en el mismo espacio hace casi 50 años, y la obra de Francisco Pacheco, del Bellas Artes, no es exhibida desde los años 30. Rescate emotivo, que le dicen.


Fuente: Revista Ñ Clarín

EXPOSICIÓN DE VINCENT VAN GOGH EN MILÁN



El Palacio Real de Milán acoge hasta el próximo 8 de marzo la muestra “Van Gogh. El hombre y la tierra”, que pretende indagar en la profunda relación existente entre el célebre autor holandés y la naturaleza, una constante en toda su obra.
La exposición, compuesta por 47 obras y 16 cartas del artista, muestra el interés del pintor por los ciclos de la tierra y de la vida del hombre, una temática que influyó toda su poética.
“Van Gogh no era feliz en la ciudad, necesitaba estar siempre en contacto con el campo”, explicó la comisaria de la muestra, Kathleen Adler, para resaltar el gran vínculo entre el creador y la tierra.
Desde los primeros diseños en los que Van Gogh desarrolla la técnica hasta las grandes explosiones de color, de los retratos a las naturalezas muertas, el holandés refleja siempre la rústica sencillez que había observado en la vida del campo.
Por otra parte, la colección epistolar presente revela la personalidad del pintor, que tuvo una gran influencia en el arte del siglo XX.
La exhibición sirve de antesala a la Exposición Universal de Milán 2015, prevista del 1 de mayo al 31 de octubre, cuyo tema central será Alimentar el planeta, la energía para la vida.
Además, constituye el primer evento del programa internacional Van Gogh: todavía vivo 125 años después de su muerte, que pretende conmemorar el aniversario del fallecimiento del artista holandés.