¿EN QUE SE HAN CONVERTIDO LOS MUSEOS?

¿Qué es un museo hoy en día? ¿Lugar de espectáculo y entretenimiento o de conocimiento? La irrupción de las industrias culturales y el turismo puso a la institución en crisis. En la era en que las pantallas y la visualidad mandan, pueden enseñar a mirar y a criticar a través de la imagen o convertirse en apenas un paseo para las multitudes, no muy distinto de la tevé.


Todo comenzó por acumulación, esa vieja costumbre que tenemos los humanos. Cráneos, huesos, animales disecados, estampillas, libros, vasijas, bocetos, pinturas, momias, muebles, joyas, esqueletos, tacitas de té… A algunos difuntos, en el Neolítico –y aún en la actualidad– hasta se los enterraba con estos objetos queridos, acumulados a lo largo de toda la vida. Tal era el lazo de apego, tal la significancia. En la Antigüedad Clásica, en cambio, en tiempos en que las reliquias eran los ítems a coleccionar, empezó a esbozarse un concepto distinto, una especificidad: comenzó a valorarse la belleza, y como consecuencia, al coleccionismo de objetos artísticos. Por eso también comenzaron a formarse en Grecia colecciones civiles y privadas, cuyo fin era ostentar un poder económico y político. En realidad, algo bastante parecido a lo que pasa en la actualidad con las colecciones y los coleccionistas salvo que, como dirá más adelante el coleccionista Eduardo Costantini –también dueño del Malba–, hay una característica que tomó un relieve fundamental hoy en día: la de la pequeña sociedad, la comunidad que una colección crea alrededor. “Se va creando una comunidad entre coleccionistas, y entonces se hacen circuitos, se habla sobre las obras, se va a eventos juntos”, dirá Costantini.
Muchos siglos después de Grecia, hace tan sólo diez años, tiburones inmersos en piletas de formol –que no, no son las salas de Anatomía I de la Facultad de Medicina, sino las esculturas de Damien Hirst–, y más esculturas hechas sólo con luz, otras con sangre disecada, gritos guardados en formatos digitales, performances grabadas en DVD o documentadas en fotografías, pinturas hechas con comida, con gusanos, con materia orgánica, también fueron acumulables, coleccionables y susceptibles de ser expuestos, mostrados, en público y en privado… Era la hora del coleccionismo de arte contemporáneo (en realidad, del arte del siglo pasado).
Todos estos objetos acumulados, coleccionados a lo largo de distintas épocas y contextos, fueron formando recordatorios emocionales, conjuntos, pequeños y grandes depósitos a puertas abiertas o cerradas, creados –fundamentalmente– en Europa. Al menos, esta es la parte de la Historia que conocemos. Hasta ahora estamos hablando de coleccionismo, de esa antiquísima dinámica que Susan Sontag define como una conexión entre presa y cazador, entre objeto y amo. Nos referimos al coleccionismo como la antesala del tema que nos interesa: tan sólo porque es un pariente del museo, (“Museos –dirá en su libro sobre el tema Américo Casilla, ex director Nacional de Patrimonio y Museos, ex director del área cultural de la Fundación Antorchas y actual director de Typa)–, esos artefactos tecnológicos producidos por las culturas más diversas”.
Las colecciones son su antepasado y también sus primos. Están en varias partes de su árbol genealógico. Recién en la segunda mitad del s. XVIII, con el Barroco y de la mano de los postulados de la Ilustración, se originó un tipo de coleccionismo diferente a todos los anteriores. Con la Ilustración y su afán didáctico, enciclopédico y científico, y luego de siglos de colecciones creadas fijándose a veces más en la cantidad que en la calidad, sin criterios de jerarquización ni clasificación, salvo cuando aparecieron las Wunderkammer, Kunsterkammer, Wonder chamber , Cabinets de Curiosités o Cámaras de Maravillas, durante los s. XVI y XVII, esas habitaciones donde se almacenaban, guardaban o archivaban objetos exóticos o fascinantes. Ahí sí se esbozaron las categorías de “Artificialia”, “Naturalia”, “Exotica” y “Scientifica”. Fue ese coleccionismo el que dio nacimiento al museo, a esos museos que reconocemos emblemáticos, como el Louvre o el Británico. Es el modelo de museo que se asentó en el s. XIX.

Museo Dalí. Nuevo edificio, en St. Petersburg, Florida.
Museo Dalí. Nuevo edificio, en St. Petersburg, Florida.
En la Argentina, ejemplos claros y grandiosos de este tipo de institución son el Museo de Ciencias Naturales de La Plata y el Bernardino Rivadavia. Gigantes, repletos de mamuts reconstruidos a partir de un hueso, y con vitrinas antiguas, con museografías de otras épocas que conviven con otras contemporáneas, presentan, en un mismo espacio, temporalidades diferentes. “Fijate que las vitrinas del Museo de La Plata no están hechas para que el público pueda admirar lo que se expone, porque son altísimas, en ellas todo está muy arriba, sino que fueron hechas para guardar objetos, o para los investigadores. Y hoy en día siguen funcionando”, dirá el antropólogo y crítico cultural Néstor García Canclini cuando le pregunte sobre los museos a lo largo de los siglos.
Por su parte, Irina Podgorny –antropóloga e historiadora de los museos de ciencia–, comentará cómo éstos fueron creándose, en la Argentina, en el s. XIX, a la par que nuestro país, un poco por casualidad, un poco por favor político, otro por voluntad y algo por buena fe.
En América Latina, y en especial en nuestro país, hay varios tipos de museos: existen las casas-talleres de artistas, los de ciencias, los universitarios, los creados en lugares históricos –como el Museo Marítimo en el ex Presidio de Ushuaia–, las salitas armadas con colecciones amateurs, que sobreviven en algunas provincias; y también estos grandes museos más aggiornados, de importancia nacional, con mayor presupuesto, algunos de ellos privados.
Los que hoy tienen más relevancia y visitas son sin duda los de arte contemporáneo. ¿Porque ofrecen educación, como se pretendía en el s. XIX? ¿Porque ofrecen diversión, consecuencia del nacimiento de las industrias culturales de mediados del s. XX? ¿O porque ofrecen, simplemente, un paseo ritual, un “deber hacer”?
En otras palabras, ¿qué es un museo hoy en día? Contesta Néstor García Canclini, vía telefónica desde México: “Los museos hoy en día son muchas cosas, no hay un solo modelo de museo ni una política predominante en el mundo. Mi idea es que ese ciclo de los museos-espectáculo, con arquitectos de nombre, y con un atractivo puesto más en el continente que en el contenido, está cerrándose, esta agotándose.
Entonces, ¿qué modelo de museo piensa que se está formando en el s. XXI en el mundo y en Latinoamérica?
No veo un modelo predominante en el futuro. En América Latina creo que hay varios pertinentes. La Pinacoteca de Sao Paulo tiene un modelo a partir de la restauración de un edificio y de un programa de pocas adquisiciones pero convenios muy inteligentes con exposiciones internacionales itinerantes, como la de Cruz- Diez, que estuvo hace meses allí. Primero estuvo en el Malba y ahora la tenemos en el de Arte Contemporáneo de México.
Más que un modelo de museo, eso es un modelo de itinerancia de las muestras. Eso va creciendo. Otro punto importante es la internacionalización.
¿Por qué es importante la relación internacionalizada de los museos? ¿Qué les aporta?
Bueno, es difícil ya defender un museo ensimismado. La historia de los museos es la de la exhibición de su propia identidad o de las conquistas, si hablamos de los imperios, como en el caso del Museo Británico. Pero todo estuvo centrado en la historia nacional, y en lo que esas naciones habían hecho consigo mismas y con los otros. En la actualidad, la interdependencia es tal, que hasta han surgido nuevos museos, como el de las migraciones, el de las fronteras… y los propios museos nacionales –de historia o de arte– han tenido que reconocer esa interdependencia con lo que sucede en el mundo, con el mercado, con los nuevos medios de comunicación. O sea, los museos compiten con la televisión, con las redes sociales; y las pueden usar, también.

El Louvre,. París, donde son usuales las colas de turistas.
El Louvre,. París, donde son usuales las colas de turistas.
¿La tevé y las redes sociales compiten con los museos porque son un entretenimiento más?
En parte sí. Aunque no son sólo un entretenimiento: tienen que tener en cuenta que la visualidad hoy no se enseña sólo en la escuela o en el cine, si no en una serie de pantallas muy diversas y que ofrecen una variedad, no sólo de entretenimiento sino de información, digerida de otra manera. Esto no quiere decir que el museo deba atelevisarze o convertirse en una red social: tiene un espacio físico que debe considerarse en su especificidad, en su potencialidad. Pero por eso mismo es muy interesante la concepción de colección que están manejando algunos de los principales curadores de los más importantes museos del mundo, como Manuel Borja-Villel, del Reina Sofía, quien habla de centrar los misterios del acervo y de la circulación del arte no en la noción de colección sino de circulación de los acervos.
Por su parte, Jessica Morgan, curadora de la Tate Modern de Londres, en charla telefónica desde esa ciudad, sostiene que “los museos se han transformado en espacios mucho más sociales, comunes e interactivos que lo que eran antes, cuando solían ser espacios para la contemplación individual y reflexiva”. Si se le pregunta para qué sirve un museo hoy en día, responde que los museos hoy son, por lejos, espacios culturales muchísimo mejor situados que cualquier otra institución del mismo tipo (el teatro, el cine, la danza), para hacer frente, como potencia social, a una dirección que podría ser impuesta. “En un museo –agrega con razón–, nadie se ve obligado a sentarse en una silla y a ver algo que le imponen. Yo les doy la bienvenida a los cambios que incrementaron la popularidad de los museos. Creo que es un malentendido imaginar que el incremento de público o de popularidad significa necesariamente una baja de la cualidad.
¿Piensa que los museos se convirtieron en espectáculos o en atracciones turísticas?
No estoy en contra de la idea de espectáculo o de entretenimiento. Creo que el arte puede –y con frecuencia, debe– ser entretenido. Por otro lado, siempre han sido atracciones turísticas. Pienso en el “gran tour”, que se realizó en el s. XVIII como parte de un crucero por museos y sitios culturales europeos...
¿Qué tipo de conocimiento le brindan los museos de hoy en día al público?
Un conocimiento que se deriva del aprendizaje visual, el que en la edad de la sobrecarga de los medios de comunicación es extremadamente importante. Los museos pueden enseñar a mirar, a criticar, a comprender y crear a través de la imagen, en lugar del lenguaje. Son una herramienta muy poderosa de nuestra época.
Para Guillermo Alonso, director del Museo Nacional de Bellas Artes, “un museo tiene distintas funciones. El MNBA, que es un museo de colecciones, es principalmente un lugar de estudio, de preservación de sus propias colecciones. Eso es lo primero. Luego, es sumamente importante la relación que mantiene con la comunidad y con su entorno. En el fin del s. XX y en lo que va del XXI, veo que la conducta del público dentro de los museos se modificó. Las personas van, se quedan horas ahí, cada vez pasan más tiempo. Cuando yo estudiaba Derecho en el edificio frente al MNBA y ni me imaginaba que podía llegar a dirigirlo, venía a estudiar a las salas del museo porque estaban vacías y, entonces, eran silenciosas. Eso hoy es imposible. No habría cómo preparar Derecho Romano en este espacio”, dice con una sonrisa.

Museo de Ordos. Arquitectura futurista en China.
Museo de Ordos. Arquitectura futurista en China.
Marcelo Pachecho, curador jefe del Malba, no tiene dudas: “Sigo creyendo en el museo –dice– como en una de las instituciones creadas por la Modernidad, transmisora de valores. Sigo creyendo que un museo es el mediador de lazos comunitarios y de pertenencia. Más allá de la transformación que sufrió el museo al entrar en las industrias culturales en los últimos veinte años, con todo el tema de las industrias turísticas, y del ingreso al ámbito del negocio y del show, los museos siguen teniendo esa capacidad. Y me parece una función central. Porque creo que siguen siendo un lugar en el que se maneja fundamentalmente la distribución de valores y que tiene que ver con valores de intercambio, esa distribución particular de la identidad. Y con la inclusión de la ciudadanía, con la pertenencia... Sigue funcionando eso. Pero de una manera complicada, porque enfrenta una situación muy difícil de resolver, en términos de que se han transformado en centros vinculados con el espectáculo y con una concepción del museo donde la gente pasa por las salas sin tener ya relación con la obra.
Entonces, ¿para qué va el público al museo?
Porque el museo se transformó en una institución más de las industrias culturales.
Van de paseo. Los museos construidos en el mundo en los últimos veinte años tienen cada vez mayor cantidad de metros dedicada a las confiterías y tiendas, antes que a las salas de exposición. Muchas veces no es un buen negocio, pero siguen ampliándose porque la imagen sigue siendo poderosa. La imagen sigue siendo uno de los principales mecanismos de construcción de la ciudadanía. Y aun más con la globalización.
En este tipo de museos, donde las exposiciones son tan marketineadas y publicitadas como un espectáculo de Broadway, ¿dejó de importar la obra?
En parte sí, porque en realidad lo que se está vendiendo es una marca. Lo que vendés es el poder de convocatoria que tienen determinados artistas, y todo lo que se mueve alrededor de la historia del arte en relación a los grandes maestros, por ejemplo. Entonces es cierto que parte de las exposiciones se olvidan de las obras. Eso depende de las decisiones institucionales y curatoriales.
En 2001, Eduardo Costantini decidió hacer pública su colección de arte y crear su propio museo. ¿Por qué? Responde en estos términos: “Bueno, yo soy un coleccionista nato. De chico, coleccionaba estampillas. Pero tiempo después, con mi colección de obras, a medida que fue mejorando y los años fueron pasando, tomé conciencia del valor artístico de la colección. Tomé conciencia, también, de la dimensión social que tiene una obra de arte, sobre todo, un conjunto de obras de arte. Y llegó un punto en que me di cuenta de que tanto las obras como los coleccionistas tienen un rol social.” Comenta García Canclini sobre el tema: “Los coleccionistas jugaron un papel importante en la historia de los museos, pero también a veces han puesto muchas condiciones”, . “Es un papel complejo. Pero en la Argentina, el papel del coleccionista está condicionado por la despreocupación del Estado, que no compra casi nada de obra contemporánea. O sea, no compra obra en el momento en que se está produciendo. Esto pasa y pasó en la Argentina y en otros países de América Latina. ¿Qué consecuencias arrastra? Que en buena medida, la obra se está yendo de la región”.
Wunderkammer , cámara de maravillas: el gabinete del futuro puede llegar a quedar vacío.

Fuente. Revista Ñ Clarín

DEMOCRATIZAR LA CULTURA


ANTONIO SEGUÍ, Escuela Argentina,contemporáneo."LOS JURISCONSULTOS", óleo sobre tela, 70 x 50 cmRef.: Obra titulada y firmada al dorso por el artista. Con etiqueta de la Galería Ruth Benzacar con el Nº 3161 de sus registros. Esta obra de Seguí, será rematada por Subastas Roldán, de Buenos Aires, el proximo martes 13 de noviembre con una base US$ 9.000.

Por Aníbal Jozami  - Rector de la Untref y director del Muntref.

La vieja afirmación de que los museos serían las catedrales del s. XXI, en un sentido amplio, viene cumpliéndose. Es decir, incluyendo en esta afirmación no sólo a los museos en sí, sino también a las bienales, parques de esculturas, etc. Sin embargo, la religiosidad y espiritualidad que también caracterizaría a este siglo (Malraux) hizo que un elemento no fuera en detrimento del otro.
El museo como institución cumple roles diversos que superan el marco restringido del objeto que lo identifica (sea el arte, la historia, etc.) ya que se ha convertido en ámbito de recreación familiar, atractivo turístico, de espectáculo (Guy Debord), etc. Sin embargo, esto no debe hacernos olvidar el rol que han de jugar en el ámbito de la cultura ya que son también y fundamentalmente, lugares para la relectura de la historia y la revisión de la memoria. Desde esta perspectiva tienen también que ver, y mucho (pienso particularmente en los museos de arte), en la formación del gusto y los criterios estéticos y esta responsabilidad es creciente en la medida en que lo es también el número de visitantes y la diversidad sectorial de procedencias.
En el caso del Muntref (Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero) se acrecienta esa responsabilidad a la que hicimos referencia, por haberse constituido en un ámbito al que llegan millares de personas que no habían concurrido nunca antes a una institución de este tipo. Esto es así porque nos planteamos existir en un ámbito alejado de los circuitos culturales ya existentes y llegar con eventos de altísima calidad a una población hasta ahora ausente en las programaciones.
Desde Picasso y Torres Garcia, pasando por las retrospectivas de los grandes maestros del arte argentino, se han realizado muestras en los diez años de vida de nuestro museo, que fueron en algunos casos las más representativas de su trayectoria de exhibiciones.
Antonio Berni en Málaga y la Real Academia de San Fernando de Madrid, la muestra preparada para la Casa de la Memoria en Roma son, entre otras, junto a presentaciones en distintas provincias argentinas; ejemplo de producciones de Muntref en sus autoadjudicadas misiones de democratizar la cultura y al mismo tiempo, poner en valor las expresiones culturales argentinas en el exterior.
Lo que actualmente estamos realizando con Christian Boltanski (cuatro muestras paralelamente), con producciones pensadas especialmente para nuestro país, implica también poner al país en un nivel diferente en la escena internacional del arte contemporáneo ya que es la primera vez que un artista de ese protagonismo, realiza en nuestro medio una acción de ese tipo. Es, así mismo, la muestra más importante realizada por él en su trayectoria por lo que ningún libro sobre Boltanski podrá ignorarla.
El Muntref está también formando su colección que reúne ya más de cien obras y que se enriquecerá con doce esculturas que serán seleccionadas por un jurado internacional a fin de marzo de 2013, a base de las propuestas recibidas en el concurso al que han sido convocados artistas de los países que integran la Unasur. Creemos estar cumplimentando tareas pendientes y llenando lugares vacantes en la construcción de un entramado cultural para las mayorías.

Fuente texto nota: Revista Ñ Clarín

¿SE ACABAN LOS MUSEOS DE ARTE CONTEMPORÁNEO?


Esta interesante obra de Alberto Delmonte, Escuela Argentina, 1933-2005, "Naturaleza muerta geométrica", un óleo sobre hardboard de 40 x 50 cm, se remata en Hijos de Martín Saráchaga, Rodríguez Peña 1778, el próximo jueves 15 de octubre, a las 18,30 horas, con una base de $ 13.000 y con un precio estimado en $ 19.000.

Por Néstor García Canclini  - Antropólogo, Critico cultural


Guggenheim, MACBA, Reina Sofía, Tate Modern ¿Por qué estos museos se volvieron protagonistas de la cultura contemporánea, el turismo masivo y la renovación urbana? En parte, porque en ellos se condensan alteraciones de época. Los museos –aun los de arte– nacieron para guardar y exhibir trofeos de las conquistas y lo que las elites nacionales declaraban signos de identidad. Los museos de arte contemporáneo, en cambio, pueden tener colecciones o no tenerlas. Su tarea es construir escenas para que circulen artefactos de muchas culturas. Lo buscan con una arquitectura que asombra (Renzo Piano, Paul Gehry, Zaha Hadid), generando alrededor tiendas, cafés y restaurantes “de tendencia”, con la promesa de que las multitudes hallarán a Demian Hirst, Louise Bourgeois u otros nombres que ya vieron en las revistas, y las miradas no convencionales de curadores sobre las encrucijadas del mundo: Okwui Enwezor, Catherine David, Cuauhtémoc Medina.
Pero hay algo más. Si estos museos recientes lideran es también porque el pool de experimentaciones llamado arte contemporáneo instauró en el tráfico cultural y económico un juego de apelaciones y referencias que las artes visuales nunca habían tenido y que compite parejo con los otros productores de sentido: la tevé, la moda, las redes sociales.
Lo que importa decir es que la efervescencia creativa, de fluido cosmopolitismo, circula también en centros culturales polivalentes, movimientos parapolíticos de indignación que duran unos meses, medialabs donde se reúnen jóvenes para quienes la vida pública ya no está en los partidos, ni en instituciones de varios siglos o recién diseñadas. Sus innovaciones se extienden más lejos de lo que se llamaba arte en el s. XX, suben a las redes y se intercambian entre Londres, Estambul, Bs. As. y Tokio. El ciclo de los museos, las críticas a su somnolencia o elitismo y la pretensión de democratizarlos pasa a otra etapa ante nuevos modos de crear, reproducir, descargar y ver.
Signo trágico de que una época se agota: decenas de museos en Europa y EE.UU. con edificios de autor y colecciones improvisadas, que ahora, sin presupuesto, repiten diez meses la misma exposición. O cierran parte del año.
No deberíamos tomar como destino universal esta agonía del norte en países latinoamericanos con pocos y deficientes museos, donde ocurrió ya hace una o dos décadas la crisis económica de 2008-2012. Cuando apenas salíamos de esas turbulencias, Argentina logró que sus colecciones habitaran por primera vez sitios dignos como el Malba (2001), los museos MNBA de Neuquén y MACRO de Rosario (2004); la UNAM revitalizó con el magnífico Museo Universitario de Arte Contemporáneo la política museológica mexicana detenida en los 70. Algunos están comprando obra contemporánea y saben convertirse, a la vez, en centros de experimentación intercultural, con cine y publicaciones alternativas. El Museo del Barrio en Asunción y el Micromuseo en Lima aprovechan la falta de instituciones que se ocupan del patrimonio para fusionar lo culto y lo popular en una nueva visión de lo contemporáneo. Los museos, archivos y colecciones bien investigadas son, entre nosotros, labores incipientes.

Fuente texto nota: Revista Ñ Clarín

INVENTAR UNA HISTORIA DEL ARTE



LUIS BARRAGÁN Escuela Argentina, 1914-2009 "INVENCIÓN PICTÓRICA" - Óleo sobre tela, mide 170 X 100 cm. Obra fechada "1994" y firmada al dorso por el artista. Expuesta en la muestra "Luis Barragán, Pinturas" realizada en la Galería Van Eyck, de Buenos Aires, del 17 de septiembre al 19 de octubre de 2002 y reproducida en la tapa del correspondiente catálogo. Esta obra será rematada por Subastas Roldán, de Buenos Aires, el próximo martes 13 de noviembre 

Por Luis Pérez Oramas - Curador de Arte Latinoamericano del MOMA


La de arte contemporáneo es una noción inestable, resbaladiza, porosa. Los museos que se la atribuyen existen en una aguda ambigüedad de tiempos: se consagran al arte producido durante las últimas 24 horas y también a aquel concebido en los últimos 45 años.
En realidad todo museo de arte debería estar destinado a ser un museo de arte contemporáneo. Todo museo es una instancia presente en la que se proyectan, gracias al halo de luz que emana de nuestros días, las sombras de objetos pasados –aun cuando fuesen hechos durante las últimas 24 horas– para hacerse así contemporáneos.
Entender la dimensión anacrónica del presente, la arqueología inmediata del estar-aquí, ahora; la densidad histórica de nuestro tiempo: tal es el desafío de lo contemporáneo. Ser contemporáneo es tener el coraje de enfrentar la oscuridad de nuestros días, creo recordar que ha dicho Giorgio Agamben. Lo que no debe ser el museo de arte contemporáneo es el promotor de un estilo internacional en el que se aplanen todos los relieves, se aclaren todas las sombras, se disimulen todas las estrías para hacernos creer que vivimos en un mundo global y sin historia. Sólo es global el mercado, y siempre en detrimento de la realidad.
Los museos de arte contemporáneo en América Latina son novedad. En realidad siempre existió una confusión: se llamó así, desde el inicio, a museos destinados a la investigación de nuestras modernidades. Museos de arte moderno –en San Pablo, Caracas, Bogotá, quizá en Bs. As.– usurparon el nombre del arte contemporáneo, y viceversa. Sucede, en reglas generales, que nuestras modernidades artísticas surgieron antes de que existiesen las narrativas históricas que pueden enmarcarlas. Nuestras modernidades precedieron a nuestra historia del arte, y cuando no fue así entonces la acompañaron en su surgimiento –incluso en México, donde la musealización de las culturas precolombinas es, de hecho, una de las escrituras de la modernidad.
Los museos son dispositivos de capitalización: allí se acumula y se inventa un capital simbólico; desde allí se refuerza la dimensión capital de un lugar, una ciudad, un acervo, un tiempo. Capitalizar el presente: tal sería una misión para el museo de arte contemporáneo: hacer(nos) ver, allí, en nuestro tiempo.
Finalmente, si en Europa los museos fueron el resultado de la historia del arte, en América Latina la precedieron. Existieron antes de que esta se haya constituido en disciplina autónoma, o antes de que hubiese alcanzado sanción académica o social suficiente, aún menos política. De allí una misión aún más exigente: inventar nuestra historia del arte, incesantemente.

Fuente texto nota: Revista Ñ Clarín

VARSOVIA LLENA DE ARTE UN VACÍO ENTRE MEDIANERAS

El arquitecto Jacub Szcesny tomó un "almohadón de aire" en Varsovia y construyó una casa que es probablemente la más angosta del mundo. Recupera el lugar como un homenaje a un escritor israelí.

Hace tres años, Jakub Szczesny, un arquitecto polaco, iba caminando por el viejo gueto judío de Varsovia cuando se topó con lo que luego describiría como "un atractivo almohadón de aire" entre un edificio de departamentos de la preguerra y un edificio de la posguerra de propiedad compartida. A Szczesny, que pertenece a un colectivo llamado Centrala, dedicado a la arquitectura experimental, se le ocurrió la alocada idea de construir una casa en el espacio increíblemente estrecho que había entre ellos. "Me enamoré de un espacio entre dos edificios de distintas épocas", dijo. "Decidí establecer un vínculo".
Szczesny, de 39 años, se puso a imaginar a un habitante ideal para la casa, y llegó a la conclusión de que sería Etgar Keret, un escritor israelí cuya reputación por producir colecciones de cuentos muy breves, como la última "Suddenly, a Knock on the Door", lo señalaba como alguien acostumbrado a trabajar dentro de parámetros muy limitados, y cuya herencia judía con raíces polacas ofrecía una conexión conmovedora con Varsovia. (De chico, durante la Segunda Guerra Mundial, la madre del autor contrabandeaba comida pasando puestos de control nazis apenas a unos pasos de donde Szczesny esperaba construir.) Cuando Keret, de 45 años, recibió una llamada del arquitecto, en un primer momento se quedó perplejo. "Este tipo con un acento muy polaco me dijo que quería hacer una casa proporcional a mis cuentos", dijo. "Parecía una broma".
De todos modos, Szczesny viajó a Tel Aviv, donde vive el autor para probarle que hablaba en serio. Y a Keret le gustó la idea de que su familia recobrara de alguna manera un hogar en Varsovia.
A mediados de octubre, después de más de un año de enredos burocráticos y problemas de ingeniería y con la ayuda crucial de una grúa despachada desde Alemania, la Casa Keret abrió sus puertas ­o su puerta. Con sólo 122 centímetros en su punto más ancho, y apenas 71 centímetros en su parte más angosta, es probablemente la casa más delgada del mundo.
"Era un conjunto fantástico de imposibilidades", dijo Szczesny refiriéndose a la planificación y al proyecto de construcción. "Nos daba un infarto tras otro".
Las palpitaciones empezaron cuando Szczesny tuvo que determinar quién sería el propietario de ese vacío atractivo entre edificios. Wola, el distrito que alberga la Casa Keret, controlaba el espacio y los funcionarios locales ayudaron al arquitecto a obtener la habilitación. Pero a continuación, las tuberías de calefacción municipal descubiertas debajo de la obra causaron meses de postergaciones y exigieron un rediseño.
El diseño final utiliza una estructura de acero liviano construida con módulos pequeños que se atornillan entre sí. Las empresas siderúrgicas locales, ocupadas en levantar centros comerciales, no tenían interés en esta tarea reducida y compleja, dijo Szczesny.
Tuvo que enfrentar además la dificultad de encontrar maquinaria que pudiera trabajar dentro de límites tan angostos. Finalmente, descubrió a una empresa dispuesta a construir la estructura y una grúa alemana para deslizar en el lugar.
¿Cómo es la Casa Keret por dentro? Es poco probable que albergue fiestas escandalosas. La kitchenette tiene 90 centímetros de ancho, con una pileta en miniatura y una puerta corrediza que oculta un baño comprimido como los de un avión. Al segundo piso se llega por una escalera de mano y tiene una cama cuyas dimensiones no son precisamente para entusiasmar a los huéspedes a quedarse a dormir. El área del living abajo es el lugar más exiguo de la casa con 89 centímetros de ancho.
No obstante, una persona claustrofóbica tal vez se consuele al descubrir que también tiene los techos altísimos y "recibe mucha luz del este" de una de las ventanas, dijo Szczesny. El arquitecto utilizó plástico semitransparente en el techo para dejar entrar más luz y crear una sensación de espacio.
Keret, que viajó a Varsovia para la inauguración, piensa en la casa como un equivalente doméstico de uno de sus cuentos: pequeña pero completa. "Es algo muy, muy compacto", dijo. "Pero tiene todo lo que una casa necesita".
El autor dijo que tiene pensado quedarse en la casa, al menos a pasar la noche. "Me parece apropiado tratar de crear en ella", agregó.
"La casa será un portal a todo tipo de iniciativas artísticas".
Según la ley polaca, la Casa Keret es muy pequeña para ser una vivienda. Ha sido clasificada como una instalación artística que será propiedad de la Fundación de Arte Polaca, a cargo de administrarla.
Szczesny y Keret piensan seleccionar artistas para llevar a cabo residencias de cinco a siete días.
El tocayo de la casa tiene una visión seria respecto de la diminuta vivienda. "Para mí es como una metáfora; expresa cómo mi familia recupera un lugar en Polonia", dijo Keret. "En este sitio donde mataron a mi familia, ahora habrá una casa llamada la Casa Keret".
Para él, al igual que la casa propiamente dicha "Somos como alguien que pudo hacerse un lugar". 

Fuente: Revista Ñ Clarín

LA NOCHE DE LOS MUSEOS MIRA AL SUR Y A PIAZZOLLA

La 9ª edición del clásico cultural estará dedicada al genial músico, a 20 años de su muerte. Y habrá una oferta especial entre La Boca y Puerto Madero. Mañana, de 20 a 3, se podrán recorrer 183 salas.

Buenos Aires volverá a lucir mañana lo mejor de su oferta cultural. Con la participación record de 183 espacios artísticos , se realizará la novena edición de La Noche de los Museos. Entre las muchas novedades, este año se destacarán dos: por un lado, gran parte de la programación estará orientada a recordar a Astor Piazzolla a 20 años de su muerto. Por el otro, se sumará al circuito de visitas gratuitas la Milla Cultural del Sur, un conjunto de 13 espacios con distintas propuestas , desde Puerto Madero a La Boca.
Las actividades comenzarán a las 20 en el Planetario y terminarán a las 3 de la mañana. El Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, dirigido por Mauricio Wainrot, presentará “Las 8 estaciones”, con música de Antonio Vivaldi (Las 4 estaciones) más las cuatro estaciones compuestas por Piazzolla: Verano porteño, Otoño porteño, Invierno porteño y Primavera porteña. Luego habrá un documental sobre Piazzolla, una presentación del Quinteto de la Fundación Astor Piazzolla y para cerrar se presentará Escalandrum, la banda de jazz liderada por Daniel “Pipi” Piazzolla, nieto del genial bandoneonista.
Mientras, la gente podrá visitar gratis 183 museos y centros artísticos en 28 barrios . Se podrá viajar gratis en 85 líneas de colectivos, presentando un pase que se conseguirá con la folletería o ingresando a www.lanochedelosmuseos.gob.ar. Pero este año también se podrá viajar en bicicleta, porque el sistema público de Bicing funcionará entre las 20 y las 2 .
Además de disfrutar de las colecciones permanentes de los museos, la gente podrá apreciar otras actividades, tanto privadas como de artistas individuales y hasta del Gobierno nacional. Por ejemplo, el club River Plate ofrecerá por primera vez la posibilidad de visitar sin costo su museo , que queda en el estadio Monumental. También abrirá la Casa del Bicentenario, que depende de la Secretaría de Cultura de la Nación. Además, la automotriz Citröen organizará actividades propias junto al Planetario, y también se podrá visitar en Avenida de los Italianos al 800, en Costanera Sur, la actividad CUVO, en el cual habrá gente leyendo historias en distintos idiomas.
Otro de los destacados será la muestra “Impresiones eternas”, de grabados de Goya, que se exhibirá en el Museo Larreta, en Juramento 2291, donde a las 22 habrá un espectáculo de música española.
El año pasado participaron 650.000 personas , que visitaron 174 salas. Para este año se espera batir el record. “Nuevamente Buenos Aires vivirá una noche de fiesta del arte y la cultura. Estamos seguros de que volveremos a ver a vecinos y turistas adueñándose del espacio público y desplazándose con la expectativa de disfrutar de las múltiples actividades”, adelantó el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi.

Fuente: Revista Ñ Clarín

CON JOHN CAGE, MAR DEL PLATA INGRESA AL CALENDARIO MUNDIAL DE LAS VANGUARDIAS

Desde el jueves y hasta el domingo, un grupo de artistas llevará la obra del innovador estadounidense al gran público a través del Festival de Arte Contemporáneo John Cage “Rarísimo” durante el cual Playa Grande será escenario de una performance escénico-musical para 12 bocinas de 12 autos.

Por Pablo E. Chacón

El Festival de Arte Contemporáneo John Cage Rarísimo desembarca este año en Mar del Plata. La idea de los organizadores y managers, que están trabajando en el emprendimiento hace ya casi un año, no sólo es presentar algunas de las piezas del innovador norteamericano al gran público, articuladas a interpretaciones de sus colegas Mauricio Kagel y Morton Feldman. También buscan ocupar diversos espacios del balneario con performances, instalaciones de videoarte, cine, conferencias, música experimental y obras de teatro, para las cuales están invitados artistas de diversas nacionalidades que trabajarán sin estancamientos de áreas con el fin de promover actividades y escuchas no tan habituales y situar a la ciudad en el calendario internacional de las vanguardias. En el sitio www.rarisimo.org pueden consultarse fechas y horarios. Está todo listo para empezar mañana y continuar hasta el domingo.
Martín Virgili, músico, productor y alma mater del proyecto le dice a Ñ que “Mar del Plata tiene la infraestructura, los espacios y el clima ideal tanto para actividades al aire libre como en espacios cerrados, y además una tradición de vanguardia en el campo de la música, el cine, los mass media, etcétera, que componen la viga maestra de la sociedad del espectáculo que caracteriza al mundo digital contemporáneo, sin perder de vista que Cage es un tipo menos escuchado que versionado y hablado. Pero poco estudiado e interpretado. Para entenderlo, que no es tan fácil, están invitados los especialistas Rafael Cippolini y Lux Lindner, que además traen algunas sorpresas”.
El otro espíritu del Festival, sin dudas, está encarnado en el diseñador gráfico Mario Gemin, un marplatense de proyección internacional, que trabajó en Barcelona junto a Yves Zummermann y América Sánchez; y que en la Argentina diseña libros para los artistas Jorge Macchi, Ana Gallardo y Matías Duville, entre otros. Gemin confirma los dichos de Virgili, y agrega que “es un lujo, una gracia, haber podido conectar con gente que –valiéndose de las nuevas tecnologías– supo recuperar el espíritu de vanguardia que alguna vez tuvo esta ciudad. Sería bueno no olvidar que por acá entró la bossa nova a la Argentina, que en su momento pasaron María Callas, Pier Paolo Pasolini, Witold Gombrowicz; que acá tuvieron sus casas de veraneo Victoria Ocampo y su hermana Silvina, esposa de Adolfo Bioy Casares; que Borges dio una de sus últimas conferencias en la Argentina en el Teatro Auditorium, que acá vivió una larga temporada Osvaldo Lamborghini, y que acaso gracias a todo eso, la universidad creció en oferta y matrículas. Pero es importante remarcar que la vanguardia musical estricta, estuvo ausente. Bien, ya no lo está”.
¿Y por qué un homenaje a Cage? Lo dice el manifiesto que se reparte estos días en la sede y en Buenos Aires, donde se están ensayando todavía algunas piezas:
“¿Por la contingencia que nos encuentra en su centenario? En buena medida sí. Pero también por la inspiración que su obra nos ofrece; sembrar la democracia en el reino del sonido y del ruido, es el inicio de un reordenamiento de la estética, más cerca de la igualdad, más humilde también. Después, para tener a tiro sus ideas, que quizás no sean tantas, y que nos animamos resumir en un intento por consubstanciarnos (a nosotros mismos y a nuestras creaciones) con el curso de la vida. Y por la felicidad que su legado perpetúa. Esto no sólo por sus obras: ¡cuántas veces vimos a Cage sonreír en una foto! ¿Una pose? Pensamos que no. Más bien el entendimiento que la alegría es una ética y una política. La obra de Cage es un respaldo: el arte es una gracia, como lo son los mares, las montañas y los pájaros”.
Cage, remasterizado, si se quiere, por ese inmenso poeta californiano, íntimo de Jack Kerouac, sobreviviente de una generación diezmada: Gary Snyder, casi la representación del comunismo de la naturaleza (o de la cultura de la naturaleza) en una ciudad de fuerte raigambre socialista.
Entre sus piezas señeras se interpretará, de la mano de la pianista argentina Haydée Schvartz y el multiinstrumentista y vocalista colombiano Rodolfo Acosta R., “Four Walls”, de 1944, un dispositivo compuesto en colaboración con el coréografo Merce Cunningham, cuyo ensayo este cronista tuvo oportunidad de ver, para su asombro y descubrimiento.
 “’Four Walls’ constituye un ejemplo de minimalismo. Y quizá más que eso. La propuesta es anticipatoria: un poco antes que el discurso minimal explotara en la obra de Riley, Reich y Glass, Cage ya había visto el blanco a la distancia. Arcaica y meditativa (sólo se utilizan las teclas “blancas” del piano), e interrumpida en el meridiano de su desarrollo por un solo vocal, esta pieza es parte del repertorio de composiciones que involucran al silencio como materia de construcción”, cuenta Virgili.
Otra de las piezas de Cage que se recreará será “Five”, con Acosta R. como invitado especial, seguido de una serie de composiciones en esa estela, interpretadas por el colombiano Guillermo Rendón para “Tremolo tremulante”; Acosta R. otra vez, haciendo “Laberinto”; el uruguayo Eduardo Fernández, concentrado en “A meditaton on ‘Sakura’”, y el colombiano Fabián Quiroga, en “Hilo natural”. Completará el set un ensamble de música contemporánea colombiana compuesto por los guitarristas Rubén Gómez, Daniel Forero, Alvaro Herrán y Germán Molano.
La conferencia a cuatro voces “Hacia dónde vamos y qué estamos haciendo”, que Cage escribió en 1961 para ser leída en un colegio de Nueva York, tomará una forma “libre”: presentada bajo el formato de cuatro textos simultáneos, con las voces jugando a manera de contrapunto, simultáneamente, individualmente, tal cual un formato de cámara, interpretado por Acosta R., Mariano Losi, Adriana de los Santos y Virgili.
La performance escénico-musical para 12 bocinas de 12 autos se dividirá en cuatro secciones: “Para doce automóviles”, de Mariano Losi; “Titilar de luciérnagas metálicas con ilusión de heraldo” (para doce autos en círculo), de Antonio Zimmerman; “Doce” de Rodolfo Acosta R.; y “Bocinata ficta”, de Sebastián Bauer. Esto es: doce autos en círculo, cuatro compositores, y una proclama que interroga al espacio público desde adentro. Será en Playa Grande, el día del cierre del Festival.
Antes, el miércoles, en la Plaza del Agua, se interpretará “Acción fugitiva para 111 bicicletas”, , de Kagel: una propuesta donde 111 ciclistas prepararon sus rodados con timbres o cornetas de modo tal que entre todos compongan una masa sonora inédita, basada en la sonata para piano número 32 en do menor opus 111 de Ludwig van Beethoven. La dirección será del colombiano Rodolfo Acosta Restrepo, y su asistente, Daniel Leguizamón.
Lux Lindner presentará “cAGE aGAINST THE machine” (catamac) como una producción del departamento de Artes Espaciotemporales del COMARGIN (Comisariado de la Argentinidad Inmanente) y la excusa, según el performer, “es John Cage, un fenómeno americano. Un Satie que se encuentra con Walt Whitman”. Lindner dice que “con catmac aspiramos a una obra autorregulada, sin fisuras, hermética, neomoderna y sin humor, finamente posdramática. La estructura no es evidente; es más como un árbol de ideas subordinado a ciertos factores de orden azaroso. Comprende un entramado de códigos de diferentes lenguajes que interaccionan: música, danza, dibujos, proyecciones audiovisuales, fragmentos de textos de Cage, Eric Satie, Marcel Duchamp y Federico Peralta Ramos.
El jueves habrá una conferencia de Rafael Cippolini, “Una modestia animal: lección narrativa en un acto y medio; Raúl Manrupe disertará sobre animación argentina. El viernes, Rodolfo Acosta, Daniel Leguizamón, el Cuarteto Atemporáneo y Elsa Justel pondrán en acto un “Conversatorio: Cage hoy”; y el sábado, Lindner, Schvartz, Gabriel Valverde y Leguizamón hablaran sobre la actualidad de Cage. Ese sábado se esperan algunas sorpresas, como el resto de los días.
En rigor, Mar del Plata será intervenida por un grupo de artistas que manejan saberes, técnicas y discursos heterogéneos pero que sin consentir a los caprichos del mercado no hacen de su condena más que un acto irónico que les permite aprovechar sus posibilidades.

Fuente: Revista Ñ Clarín