BAJO UN TECHO DORADO, UN TESORO ISLÁMICO

En el Louvre se exhiben azulejos del siglo XVii del imperio Otomano y obras que abarcan 1.200 años de historia islámica, en un nuevo espacio rematado por un techo dorado con forma de pañuelo, que incluye la cabeza esculpida de un príncipe, originario de Irán, de los siglos XII o XIII.

Cuando se inauguró en el Louvre la pirámide de vidrio de I.M. Pei hace más de 20 años, muchos afirmaron que había destruido la belleza clásica de uno de los grandes museos del mundo.
Sin embargo, lo que en su momento fue visto como una audacia devino en un elemento tan aceptado en el paisaje visual de la ciudad como la Torre Eiffel o el Arco de Triunfo.
Ahora el museo vuelve a arriesgarse a la ira del público en tanto introduce otra intervención arquitectónica radical. Diseñado para albergar nuevas salas destinadas al arte islámico, consiste en espacios interiores a nivel de planta baja y subsuelo coronados por un techo dorado ondulante que parece flotar dentro del patio neoclásico Visconti en medio del ala sur del Louvre.
El proyecto, que requirió diez años de realización, con un costo de US$ 125 millones, y que se inauguró el 22 de septiembre, fue financiado en parte por el gobierno francés, junto con el príncipe Alwaleed bin Talal de Arabia Saudita, quien dio al Louvre US$ 20 millones destinados a las salas, la donación monetaria más grande que se ha hecho hasta ahora a un museo.
El techo dorado va inflándose desde una altura que llega a la cintura en los bordes hasta unos siete metros cerca del centro. A primera vista, parece tan sedoso que casi podría volar con un viento fuerte, pero pesa más de 130 toneladas y ha sido realizado laboriosamente con casi 8.000 tubos de acero que forman una tela interior, sobre la cual hay una capa de vidrio y una superficie brillante dorada anodizada.
El diseño es obra de dos arquitectos, el italiano Mario Bellini y el francés Rudy Ricciotti.
Cuando se dieron a conocer los planos, los arquitectos dijeron que el techo parecía "un pañuelo flotando en el espacio".
Las nuevas salas, llamadas simplemente "Arte de Islam" son cuatro veces más grandes que el espacio dedicado anteriormente por el Louvre al arte islámico.
La colección abarca 1.200 años, desde el siglo VII hasta el XIX, y presenta obras en vidrio, cerámica, metal, libros, manuscritos, textiles y alfombras.
La colección recurre a las pertenencias del Louvre que abarcan unas 14.000 obras de arte y objetos relevantes y a la colección del Musée des Arts Décoratifs, que aporta 3.500 obras en préstamo permanente.
La colección islámica presenta objetos valiosos que estuvieron exhibidos en el Louvre durante años.
No obstante, ahora habrá también muchos objetos y obras de arte que nunca se exhibieron, como un grupo de alrededor de 2.000 azulejos de los siglos XVI a XIX del Imperio Otomano que languidecían en depósito desde la década de 1970.
Cada azulejo fue fotografiado, registrado y se creó una base de datos, y luego un equipo de curadores, conservadores y montajistas pasó dos años trabajando a diario para pensar cómo disponerlos de una manera convincente.
"Fue un rompecabezas gigantesco que nos llevó siete años armar", dijo Sophie Makariou, directora de arte islámico del Louvre.
También fue complicado recrear la Galería Mamluk, un conjunto de alrededor de 300 piedras que antaño formaba la cúpula y las paredes de un vestíbulo a la entrada de la casa de un soberano de la dinastía egipcia Mamluk en El Cairo a fines del siglo XV.
Mientras estudiaban los archivos del Louvre, Makariou descubrió una carta fechada hace varias décadas que un curador del Musée des Arts Décoratifs, envió preguntando si el portal y la cúpula ilustrados en viejos dibujos que anexaba formaban parte en realidad de una obra de arquitectura islámica. La carta también contenía un número de accesión del sistema de museos francés.
Comenzaron así años de trabajo detectivesco. El portal, tal como pudo descubrir Makariou, formaba parte de un vestíbulo que había sido desmantelado a fines de 1887.
Las piedras se habían embalado en cajones y almacenado en El Cairo para luego ser enviadas por barco a Francia, presumiblemente con el objeto de ser mostrados en la Exposition Universelle de 1889, año en que se construyó la Torre Eiffel. Sin embargo, por alguna razón desconocida nunca se expusieron y fueron en cambio guardadas en depósito y olvidadas hasta su descubrimiento a comienzos de la década de 2000 en un museo del sur de Francia. "Ha sido una especie de novela policial", dijo Makariou refiriéndose al proyecto. "De golpe aparece esa gran obra de arquitectura que ilustra la magnificencia de El Cairo durante esta dinastía muy excepcional.
"También es el primer ejemplo de arquitectura Mamluk que se exhibe en el museo", agregó, definiéndola como uno de los puntos destacados de las nuevas salas que "enriquecen aún más la imagen del arte islámico para el público general".

Fuente: Revista Ñ Clarín

ARTE Y ECOLOGÍA UNIDAS
EN UNA EXHIBICIÓN DE IMÁGENES URBANAS

Sobre papel de diario, el artista argentino Fabián Arnaldi retrata las ciudades que visitó en los últimos años. Se exhibe hasta el 7 de octubre en el Espacio Historietas y Microespacio del Centro Cultural Recoleta.

Por Julieta Roffo

Se puede crear una obra artística y cuidar el planeta en el mismo acto. Al menos esa es la filosofía que guía el trabajo de Fabián Arnaldi, un artista argentino que apuesta a usar el papel de diario como soporte para sus pinturas, en las que refleja la vida en las ciudades que transitó, y por estos días expuestas en el Centro Cultural Recoleta.
“Arte Sustentable: Un argentino en Londres” es la recopilación de 47 cuadros del artista, que nació en 1975 en Lomas de Zamora y se instaló en Europa en 1999: primero en Mallorca, España, y después en Londres, en donde tiene su estudio muy cerca del Meridiano de Greenwich.
La técnica apareció por su economía: conseguir diarios sobre los que trabajar era gratuito; y la durabilidad del material, explica Arnaldi, es muy buena: “En un folio se conserva por muchos años sin ningún problema”. El primer paso es pintar con una capa blanca de acrílico la doble página -a veces sábana, a veces tabloide-, luego dibuja con lápiz basándose en los bosquejos que toma en Londres o durante sus viajes en libretas que también se exponen en el Recoleta, y finalmente pinta con acrílico.
Hay calles de Nueva York, de París, de Roma, de Londres y de Buenos Aires en los dibujos de Arnaldi, que elige los conventillos coloridos de Caminito y los empedrados de San Telmo, con alguna pareja bailando tango, como escenarios porteños. Y hay imágenes madrileñas que Arnaldi bosquejó cuando los campamentos indignados empezaban a llegar a la Puerta del Sol, y que por estos días, cuando las protestas -y la represión policial- volvieron a ocupar las calles, cobran nueva vitalidad.
“A cada ciudad que voy llevo mi libreta Moleskine, dibujo gente, cafés, plazas, edificios”, cuenta Arnaldi, envuelto por sus obras en el Espacio Historietas del Recoleta. Es que primero fueron recuerdos, como un diario de viaje pero ilustrado, de formato chico.
Pero esas ideas crecieron, y saltaron de las páginas de sus cuadernos a las de los diarios que guardaba -siempre pinta una ciudad sobre un periódico de ese país- y las pensó para el público. Para Arnaldi, su trabajo puede servir para “concientizar porque con pocos recursos y reciclando se puede montar una muestra, y creo que ese es mi granito de arena en tiempos que están signados por la necesidad de prestarle mucha atención a la ecología”.
En Londres, Arnaldi armó varias composiciones artísticas por encargo para una cadena de pubs, vendió remeras estampadas con dibujos propios y trabaja además como ilustrador free-lance. Y allí encontró la inspiración para dedicarse a los retratos urbanos que hizo viajar desde allí: “Dibujé toda la vida, fui alumno de Carlos Garaycochea, pero en Londres encontré lo cosmopolita, es una ciudad muy joven con gente de veinte países en el mismo lugar”, sostiene, y en su castellano de nacimiento se cuelan algunas palabras sajonas como “sixties” (sesentas) y “portraits” (retratos).
Esa omnipresencia londinense se nota en su muestra: es la ciudad más representada, a través de sus colectivos de dos pisos, de los bares que dominan el Camden Town y de las casitas que se van turnando los colores en Notting Hill.
Cuando desarme la exhibición en el Recoleta, Arnaldi llevará alguno de sus cuadros, pintados todos entre 2007 y este año, a la Alianza Francesa, que se interesó en su trabajo porque algunos dibujos reflejan paisajes parisinos como el Arco del Triunfo, o una imponente Torre Eiffel asomando en un paseo en bicicleta.
“Durante muchos años mi mano fue mi cámara de fotos, y lo que se ve acá -en la muestra- yo lo vi”, dice Arnaldi a los visitantes en el texto que les da la bienvenida. Para él, más allá de lo pictórico, “se trata de un aporte positivo por lo sustentable de la idea”.

Agenda
“Arte sustentable - Un argentino en Londres”: hasta el 7 de octubre en el Espacio Historietas y Microespacio del Centro Cultural Recoleta.
Martes a viernes de 14 a 21, sábados y domingos de 12 a 21.
En Junín 1930. Gratis.


Fuente: Revista Ñ Clarín

UNA COLECCIÓN PARA TODOS


Durante más de tres años, el Rabobank formó una rigurosa colección de fotografía argentina. Acaba de donarla al Museo de Bellas Artes. Aquí, su historia y sus razones.


El contexto en que se inscribe la donación del Rabo es pertinente por la oportunidad, pero sobre todo, porque el reconocimiento a Facio acentúa sus aspectos más interesantes: la cesión de esta colección de una institución privada a otra pública no es un gesto aislado y marketinero sino el punto culminante de un trabajo largo de investigación, adquisición y curaduría. La colección que acaba de donarse no es un conjunto azaroso de obras sino el resultado de un proceso que iniciaron en 2009 Correa y sus curadores, Facundo de Zuviría y Marjan Groothuis –hoy de radicada nuevamente en su Holanda natal tras varios años de residencia en la Argentina.
Vale la pena hacerlo notar porque no es lo usual en la Argentina: la colección se formó en esos tres años pagando por cada fotografía el precio de mercado (en promedio, unos 1.800 dólares cada pieza). La colección no pidió una sola donación a los autores. “Acá no hubo un solo mangazo”, dice Correa, contundente ¿Es necesario explicar que la existencia de un coleccionismo serio es vital para el desarrollo del arte? Las obras de los artistas de Brasil, país con tradición en el coleccionismo, alcanzan valores diez veces mayores que aquí.
En poco más de tres años, la colección del banco llegó a 300 fotos. La donación al museo no llega a ese número de piezas porque algunas obras ya integraban también la colección del museo y no tenía sentido la duplicación.
En una charla con Ñ en su oficina del Banco, Correa –él mismo coleccionista y conocedor de arte, especialmente de fotografía– explica los puntos salientes del proceso de formación de la colección. “El criterio curatorial con el que se formó la colección tiene tres ejes: la mirada del fotógrafo, la toma directa, y la representación, en alguna medida, de aspectos de la realidad social y cultural de la Argentina. En principio, el proyecto fue hacer muestras con la colección y llevarla a distintos espacios de exposición del país. Llegamos a hacer el año pasado la muestra en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, pero no tardamos en darnos cuenta de que el proyecto de itinerar con la colección que alguna vez nos propusimos era muy trabajoso para el banco. Se hará, entonces, con el soporte del MNBA, y con fondeo del banco. Al menos, el deseo es que circule por el interior y el banco pondrá lo necesario para que suceda.” La intención será seguramente muy valorada en el interior del país, donde es muy poco frecuente que haya exhibiciones de fotografía de este nivel. “Es que muchos de estos autores son conocidos para el que está metido en la fotografía pero no para mucha gente… Es darle a la gente la oportunidad de que vea obra que a veces no está ni en Internet”, dice Correa con entusiasmo.

Sebastián Szyd. “El cielo”, de la serie “De la tierra”, 1999 (arriba).
Alejandro Kuropatwa. “Charly García”, 1989.
La muestra que puede verse ahora en Bellas Artes difiere en varios puntos de la que pasó por el MAMBA en 2011. En primer lugar, porque la colección incorporó fotografías desde entonces. Por ejemplo, varios paisajes del alemán Herbert Kirchhoff, cuya obra es prácticamente desconocida en la Argentina y trabajos del argentino Carlos Bosch. En segundo término, porque esta incluye unas cincuenta fotos de la colección del museo y un panel dedicado a obras de Sara Facio. Y finalmente, porque las fotos lucen espectaculares con el impecable montaje que las despliega en la enorme Sala de Exposiciones Temporarias del museo, rediseñada y renovada a fines del año pasado.
El día de la inauguración Correa se veía orgulloso de cómo se veían las fotos de la colección en su nuevo lugar. Mientras la recorría con Ñ y se detenía frente a una de sus obras favoritas, la “Niña chaqueña”, de Hans Mann, comentó que las fotos fueron cedidas al museo después de un trabajo de enmarcado de cada pieza, libre de ácidos para su conservación, listas para colgar. Hacía décadas que el museo no recibía una colección completa, y menos en estas condiciones.
Correa explica que el crecimiento de la colección fue acompañado con un trabajo de investigación muy riguroso, con el obstáculo de que en la Argentina hay muy poca bibliografía. En el proceso se recuperó del olvido a fotógrafos como el mencionado Kirchhoff –quien haga la prueba de googlearlo sólo encontrará ofertas de raros ejemplares de sus libros de fotos de Perú y Bolivia–, a los también alemanes Hans Mann, Walter Roil Werner Schumacher y Gustavo Torlichen, y al argentino Ricardo Sansó.
Algunas incorporaciones recientes quedaron fuera de la espectacular edición bilingüe del libro Fotografía Argentina. Colección Rabobank , que se publicó hace meses, con biografías de los autores y textos críticos, que se consigue en las librerías de Proa, el Malba y Norte.
Pero todos están en sitio web http://coleccionrabobank.com, otro trabajo realmente valioso.con la misma información que el libro, además de acceso a todas las fotografías de la colección, un video de 16 minutos y entrevistas de tres o cuatro minutos cada una a 16 de los autores: Marcelo Brodsky, Gabriel Díaz, Sara Facio, Cristina Fraire, Alberto Goldenstein, Adriana Lestido, Marcos López, Diego Ortiz Mugica, Santiago Porter, Alfredo Srur, Sebastián Szyd, Juan Travnik, Martín Weber, Dani Yako, Marcos Zimmermann, Helen Zout y Facundo de Zuviría.
Si uno le pregunta a Correa si la donación marca el fin de la colección, dirá que sí. Pero no se lo ve muy seguro de que no se inicie en el futuro un nuevo camino vinculado con otro tipo de investigación, siempre en el terreno de la fotografía, que es el que lo apasiona más que ningún otro en el arte. Y dice, con cautela, que quizá lo próximo sea “revisar un punto de la colección: que no se limite sólo a ‘la mirada’. Hay otros campos, fotografía conceptual, por ejemplo.” Pero por ahora es algo que no llega a ser más que una fantasía dicha al pasar. No está completamente decidido –impresión personal– qué hará el Rabobank en de ahora en más con esta vocación de coleccionar fotografía.

Fuente: Revista Ñ Clarín

LOS ARTISTAS DEL CÍRCULO POLAR



Una conferencia internacional, un festival en el CC Rojas y la muestra Sur Polar IV en Tigre revelan la fascinación de un grupo cada vez mayor de artistas de todo el mundo por la Antártida. Andrea Juan, artista y curadora del proyecto Arte en la Antártida, cuenta cómo es vivir entre la estela azul del hielo donde el cambio climático se manifiesta más terrenal.   



Cuando la artista Andrea Juan se topó con la Antártida su vida cambió. “Trabajaba con los glaciares de Patagonia, que retroceden en todo el mundo y con ellos se pierde el agua dulce, cuando me enteré que había científicos trabajando en la Antártida con el cambio climático”. Entonces comenzó a conocer detalles de la vida en el llamado continente blanco, donde los científicos pasan casi toda su vida estudiando el terreno, por ejemplo, viajan todos los años durante 30 o más, mientras sus instrumentos de medición evolucionan y sus vidas se adaptan a una rutina tan comunitaria como solitaria. Corría el año 2005 cuando viajó por primera vez como artista independiente, durante la prueba piloto de un proyecto de arte que emprendió junto a la Dirección Nacional del Antártico (DNA), organismo donde hoy ocupa la dirección de Cultura. Arte en la Antártida se llama el programa de residencias para que artistas de todo el mundo trabajen y vivan una temporada en las bases argentinas. Desde 2005 se realizan campañas todos los años, que dieron lugar a exhibiciones en diversos países del mundo, de China a España y de México a Canadá.
Este año, la Argentina fue sede de la “IV Conferencia y Festival Internacional de Arte y Cultura Antártica. Ciencia. Comunidad y Diálogos Polares”, donde los científicos explicaron al público los avances de sus investigaciones; en paralelo, el Centro Cultural Rojas recibió al Festival de Cine y Cultura Antártica (donde hubo performances, música experimental cine y la presencia de Douglas Queen, sonidista de Herzog); y en el Museo de Arte de Tigre se inauguró Sur Polar IV. Arte en Antártida, una muestra de artistas de todo el mundo que estuvieron en la Antártida, más artistas locales invitados, que permanece abierta hasta el 14 de octubre. En cada una de esas instancias participó Andrea Juan, la misma semana que recibió un premio Konex y habló ante el auditorio en representación de los artistas visuales.        

-¿Por qué hacer arte en la Antártida?
-La idea es multiplicar la imagen de lo que se está haciendo en la Antártida, y desarrollar los temas científicos con una poética artística, traducirlos para que el espectador pueda tener un acceso más sensorial, más fluido. Que no haga falta leer cuántos litros de agua se están perdiendo porque lo ves, lo percibís, lo sentís… así la sensación de pérdida es más directa. Eso por un lado, así funciona más allá de que no sea la finalidad: es un medio de comunicación, una reflexión y una conexión con el espectador.

Joaquín Fargas. Flor solar. Onstalación, detalle (2011).
Joaquín Fargas. Flor solar. Onstalación, detalle (2011)

-¿Cómo es el programa de Arte en la Antártida?
-Es un programa de residencias de artistas argentinos que aplican a una presentación anual que este año cierra el 15 de octubre, y extranjeros que forman parte de un programa de cooperación internacional, tanto a partir de artistas interesados como países que quieren trabajar en esa temática, pero no es necesario que tengan base allá. Comenzó en 2006 con dos artistas canadienses, se fueron sumando argentinos a modo de prueba y después buscamos armar un programa más estructurado. Recién el año pasado se hizo el primer llamado a concurso oficial, abierto, pero desde 2005 hubo Arte en la Antártida.

-¿Cómo eligen a los artistas?
-Se hace una selección de proyectos que sean innovadores para desarrollar en la Antártida y necesarios, que sea imprescindible llevarlos a cabo. Está abierto a todas las disciplinas, y es importante que la idea tenga sustento y que mantenga la línea, que sea consistente y coherente con su búsqueda, su trabajo anterior, y no quede como una cosa caprichosa que queda suelta.

-La Antártida es un lugar muy imponente desde lo visual, ¿cómo afecta esto a los artistas?
-De maneras diferentes. En principio, la Antártida es un continente y la imagen que ves es la parte de hielo o de nieve, pero por debajo siempre hay tierra. Sobre todo en verano y con el cambio climático, muchas veces se ve más tierra –porque es una zona rocosa o sedimentaria– que hielo. Después, los artistas relacionan cada uno desde su punto de vista, su interés, su búsqueda y su intelecto. Lo que trae como proyecto como expectativa cambia siempre: al ser algo totalmente nuevo, por más imaginación que tengas, el encuentro es otra cosa. Y los proyectos se van adaptando.

-¿Cómo influye que sea un lugar casi virgen, protegido, en las obras?
-Es muy interesante poder trabajar en un espacio que en principio no tenés turistas, la población es pequeña y tenés un espacio de trabajo bastante amplio. Mi trabajo, por ejemplo, se desarrolla en los glaciares, que son lugares bien abiertos, en medio de tormentas o situaciones extremas. Pero elijo trabajar ahí y ese espacio es la inmensidad. Son condiciones que no se pueden replicar.

Erica Bohm. Sin título (2012)
Erica Bohm. Sin título (2012).

-Algunos trabajan con datos, otros más con el color y la luz
...
-Hay un pintor mexicano, por ejemplo, trabajo con el color en una paleta de acuarelas y acrílicos. Y como en Antártida la luz cambia todo el tiempo, los colores también cambian. El blanco nunca es blanco del todo porque empieza a haber unas variantes de blanco, que va cambiando de tonalidades… El color, el calor y la temperatura tienen cambios muy bruscos. De hecho, cambian los colores porque también cambia la climatología: podés estar tranquila con un viento calmo y a los cinco minutos comienza un viento cada vez más fuerte que puede llegar a los 180 kilómetros por hora y eso torna tu actitud, tu actividad y lo que sigue en el día.

-Llegar hasta allá debe ser complicado, también…
-En realidad brindamos apoyo logístico, cobertura, traslados, y se trabaja por supuesto con las tres fuerzas: la Fuerza Aérea, el Ejército y la Marina. En general salimos desde Palomar con el Hércules y vamos hasta Río Gallegos, donde nos quedamos unos días para cambiar de Hércules y esperar la climatología, si es que no hay cambios y tenemos que hacerlo por buque. Después sí tomamos un buque, helicóptero o avión bimotor de menos plazas que nos traslada en principio a Base Esperanza, también trabajamos mucho en Marambio, que es la base de Fuerza Aérea. Este año fuimos dos grupos, en la primera etapa de la campaña estuvimos en Base Esperanza 45 días y un segundo grupo viajó después porque el mar congelado no les permitió llegar a Esperanza.

-¿Cómo influye esa incertidumbre en la experiencia de los artistas?

-Nunca sabés nada, todo lo vas sabiendo en la medida que va sucediendo. Se estima, se estipula, se trabaja con un programa de fechas y traslados pero tenés que estar abierto a que haya cambios. La incertidumbre es algo cotidiano y eso es importante también en cuanto a la selección de los artistas, porque los científicos ya conocen el terreno cuando viajan y los militares están preparados. El artista tiene que estar capacitado para estar totalmente aislado, en un lugar del que no puede regresar cuando quiera, donde la comida y el hospedaje son comunes, donde no hay verduras salvo los primeros días y el resto de la comida está congelada o enlatada, donde no hay negocios y no hay moneda… Eso es muy bueno, es muy interesante trabajar en una situación de comunidad donde el dinero no funciona.

Adriana Lestido. Fotografía bahiamedialuna (2012)
Adriana Lestido. Fotografía bahiamedialuna (2012)

-¿En qué medida es transferible la experiencia?
-Creo que a través de las obras se pueden ver las experiencias de los artistas, ya sean instalaciones, fotografías, pinturas y acciones que se van desarrollando, que se acompañan con documentación fílmica o fotográfica de los proyectos que están desarrollándose en ese momento. Y todos tienen mucho que ver con el cuidado del medio ambiente, el respeto por la situación de estar en un lugar virgen, prístino, que es del cuidado de todos y donde el agua es muy valiosa, por ejemplo. Los residuos vuelven al continente salvo los orgánicos que se desechan ahí.

-¿Qué atrae tanto del lugar?
-En principio, la geografía es impresionante. Las imágenes son increíbles y el paisaje es muy activo, permanentemente va mutando. Este año fue la séptima campaña que viajé, voy casi a los mismos lugares y cada año es distinto. La geografía cambia, las personas cambian, porque no tiene población: las campañas son como máximo de 14 meses, y los científicos que hacen el trabajo más a largo plazo van cada año a lo largo de 30 años. Es una comunidad fuerte donde se arman lazos cotidianos, de solidaridad, porque todo en la Antártida depende del otro.

-¿Y los artistas que vuelven qué dicen?
-Hay una pasión por sobre todo que es muy fuerte, una fascinación por el espacio. Todos los artistas que viajaron a Antártida quieren volver, aunque hay una etapa compleja, porque no es fácil ir ni estar, hay muchas vicisitudes, muchas falencias, muchos momentos difíciles pero cuando están de vuelta esa parte ya no tiene ninguna importancia.

La belleza de ese helado paisaje



Hasta el 14 de octubre, el Museo de Arte de Tigre (MAT) exhibe Sur Polar IV. Arte en Antártida, con los trabajos de artistas internacionales, la mayoría participantes de la "Residencia de Arte en Antártida" en las Bases Argentinas, un proyecto del Programa de Cultura de la Dirección Nacional del Antártico y el Ministerio de Relaciones Exteriores. Además, los trabajos de una selección de artistas invitados, entre ellos Paula Senderowicz (con un trabajo sobre el ártico) y otros que trabajaron con temáticas relacionadas con hielo y agua, como el caso de Lucía Weismaster y artistas jóvenes como Sebastián Desbats (con un cohete), Erica Bohm (con un libro objeto de resina azul) y Lucila Portabales (con pintura).
Andrea Juan es curadora general, con la colaboración de Adriana Desteffannis (educación), y Alejandra González, Lorena Avallar, Lina Suspichiati, Carla Graziano y Chimene Costa.

Sur Polar IV. Arte en Antártida
Museo de Arte Tigre
Horarios: Mié. a Vie. de 9 a 19; Sáb. y dom. de 12 a 19 hs.
Entrada: Gral. $12; menores de 12 años, residentes de Tigre y jubilados (sólo los miércoles) sin cargo.
infomuseo@tigre.gov.ar
4512-4528


Fuente: Revista Ñ Clarín

TRES MIRADAS SOBRE LA NATURALEZA

Una exposición de fotógrafos jóvenes en el Espacio Tucumán muestra recortes Y maneras diferentes de aproximarse a la riqueza natural de esa provincia.

Por MERCEDES PEREZ BERGLIAFFA

La muestra Naturaleza tucumana, curada por Ramón Teves, reúne trabajos de Solana Peña (Buenos Aires, 1973), Charles Vuillermet (Francia, 1969) y Mauricio Asial (Tucumán, 1983). Aunque dos de ellos nacieron fuera de Tucumán, el destino los llevó a instalarse definitivamente allí. Enamorados de la tierra y de su pueblo, los fotógrafos muestran en estas obras eso que tanto observan y aman: el paisaje tucumano y su tiempo.
Comenta Teves, curador de la exposición y fotógrafo él mismo: “El eje de esta exposición es ese intercambio que se produce entre la naturaleza, el paisaje y las vivencias de cada artista. Solana, que hace ya tres años vive en Tucumán, está a punto de recibirse de antropóloga y eso se percibe en sus trabajos; hay en ellos no sólo un interés por el paisaje, sino también por las personas”. Esto se observa en obras como “Luli”, donde una chica flota en el agua de un río, verdosa, semitransparente. El formato circular da a sus fotos otra dinámica de lectura, generalmente con un solo foco de atención.
Charles –explica Teves– hizo sus tomas de noche, en medio del paisaje, iluminando bosques o trigales con las luces de una camioneta. Su punto de vista, bien determinado, delimita dos escenas: una interior, propia del auto, y otra “exterior”, en la naturaleza. El límite del volante, y la “ventana” del auto funcionan como marco o recorte del paisaje nocturno. La naturaleza, iluminada con estas luces, sólo alcanza a verse por unos metros y un halo de misterio rodea a estas imágenes de árboles de medianoche, de campos de trigo descubiertos insomnes, raramente descoloridos. Su formato panorámico –producto de la unión mediante programas digitales de dos o tres fotografías–, acentúa aún más en estas fotografías esa sensación expectante, de puesta en escena: todo está listo, iluminado como en un teatro. Casi se espera que pase algo.
La obra de Asial, en cambio, está realizada en el dormitorio de la casa de su abuela, con una cámara oscura y un tiempo de exposición de una hora y media; por eso en las paredes se observan reflejos y luces borrosos, movidos. “Podría ser una naturaleza urbana”, reflexiona el curador.
La muestra expone tres modos de acercarse a la naturaleza semitropical, húmeda y rica, de Tucumán. Y tres modos de echar un vistazo por la naturaleza interior de estos artistas, tan distintos entre sí.

FICHA
Mauricio Asial, Solana Peña y Charles Vuillermet
Naturaleza Tucumana

Lugar: Espacio Tucumán, Suipacha 140.
Fecha: hasta el 13 de octubre.
Horario: lun a vier, 10 a 18.
Entrada: gratis.

Fuente: Revista Ñ Clarín

SUBASTAN LA "CARTA SOBRE DIOS" DE ALBERT EINSTEIN

Escrita a mano por el famoso físico, explica que "la palabra Dios no es nada más que la expresión de la debilidad humana"; la base es de 3 millones de dólares.


Einstein envió una carta con pensamientos religiosos a su amigo Erik Gutkind  Foto: Archivo



Una carta escrita a mano por el físico Albert Einstein un año antes de su muerte, expresando sus puntos de vista sobre la religión, saldrá a la venta este mes en eBay, el sitio destinado a la subasta de productos a través de Internet en EE.UU., con una oferta inicial de 3 millones de dólares.
Conocida como "Carta sobre Dios", la correspondencia ofrece percepciones sobre sus pensamientos privados acerca de la religión, Dios y el tribalismo de una de las mentes más brillantes del mundo.
"Esta carta, en mi opinión, tiene una relevancia histórica y cultural ya que refleja los pensamientos personales y privados del hombre más inteligente del siglo XX", dijo Eric Gazin, presidente de Auction Cause, la agencia de subastas con sede en Los Ángeles, que se encargará de la venta en eBay.
"La carta fue escrita al final de su vida, después de una vida de aprendizaje y pensamiento", agregó Gazin. Einstein escribió la carta en alemán, el 3 de enero de 1954, en la Universidad de Princeton y estaba dirigida al filósofo Erik Gutkind después de leer el libro de éste: "Escoger la vida: la llamada bíblica a la rebelión".
"... la palabra Dios para mí no es nada más que la expresión y producto de la debilidad humana, la Biblia una colección de honorables, pero todavía leyendas primitivas que sin embargo son bastante infantiles. Ninguna interpretación, no importa lo sutil que sea, puede (para mí) cambiarlo", escribió el científico nacido en Alemania, que en 1921 recibió el Premio Nobel de Física.
El vendedor anónimo de la carta, que será subastada con su sobre original, estampilla y matasellos, la compró a Bloomsbury Auctions en Londres en 2008 por 404.000 dólares.
Desde entonces la carta estuvo guardada en una cámara con temperatura controlada en una institución pública, según despacho de Europa Press.
Aunque la oferta inicial de la subasta de eBay sea de tres millones de dólares, Gazin, quien manejó subastas previas de alto perfil, dijo que espera que pueda doblar o triplicar la suma en la subasta que se celebrará entre el 8 y el 18 de octubre en www.einsteinletter.com .

Fuente: lanacion.com

El texto de la carta es el siguiente:
"Estimado Sr. Gutkind,

Inspirado por las reiteradas sugerencias de Brouwer, he leído su libro y le agradezco mucho que me lo prestara… En relación con la actitud fáctica respecto a la vida y a la comunidad humana tenemos mucho en común. Su ideal personal de esfuerzo por perseguir liberarse de los deseos orientados al ego, por hacer la vida bella y noble, con un énfasis en el elemento puramente humanos nos une en la posesión de la “Actitud Americana”
Aun así, sin la sugerencia de Brouwer jamás me habría dedicado intensivamente a su libro pues está escrito en un lenguaje inaccesible para mí. La palabra Dios para mí no es nada más que la expresión y producto de la debilidad humana, la Biblia una colección de honorables, sin embargo puramente primitivas, leyendas infantiles. Ninguna interpretación, sin importar cuán sutil sea, puede cambiar esto (para mí)… Para mí la religión Judía al igual que todas las demás religiones es la encarnación de la más infantil superstición. Y el pueblo Judío al que con mucho gusto pertenezco no tiene ninguna cualidad que los diferencie de cualquier otra persona. En lo que respecta a mi experiencia, tampoco son mejores que los otros grupos humanos, pese a que son protegidos de los peores cánceres por la falta de poder. Aparte de ello no soy capaz de ver nada en ellos de pueblo “elegido”.
En general encuentro desagradable que alegue una posición privilegiada y trate de defenderla mediante dos muros de orgullo, uno externo como hombre, y uno interno como judío. Como hombre reivindica, por así decir, una dispensa de la causalidad por lo demás aceptada como Judío del monoteísmo(?). Pero una causalidad limitada no es ya una causalidad en absoluto, tal como reconoció nuestro fantástico Spinoza con toda incisión...
Ahora que he expuesto bastante abiertamente nuestras diferencias en cuanto a convicciones intelectuales me resulta aún claro que estamos bastante próximos el uno del otro en lo esencial, por ejemplo en nuestra evaluación de la conducta humana… Pienso que nos entenderíamos bastante bien si hablásemos de materias concretas.
Con mi amistoso agradecimiento y los mejores deseos,
Suyo,
A. Einstein"

ROMA PROHIBE COMER EN LOS MONUMENTOS HISTÓRICOS

La ciudad intenta proteger los lugares de "especial interés"


La Fontana di Trevi, uno de los monumentos emblemáticos de Roma.

ROMA.- La ciudad de Roma acaba de declarar la guerra a los turistas hambrientos que, empujados por la crisis o la prisa, aprovechan la sombra del Panteón para zamparse un trozo de pizza o convierten la escalinata de la plaza de España en un comedor con vistas. Desde el 5 de octubre, y hasta el 31 de diciembre, comer en las calles del centro histórico de la ciudad eterna está rigurosamente prohibido. Según el decreto publicado por el alcalde, Gianni Alemanno, del PDL -el partido de Silvio Berlusconi-, a los infractores les puede caer una multa de entre 25 y 500 euros, aunque no ha trascendido si el importe depende del tamaño del bocadillo o de si se engulle con los pies a remojo de una fuente de Bernini. El decreto prohíbe "cualquier forma de acampada" y "detenerse para comer o beber" en las "áreas de especial interés histórico, arquitectonico y cultural del centro histórico", sin especificar hasta qué distancia de los monumentos se aplica la prohibición.

Mesas salvajes

Escenas como las descritas, y más disparatadas, se contemplan a diario en el centro histórico de la ciudad. Roma sufre. No solo porque sus principales monumentos -el Coliseo, La fontana di Trevi- se caen literalmente a pedazos. Ni siquiera porque las hordas de turistas que la invaden tras un guía armado de una banderita y un altavoz apenas pueden caminar entre las mesas infinitas de los restaurantes, los centuriones de pega o los músicos callejeros de pésimo oído y amplificadores de discoteca. Roma sufre, sobre todo, por la desidia de quienes tienen que proteger una ciudad tan hermosa y no lo hacen. De ahí que la última ocurrencia del alcalde Alemanno -bautizada ya como "la ley anti-panino"- haya sido recibida con escepticismo. "En esta ciudad se puede hacer de todo", subraya Viviana Di Capua, de la asociación de vecinos del centro histórico, "es necesario recuperar el respeto y la educación. Este decreto puede ser un primer paso, pero se necesitan muchos más". El paso, por ejemplo, de hacer cumplir las leyes que ya existen. Uno de los casos más curiosos es el de los restaurantes que, de forma abusiva, invaden sistemáticamente las calles y las plazas más bellas de Roma. El fenómeno ya tiene incluso un nombre: "Mesas salvajes". Ya existe un decreto que fija con precisión el número de veladores, la distancia que tienen que guardar con respecto a los monumentos, el horario... Pero no se cumple. Por falta de voluntad. O tal vez porque por encima -o por debajo- de las ordenanzas municipales circulan corrientes subterráneas de favores y relaciones más antiguas que el gran estadio de Domiciano.

Fuente: lanacion.com