Aquí, hitos en la historia de este paseo porteño: desde sus influencias europeas hasta las visitas nocturnas, un placer hoy perdido.
EL ROSEDAL. Hitos de la historia porteña sucedieron en este paseo (Luciano Thieberger) |
Por Berto González Montaner
Como ya ocurrió en otras ocasiones, en una reciente encuesta que hicimos en el suplemento ARQ, la zona de los Bosques de Palermo quedó ubicada como el lugar preferido de la Ciudad. Para tal revelación no hacía falta una encuesta. Con tal que aparezca un rayo de sol, sus bosques, praderas y lagos son desbordados por la gente.
Aunque
parezcan haber surgido por generación natural, esos espacios fueron
producto del ingenio y sensibilidad del hombre. Y en especial de
Sarmiento.
Como cuenta la doctora Sonia Berjman, una de nuestras destacadas especialistas en historia del Paisajismo, el Parque 3 de Febrero,
como se llama oficialmente este lugar, “respondió a las intenciones de
Sarmiento de dotar a la ciudad de mejores condiciones de higiene,
educación (para él, cultivar la tierra era cultivar el espíritu) y
ofrecer un sitio de recreación para todos por igual, es decir, la
democracia concretada físicamente en la urbe”.
En su interior, está el Rosedal, una de sus piezas paisajísticas más relevantes, que acaba de cumplir 100 años.
Podría
decir que lo conocí de noche. “Tres vueltas al lago”, ordenaba nuestro
entrenador para entrar en calor antes de empezar con la rutina técnica
que hacíamos en un descampado mal iluminado al lado del lago. Y algunos
vivarachos acortaban camino cruzando por el Rosedal.
Claro,
en esas épocas todavía no estaba enrejado. Luego se le sumó otra
mirada: la del amor de mi madre por las rosas. Llenó la quinta con
rosales de todo tipo y variedad… ¡Bellísimas! Y las bibliotecas y
aparadores de casa, con las copas que ganó en los concursos organizados
por la Asociación de Rosicultura.
La historiadora
Berjman, coautora de los libros “El Rosedal de Buenos Aires 1914-2009.
95° aniversario” y “El Patio-Glorieta Andaluz de Buenos Aires 1929-2009.
80° aniversario”, cuenta que “los rosedales se originaron a finales del
siglo XIX en Francia y se expandieron por el mundo con su diseño
geométrico, glorietas, treillages de madera, estanques, fuentes, vasos
sobre pedestales, estatuas y miles de rosales de todas las variedades
posibles. Y Buenos Aires no fue ajena a esta moda”.
Fue el Intendente Joaquín de Anchorena quien le encargó al Ingeniero Agrónomo Benito Carrasco, por entonces Director de Paseos, hacer un espacio de ese tipo para la Ciudad.
Carrasco
eligió este sitio de unas casi 4 manzanas por la existencia del lago y
de grandes grupos arbóreos de follaje verde oscuro que darían realce a
las rosas.
Su construcción demandó sólo 6 meses y
medio. Y se plantaron 14.650 rosales de 1.189 variedades. Varias obras
de arte completaron el conjunto: la larga pérgola que bordea el lago, el
templete y el puente de “arquitectura helénica”, el embarcadero, vasos,
jarrones, bancos, glorietas, esculturas, pequeñas pérgolas con rosales
trepadores, hoy desaparecidas.
“Los documentos inéditos
que hemos hallado –asegura Berjman– nos permiten recrear la real
historia del Rosedal: primero fue un jardín de rosas francés, luego se
le sumó un jardín español y por último se le agregó el Patio Glorieta
Andaluz.”
Al primer trazado de Benito Carrasco se lo
reconoce aún hoy por su composición geométrica en forma de abanico, con
un fuerte eje central que vinculaba dos accesos: uno desde el mismo
parque y otro, desde la Avenida Infanta Isabel, a través del puente
“helénico”.
Su hermano Eugenio, quien lo sucedió en la
Dirección de Paseos, le adicionó en 1920 un jardín español (justamente
donde hoy se encuentra el Jardín de los Poetas, con sus bustos de
escritores) que incluía la presencia del agua en estanques, fuentes
rectangulares con vertedores en forma de grandes ranas, fuentecitas y
profusa arquitectura vegetal. Luego se construyó el Patio Glorieta
Andaluz, donado por Sevilla.
El Rosedal hoy luce en
todo su esplendor. Al recorrerlo se puede ver en el sector español unas
16 placas que van contando su historia. En la número 15, hay una foto en
color sepia del Patio Andaluz iluminado con una leyenda que dice:
Noches de Palermo.
Para la especialista Berjman,
“además de su importancia tangible –diseño, rosedales y obras de arte–
(el Rosedal) suma las vivencias intangibles de varias generaciones de
porteños que ahí tuvimos nuestros momentos: románticos, recreativos, de
introspección, festivos, de contacto con una naturaleza dominada pero
amiga. Un paseo que está en el corazón de todos quienes lo han
visitado.”
Lástima que, como leí en alguna parte, esta pieza de arte urbano ya no se pueda disfrutar también a la luz de la luna.
*Editor general ARQ
|
EL ROSEDAL. Reúne naturaleza y arte, con sellos de Francia, España y locales (Luciano Thieberger). |
EL ROSEDAL. Según una reciente encuesta realizada por ARQ, la zona de los Bosques de Palermo quedó ubicada como el lugar preferido de la Ciudad (Luciano Thieberger). |
EL ROSEDAL. Su construcción demandó sólo 6 meses y medio, y se plantaron 14.650 rosales de 1.189 variedades (Luciano Thieberger). |
EL ROSEDAL. Primero fue un jardín de rosas francés, luego se le sumó un jardín español y por último se le agregó el Patio Glorieta Andaluz (Marcelo Genlote). |