AL TALLER:
LA MÍSTICA DEL ESPACIO DE CREACIÓN, ALGO MUY PERSONAL

Del pop de Edgardo Giménez a los collages de gran formato del dúo Mondongo, cinco artistas muestran sus ateliers
Punta Indio. "Vayan, vayan, que es el taller más lindo del país", recomendaba Schussheim la casa de su colega Giménez: la explosión de colores llega hasta la camisa, que le regaló Marta Minujín  Foto: Victoria Gesualdi / AFV
Punta Indio. "Vayan, vayan, que es el taller más lindo del país", recomendaba Schussheim la casa de su colega Giménez: la explosión de colores llega hasta la camisa, que le regaló Marta Minujín  Foto: Victoria Gesualdi / AFV
 Por María Elena Polack

No hay caos ni olores fuertes. Más bien por el contrario: el escenario sorprende por su orden casi perfecto; lógico, digamos. En algunos casos, se oye hasta el más cerrado silencio. Y en otros, la luz es solamente natural. ¿Será que al imaginario colectivo de los ateliers les sobra bohemia? ¿Por dónde pasa la mística del taller de un artista profesional? Con la idea de develar parte del secreto ritual de la creación, o mejor mostrar el lugar donde nace y crece una idea que se hace obra, LA NACIÓN visitó a cinco artistas de diferentes estéticas y generaciones.
La casa de fin de semana de Edgardo Giménez, en Punta Indio -a 150 kilómetros de Buenos Aires, antes de que empiece a pegar la vuelta la Bahía de Samborombón- es, a la vez, espacio de trabajo del gran artista pop. La única banda de sonido para su producción es la que tocan las aves y las ranas. Allí, lleva 38 años "haciendo" cuando tiene ganas y el ánimo lo acompaña: desde el edificio hasta el diseño del jardín tienen su rúbrica.

Trapitos. Gaspar Libedinsky hace instalaciones e interviene espacios públicos  Foto: LA NACION / Silvana Colombo
Trapitos. Gaspar Libedinsky hace instalaciones e interviene espacios públicos  Foto: LA NACIÓN / Silvana Colombo

En un subsuelo pegado a la comisaría del Botánico donde la música se oye bien fuerte, Juliana Laffitte y Manuel Mendanha -conocidos en todo el mundo como Mondongo desde que retrataron a los reyes de España con espejitos de colores- modelan, clavan, pegan y remachan collages de gran formato. De un primer vistazo, el lugar podría ser una ferretería, con materiales clasificados. Han hecho retratos con plastilina, carne, hostias, pero ahora, por ejemplo, trabajan en un billete de un dólar que se teje con hilo plateado entre 60.000 clavos.
El altillo en Barrio Norte donde Renata Schussheim concibe su obra plástica, además de los vestuarios que realiza para teatro y ballet, da a un balcón a la calle. Únicamente sus loros rompen el silencio que la cabeza creativa y pelirroja necesita como primer punto de su rito, que se da siempre de día.

Carreteles en fuga. En lo de Mondongo, todo viene por decenas; también las ideas  Foto: LA NACION / Emiliano Lasalvia
Carreteles en fuga. En lo de Mondongo, todo viene por decenas; también las ideas  Foto: LA NACIÓN / Emiliano Lasalvia 

Por el contrario, un debate sobre temas que son siempre parte de la obra -y nunca de la acalorada coyuntura que se dé puertas hacia afuera del taller- se oye en el estudio del joven arquitecto, artista plástico, curador y profesor de Harvard y la Architectural Association de Londres Gaspar Libedinsky. En un edificio de Once copado por artistas, este joven talento Sub 40 que con su muestra de trapos (de piso, franelas, rejillas) llegó lejos, planea intervenciones en el espacio público, convencido de que hay que llenar la ciudad de fantasía. Su paternidad -como a Mondongo- le ha pautado una rutina con horarios menos flexibles.
Clásico en sus materiales, en sus elementos, e inagotable en su producción, Adolfo Nigro asocia formas, pinta y reconvierte objetos en pequeñas esculturas. Bob Dylan lo acompaña en su espacio preferencial: la cocina de su departamento en Constitución tiene la mejor luz, también en las noches de tormenta..

Pintar, a lo clásico. Adolfo Nigro trabaja en su casa taller, sobre todo de noche  Foto: LA NACION / Fabián Marelli
Pintar, a lo clásico. Adolfo Nigro trabaja en su casa taller, sobre todo de noche  Foto: LA NACIÓN / Fabián Marelli

Figurines. Luz natural, silencio y muchas ideas en el altillo de Renata Schussheim  Foto: LA NACION / Emiliano Lasalvia
Figurines. Luz natural, silencio y muchas ideas en el altillo de Renata Schussheim  Foto: LA NACIÓN / Emiliano Lasalvia


Fuente. lanacion.com

ARTE: UNA NOCHE EN EL MUSEO

En sintonía con una tendencia internacional, las instituciones extienden sus horarios y multiplican sus actividades para atraer a las nuevas generaciones. Música, videos y baile complementan una programación cada vez más a medida de los visitantes sub-30
La Asociación Amigos del Mamba organizó una fiesta relacionada con la muestra Argentina lisérgica
La Asociación Amigos del Mamba organizó una fiesta relacionada con la muestra Argentina lisérgica.
Por Celina Chatruc

La cumbia suena fuerte e invita a bailar, mientras los recién llegados se acercan a las barras para pedir tragos. Detrás de DJ Pinchado, una instalación site-specific realizada por tres VJs apela a la luz para traer las formas geométricas del norte argentino hasta el auditorio de este edificio de San Telmo. Así, la fiesta se convierte en una suerte de performance psicodélica que complementa la muestra Argentina lisérgica en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.
Son las siete de la tarde de un viernes y los guardias de seguridad se preparan para continuar su vigilancia durante varias horas más. La "megamatiné" organizada por la Asociación Amigos del museo terminará a la una de la madrugada, como ocurre en la Tate en Londres y el MoMA y el Brooklyn en Nueva York, por citar algunas instituciones con ciclos similares destinados a atraer nuevos públicos.
"La gente se tiene que volver a apropiar del museo. Y para eso tiene que tener actividades más seguidas", dice Victoria Noorthoorn, directora del Mamba con amplia experiencia internacional, parada junto al catering que se ofrecerá en la fiesta.
En su versión porteña, que también incluye al Malba y al Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), esta tendencia busca potenciar el exitoso programa de La Noche de los Museos. El año pasado convocó a más de 800.000 personas en 190 espacios culturales y pasado mañana, en su 11a edición, promete volver a superarse (ver aparte).
Replicar esa experiencia durante todo el año parece ser el objetivo de Bellos Jueves, ciclo impulsado por el MNBA, cuya Asociación Amigos comenzó a ofrecer descuentos especiales para los menores de 38 años (amigojoven@aamnba.com.ar). Los últimos jueves de cada mes, miles de visitantes recorren los pasillos del edificio que aloja el principal patrimonio artístico del país, donde se quedan hasta la medianoche participando de propuestas de artistas, músicos y poetas.
Así, obras de Rembrandt, Rubens, Degas, El Greco y Rodin no sólo son descubiertas por las nuevas generaciones sino también forzadas a dialogar con intervenciones contemporáneas. Un video se proyecta sobre una escultura del siglo XIX, y desde la sala de pintura impresionista llega el sonido de las guitarras tocadas en vivo frente a decenas de personas. Un poco más allá, los retratos de estilo rococó contrastan con un piso instalado en la sala por Mariana López. Mientras se observa arte europeo de los siglos XV y XVI, es posible asistir a una clase sobre la historia de los marcos.
Al cruce de lecturas entre las obras se agrega la mutación de la propuesta en sí misma, que busca "pensar el patrimonio del MNBA en una metamorfosis constante". "En ediciones anteriores invitamos curadores para que pensaran en algún eje específico desde donde abordar la colección -dice el coordinador general del ciclo, Santiago Villanueva-. La que cerrará el año, el 27 de noviembre, incluirá varios curadores con intervenciones en salas especificas."
Dos días más tarde, los amigos más jóvenes del Malba -de 18 a 30 años- visitarán la muestra de Antonio Berni y luego cruzarán la ciudad en bicicleta hasta el Museo del Bicentenario para ver el mural del mexicano David Alfaro Siqueiros, con quien colaboró el maestro rosarino.
Todo forma parte de lo mismo: atraer nuevos públicos con nuevas ideas. En el caso de Malba, esa propuesta alcanza incluso a los menores de 20 años -que tienen una programación especial- y a los melómanos.

Las performances son cada vez más comunes en el MNBA (arriba) y en el Malba (abajo).

El año pasado el museo lanzó un ciclo de intervenciones musicales, coordinado por Fernando García, en sintonía con las muestras temporarias y su colección permanente. El próximo lunes, a las 20, la Orquesta Típica Fernández Fierro se inspirará en Juanito y Ramona, esos personajes de Berni que también prometen alcanzar récords de taquilla con su eterna juventud.
"No se trata de ponerle música al museo", aclara García, sino de atraer un público distinto con una propuesta interdisciplinaria, tal como se hacía en la década del 60 en el Instituto Torcuato Di Tella. Así, los shows devienen performances o instalaciones que pasan a formar parte de la colección en tiempo real. La vida y el arte, unidos una vez más.

En otras ciudades

1. Londres. Late at Tate, el primer viernes del mes, cada dos meses (www.tate.org.uk
whats-on/tate-britain/eventseries/late-tate-britain).
2. Nueva York. Moma Nights, los jueves de julio y agosto (www.moma.org
visit/calendar/programs/52); Teen Nights y First Saturdays en el Brooklyn Museum (www.brooklynmuseum.org).

La gran maratón anual: con bombos

 Foto: LA NACION

Más de 200 museos y espacios culturales porteños participarán de la 11a edición de La Noche de los Museos, desde pasado mañana a las 20 hasta las 3 de la madrugada del domingo. Habrá transporte gratis para circular en colectivo, con un pase gratuito que se descarga en www.lanochedelosmuseos.gob.ar . Varias de las propuestas incluirán música: en la entrada del Museo Nacional de Bellas Artes se montará un escenario en el que tocarán Tremor, Paloma del Cerro y Miss Bolivia, entre otros. A pasos de allí, en la explanada de la Facultad de Derecho de la UBA, el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas celebrará sus 30 años con un espectáculo que comenzará a las 19.30 con DJs; luego se presentará Vértigo, proyecto dirigido por Emilio García Wehbi y Maricel Álvarez. En tanto, en el Espacio Fundación Telefónica habrá performances con música electrónica y mapping.

Fuente: ADN Cultura La Nación

EL PATRIMONIO CULTURAL ES DEL CIUDADANO

 Foto: LA NACION

Por Álvaro Abos

La demolición de la estatua de Colón, detrás de la Casa Rosada, es, además de un acto injusto y autoritario, una decisión estúpida. La Presidenta ordenó por cuenta propia abatir ese monumento, y lo hizo. Se dice que el inspirador fue Hugo Chávez , quien, mirando por la ventana del despacho presidencial, le dijo a su colega: "¿Cómo tienes ahí la estatua de un genocida?". Pero Colón no fue un genocida sino un descubridor, un soñador que sus contemporáneos enviaron a la cárcel. La Presidenta no debió ensañarse con un perseguido. A pocos metros de Colón tiene su estatua Juan de Garay, que sí era un conquistador de armas tomar, de los que mataba indios. Nadie cuestionó esa estatua. Decenas de ciudades de América latina tienen estatuas de Colón. Hasta en Cuba hay una. La que había en Caracas fue destrozada en 2004 por una turba chavista que colgó esa efigie de un árbol. Pero no me interesa iniciar una polémica histórica.
La estatua integraba el escenario urbano. Era, como tal, parte de la ciudad de Buenos Aires, de su pasado, de su imaginario, de la memoria sentimental de sus ciudadanos y visitantes. Estaba presente en fotografías que integraban la historia personal de tantos hombres y mujeres. El paisaje de una ciudad, sus calles, plazas y monumentos, sus arboledas, sus fuentes y sus edificios forman parte de la vida de los hombres y mujeres que la habitan, que en ella han vivido, sufrido, amado. Una ciudad es sede de la historia grande y también de la pequeña y de la historia personal de las personas. Se debe ser cuidadoso con ese sentimiento. Espero que la apelación del fallo que convalidó el estropicio contra la estatua del genovés subsane esa mutilación patrimonial, consentida a su vez con un vergonzante convenio entre el poder demoledor y las autoridades de la Ciudad, que en este caso no supieron defender su patrimonio. La comunidad italiana se ha sentido ofendida por la afrenta. Organizaciones de la sociedad civil las acompañan en el reclamo judicial. Y muchos ciudadanos.
Como porteño, el barbarismo me ha dolido en cuanto mutilación paisajística. La estatua de Colón no es un mero banco de plaza. Pensar que un gobernante, porque ocupa un puesto público, puede disponer sobre la ciudad es como pensar que puede cambiar un artículo de la Constitución a piacere. El episodio refleja una deformación argentina: largas épocas de sumisión ciudadana han consolidado la falsa premisa de que el poderoso puede ser amo y señor de una ciudad.
A veces, los gobernantes cambian el nombre de las calles. Hay ediles que, para cumplir con sus intereses políticos o personales, intentan rebautizan las calles. Así, mortifican la memoria de la gente que tiene derecho a recordar y recrear su pasado asociado a una esquina o a una plaza. Una ciudad, decía Cesare Pavese, es el mapa de muchas vidas, y en ese mapa hay heridas y gozos. Si se tuviese en cuenta este precepto se respetaría más el patrimonio material e inmaterial. No quiere decir que no haya lugar para cambios y mejoras.
La antigua confitería Richmond de la calle Florida cerró sus puertas y sus dueños le vendieron el local a la fábrica de zapatillas Nike. Hubo protestas que pretendieron preservar ese café, que ocupa un gran papel en la mitología literaria argentina y parecía protegido por una norma. Pero, finalmente, el Estado municipal se contentó con la fachada. Ahora la vieja Richmond, bar notable, joya del pasado porteño, es un zoco de camisetas y zapatillas deportivas. No tengo nada contra la indumentaria deportiva, que, como cualquier mortal, también uso. Pero me da tristeza entrar al lugar que albergó las tertulias y las invenciones de Jorge Luis Borges, Ricardo Güiraldes, Macedonio Fernández, Leopoldo Marechal y Oliverio Girondo, que vio nacer al grupo Martín Fierro, aquel que revolucionó la literatura argentina y la hizo moderna, y que recibió a tantos visitantes ilustres, de Pirandello a García Lorca, y observar que los sillones de cuero en los que se sentaban esas lumbreras están ahora encerrados en los probadores, para que los clientes se sienten a calzarse el último modelo de las Nike Free Run. El gobierno porteño se ha jactado de que mantuvo la marquesina. Pero ahora, con ese interior, ¿qué significa esa marquesina? Nada. Por el contrario, es una especie de humillación perversa. Cada año el municipio celebra el día de los bares notables, un acierto, pero cuando alguno tan notable como la Richmond va al matadero, no se hace nada para salvarlo.
Comprendo que un gobierno no puede gastar tanto dinero como el que hubiera costado comprar ese bar para preservarlo, pero hay fórmulas jurídicas que permiten conciliar interés privado con interés público, llámense exenciones impositivas, subsidios, créditos, concesiones de servicios. La vida literaria de la ciudad, su tradición cultural y el fervor que despierta son atractivos reales que Buenos Aires ofrece, no ya como preservación del pasado cultural, algo que es imprescindible para la identidad de cualquier ciudad, sino como material concreto del turismo cultural. Las autoridades no parecen valorar estas joyas. Ahora la expropiación de la confitería El Molino, cuando el edificio está en ruinoso estado, quizá permita alguna esperanza.
Las ciudades albergan lugares de celebración, pero también de horror. ¿Qué hacer con ellos? En la antigua ESMA el gobierno nacional creó un museo y un centro cultural. Nada que objetar. Es una manera de recordar esas atrocidades y revertirlas en beneficio de la comunidad. Lamentablemente, ese lugar, como otros espacios culturales nacionales, es manejado con criterio faccioso, como si lo que allí sucedió no fuera una herida de todos. Recientemente cambió el destino del antiguo Batallón 601, luego Secretaría de Informaciones del Ejército, un edifico situado en la ochava SO de Viamonte y Callao. Este inmueble de diez pisos que fue sede de la represión durante el Proceso y luego, en democracia, central de espías, ha sido vendido a la Universidad del Salvador, que desarrollará tareas docente y académicas. Allí, en la oficina que ocupó el coronel Moore Koenig, permaneció, de pie, apoyado contra una pared, el ataúd que contenía el cadáver embalsamado de Eva Perón, robado por la llamada Revolución Libertadora, hasta su traslado, bajo identidad falsa, al cementerio de Milán.
Celebro que la alegría de cinco mil estudiantes renueve lugar tan sombrío. Espero la actitud que adoptará la universidad respecto del pasado del edificio. Creo que sería erróneo ignorar lo allí sucedido, porque cualquiera que se interese por el terrible crimen que supuso el robo del cuerpo de Eva Perón puede enterarse del itinerario de ese cadáver. Por más que el edificio se transforme, los hechos de la historia no pueden desconocerse. Confío en que la recordación sea madura, quizá sencilla, en todo caso respetuosa de la forma en que Tácito quería que se tratara la historia: sine ira et studio, esa fórmula que tantas traducciones ha tenido. La que prefiero es "sin odio y con dignidad".

El autor, escritor, acaba de recibir uno de los Premios Konex de Platino a las Letras

Fuente: lanacion.com

LUNA LLENA EN EL SALADO, 1992


LUNA LLENA EN EL SALADO

 
Piedra libre, grandiosa,
rojiza Luna redonda, que oronda surges del horizonte,
custodiada por la terca rusticidad de los talas,
seduciendo aquí y allá con tu gracia infinita.
Tu estola de bruma cubre la contundencia hídrica del salado río viajero.
La generosa capa de rocío potencia tu brillo espectral
mientras unos álamos Carolina
te ceden sus hojas para que cubras con ellas tu blanca palidez.
Barranca… meandro… tero…
Acantilado… cardo… brujas…
Brujas que pasan misteriosas,
esbozando casi en secreto sus esquivas trayectorias celestes.
Las ranas te cantan su férica sinfonía con partitura propia y arreglo anónimo.
Sólo el búho osa interrumpirla con su gritado chirrido de guerra
participando el sanguinario convite en torno a su presa.
La magnolia te homenajea con el frescor de sus pétalos
y te presta su perfume de familiar profundidad,
subrayando algo más, si cabe, tu encanto.
Y las dos confrontan sus blancuras de plata.
El monte de acacios guarda los reflejos de tu cara iluminada, como acariciándolos.
Sola has llegado ya al cenit.
Es tan grande la claridad que se ha adueñado del campo todo,
que parecería provenir de tus dos caras radiando al unísono.
Con la fuerza del óleo, con calidades de acuarela y matices pastel…
¡Qué fiesta se haría Cachoud con esas paredes encaladas que bañas con tu luz!
No hace frío todavía.
La leña espera, prolija, cerca del alero su turno para crepitar
y nuestro gozo invernal a su lado.
Los reflejos de tu imagen en el río me llevan a pensar
en ese velo que la tecnología no ha logrado descorrerte,
en el persistente misterio de tu eterno devenir,
en tus cíclicas apariciones en escena…
En tu poder de atracción,
en tus pleas y bajas mares,
en amores crecientes, menguantes y nuevos nacidos a la luz de tu luz.
Percibo el horizonte claro del cercano río y del inmenso mar que se adivina atrás
y las siluetas oscuras se recortan contra él.
Quisiera volver a sentirte, luna del níveo rictus y de todas las advocaciones.
Sospecho que me importa lo que poco importa.
Qué largo será el urbano mes que tardaré en volver a verte.
No faltes a la cita.
¡No te hagas desear !
¡Vuelve !
Aquí estaré, esperándote.

Pedro L. Baliña
Lezama, abril de 1992

EL PINTOR QUE RETRATÓ A ROSAS Y SU ÉPOCA



En lápiz. Rosas, en 1845.

Rosas, un boceto de la cara de Rosas en papel –¿tomado a escondidas, como una cámara oculta?–, un Rosas colorido, Manuelita Rosas, Agustina Rosas de Mansilla, Josefa Ezcurra. Y además de Rosas y familia, la alta sociedad de la época.
El pintor detrás de todas estas imágenes, Fernando García del Molino, había nacido en Chile en 1813 pero a los siete años ya vivía en Buenos Aires. Esas obras se exhiben ahora, y quedan muy a tono, en el bellísimo Museo Pueyrredón, de San Isidro.
“García del Molino forma el primer capítulo de la pintura argentina hecha por argentinos”, explica Patricio López Méndez, uno de los curadores de la muestra Retratos para una identidad.
La muestra se hizo a partir de una investigación minuciosa de López Méndez y otro curador, Gustavo Tudisco. Hubo que identificar personajes, armar redes sociales, trazar hipótesis sobre posibles autorías. No siempre se sabía de quién eran los cuadros. Algunos, los de funcionarios rosistas, estaban en el Museo Histórico Nacional.
Aunque había empezado a pintar a la elite en 1828, García del Molino se convirtió en el pintor ineludible entre 1837 y 1835, un momento en que las imágenes religiosas cedían lugar en las salas a los retratos de los dueños de casa y de su prosperidad. La Revolución –explican los curadores– había cambiado los parámetros de distinción. No era el origen sino la riqueza lo que daba honorabilidad. Y luego las familias construían un nombre. El registro de acontecimientos centrales ponía su granito de arena en ese sentido.
Es un recorrido por otra época en un edificio que acompaña, con jardines que caen al río.

Hasta el 15 en Rivera Indarte 48, Acassuso.


Fuente: clarin.com

PATRIMONIO: CUANDO LA HISTORIA SE QUEDA SIN SUS BIENES

Tema del domingo
Por décadas, objetos y obras de arte argentinos han desaparecido o han sido abandonados. Algunos aparecen en remates y de otros no hay rastro. Especialistas dicen que faltan políticas de Estado.
"Ejercicio Plástico". El mural restaurado de Siqueiros se exhibe gratis. Denuncian que el permiso para mostrarlo venció. /MARIA EUGENIA CERUTTI
"Ejercicio Plástico". El mural restaurado de Siqueiros se exhibe gratis. Denuncian que el permiso para mostrarlo venció. /MARIA EUGENIA CERUTTI
Silvina Heguy

El 29 de marzo de 2014 la casa de remate Stack’s Bowers Galleries vendió por 1.100.000 dólares la medalla de oro que Carlos Saavedra Lamas recibió en 1936 cuando se convirtió en el primer argentino en ser condecorado con el Premio Nobel de la Paz. La pieza por su valor en metal estaba cotizada en 9.000 dólares, pero su significado histórico lo multiplicó. Nadie sabe bien cuál fue el camino que recorrió la medalla para llegar a subasta. La empresa rematadora argumentó que su dueño era un estadounidense que la había comprado en una oficina de empeños. Meses más tarde hubo un intento desde la Cámara de Diputados para recuperarla, pero no tuvo éxito y parte del patrimonio histórico argentino ahora permanece en manos de un comprador anónimo.
Una lista de objetos perdidos atraviesa a parte del patrimonio cultural argentino. El bastón de mando y la banda presidencial del ex presidente Arturo Frondizi fueron robados de la vitrina del museo de la Casa Rosada en 2009. Cuando notaron que faltaban hicieron la denuncia aunque el robo pudo haber ocurrido meses antes. En agosto de 2007, del mismo lugar, desaparecieron el reloj chalequero y uno de pulsera de oro de los presidentes Nicolás Avellaneda y Agustín Pedro Justo. En el mismo robo desapareció la lapicera de oro de otro ex presidente: Roberto Marcelino Ortiz. En el rubro de piezas históricas robadas también aparece el reloj de Manuel Belgrano, que desapareció del Museo Histórico Nacional.
“Faltan muchas cosas”, dice Abel Ferrino, el investigador del patrimonio cultural y docente de “Tráfico de Bienes Ilícitos de Bienes Culturales”. Según Ferrino, el patrimonio no está protegido. “Es una gran deuda de la democracia: no hay una ley general destinada a preservar el patrimonio”, explica.
Si se hace un “top ten” de las grandes pérdidas del patrimonio nacional las bibliotecas privadas figurarían en la lista como un colectivo. La historia de los libros que han desaparecido parece repetir en un patrón. Los herederos del dueño de los libros los venden como piezas de colección y así ese mundo de lectura con una lógica e historia propia desaparece. Incluso muchos libros están ahora en bibliotecas de otros países.
El arquitecto Daniel Schávelzon, especialista en arqueología urbana y autor del libro “El expolio del arte en la Argentina: robos y tráfico ilegal de obras de arte”, describe a la Argentina como un país vacío en términos de patrimonio.
“Hubo un proceso real de vaciamiento. El tipo de cambio de los últimos años también favoreció para terminar de ‘exportar’ todo lo que quedaba. Si se recorren los remates ya no hay piezas como antes. Muchas de las piezas valiosas del patrimonio argentino están en el exterior. También hubo coleccionistas que se llevaron sus objetos. Ya no es la época de los 90 que hasta había grandes bandas que robaban museos”, explica. La riqueza paleontólogica argentina también fue saqueada. En 2006, el Gobierno logró impedir la venta de cuatro toneladas de fósiles en una de las ferias más importantes en el mundo de la paleontología en Arizona, EE.UU. Después de interponer un pedido a un juez norteamericano se logró repatriar un contenedor repleto de restos paleontólogicos entre los que había huevos de dinosaurios. La trama por la cual semejante cargamento salió de la Patagonia hacia el remate en EE.UU. quedó sin esclarecer. 
En este caso, como en muchos otros, cuando aparecen bienes a la venta es muy difícil que se logre determinar cómo llegaron hasta esas subastas, la mayoría en otros países.
Cuesta imaginarse a una valiosa momia de más de 2.000 años en una encomienda. Pero eso fue lo que descubrieron a través de los escaners empleados de la Aduana en mayo de 2011. El paquete venía desde Bolivia, pero la pieza arqueológica era originaria del sur de Perú y su destinatario, un argentino, que acaba de ser condenado por contrabando a 4 años de prisión, en un caso que quedará en la historia como antecedente de la lucha contra el tráfico ilícito. La sentencia de cumplimiento efectivo fue apelada. El caso sirvió también para comprobar los rumores que en el mercado del arte se venían escuchando: Argentina se ha convertido en un país de tránsito en el contrabando de bienes sobre todo arqueológicos y paleontológicos hacia Europa y Oriente.
“Las piezas vienen sobre todo de Perú -explica Ferrino-, las más buscadas son las de las culturas Moche y Paracas y las cerámicas eróticas”. En la lógica del mercado ilegal siempre se sabe que estos saqueos son por encargo de coleccionistas o museos que no cumplen con la norma de no comprar bienes de dudoso origen. 
Entre los grandes misterios de la historia del patrimonio cultural argentino ya hay robos célebres. El de la Navidad de 1980 del Museo Nacional de Bellas Artes hasta mereció un documental en la serie “El arte del robo”, que emitió Film&Arts. Mientras en la mayoría de las casas se recuperaban del brindis de Nochebuena, desaparecieron catorce cuadros de autores impresionistas entre los que había de Gauguin, Renoir y Cézanne. La pista de estas piezas se pierde hasta que en 2001 un estadounidense apareció en la rematadora Sotheby´s de Londres con las fotos de los cuadros robados para venderlos. Dos expertos viajaron a Taiwán, donde estaban, y comprobaron que eran auténticos. Argentina intentó recuperarlos pero como no había tratados con la isla la medida quedó en la nada y los cuadros volvieron a desaparecer. Un año después, un taiwanés se presentó con tres de los cuadros robados en París. Esta vez, la Justicia francesa pudo actuar y los recuperó. En 2005 fueron devueltos a Argentina. Del resto nadie sabe dónde están. Pero la causa por el robo se cerró casi inmediatamente: en 1983. La principal hipótesis extrajudicial es que los cuadros se usaron para pagar armas que Argentina no podía comprar a causa del bloqueo internacional a la dictadura militar que gobernaba el país.
Desde aquella época se han sucedido robos y en muchos de ellos han actuado bandas especializadas. Hubo picos de actividad como en 2008 cuando se estimaba que se habían robado bienes patrimoniales por 3 millones de dólares. Una de las características de este mercado ilegal es que la mayoría de las veces los ladrones actúan por encargo. Contra ellos, hay un departamento de Interpol en Argentina dedicado específicamente a este delito y leyes que protegen en particular a los bienes arqueológicos y paleontólogicos como la 25.743 del año 2003, o que regulan el movimiento de las obras de arte, sobre todo con respecto a la salida del país.
De que crezca o no el “top ten” del patrimonio descuidado depende de la voluntad política, señala Schávelzon. El último edificio declarado patrimonio cultural fue el Luna Park y ahí están en Buenos Aires la confitería El Molino que fue declarado monumento histórico en 1997 y se sigue deteriorando día a día frente al edificio del Congreso de la Nación.
“El problema es la concepción que se tiene sobre el patrimonio”, dice Schávelzon. “Su protección no es un gasto superfluo. No terminamos de entender que también sirve para ganar dinero. Muchos argentinos van a Europa a ver su patrimonio como también a México o a Perú”, insiste. La necesidad de una política de Estado, para el especialista lo esconde el gran símbolo de la recuperación del patrimonio de los últimos años: el mural de Siqueiros. La obra del artista mexicano, que estuvo abandonada en unos contenedores hasta que el Estado logró en un proceso judicial recuperarla, se exhibe gratis en el Museo del Bicentenario. Pero, según Schávelzon, los permisos de exhibición están vencidos.


Fuente: clarin.com

EL ARTE PAGA:
VENTAS POR 270 MILLONES DE DÓLARES EN UNA NOCHE


Cabeza. De Modigliani.
Cabeza. De Modigliani.

Tal vez la crisis no toque al arte y eso explique las cotizaciones millonarios de ciertas obras en Estados Unidos y en Europa. O al revés: tal vez la crisis haya convertido esas obras en refugio de valor y llevarse un cuadro de un artista consagrado sea algo así como comprar acciones de una empresa que es difícil que se caiga.
El punto es que el martes la subastadora Sothebys de Nueva York tuvo una sesión record en sus 270 años de historia: reunió 422 millones de dólares en una noche.
En esa suma pesó la escultura Chariot (Carro) del suizo Alberto Giacometti, que casi bate su propio récord al convertirse en la segunda más cara jamás subastada, cosechando 101 millones de dólares. La obra representa la figura de una diosa sobre dos ruedas. Mide casi 145 centímetros de alto y fue realizada en bronce y madera entre 1950 y 1952. En parte, el valor de esta obra se explica por la rareza de la obra, que fue pintada para enriquecer la textura del bronce.
El récord en esculturas lo mantiene hasta hoy otra obra de Giacometti (1901-1966), El hombre que marcha I, subastada en 2010 por 104 millones de dólares.


Chariot. El record de la subasta
Chariot, el record de la subasta



Otra de las piezas destacadas de la noche fue el busto Tête (cabeza), del italiano Amedeo Modigliani (1884-1920)
Esculpida entre 1911 y 1912 siguiendo la tradición egipcia, la pieza de 73 centímetros de altura cosechó 70,7 millones de dólares, un récord para una escultura del artista. Su valor estaba estimado en unos 50 millones de dólares.
Durante la velada se subastó también el lienzo Nature morte, vase aux marguerites et coquelicots (Naturaleza muerta, florero con margaritas y amapolas), del pintor holandés Vincent van Gogh, que recaudó 61,8 millones de dólares, un 20 por ciento más de lo esperado.

Nature morte, vase aux marguerites et coquelicots de Vincent Van Gogh

Con todo, pese al éxito de la subasta organizada por Sotheby's y la imponente suma recaudada, la casa está lejos de igualar los resultados de su rival, Christie's: hace justo un año, ésta juntó en una sola tarde 745 millones de dólares.



Fuente: clarín.com