SE CUMPLEN 450 AÑOS DE LA MUERTE DE MIGUEL ÁNGEL,
UN ARTISTA CENTRAL

El artista italiano fue uno de los genios del Renacimiento y realizó obras que aún siguen siendo visitadas por millones de personas. 

Mañana, 18 de febrero, van a cumplirse 450 años desde la muerte de Miguel Angel Buonarotti, el artista romano que realizó obras que lo convirtieron en uno de los genios del Renacimiento y que aún siguen siendo visitadas por millones de personas. Algunas de las más emblemáticas son los frescos que ilustran los techos de la Capilla Sixtina, así como la cúpula de la Basílica de San Pedro, en el Estado Vaticano. También su “David”, una escultura monumental que está instalada en la Galería de la Academia, en Florencia.


Fuente: Revista Ñ Clarín

BRASIL APUESTA A LOS SENTIDOS

Panorama. Al ritmo de los eventos deportivos, Río de Janeiro construye e inaugura museos que confirman el impresionante rumbo cultural del país.
Por Mercedes Pérez Bergliaffa

Ciudad maravillosa, Río de Janeiro está ahora más espléndida que nunca: en junio de este año será sede principal de la Copa Mundial de la FIFA, y en 2016 será también sede de los Juegos Olímpicos. ¿Qué tiene que ver esto con el arte? Bueno, tiene que ver: en la ciudad brasileña todo se entrelaza para ofrecer un combo realmente explosivo en pos de atraer turistas: playas increíbles unidas a lo mejor del deporte y a las industrias culturales de última generación, especialmente las relacionadas con las artes plásticas y audiovisuales. Río quiere lucirse. Por esta razón, a toda máquina y a contrarreloj como los estadios mismos se están construyendo e inaugurando deslumbrantes museos (la mayoría de arte contemporáneo), y restaurando barrios enteros, que pasarán a ser circuitos culturales. Tal es el caso del “Centro”, una zona cercana al puerto de Río y hasta hace poco olvidada. El gobierno decidió sacar la autopista “Elevado da Perimetral”, que atraviesa ese barrio –autopista que en realidad nunca debió ser construida, ya que ésa es un área de gran valor patrimonial–, y sustituirla por un túnel de 1.480 metros (“Túnel do Binário”). El cambio trae consecuencias: gracias a las explosiones para derruirla, en las casas de la zona, así como en el propio Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro (MAR), que tiene menos de un año de existencia, ya aparecen rajaduras y problemas. Sin embargo, los ingenieros sostienen que no son graves.
Además de albergar al MAR, desde hace años los grandes depósitos del barrio portuario se utilizan para guardar las escenografías de las escolas do samba que cada febrero avivan los carnavales. Este es un barrio particular: se encuentra muy cerca del centro financiero; tiene casas de grupos artísticos; contiene a Praça Mauá y a pequeños y encantadores núcleos de reunión para cantar samba al aire libre. También alberga al espectacular Centro Cultural Banco do Brasil, que hasta hace poco expuso la muestra de Yayoi Kusama producida por el Malba (no fue exactamente la misma, presentó variaciones como consecuencia de la especificidad espacial).
 
CASA DAROS. Otro de los nuevos y deslumbrantes espacios dedicados al arte contemporáneo.
CASA DAROS. Otro de los nuevos y deslumbrantes espacios dedicados al arte contemporáneo.

La zona pronto tendrá otra gran atracción: el Museo del Mañana. Diseñado por Santiago Calatrava –quien, aunque renombrado, es seguido de cerca dado que importantes construcciones suyas anteriores presentan fallas, por ejemplo, un puente en Venecia y partes del Palacio de las Artes de Valencia–, el futuro museo carioca ya comenzó a elevarse y promete ser espectacular. Desde el planteo de sus objetivos define una identidad original: “es un museo que trabajará en torno a la idea de futuro. Por lo tanto, no tendrá patrimonio”, detalla su curador principal, Luiz Oliveira, quien es… ¡científico! Porque el Museo del Mañana será un museo de ciencias; aunque no exactamente. Sigue explicando Oliveira: “El museo tendrá tres ejes principales, que presentarán temas en forma de problemas. Ellos guiarán al público a imaginar y a definir cómo podría llegar a ser el futuro de la humanidad”. Los ejes son la polaridad entre las ciencias cósmicas y las ciencias de la Tierra; las diferentes dimensiones de nuestra vida en el planeta (como la historia de la formación de la materia y la emergencia del pensamiento); y el comportamiento humano y la ética.
“El público propondrá posibles soluciones a los problemas planteados”, comenta Oliveira, “serán participantes activos. No será un museo objetual”. Para comunicar todo de una forma creativa, los ejes serán representados por obras de artistas plásticos contemporáneos. Además, la arquitectura del museo acompaña la apuesta: será sustentable, tendrá paneles solares móviles formando el techo y se alimentará del agua de la Bahía de Guanabara (ubicada a un costado). Está previsto que inaugure en marzo de 2015, cuando la ciudad cumpla 450 años.
Muy cerca del predio donde se está construyendo el museo se encuentra el MAR. Dirigido por Paulo Herkenhoff, el museo fue inaugurado en marzo de 2013, prácticamente en paralelo a la asombrosa Casa Daros, otro de los nuevos y deslumbrantes espacios dedicados al arte contemporáneo en la ciudad carioca. 
 
JULIO LE PARC. Una obra de la Colección Daros.
JULIO LE PARC. Una obra de la Colección Daros.

El movimiento no fue casual, sino que responde a la intención de posicionamiento de Río de Janeiro como un fuerte nodo cultural. Y lo están logrando. Lo ratifican la creación de ArtRio, la gran feria de arte de la ciudad (ya por su cuarta edición); y la decisión de abrir Casa Daros solamente en Río, cuando originalmente, Daros proyectaba hacer una apuesta doble y tener dos sedes que funcionaran en paralelo, una en La Habana y otra en Río de Janeiro. Finalmente se decidió abrir solamente la sede brasileña. Para ello restauraron un antiguo orfanato. Actualmente puede observarse la historia del lugar a través de la instalación de la brasileña Rosângela Rennó. También se expone allí la maravillosa muestra de Julio Le Parc (en junio vendrá al Malba), formada en su mayoría por obras de la colección Daros. Hay otro argentino que pronto expondrá en Daros: Fabián Marcaccio.
Pero hay una exposición que revela claves para comprender el rico proceso artístico de Brasil: es “Pernambuco experimental”, en el MAR. Con curaduría de Clarissa Diniz y 450 obras de Cicero Dias, Rego Monteiro, Aloísio Magalhães, Gastão de Holanda, el grupo Ave Sangria y los deslumbrantes Daniel Santiago y Paulo Bruscky, entre muchos otros, la muestra abarca el arco de la producción artística experimental de Pernambuco –al noreste de Brasil– producida entre 1900 y 1980. Con fondo de frevo antiguo (un ritmo oriundo del Nordeste), la exposición tiene obras que lo tocan todo, también parte de nuestra historia del arte: allí están esas “Partituras” –como las de José Claudio, de 1969, y las de Montez Magno, de 1970 y 1972–, similares a las de León Ferrari de los 60. Y tiene las fotos de Hélio Oiticica trabajando en Recife en 1979. También hay documentación: “Geografía del hambre” (1946) de Josué de Castro –criado cerca de Recife– abordando el hambre como problema histórico en la región. De Castro, junto a Bruscky, Santiago, José Cláudio y Unhandeijara Lisboa, compartían la preocupación de convertir al arte y el pensamiento en herramientas de lucha en una sociedad desigual. El cartel que sostiene Santiago –de 1982 y de una lucidez dolorosa– lo resume: “El Brasil es mi abismo”. Pero la obra de Bruscky –una simple fotocopia– mantiene vigencia. “Su actitud política es más importante que los políticos”, dice en ella. ¡Amén, Bruscky! Y larga vida a una nueva y espléndida Río de Janeiro: ella no hace más que indicar el nuevo e impresionante rumbo cultural de Brasil.

Fuente: Revista Ñ Clarín

SIN RESTRICCIONES Y CON LUJO:
LAS CONDICIONES PARA VENDER ARTE

Hubo récord de ventas en 2013. A los nuevos compradores ya no los mueve el “amor al arte”. Ven el coleccionismo como sinónimo de hacer dinero
Mientras el mercado del arte bate sus récords históricos –en 2013 el producto de las subastas alcanzó los 12.050 millones de dólares, lo que supuso una subida del 13% respecto al año anterior–, el galerista escocés Michael Findlay, que promovió los primeros retratos realizados por Andy Warhol y fue director Internacional de Arte de la casa de subastas Christie’s hasta el año 2000, afirma que el coleccionismo ha cambiado con el tiempo, que el coleccionista de antes se guiaba por su amor a las obras y el de ahora se mueve por criterios económicos. “Hoy vivimos en una cultura monetarizada en la que el coleccionismo se entiende como sinónimo de hacer dinero”, subrayó el galerista, afincado en Nueva York desde hace décadas, en una entrevista con EFE en Barcelona.
Ante la pregunta de cuáles son las características que debe reunir una ciudad para convertirse en un punto clave para el mercado del arte, Findley lo tuvo claro: “Debe ser un lugar donde no haya muchas restricciones burocráticas, tiene que disponer de una red de coleccionistas y de buenos servicios como restaurantes de prestigio y hoteles lujosos”, afirmó, y añadió: “A los marchantes les gusta vivir bien”.
El experto se cuestionó también el porqué de la importancia del precio de una obra de arte y se respondió diciendo que “es un tema privado que no tiene ninguna relación con la calidad de la obra sino del contexto en el que la venta tiene lugar”.
Aseguró además que fijar el precio de las obras de arte sólo tiene efectos negativos como que la gente se interese por el nombre del pintor y, a modo de broma, señaló: “Yo quitaría los nombres de los autores de los museos, así el público vería colores y formas y no millones de dólares enmarcados”.
Así las cosas cabe recordar cuál fue el “nombre” que resonó a fines de 2013: el del artista irlandés Francis Bacon, cuya obra “Tres estudios de Lucian Freud” se vendió por 127 millones de dólares, convirtiéndose en la obra más cara vendida en una subasta.

Fuente: Revista Ñ Clarín


PARTÍCULAS ELEMENTALES

En un libro de artista, Matilde Marín conjuga imágenes que recolectó con textos de José Emilio Burucúa y música de Marta Lambertini que invocan al humo, índice de celebración y tragedia.
Las obras, las ideas y los proyectos de arte suelen merodear por lugares diversos. Lo hacen en galerías, museos, centros culturales, páginas de Internet pero también cuando asumen el formato de un libro. Aunque por momentos problemática, la relación que entablan es interesante y llega a ser de una complementariedad enorme. A punto tal, que muchos artistas han hecho del género “libro de artista” un formato clave de capítulos importantes de su producción. Hay ejemplos de cambios radicales como el que va de la rotunda obra en el espacio de Richard Serra a sus dibujos, otros no tanto como las caligrafías de Cy Twombly y los proyectos conceptuales de Sophie Calle que asumen formatos libertarios.
Cerca nuestro, Matilde Marín es una de las artistas que ha puesto mayor interés en ese formato. Y probablemente hacia allí apunte la serie de fotografías que inaugura hoy en la galería Sicart de Barcelona y lleva por título El arte como palabra, una forma de entender el mundo que comenzó con un registro fotográfico que la artista tomó en el Centro Pompidou en 1998. “La verité changera l’Art” decía aquel letrero que llamó su atención y se convirtió en el punto de partida de este conjunto que presenta ahora en Barcelona hilvanando una sucesión de hallazgos de imágenes que hacen foco en los usos de la palabra “arte”.
Casi de manera simultánea, Marín focalizó su mirada en otro tipo de imágenes asociadas entre sí que, como en este caso, se fueron articulando en serie. Pero en lugar de convertirse en una muestra, fueron tomando la forma de un bello libro que lleva por título Cuando divisé el humo azul de Itaca . Para él contó con la participación de José Emilio Burucúa, quien aportó al proyecto un bello rastreo de humos en la literatura y la historia, y la de Marta Lambertini que compuso seis piezas para violín y piano que acompañaron la presentación del libro en el Centro de Experimentación del Teatro Colón en 2012.
El protagonista en este caso es el humo, índice de situaciones felices y de tragedias. Fue a raíz de los acontecimientos que se sucedieron en nuestro país a partir de diciembre de 2001 que Marín empezó a interesarse por este particular signo que, según pudo comprobar de a poco, no era fruto de la convulsión particular que vivía el país sino recorría tiempos distintos y diversas geografías. La artista lo comprendió así cuando se puso a coleccionar imágenes en las que el humo, por una razón u otra, tenía especial relevancia. Rastreó humos según la fuerza de sus imágenes o los acontecimientos que aludían. Los diarios fueron la fuente privilegiada para el archivo que armó con esas imágenes “humeantes” que ilustraban las noticias del día a día. Así, la acumulación de todo ese material la llevó a armar una cronología de acontecimientos diversos. Ya podía ser la conmemoración del estreno de El acorazado Potemkin , que utilizaba un still de la película, un momento de La batalla de Argelia de Pontecorvo, el festejo del cumpleaños del Dalai Lama o la Fumata blanca que anunciaba la elección de Juan XXIII. “Todo esto me llevó a reflexionar sobre un devenir de la historia que puede ser leído a través del humo”, cuenta Marín. “Fue allí que sentí que el formato ideal para ese material que había juntado y fotocopiado debía ser una publicación. Hablé sobre este proyecto con Burucúa quien me sugirió que, dado que allí se filtraba la historia, incluyera textos en los que se hablara del humo”.
La selección que él hizo resultó un aporte fundamental al “libro de artista” concebido por Marín. En diálogo con sus imágenes ordenó un recorrido memorable, pródigo en citas que van desde el Génesis a Auschwitz a través de la mitología griega, La Ilíada y La Odisea , La Comedia del Dante, pasajes de Romeo y Julieta y Lady Macbeth . Pero también de extraños textos místicos del siglo XVII, y algunos referidos a los cambios que introdujo la Revolución Industrial en el paisaje londinense junto a los humos rojos de la Pampa que emergen en La cautiva de Esteban Echeverría.
Con ese material dialogan las imágenes de Marín y también las piezas para violín y piano que compuso Marta Lambertini y llevan sugestivos títulos como El humo de la despedida, El humo de la melancolía o El humo de los Dioses. Uno de los textos más interesantes que seleccionó Burucúa refiere a las reflexiones sobre la representación del humo según Leonardo da Vinci. Inspirada en ese texto, Lambertini compuso una de sus piezas. Luego el diseño de Manuela López Anaya respetó el deseo de Marín de subrayar la impronta gráfica que denuncia la procedencia de las imágenes. Otro deseo de la artista fue que el título remitiera al regreso de Ulises a su Itaca natal e incluir el azul de ese humo anhelado, que aunque no responde al texto original, los autores del libro consideraron “una invención dichosa” de algunos traductores que decidieron respetar.

Fuente: Revista Ñ Clarín

UN DOCUMENTAL SOBRE VAN GOGH
HECHO CON PINTURAS AL ÓLEO

Una productora audiovisual británica y una ilustradora polaca están trabajando en una película documental que narre la vida y la obra del artista. 





En 2015 se cumplirán 125 años de la muerte del pintor holandés Vincent Van Gogh, ícono del impresionismo y autor de obras celebradas como La noche estrellada. Una productora audiovisual británica y una ilustradora polaca están trabajando en una película documental que narre la vida y la obra del artista. Para eso, cada fotograma se realizará con una pintura al óleo, emulando la técnica utilizada por el holandés. En total, se usarán alrededor de 56.000 lienzos basados en las obras maestras de Van Gogh.


Fuente: clarin.com

HALLAN 60 OBRAS QUE SE SUMAN AL PRESUNTO "TESORO NAZI"

Estaban en una de las casas del anciano al que le confiscaron unos 1.400 originales en 2012. Hay trabajos de Picasso, Renoir y Monet que podrían haber sido robados a víctimas del nazismo.

Las más de 1.400 obras de arte que el Estado alemán se llevó en febrero de 2012 del departamento de Munich que pertenece a Cornelius Gurlitt, un anciano de 81 años, no son las únicas del presunto “tesoro nazi” que se dio a conocer en noviembre del año pasado: ayer, el vocero de Gurlitt anunció que su representado guardaba unas 60 obras más en su casa en Salzburgo, Austria. Monet, Renoir y Picasso fueron autores de algunos de los trabajos que se confiscaron el lunes, según detalló Stephan Holzinger, portavoz de quien se autoproclama único dueño de todas esas obras, cuya procedencia está bajo la lupa porque podrían haber sido sustraídas por el régimen nazi a sus propietarios legítimos.
Holzinger aseguró que las 60 obras que fueron decomisadas de la casa que Gurlitt tiene en uno de los barrios más acomodados de la ciudad natal de Mozart “ya están en un lugar seguro”, para que el Estado alemán pueda investigar su procedencia.
Es que justamente es la llegada de esos trabajos –hay pinturas, pero sobre todo dibujos y grabados, y firmas como las de Eugène Delacroix, Henri Matisse, Auguste Rodin, Marc Chagall, Edvard Munch y Max Liebermann– a la familia Gurlitt, lo que investiga actualmente la Justicia alemana.
Hildebrand, el padre de Cornelius y su ejemplo inalcanzable de vida, fue marchante de arte, galerista y hasta dirigió algún museo. Cuando el nazismo llegó al poder, fue uno de los pocos marchantes autorizados por el régimen a comerciar lo que el propio nacionalsocialismo denominó “arte degenerado”: todo aquello que por su modernidad merecía ser prohibido por todo fascismo que se preciara. Aunque su hijo haya asegurado al diario alemán Der Spiegel que el galerista compraba algunas obras para “salvarlas del fuego” nazi, la sospecha es que se haya apropiado –o comprado en condiciones muy desfavorables para quien huía o se deshacía de preciados bienes en medio de la desesperación– de al menos varias centenas de las obras que el Estado alemán confiscó a Cornelius Según la fiscalía, las instituciones o galerías que exponían ese “arte degenerado” –que incluía trabajos, por ejemplo, de Munch y Chagall– o las familias judías que hubieran tenido su colección privada de arte, podrían haber sido víctimas del expolio que condujo las obras hasta Hildebrand Gurlitt.
Los funcionarios que bajaron de una pared de Munich una pintura de Liebermann, sacaron de un placard otra de Chagall y envolvieron con cartones más de un millar de obras, son para Cornelius “los extraños”, tal como los definió en Der Spiegel. “Con los cuadros podría haber esperado a la muerte. No hay nada en mi vida a lo que haya querido más que a mis cuadros”, dijo en noviembre. Gurlitt transitó su vida dedicándose a admirar a su padre, que murió en 1956, y a vincularse con esas obras que lo rodearon en Dresde, en Salzburgo, y en Munich, lugar que señala como “el origen de toda desgracia” en alusión al discurso programático que Hitler pronunció en esa ciudad.
“Espero que todo se aclare rápidamente y me los devuelvan”, dijo hace algunos meses. Ahora que el “tesoro nazi” se amplió, puede haber más familias interesadas en revisar el inventario que Alemania ha ido revelando fragmentariamente. Aunque Gurlitt haya asegurado que “voluntariamente no devolverá ni una obra”.

Fuente: clarin.com

EL MUNDO DEL ARTE EN SOLFA

El artista mexicano Pablo Helguera, desde el corazón del ámbito artístico, se ríe de su solemnidad habitual.








Reserva. “Siempre les digo a los coleccionistas que es mejor no conocer al artista: mantiene el misterio vivo”, se justifica un galerista, según Helguera.

Por Mercedes Pérez Bergliaffa

 

Sobre la pared se ven, gigantes, los retratos de diferentes artistas plásticos, todos con un look vanguardista, “de avanzada”. Al costado de cada uno aparece escrita una descripción. “Vive entre Berlín y Nueva York”, es la de uno con anteojos. “Vive y trabaja en Facebook”: uno con bigotitos. La descripción de una artista de pelo corto: “Vive entre una ciudad como París, culturalmente chic, y un país azotado por la guerra desde el que informa sobre su obra”. La de uno con gorrito: “Vive entre Amsterdam, El Cairo, Panamá y las cataratas del Niágara, por lo tanto, no tiene demasiado tiempo para trabajar”. El último, uno con cabello ralo: “Pretende vivir en Londres pero en realidad está anclado en Wyoming”.
Señores, estas viñetas –que son, en realidad, una gran tomada de pelo al mundo del arte– están dedicadas a los artistas, a reírse un poco de la forma en que ellos mismos se presentan ante el mundo del arte. La historieta hace pie en la forma que adoptaron los museos durante los últimos años para referirse a un artista describiendo los países en los que vivió y vive en la actualidad. Fíjese usted mismo si va, por ejemplo, al MALBA, que en las referencias ubicadas al costado de cada obra se menciona el lugar de origen y el recorrido “geográfico” de cada artista como parte fundamental de su historial.

Volátil. “Por favor, sin documentar. Esta es una obra efímera”, dice ¿Moisés? al dividir las aguas que pronto volverán a reunirse.
Quien se anima a reírse así del sistema del arte lo hace ni más ni menos que desde el corazón mismo de lo más selecto del mundillo artístico: se trata del artista mexicano Pablo Helguera, quien expone estas gigantescas y ácidas historietas llamadas Artoons sobre los muros de la formidable Casa Daros de Río de Janeiro –que posee una de las colecciones más importantes de arte contemporáneo latinoamericano– y quien a su vez trabaja en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). Por lo tanto, tiene roce constante y gran desfile de todo tipo de fauna artística.
Pero la cosa no se agota con los artistas. Postula Helguera en otra de sus historietas: “Los curadores son los nuevos artistas/ Los coleccionistas son los nuevos curadores/ Las “socialités” son los nuevos teóricos/ Los artistas piensan que todo se trata sobre ellos”. Por supuesto que en el mundo del arte no caen demasiado bien, a veces, estos Artoons; pero nadie lo confiesa de manera directa.
El propio Helguera comenta desde Nueva York, cuando Clarín le pregunta cómo recibe el público especializado sus historietas: “Creo que las risas que generan los Artoons tienen un componente de risa nerviosa porque en el fondo, todos nos sentimos aludidos”. Agrega luego Helguera: “Recuerdo que una vez hice un Artoon sobre coleccionistas teniendo a uno determinado en mente. Y él, sin darse cuenta, se rió mucho y se burló de ‘aquellos coleccionistas’ que yo representaba en el Artoon y que eran, en realidad, él mismo”.

Pop. “Te dije que no había que quedarse cerca de Lichtenstein”, le dice un reptil liso a otro, que fue “víctima” de los puntos emblemáticos que el artista neoyorquino fallecido en 1997 incluyó en muchísimas de sus obras.
-¿Le pasó alguna otra cosa curiosa con sus Artoons?

-Sí. Una vez una galerista que luego fue acusada de fraude, poco antes de eso me preguntó si me podía comprar un Artoon en el que aparecían dos ladrones robándose una pintura de una casa particular. Uno le decía al otro: “Básicamente, la idea de intercambiar arte por dinero siempre me pareció muy vulgar”.
- ¿Por qué decidió hacer los Artoons, cuál fue su necesidad?

-Cuando entré a Facebook no quería poner fotos familiares aburridas, como hace la mayoría de la gente. Por otro lado quería poner algo que pudiera verse en 10 segundos, al ritmo de ese medio. Así surgieron los Artoons.
- ¿Cree que es una forma de mostrar el mundo del arte en clave de sátira?

-Sí.

Siempre me exasperó que el mundo del arte se tome a sí mismo tan en serio y que tampoco tenga un sentido crítico sobre sí. Por eso, los Artoons no son sobre arte, sino sobre la sociedad artística que los crea, los valora y que se posiciona en torno a ellos.

Arte conceptual. “Es un video largo. Comenzamos a verlo en 1979”, señala la pareja que se retira de la muestra. La barba da crédito a esas palabras.
Fuente: clarin.com