Panorama. Al ritmo de los eventos deportivos, Río de Janeiro construye e inaugura museos que confirman el impresionante rumbo cultural del país.
MAQUETA. El Museo del Mañana, diseñado por Santiago Calatrava, abrirá en 2015.
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Por Mercedes Pérez Bergliaffa
Ciudad maravillosa, Río de Janeiro está ahora más espléndida que nunca: en junio de este año será sede principal de la Copa Mundial de la FIFA, y en 2016 será también sede de los Juegos Olímpicos. ¿Qué tiene que ver esto con el arte? Bueno, tiene que ver: en la ciudad brasileña todo se entrelaza para ofrecer un combo realmente explosivo en pos de atraer turistas: playas increíbles unidas a lo mejor del deporte y a las industrias culturales de última generación, especialmente las relacionadas con las artes plásticas y audiovisuales. Río quiere lucirse. Por esta razón, a toda máquina y a contrarreloj como los estadios mismos se están construyendo e inaugurando deslumbrantes museos (la mayoría de arte contemporáneo), y restaurando barrios enteros, que pasarán a ser circuitos culturales. Tal es el caso del “Centro”, una zona cercana al puerto de Río y hasta hace poco olvidada. El gobierno decidió sacar la autopista “Elevado da Perimetral”, que atraviesa ese barrio –autopista que en realidad nunca debió ser construida, ya que ésa es un área de gran valor patrimonial–, y sustituirla por un túnel de 1.480 metros (“Túnel do Binário”). El cambio trae consecuencias: gracias a las explosiones para derruirla, en las casas de la zona, así como en el propio Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro (MAR), que tiene menos de un año de existencia, ya aparecen rajaduras y problemas. Sin embargo, los ingenieros sostienen que no son graves.
Ciudad maravillosa, Río de Janeiro está ahora más espléndida que nunca: en junio de este año será sede principal de la Copa Mundial de la FIFA, y en 2016 será también sede de los Juegos Olímpicos. ¿Qué tiene que ver esto con el arte? Bueno, tiene que ver: en la ciudad brasileña todo se entrelaza para ofrecer un combo realmente explosivo en pos de atraer turistas: playas increíbles unidas a lo mejor del deporte y a las industrias culturales de última generación, especialmente las relacionadas con las artes plásticas y audiovisuales. Río quiere lucirse. Por esta razón, a toda máquina y a contrarreloj como los estadios mismos se están construyendo e inaugurando deslumbrantes museos (la mayoría de arte contemporáneo), y restaurando barrios enteros, que pasarán a ser circuitos culturales. Tal es el caso del “Centro”, una zona cercana al puerto de Río y hasta hace poco olvidada. El gobierno decidió sacar la autopista “Elevado da Perimetral”, que atraviesa ese barrio –autopista que en realidad nunca debió ser construida, ya que ésa es un área de gran valor patrimonial–, y sustituirla por un túnel de 1.480 metros (“Túnel do Binário”). El cambio trae consecuencias: gracias a las explosiones para derruirla, en las casas de la zona, así como en el propio Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro (MAR), que tiene menos de un año de existencia, ya aparecen rajaduras y problemas. Sin embargo, los ingenieros sostienen que no son graves.
Además de albergar al MAR, desde hace años los grandes depósitos del barrio portuario se utilizan para guardar las escenografías de las escolas do samba que cada febrero avivan los carnavales. Este es un barrio particular: se encuentra muy cerca del centro financiero; tiene casas de grupos artísticos; contiene a Praça Mauá y a pequeños y encantadores núcleos de reunión para cantar samba al aire libre. También alberga al espectacular Centro Cultural Banco do Brasil, que hasta hace poco expuso la muestra de Yayoi Kusama producida por el Malba (no fue exactamente la misma, presentó variaciones como consecuencia de la especificidad espacial).
CASA DAROS. Otro de los nuevos y deslumbrantes espacios dedicados al arte contemporáneo. |
La zona pronto tendrá otra gran atracción: el Museo del Mañana. Diseñado por Santiago Calatrava –quien, aunque renombrado, es seguido de cerca dado que importantes construcciones suyas anteriores presentan fallas, por ejemplo, un puente en Venecia y partes del Palacio de las Artes de Valencia–, el futuro museo carioca ya comenzó a elevarse y promete ser espectacular. Desde el planteo de sus objetivos define una identidad original: “es un museo que trabajará en torno a la idea de futuro. Por lo tanto, no tendrá patrimonio”, detalla su curador principal, Luiz Oliveira, quien es… ¡científico! Porque el Museo del Mañana será un museo de ciencias; aunque no exactamente. Sigue explicando Oliveira: “El museo tendrá tres ejes principales, que presentarán temas en forma de problemas. Ellos guiarán al público a imaginar y a definir cómo podría llegar a ser el futuro de la humanidad”. Los ejes son la polaridad entre las ciencias cósmicas y las ciencias de la Tierra; las diferentes dimensiones de nuestra vida en el planeta (como la historia de la formación de la materia y la emergencia del pensamiento); y el comportamiento humano y la ética.
“El público propondrá posibles soluciones a los problemas planteados”, comenta Oliveira, “serán participantes activos. No será un museo objetual”. Para comunicar todo de una forma creativa, los ejes serán representados por obras de artistas plásticos contemporáneos. Además, la arquitectura del museo acompaña la apuesta: será sustentable, tendrá paneles solares móviles formando el techo y se alimentará del agua de la Bahía de Guanabara (ubicada a un costado). Está previsto que inaugure en marzo de 2015, cuando la ciudad cumpla 450 años.
Muy cerca del predio donde se está construyendo el museo se encuentra el MAR. Dirigido por Paulo Herkenhoff, el museo fue inaugurado en marzo de 2013, prácticamente en paralelo a la asombrosa Casa Daros, otro de los nuevos y deslumbrantes espacios dedicados al arte contemporáneo en la ciudad carioca.
JULIO LE PARC. Una obra de la Colección Daros. |
El movimiento no fue casual, sino que responde a la intención de posicionamiento de Río de Janeiro como un fuerte nodo cultural. Y lo están logrando. Lo ratifican la creación de ArtRio, la gran feria de arte de la ciudad (ya por su cuarta edición); y la decisión de abrir Casa Daros solamente en Río, cuando originalmente, Daros proyectaba hacer una apuesta doble y tener dos sedes que funcionaran en paralelo, una en La Habana y otra en Río de Janeiro. Finalmente se decidió abrir solamente la sede brasileña. Para ello restauraron un antiguo orfanato. Actualmente puede observarse la historia del lugar a través de la instalación de la brasileña Rosângela Rennó. También se expone allí la maravillosa muestra de Julio Le Parc (en junio vendrá al Malba), formada en su mayoría por obras de la colección Daros. Hay otro argentino que pronto expondrá en Daros: Fabián Marcaccio.
Pero hay una exposición que revela claves para comprender el rico proceso artístico de Brasil: es “Pernambuco experimental”, en el MAR. Con curaduría de Clarissa Diniz y 450 obras de Cicero Dias, Rego Monteiro, Aloísio Magalhães, Gastão de Holanda, el grupo Ave Sangria y los deslumbrantes Daniel Santiago y Paulo Bruscky, entre muchos otros, la muestra abarca el arco de la producción artística experimental de Pernambuco –al noreste de Brasil– producida entre 1900 y 1980. Con fondo de frevo antiguo (un ritmo oriundo del Nordeste), la exposición tiene obras que lo tocan todo, también parte de nuestra historia del arte: allí están esas “Partituras” –como las de José Claudio, de 1969, y las de Montez Magno, de 1970 y 1972–, similares a las de León Ferrari de los 60. Y tiene las fotos de Hélio Oiticica trabajando en Recife en 1979. También hay documentación: “Geografía del hambre” (1946) de Josué de Castro –criado cerca de Recife– abordando el hambre como problema histórico en la región. De Castro, junto a Bruscky, Santiago, José Cláudio y Unhandeijara Lisboa, compartían la preocupación de convertir al arte y el pensamiento en herramientas de lucha en una sociedad desigual. El cartel que sostiene Santiago –de 1982 y de una lucidez dolorosa– lo resume: “El Brasil es mi abismo”. Pero la obra de Bruscky –una simple fotocopia– mantiene vigencia. “Su actitud política es más importante que los políticos”, dice en ella. ¡Amén, Bruscky! Y larga vida a una nueva y espléndida Río de Janeiro: ella no hace más que indicar el nuevo e impresionante rumbo cultural de Brasil.
Fuente: Revista Ñ Clarín
Fuente: Revista Ñ Clarín