Artistas de primer nivel expondrán en donde estaba la usina de los Molinos Río de la Plata.
Los Molinos
Por Silvia Naishtat
Len Blavatnik no pudo tomar el avión ni el día y dejará de
participar en la fiesta más glamorosa que tendrá esta noche la Ciudad.
El socio inversor de Alan Faena, conocido como el zar de la industria
musical, tras su multimillonaria adquisición de Warner Music en US$
3.300 millones, se perderá lo que es un hito para el barrio más joven de
Buenos Aires: la inauguración del Faena Arts Center en Puerto
Madero. La inversión de US$ 15 millones lo posiciona entre los mayores
desembolsos para un centro cultural en la Argentina. El Malba, por citar
un caso, requirió US$ 25 millones. A simple vista, los pisos de mármol
de Carrara, la escalinata y sus dimensiones lo confirman.
La
fórmula de Faena es sencilla. Llegó al otro lado de Puerto Madero cuando
todo era pantano, baldío y abandono y compró siete manzanas. Desde
entonces, se dedicó a armar un barrio dentro del barrio y a construir
una marca para cada uno de sus emprendimientos.
Primero fue el
afamado diseñador Philippe Starck para el hotel y últimamente el
arquitecto inglés sir Norman Foster. Solo así se explica que sus
propiedades tengan cotizaciones únicas como los US$ 9.000 el metro
cuadrado de las residencias con el sello de Foster que se entregan el
próximo marzo. El 75% está vendido y el grueso de los compradores son
argentinos.
Para el Faena Arts Center convocó al Picasso de estos
tiempos, el artista brasileño Ernesto Neto, y en un mecenazgo particular
Faena destinó US$ 500.000 para el desarrollo de una obra especialmente
diseñada para el lugar. Neto estuvo seis meses tejiendo en crochet una
producción que deja boquiabierto.
Con la vestimenta blanca que lo
caracteriza y gestos de tranquilidad asombrosa, Faena vive los 4.000
metros cuadrados que dedica al arte y a la experimentación como una
conquista. “Lo destino a la cultura en vez de al negocio inmobiliario.
Para mí, tiene un valor extraordinario”, le dice a Clarín.
El
lugar no sugiere un museo tradicional. Y emerge en lo que fue la
antigua sala de máquinas de un edificio industrial del año 1900. Allí
funcionaba uno de los primeros y mayores molinos del país. Pertenecía a
la firma Molinos.
El Arts Center comparte espacio con viviendas y
locales del complejo Los Molinos, reconstruido por Faena tras una
inyección de US$ 50 millones.
LOS MOLINOS
El Faena Arts Center funcionará donde estaba la sala de máquinas de los Molinos Río de la Plata.
El edificio fue recuperado e inaugurado hace dos años como Los Molinos Building, con viviendas, oficinas y locales.
Con el flamante espacio para exposiciones se completa el Faena Art District en Puerto Madero.
DIMENSIONES PARA CREAR SIN LÍMITES
SALA MOLINOS. TIENE 630 M2 Y EL TECHO ESTA A 10 METROS DE ALTURA
El
Faena Arts Center –Azucena Villaflor 460, Puerto Madero– está situado
en el corazón de uno de los primeros grandes molinos del país. Esta
tarde y después de una inversión de 14 millones de dólares se convertirá
en un lugar –4000 metros cuadrados– dedicados a diversas disciplinas
artísticas. La entrada costará 20 pesos. Tiene dos enormes y
luminosas salas blancas para exposiciones paralales. Cada una tiene una
superficie de 630 metros cuadrados. La sala Catedral, en la planta baja,
es un espacio convencional de exhibición. Pero impacta la sala Molinos,
en el piso superior con un techo a 10 metros de altura. “Es un
espacio para las vanguardias artísticas, no convencional, que faltaba en
Buenos Aires”, dice Ximena Caminos, directora creativa del Faena Group.
Aquí habrá talleres y se otorgarán becas. Faena asegura: “Queremos
tener a nuestros artistas”. Por ahora están confirmados 3 extranjeros:
el británico Richard Long y los diseñadores brasileños Humberto y
Fernando Campana. Fuente: clarin.com
Jugaba de delantero en las inferiores de un club santafesino, pero cuando conoció el Colón se enamoró.
POSE. TIENE 18 AÑOS Y VIVIÓ EN PENSIONES. SU PADRE VENDIÓ EL AUTO PARA QUE ÉL PUDIERA VIAJAR A BUENOS AIRES.
Por Victoria De Masi
Aquella tarde en San Jerónimo, al sur de Santa Fe, se jugaba el
clásico sancarlino. Después de un córner que terminó en rebote para su
equipo, a Guillermo Boccardo la pelota le cayó en los pies. El pibito
–el 10 en la espalda, un mechón rubio sobre la frente–, corrió y corrió,
y en ese contraataque levantó el polvo del potrero. “Desde afuera del
área le metí un zapatillazo que terminó en un gol al ángulo memorable”,
repasa Guille. Poco queda de ese nene que festejaba los goles del Club
Infantil de Fútbol metiéndose en el barro. Espalda erguida, cuello
largo, 18 años: lo recuerda vestido con calzas y suspensor. Este año lo
convocaron para formar parte del Ballet Estable del Teatro Colón, uno de
los más prestigioso del mundo.
Para esa época –2003–, lo
invitaron a hacer una recorrida por el mítico teatro. Quedó hipnotizado.
No recuerda si lo encandiló el oro de las molduras, el telón que caía
pesado sobre el escenario o la pana roja de las butacas. A esa altura,
con 11 años, ya repartía el tiempo entre la escuela de danzas de su
pueblo y el fútbol. Era delantero de su equipo. Pero la danza clásica lo
apasionaba. “Mi mamá me anotó para dar el examen. Fueron tres: el
técnico, el físico y el de ritmo. A los días me aceptaron como alumno.
Sentía que no estaba preparado, pero quise hacerlo”, cuenta Guille.
La
mudanza no fue sencilla. Los Boccardo no tenían suficiente dinero para
que su hijo del medio se fuera con algo de plata. Patricia y Carlos, sus
papás, descontaban la posibilidad de acompañarlo: Guille empezaría su
carrera solo, en la gran ciudad. Al día siguiente de la noticia, el
cartel de venta colgaba del espejo del Citroën blanco. Era la ofrenda –y
el sacrificio– de papá, mecánico. Alguien del pueblo se lo llevó por
$900. Patricia hizo empanadas y pastelitos y salió a venderlos.
Guillermo juntó botellas y cartones. Y cuando terminaba febrero se bajó
del micro, de noche, en Retiro. Era alto pero todavía no había cumplido
los 12.
“Me asustaba el ruido las sirenas de las ambulancias. La
terminal de Retiro me daba miedo. Estaba perdido con tantas líneas de
colectivos y no entendía las combinaciones de subtes. Pero sobre todo le
tenía pánico a la exigencia, presión y disciplina que impone la escuela
del Colón”, confía el bailarín, mientras se estira las medias blancas,
parte reglamentaria del uniforme. Primero vivió en la casa de un
compañero, hasta que el intendente de su pueblo le ofreció instalarse en
lo de unos familiares en Congreso. Después vivió en pensiones en Flores
y en Once. Hoy comparte un departamento en La Boca con su hermana y
futbolistas.
Guillermo ya pisó el escenario del Colón. Fue
figurante en Manón. Figurante es quien actúa en vez de bailar. “Fui
cochero, lacayo y mendigo. Son papeles importantísimos para cualquier
alumno del Colón. Pero –confiesa– que yo quería bailar”.
Todos
los días desde hace siete años, Guillermo ensaya y estudia por la mañana
y la noche.Son ocho horas diarias, menos los domingos. En el corte de
la tarde, va al gimnasio o toma clases particulares de danza clásica.
“Hay que despejarse de la vida en la clase y en el ensayo. No hay
problemas de plata, familia ni novias. Lo que hay es un piano que marca
un ritmo y un cuerpo que se mueve. El maestro nos dice: yo les doy la
llave, pero la puerta deben abrirla ustedes”.
Y una tarde, una
igual a las anteriores, rutinaria y exigente, alguien lo paró en el
pasillo. “Alumno, dígame su nombre”. Quien preguntaba era una de las
maestras que dirige a los mejores bailarines del Colón. “Guillermo
Boccardo”, contestó. “Mañana lo necesito para ensayar con el Ballet
Estable. Sea puntual”. Esa fue su puerta.
Ahora, en el Ballet, la
tarea de Guillermo es aprender cada uno de los pasos de las variaciones
masculinas. Es el reemplazante de cualquier figura. Y es, también, un
paso para convertirse en el príncipe del Lago de los Cisnes o de
Cascanueces.
Es un día dorado, pero el sol no toca el telón
cortafuego del escenario del Colón. Debajo está la fosa, un agujero
musical donde dormita el arpa en su estuche negro. En la sala, bajo los
palcos mudos, se mueven las franelas repasando las molduras. Las butacas
ordenan la geografía desde el imperativo de la pana roja. Y entre todo,
Guillermo, que ahora se despega del piso en un salto y parece una
gacela.
BILLY ELLIOT, EL CINE LO CONTÓ
Estrenada en 2000, Billy Elliot cuenta la historia de un chico de 11
años cuyo padre, viudo y minero en la Inglaterra en crisis de los
primeros 80, lo anota para que aprenda a boxear. Pero Billy, lejos de
interesarse por los golpes, queda cautivado con la clase de danza que
dictan al lado. A escondidas, comienza a practicarla. Tiene talento.
Enterado, su padre se escandaliza, pero luego afloja y lo acompaña a la
Royal Academy. Con música de T-Rex y de The Clash, y con 3 nominaciones
al Oscar, resultó un retrato lleno de magia y ternura.
El pintor lo habría ocultado para evitar represalias una vez vencido Napoleón.
A LA IZQUIERDA, EL CUADRO QUE SE VEÍA EN EL MUSEO RIJKS, DE AMSTERDAM. A LA DERECHA, EL RETRATO QUE ESTABA PINTADO DEBAJO Y QUE TIENE DIEZ
AÑOS MÁS QUE EL QUE ESTABA VISIBLE. LOS EXPERTOS SUPONEN QUE SE TRATA
DE UN MILITAR DE ALTO GRADO QUE ACOMPAÑÓ A JOSÉ BONAPARTE.
Escondido. Oculto. Rezagado. Un magnífico retrato pintado por
el genial Goya fue descubierto debajo de la obra "Retrato de Don Ramón
Satué", una de las obras célebres del artista.
Así lo anunció el museo Rijksmuseum de Amsterdam.
Con
una técnica desarrollada conjuntamente por la Universidad de Amberes y
la de Delft, que utiliza rayos X fluorescentes y permite detectar toda
la gama de color y pigmentos que hay debajo de un cuadro sin necesidad
de tocar la superficie, fue posible realizar el hallazgo.
Bajo el
cuadro del juez español Ramón Satué se puede ver otro retrato; un
general del Ejército de Caballería del imperio napoleónico. Las
autoridades del museo aseguran que el retrato oculto fue pintado diez
años antes que la célebre obra de Goya.
Las autoridades del museo
no descartan que se trate de José Bonaparte hermano del emperador, ya
que cuenta con las máximas distinciones de la orden. Sin embargo, el
rostro que aparece bajo la cara de Ramón Satué no ofrece los detalles
suficientes como para ser identificado.
Este cuadro se encuentra
temporalmente en el museo Bojimans Van Beuningen de Rotterdam mientras
concluyen las obras de ampliación del Rijksmuseum, previstas para 2013.
Es la única obra de Goya en los Países Bajos.
Francisco de Goya (1746–1828) es uno de los pintores españoles
más importantes de la Historia. Además, quizás sea el artista muerto a
quien más obras “nuevas” se le atribuyen. Ayer sumó una nueva pintura a
su producción “póstuma”: un grupo de investigadores del Rijksmuseum de
Amsterdam, uno de los más importantes de Holanda, dio a conocer un
retrato de un subalterno de José Bonaparte –el hermano de Napoleón–
oculto debajo de otra pintura de Goya.
La nueva pintura apareció debajo del Retrato de Don Ramón Satué. El descubrimiento fue posible gracias a una innovadora tecnología de
rayos X desarrollada por la Universidad de Amberes, de Bélgica, y la
holandesa de Delft. “Es casi con toda probabilidad el retrato de un alto
cargo militar que acompañó a José Bonaparte en su llegada a España como
rey”, según explicó el curador de Arte Internacional del centro, Duncan
Bull, en una entrevista telefónica con la agencia EFE.
Los
expertos apuntan a dos altos cargos militares originarios del antiguo
Reino de Nápoles, uno de los cuales conoció en persona a Goya durante su
estadía en España, según algunos documentos históricos.
“Nunca
podremos decir a ciencia cierta de quién se trataba, pero reducir el
elenco a unas pocas personas ya es bastante”, afirmó el responsable de
Arte Internacional del Rijksmuseum, que contó con la cooperación del
Museo del Prado para realizar la investigación. Incluso, en un principio
se sugirió que el retratado sería el mismísimo José Bonaporte.
Sin
embargo, esa primera hipótesis se descartó al comprobar que la pose era
“demasiado informal” y no contaba con la iconografía característica de
los retratos del imperio napoleónico, según Bull.
Para el experto
no hay dudas: la autoría del retrato es de Goya, porque el pintor nacido
en Zaragoza “no solía reciclar lienzos ajenos para realizar sus obras”.
El primer retrato podría estar datado entre 1809 y 1813, es decir, una década antes de que Goya pintara encima el Retrato de Don Ramón Satué, la única de sus pinturas que se encuentra actualmente en Holanda.
Los
expertos creen que la obra quedó en manos de Goya después de la
ocupación francesa en 1813, quien entonces podría haber decidido
ocultarlo con otra pintura para evitar posibles represalias por parte
del régimen absolutista de Fernando VII. El lienzo se encuentra
actualmente en el museo Boijmans Van Beuningen de Rotterdam, y regresará
al Rijksmuseum en 2013.
La última vez que se había atribuido una
obra a Goya fue hace nada más que dos meses, cuando la revista Ars
Magazine presentó un estudio de la Universidad del País Vasco que
probaba que el pintor era autor del lienzo La Virgen con San Joaquín y Santa Ana , en manos de un afortunado coleccionista privado.
En febrero pasado investigadores encontraron una mujer tapada en la pintura Jovellanos en el Arenal de San Lorenzo (1780-1782).
En 2008 también había aparecido Muchachos al avío, un grabado que se creía perdido de la serie los Caprichos, en la cocina de la residencia presidencial de la ex Yugoslavia del mariscal Tito.
Podemos apostar que, más temprano que tarde, el gran Goya volverá a ser notcia.
Florian Paucke, Polonia, 1719- Monasterio de Zwettl, Neuhaus, 1780.
Misionero jesuita polaco, quien trabajó principalmente en la zona
del Río de la Plata y dibujó y pintó las costumbres de la región.
En el día de ayer, 18 de septiembre de 2011, hemos superado las 170.000 visitas a nuestro blog desde todas partes del Mundo.
Saludamos con ese motivo a todos quienes nos visitan y les agradecemos que nos lean y consulten.
Su
fidelidad nos estimula, obliga y compromete a seguir cada día tratando
de superarnos, consiguiendo más y mejor material - textos e imágenes - y
a cuidar de manera muy especial la parte visual de nuestro blog.
La sede diplomática en el Palacio Ortiz Basualdo abrió sus puertas al
público.
Y en la plaza de Arroyo y Juncal se montó un mercado con
delicias gastronómicas. Habrá actividades durante toda la semana.
Deslumbrante. el
público disfruta de un momento único, en el interior del Palacio Ortiz Basualdo, de enorme riqueza patrimonial.
Por Romina Smith
En la plaza de Coubertin, en Cerrito entre Arroyo y Juncal,
hubo un punto de encuentro entre los que se acercaron a degustar las
crêpes y los macarons recién comprados en el Marché à la Française (una
pequeña y coqueta feria gastronómica llena de exquisiteces) con los que
formaron una larga fila alrededor de toda la manzana para poder ingresar
a la bellísima Embajada francesa, en su sede de Cerrito al 1300. Y en
la Plaza Francia, frente al Museo de Bellas Artes, casi 200 personas se
sentaron sobre el pasto para compartir un picnic con baguettes y clases
de idioma. Más temprano incluso hubo una multitudinaria bicicleteada
temática desde el Obelisco hasta el Planetario. Desde ayer, y hasta el
próximo domingo, Buenos Aires se viste de azul, blanco y rojo para
celebrar y acercar lo mejor de la cultura francesa a la Ciudad. Los
festejos arrancaron con una multitudinaria visita a la Embajada, en el
Día del Patrimonio Francés, y continuarán toda la semana con una agenda
de más de cien actividades gratuitas vinculadas a la gastronomía,
arquitectura, arte, moda, música y cine de Francia.
Esta es la
tercera vez que Buenos Aires tiende un puente cultural con los galos a
través del slogan Viví Francia. Y la largada de ayer fue bien
tempranera: a las 9.30, todavía con el frío de la primera mañana, más de
3.000 personas salieron a pedalear con globos de los colores de la
bandera francesa atados a sus bicicletas. El evento, organizado por el
programa “Mejor en Bici” del Gobierno porteño, no sólo tuvo los pedales
al tono sino también los premios, que fueron cedidos por las empresas
que auspician las actividades. A las 10 abrieron las puertas del Palacio
Ortiz Basualdo, que es sede de la Embajada de Francia y ayer se
convirtió en lo más convocante de los festejos. Y a esa misma hora
también se sumaron los diez puestos de la feria gastronómica en la plaza
de Coubertin, vecina a la sede diplomática, con todas sus delicias.
Según los organizadores, por el mercadito de exquisiteces pasaron unas
5.000 personas. Y se estima que unas 3.500 pudieron recorrer la sede (el
año pasado habían recibido 3.000 visitantes).
Hilda Erpen fue
una de las miles de personas que aguantaron la larga fila (que llegó a
dar vuelta la manzana) para entrar al palacio, una magnífica
construcción diseñada por el arquitecto francés Paul Pater para la
familia argentina Ortiz Basualdo e inaugurada en 1918. “Llegué hace más
de una hora con mucha curiosidad para ver cómo es la Embajada por
dentro. Mi abuela y mi bisabuela eran francesas y llegaron a Entre Ríos
en tiempos de Justo José de Urquiza”, contó la mujer. Muchos en la larga
fila tenían una historia similar, eran hijos o nietos de inmigrantes, o
tenían una conexión familiar que los acercaba a Francia. Otros se
acercaron por curiosidad. Elvira Tuñón, por ejemplo, comentó que fue
“para ver cómo es un palacio por dentro”. Y Clarisa Clement se acercó
para conocer una Buenos Aires que ya no está: “¿Era la ciudad
aristocrática, no es cierto? Dicen que tiene mezcla de estilos y que a
pesar de su valor casi la demuelen para ensanchar la 9 de Julio”. Fue
una visita excepcional, porque la Embajada francesa sólo abre sus
puertas al público una vez por año para sumarse a las “jornadas europeas
del Patrimonio”, un día en que 49 países europeos abren sus edificios
gubernamentales para que todos puedan disfrutarlos. “Esta es una
oportunidad única. Y vinimos para aprovecharla, con buen humor a pesar
de que llegamos hace dos horas y media”, sumó Hugo Roldán. Cerca suyo,
otras personas hacían colas (pero más cortas) para comprar quesos,
mermeladas y mostazas, entre otros productos, a precios más baratos que
en los comercios. A la tardecita, y a pesar del viento frío, todavía
había gente probando y comprando. El mercado abrió sólo por un día, pero
durante toda la semana habrá un circuito gastronómico francés por
distintos restós. Y para los que quieran comer como en París, pero sin
salir de Buenos Aires.
EL PALACIO
El Palacio Ortiz Basualdo, sede de la Embajada de Francia, fue
construido entre 1912 y 1918 para una familia argentina. Es obra del
arquitecto francés Paul Pater. En 1925 fue utilizado por el Príncipe de
Gales. Desde 1939 es sede diplomática del Estado francés. En
los 70 corrió peligro cuando se hicieron las obras de ensanchamiento de
la 9 de Julio. La presión de distintos sectores logró salvarlo.
En una década, el museo que cambió el
paisaje cultural de Buenos Aires recibió más de tres millones de
visitantes y duplicó la colección original; la nueva apuesta es la
ampliación.
Quizás
el dato más revelador sobre la importancia del Museo de Arte
Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) es que parece haber estado
siempre ahí. Es necesario un esfuerzo de la memoria para reconstruir el
escenario artístico porteño de una década atrás sin el edificio de
Figueroa Alcorta y San Martín de Tours, sin su colección de arte
latinoamericano y argentino abierta al público, sin las muestras que
periódicamente traen el mundo a Buenos Aires, sin sus ciclos de cine y
sus encuentros con escritores, sin su tienda de diseño y su restaurante
de autor.
El Malba, que este mes cumple su primera década de vida,
desbordó los límites que por aquí se conocían para un museo de arte: hoy
es referencia para el público -incluso para aquel que podía sentirse
intimidado o poco inclinado a visitar museos-, parte central de la
oferta cultural porteña, un lugar deseado por los artistas y destacado
en el currículum de curadores y críticos, un paseo de fin de semana y,
sobre todo, un espacio que alejó la solemnidad del arte y subió la vara
de la calidad expositiva, de lo que tomaron nota todas las instituciones
preexistentes. De 2001 a hoy, una pasión privada se transformó -el
lugar común es inevitable y justo- en una pasión de multitudes.
En efecto, desde su fundación, Malba recibió más de tres
millones de visitantes, tiene un patrimonio que supera las 500 obras
-más del doble de las 228 fundacionales, pertenecientes al empresario
Eduardo Costantini-, organizó más de 120 exposiciones temporarias con
obras de 850 artistas, emplea a cien personas en su planta permanente y
editó unos 70 catálogos, relato ineludible de la historia del arte
contemporáneo regional y local.
"Malba es un espacio privado de exhibición pública; con
este perfil no había otros. Su apuesta siempre fue crear una colección
privada puesta a consideración de los especialistas", apunta a adn
Diana Wechsler, doctora en Historia del Arte y directora de la maestría
en Curaduría de la Untref. "La aparición de Malba fue un detonante bien
interesante para la escena artística argentina y porteña. Generó un
efecto altamente positivo en el resto de las instituciones porque puso
un estándar de calidad en los modos de exhibición, de presentar una
colección", dice.
En 2001, los espacios artísticos señalados entre los que
Malba iba a insertarse eran el Museo Nacional de Bellas Artes y el
Centro Cultural Recoleta, instalado ya como espacio de exhibición clave,
debido a los vaivenes que llevaron al Mamba a su cierre, por cinco
años, en 2005. En La Boca, la Fundación Proa, inaugurada en 1996, crecía
como un escenario cultural que hoy establece un contrapunto de
exhibiciones con el museo, con un modelo de gestión similar pero sin
colección propia.
"Malba nació casi sin competencia y encontró un nicho de
acción. Ésta es una ciudad culturalmente muy rica, que tenía una enorme
falencia con respecto a otros espacios de arte. El museo fue encontrando
su perfil a medida que el público también le fue dando uno", opina
Guillermo Kuitca, cuya muestra retrospectiva en Malba, en 2003, fue un
acontecimiento artístico de proporciones y, con 97.011 visitantes, ocupa
el cuarto lugar en las diez exposiciones más visitadas de la historia
del museo.
El propio edificio de Malba fue una señal de hacia adónde
apuntaba el proyecto de Costantini. Resistido en principio por algunos
vecinos de la zona, fue construido ad hoc para el museo, fruto
de un concurso internacional en el que participaron 450 propuestas de 45
países. Ganaron los jóvenes arquitectos cordobeses Gastón Atelman,
Martín Fourcade y Alfredo Tapia, que propusieron un edificio integrado
al entorno y con escala humana. Quizá por eso, por la luz generosa, los
ambientes amplios y la circulación sencilla y a la vista, los 6000
metros cuadrados de Malba -que costaron 20 millones de dólares- invitan a
quedarse.
Integrado al recorrido artístico porteño que empieza en
La Boca y termina en el Sívori, Malba es de origen y gestión privados,
pero intenta ampliar su acervo y mostrarlo; realiza acción social y
actividades culturales como podría o debería hacerlo cualquier museo
estatal. Ésa es una característica que se suele señalar en la gestión
del museo. "Malba cubrió el espacio privado y el oficial. Es difícil
darse cuenta de que en realidad es un museo privado, por su capacidad de
generar eventos, muestras y todo lo que hace alrededor", dice Kuitca.
Rápido de reflejos para sumar la iniciativa privada a la
gestión, el ministro de Cultura del gobierno porteño Hernán Lombardi se
encargó de que Malba fuera una parte integrada en el escenario cultural:
es la postal preferida para mostrar las multitudes que suele convocar
la Noche de los Museos, hito de la Milla Museos, sede del Bafici y del
Filba. "Malba es una contribución clave para el desarrollo cultural de
la ciudad, y ha tenido la virtud, para mí extraordinaria, de articular
sus acciones con las propuestas públicas de la ciudad. Eso para el
ciudadano es indistinguible y ha dado gran potencia a la oferta cultural
porteña. Nuestra relación con Malba es óptima", apunta Lombardi.
Menú artístico
El corazón de la propuesta de Malba está en su colección,
única en el país, de arte latinoamericano y argentino del siglo XX y
contemporáneo, que se muestra cada tanto con lecturas renovadas. Cada
año, el museo organiza además cuatro muestras temporarias -una de un
artista argentino, otra de un latinoamericano, otra de un norteamericano
o europeo y una que repite alguna de esas categorías-. La más
convocante en estos diez años fue la de Andy Warhol, en 2009 y 2010, que
atrajo a 196.022 visitantes, seguida por la de Antonio Berni y sus
contemporáneos, de 2005, con 110.681 visitantes, y con la colección de
Dadá y surrealismo de Vera y Arturo Schwarz, en 2004, con 98.120
personas. El menú de exhibiciones revela las intenciones diversas de
traer grandes nombres -Roy Lichtenstein, Hélio Oiticica, Frank Stella,
Xul Solar, Tarsila do Amaral- y reponer y rescatar a artistas argentinos
-Guttero, Yente y Lily Prati, Garabito, De la Vega, Grippo, Benedit-.
Además, las exhibiciones se prolongan en sus espacios abiertos e
internos, con puestas de curadores invitados o realizadas especialmente
para exponer en el museo.
"Malba es un lugar de encuentro para los artistas, que
son seres aislados por naturaleza. Ahí uno siempre encuentra a alguien",
sintetiza Marta Minujín, cuya retrospectiva de 2010 y 2011 convocó a
90.780 personas, "el 40% extranjeros", acota ella. Para Minujín, hay
algo del espíritu del Di Tella en el museo. "En el Di Tella todos los
días pasaban cosas, por eso había públicos distintos. Para que un lugar
tenga habitués, tiene que haber propuestas en todos los campos
de interés. Malba no tiene la velocidad del Di Tella, pero es el lugar
en el que eso sucede con más frecuencia", agrega.
Para Kuitca, "Malba colocó la calidad de las exposiciones
muy arriba. Hay muestras que se toleran en otros espacios y no se
tolerarían allí. Todos sabemos el nivel de exigencia. Además, no es un
museo exclusivamente local y eso es fundamental", dice.
Coincide con él Leo Battistelli, un artista rosarino que
expuso en Malba en 2003. "Como artista puedo decir que Malba me ayudó a
crecer, aprendí mucho. Siempre fue un museo con propuestas excelentes,
pero además tiene un cuidado intensivo por los artistas que pasan por
sus salas. Es uno de los pocos museos de América latina que muestra las
artes generosamente", afirma desde Río de Janeiro, donde vive.
Otros artistas remarcan un dato no menor en el escenario
local. "Malba es un lugar central porque alberga obra contemporánea, con
una propuesta abarcativa. Pero además, compra obra", señala Elba
Bairon, cuyos trabajos integran la colección del museo, adquiridos en la
edición 2011 de arteBA. En 2004, Malba inició un Programa de
Adquisiciones, motorizado por la activa Asociación Amigos de Malba, que
también alimentan otros donantes privados. Para el aniversario, una
acción de recaudación de fondos puntual está a punto de alcanzar los
100.000 dólares para comprar obras.
Alrededor del arte, además, Malba estableció una menos
promocionada pero muy activa red de acción social y cultural: visitas
para escuelas y propuestas para familias, recorridos para adultos
mayores y personas con discapacidad, programas que llevan el patrimonio
del museo a comedores e instituciones comunitarias. Su auditorio es sala
de proyecciones privilegiada del circuito alternativo: por allí pasaron
en estos años más de 450.000 espectadores y se estrenaron 20 films
argentinos.
Y más de 75.000 visitantes eligieron actividades del
programa de literatura, que convocó a José Saramago, David Lodge, Hanif
Kureishi, Mario Vargas Llosa, Juan José Saer, Paul Auster, entre otros,
ocasiones en las que el público desbordó la sala y ocupó las escalinatas
internas.
El museo que viene
¿Qué hay en el futuro de Malba, hasta donde alcanza la
vista? Para empezar, concretar el proyecto de ampliación, que sumaría
3500 metros cuadrados por debajo de la plaza República del Perú, que
aguarda tratamiento y aprobación en la Legislatura porteña. También, la
voluntad de que las obras de la colección circulen en el exterior -un
acuerdo con el Museo de Bellas Artes de Houston llevará obras de la
colección allí por primera vez en 2012- y en museos del interior del
país. "La institución creció tanto que parece haber rebalsado sus
propios límites. Malba es muchos museos en uno, ésa es la suerte y el
karma en el buen sentido que tiene", señala Kuitca.
Más allá de los números masivos, o las explicaciones de
gestión o curatoriales, probablemente parte del secreto del éxito de
Malba está en esa intimidad que facilita entre el artista y el público.
Que lo diga Kuitca: "Para mí, que no había hallado un modo de
reencontrarme con Buenos Aires, exponer en Malba fue como haber
encontrado el modo de volver a casa. Mucho público me descubrió, pero yo
descubrí al público".
VOCACIÓN DE SERVICIO
El empresario que impulsó grandes proyectos inmobiliarios
siempre supo que Malba no era una nueva casa sólo para las obras que
había reunido durante décadas de compra sistemática e informada. "Si
bien se fundó para alojar la colección permanente, pretendió ser casi
más que un museo, no diría un centro cultural, sino un espacio con una
identidad particular, donde distintos programas hiciesen sinergia y
pudieran llegar a un público diverso", sintetiza. Quizá por eso, para el
empresario, el corazón del museo está tanto en sus obras como en el
auditorio. "Es un espacio clave, un instrumento valioso y necesario para
que las actividades se potencien", dice. Escuchándolo, queda claro que
poco de lo que hoy es Malba se debe al azar o la improvisación.
Costantini tiene una oficina en el museo. La Fundación
Costantini cubre el costo operativo de Malba en un 60%, es decir, aporta
más de 12 millones de pesos. "Las restricciones presupuestarias son una
variable enorme, por el aumento que han tenido las exposiciones, los
costos operativos del museo y los valores del arte contemporáneo. Hoy
Malba tiene un déficit de tres millones de dólares por año", dice.
Su prioridad, una asignatura pendiente, es que el
gobierno porteño apruebe el proyecto de ampliación del edificio. Hay un
anteproyecto de ley en la Legislatura porteña. "Confiamos en que este
año el tema entre en la agenda legislativa. Queremos atraer la atención
de los legisladores, que visiten el museo y que podamos ilustrarlos
sobre las actividades sociales que hacemos", describe. El proyecto
incluye unos 3500 metros cuadrados por debajo de la plaza República del
Perú, lindante con el museo, una sala de mil metros cuadrados modulable,
un taller para chicos, dos auditorios y una plaza de esculturas
techada, de unos 500 metros cuadrados.
Sus otros planes son menos visibles pero de igual impacto. "Es necesario consolidar un board
y diversificar la financiación de Malba, para garantizar su
sustentabilidad a través del tiempo, no sólo desde el punto de vista
financiero sino también de la custodia de su misión", describe.
Costantini suele lamentar en público y en privado que en la Argentina la
ley vigente obligue a donar el 80% de los bienes a los herederos y sólo
permita usar un 20% de la fortuna propia para fines sociales o
culturales.
-¿Sigue pensando que el sector privado debería involucrarse más en proyectos culturales?
-Nos falta mucho, a los privados y a los gobiernos. El
gobierno no lo incentiva y ha desconfiado históricamente del sector
privado, con una visión fiscalista por razones de necesidad
presupuestaria. Además, muchas instituciones culturales o sociales se
manejan muy personalmente; es difícil encontrar a quien tenga vocación
de servicio y respete los derechos de la institución.
MALBA EN NÚMEROS
3.2 millones de personas visitaron el museo desde su fundación
500 obras integran su patrimonio; más del doble de la colección fundacional
850 artistas expusieron en Malba
120 exposiciones de arte argentino, latinoamericano e internacional se realizaron en el museo
70 catálogos se editaron
(Las cifras son aproximadas)
EXPOSICIONES MÁS VISITADAS
1. Warhol
Andy Warhol. Mr America (2009-2010) Curador invitado: Philip Larratt-Smith - 196.022 visitantes
2. Berni
Antonio Berni y sus contemporáneos. Correlatos (2005) Curadora invitada: Adriana Lauría - 110.681 visitantes
3. Surrealismo
Soñando con los ojos abiertos. Dadá y surrealismo en la colección de Vera y Arturo Schwarz, Museo de Israel, Jerusalén (2004) - 98.120 visitantes
4. Kuitca
Guillermo Kuitca. Obras 1982-2002 (2003) Exposición organizada con el Mncars-Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía - 97.011 visitantes
5. Minujín
Marta Minujín. Obras 1959-1989 (2010-2011) Curadora invitada: Victoria Noorthoorn - 90.780 visitantes
10 DÍAS PARA CELEBRAR 10 AÑOS
Malba celebra su primera década con un programa especial
de exposiciones y actividades gratuitas, del miércoles 21 al viernes 30
de septiembre
Exposiciones
Carlos Cruz-Diez: El color en el espacio y en el tiempo
(del 21 de septiembre al 5 de marzo de 2012). Una retrospectiva con más
de 120 obras del artista cinético franco-venezolano. Curadora invitada:
Mari Carmen Ramírez
Arte latinoamericano 1900-2010 (del 21 de
septiembre al 6 de febrero 2012). Un recorrido por el arte
latinoamericano del siglo XX, a partir de las obras emblemáticas del
patrimonio de Malba y de 14 piezas claves cedidas en comodato por el
Museo de Bellas Artes de Houston.
Malba. Diez años (del 21 de septiembre al 21 de
noviembre). Permite recorrer en imágenes y relatos los diez años de
Malba, su producción y aportes a la cultura local, regional e
internacional, a través de diferentes soportes. Incluye un espacio
dedicado a las redes sociales, desarrollado a partir de la comunidad
creada en Facebook y Twitter, que envió sus fotos (como la que aquí
reproducimos)tomadas en el museo para ser parte de los festejos.
Seminario internacional
"Arte latinoamericano: diez años de cambios, perspectivas
y proyecciones." Miércoles 21, jueves 22 y viernes 23 de septiembre, en
el auditorio. Entrada gratuita. Cupo limitado con inscripción previa en
www.malba.org.ar
Participan: Mari Carmen Ramírez, Hans-Michael Herzog, Natalia Majluf,
Luis Enrique Pérez-Oramas, Marcelo Mattos Araújo, Rodrigo Moura, Adriana
Rosenberg y Marcelo E. Pacheco, entre otros.
Explanada
Homenagem , de Nushi Muntaabski, con la
colaboración de Cristina Schiavi. Desde el 21 de septiembre, nueva plaza
seca inspirada en el proyecto paisajístico del artista brasileño
Roberto Burle Marx para la plaza República del Perú.
Educación
Kermesse Malba . Domingo 25 de septiembre, de 15 a 18. Propuestas recreativas para compartir en familia.
Cine y literatura
Ver agenda (pág. 26)
Lanzamientos:
Malba sube su colección on line . El patrimonio completo del museo estará accesible en la página web del museo: www.malba.org.ar/web/lacoleccion.php
Libro Malba. Diez años
Memoria fotográfica de la primera década del museo.
Guía de la colección permanente. En español, portugués e inglés.
En San Isidro / Muestra en el Multiespacio Darwin.
Hasta el lunes próximo se puede recorrer la exposición de obras de pintores y escultores.
Es
imposible que Arte Espacio almacén de arte, que se inauguró ayer
oficialmente al mediodía, no impacte y deje huellas. Primero, porque se
puede ver la obra de más de 130 artistas emergentes y de otros
consagrados, y segundo, porque el lugar es imponente: el Espacio Darwin
del Hipódromo de San Isidro (avenida Márquez 500) en todo su esplendor
recibe al visitante engalanado con instalaciones e intervenciones, desde
sillas y mesas hasta arte sustentable en terrazas soleadas y
agradables.
Lo primero que se aprecia al arribo es la instalación de
Dolores May llamada "Está mal visto amar con la cabeza llena de canas",
un fenomenal enredo de tubos de polietileno blanco que llevó tres días
ordenar y que se entrelazan en los añosos árboles. "Qué horrible", dijo
una inoportuna señora a otra que estaba a su lado, que resultó ser
Dolores May. "Bueno, es una expresión, no hay que tomarlo al pie de la
letra", respondió sonriente la propia Dolores May. Y agregó: "Yo también
me tiño".
Ya dentro del predio, que tiene dos plantas con stands
con lo que se le pueda ocurrir a la mente artística, la pintura,
fotografía, escultura y grabados se cruzan con actores vestidos de
diablos y de otros personajes menos identificables que caminan por los
pasillos llevando frases casi ininteligibles pero de paz.
La artista María Cinqui, por ejemplo, homenajeó a Gustav
Klimt con la hermosa obra "Salomé", que cuesta 2900 pesos. A un paso
está María Santa Cecilia con sus texturas y bordados, casi frente a las
muñecas de Claudia Paternostro, que son angelicales. Hechas en acrílico,
las figuras componen un conjunto llamado "Grupo de chismositas",
bellísimo y atractivo.
Agus Llorens impresiona con Latido, una obra de 0,60 por
0,90 ($ 2000). Se trata de fotografías hechas en 35 milímetros
estampadas sobre canvas, una tela de algodón donde la imagen se aprecia
en toda su profundidad. Entre los artistas destacados, además de Milo
Lockett, está Dominique Breard, una pintora que replantea "la
imposibilidad de preservar el pensamiento efímero", según declara en el
bellísimo catálogo de la muestra. En esta oportunidad sus "bollos de
papel" ya famosos se funden con las transformaciones de esos desechos en
origamis.
Casi todas las obras tienen el precio colocado debajo del
título, lo que posibilita que el artista pueda hablar más de su obra
que del costo, porque se pasa allí todo el día contando a quien quiera
escuchar cómo llegó a montar su obra.
Una escultura de The Beatles hecha por Marisa Frigerio
puede hacer las delicias de quienes aman al cuarteto de Liverpool, obra
que se encuentra muy cerca de la instalación "Soleil está cambiando",
una combinación de cinco conceptos diferentes sobre propuestas de
Pollock, Pressman, J. Hons, De Konning y Rotko.
"Lo bueno de este tipo de espacios es que es homogéneo y
se ve mucho el trabajo del artista. Nosotros trabajamos mucho porque la
cultura es lo que menos reditúa", dice a La Nacion la artista María
Santa Cecilia.
Ginette Reynal eligió este año la temática de los árboles
para hacerse presente en el almacén del arte. "Es la segunda vez que
expongo y estoy contenta porque me permite tener contacto con el
público. El año pasado hice algo más abstracto", comenta. Y se alegra,
además, de poder contribuir con una obra con el Hospital Materno
Infantil de San Isidro, al que todos los artistas deberán donar una
obra.
Además, los expositores tienen la obligación de vender al
menos una de las obras a 400 pesos, para que todo el que vaya tenga la
posibilidad de poder "consumir" cultura sin que esto signifique un
desembolso enorme. "Es cierto que mucha gente viene a comprar un cuadro
porque le combina con el sillón, pero termina eligiendo con los sentidos
porque esto le posibilita tener acceso a un universo mayor", comentó
una de las organizadoras.
Organizadoras, además, que recibieron al intendente
Gustavo Posse como a un viejo amigo y lo invitaron a cortar la cinta y a
recorrer las dos plantas. Posse agradeció la invitación y charló con
los artistas, mientras más de 50 personas hacían cola en la entrada para
ingresar al predio, a pesar de que faltaba una hora para que fuera
habilitada.
"Me gusta esto y me gusta pintar acá", dijo a La Nacion
Juan Danna, un artista que instaló su enorme tela al sol y comenzó a
pintarla a la vista de todos. ¿Más? Como el Almacén de Arte tiene sus
rincones gourmet, por poco dinero usted puede sentarse en una silla
intervenida -se recomienda la que tiene alas hechas con hojas- mientras
le enmarcan la obra.