REMATARÁN UNA OBRA DE BOTTICELLI
POR PRIMERA VEZ EN CIEN AÑOS

La subasta será el 9 de julio en Londres.
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«Estudio para el asiento de San José, su cabeza descansando sobre su mano derecha», de Botticelli

Sotheby's subastará una obra de Sandro Botticelli (1445-1510), la primera a la venta en cien años, por un precio de hasta 1,5 millones de libras (1,8 millones de euros).
El dibujo «Estudio para el asiento de San José, su cabeza descansando sobre su mano derecha», que data de finales del «Quattrocento», forma parte de una puja de nueve obras de pintura italiana renacentista y barroca que se celebrará el 9 de julio en Londres, con la que Sotheby's espera obtener 8,6 millones de libras (14 millones de dólares).
Los cuadros pertenecen a la colección privada de Barbara Johnson (1937-2013), esposa del cofundador de la firma farmacéutica Johnson and Johnson, y la recaudación irá a parar a la fundación que ella dirige, destinada a ayudar a niños con autismo.
El dibujo, característico del estilo del autor, es la única obra de Botticelli actualmente en manos privadas y la primera del autor renacentista que saldrá a la venta desde el siglo XIX. La figura masculina del dibujo es un ensayo para la figura de San José que incluiría en «La Natividad con la adoración de San Juan Bautista», obra concluida por el artista italiano a finales de 1480.
También forma parte de la subasta el cuadro «El sacrificio de Isaac» de Bartolomeo Cavarozzi (1587-1625), seguidor de Caravaggio (1571-1610) y con un valor estimado en hasta 5 millones de libras (6 millones euros). Además, se subastarán dos obras de la Escuela de Andrea del Verrocchio (1435-1470), uno de los talleres más relevantes del Renacimiento italiano, con un valor cada uno de hasta 2 millones de libras (2,5 millones de euros).

Fuente: abc.es

ENCONTRARON EL MAYOR TESORO DE LA HISTORIA,
Y AHORA LO SUBASTAN

Hallazgo en Estados Unidos

El perro de una pareja de California halló 1.400 monedas de oro enterradas en el jardín. Equivalen a 10 millones de dólares.
Una de las 1.600 monedas de oro antiguas halladas enterradas en  EEUU. (AFP)
Una de las 1.600 monedas de oro antiguas halladas enterradas en EEUU. (AFP)

Una de las 1.600 monedas de oro antiguas halladas enterradas en  EEUU. (AFP)

Una de las 1.600 monedas de oro antiguas halladas enterradas en EEUU. (AFP)

Una de las ocho latas que contenía el tesoro más importante hallado en monedas de oro antiguas en EEUU. (AFP)

Una de las ocho latas que contenía el tesoro más importante hallado en monedas de oro antiguas en EEUU. (AFP)

Una de las 1.600 monedas de oro antiguas halladas enterradas en  EEUU. (AFP)

Una de las 1.600 monedas de oro antiguas halladas enterradas en EEUU. (AFP)

Una de las ocho latas que contenía el tesoro más importante hallado en monedas de oro antiguas en EEUU. (AFP)

Una de las ocho latas que contenía el tesoro más importante hallado en monedas de oro antiguas
Una de las ocho latas que contenía el tesoro más importante hallado en monedas de oro antiguas en EEUU. (AFP)

Una de las 1.600 monedas de oro antiguas halladas enterradas en  EEUU. (AFP)

Una de las 1.600 monedas de oro antiguas halladas enterradas en EEUU. (AFP)

Una de las ocho latas que contenía el tesoro más importante hallado en monedas de oro antiguas en EEUU. (AFP)

Una de las ocho latas que contenía el tesoro más importante hallado en monedas de oro antiguas en EEUU. (AFP)

Un lote de monedas de oro encontrado por una pareja de California en su jardín, y considerado el mayor descubrimiento de este tipo en Estados Unidos, comenzó a ser subastado en Amazon. El perro de la pareja, identificada como John y Mary, desenterró en marzo ocho cajas de metal que contenían 1.400 monedas de oro y que fueron valoradas en unos 10 millones de dólares. Y por eso lo llamaron "el mayor tesoro de la historia".
En la primera hora de subasta, que comenzó el martes, la pareja recaudó un millón de dólares. La primera pieza subastada fue una moneda de 20 dólares de 1874 que alcanzó los 15.000 dólares.
El descubrimiento, conocido como Saddle Ridge, se realizó en una zona situada en el norte de California donde se enterraban tesoros procedentes de la Fiebre del Oro que vivió California durante el siglo XIX.
Cuando fue descubierto, el diario San Francisco Chronicle relacionó el tesoro con un robo que tuvo lugar hace más de un siglo en la Casa de la Moneda de la ciudad, pero esta hipótesis nunca pudo ser confirmada.
"Nunca habría pensado que encontraríamos algo así. Sin embargo, me da la sensación de que me he estado preparando toda mi vida para esto", confesó entonces la mujer.

Fuente: clarin.com

LA ESTATUA DE COLÓN, UNA METÁFORA DEL PODER

La lógica de la discrecionalidad parece guiar las decisiones. No se trata de reforzar o debilitar el poder presidencial, sino de que los presidentes utilicen sus atribuciones para integrar, en lugar de excluir, y que sean controlados y sancionados si pretenden gobernar como si el poder fuera propio.
Por Vicente Palermo - Politólogo

Parece que la Presidenta se salió con la suya: removió de su emplazamiento a la estatua de Cristóbal Colón. Por encima de otras consideraciones, el episodio es indicativo de su noción del poder y de la extendida tolerancia social para con esa noción.
En efecto, la mano que ha desplazado la estatua es la mano moderna del monarca absoluto, cuyo interés libérrimo se dirige tanto a las cosas grandes como a las cosas pequeñas, y cuyo capricho no tropieza con límite alguno.
Se supone que con presidentes representativos debería ser diferente, y que el impulso tendencialmente monárquico que proviene de la legitimidad popular y de la doble condición de jefe de Estado y jefe de Gobierno debería ser contrapesado por las instituciones y por la opinión pública.
Pero no, y en el fondo se trata de una cultura política que nos es muy querida. De esta dimensión del problema “monumento a Colón” casi no se habló. La idea, parece ser, es que el gobernante es dueño del poder del que está investido. Actuar a su antojo es una consecuencia lógica. Pero nótese que los argentinos somos en esto profundamente contradictorios. Si consagramos en las urnas, por el 54% de los votos, a un mandatario que ya mostraba claramente los signos de la arbitrariedad, ¿a qué viene después quejarse de la corrupción?
Los kirchneristas son más coherentes: quieren todo el poder y lo usan en beneficio propio.
La más genuina corrupción es ésta. Si no cambiamos la estructura del poder político en la Argentina, por no hablar de la cultura política que lo alimenta, en materia de corrupción vamos a estar arando en la arena.
El kirchnerismo llegó a un extremo, pero ¿podemos decir que innovó radicalmente? Expresó, sin duda, una fusión entre corrupción y poder.
Primero fue la regla de oro (lamentablemente universal, en verdad) de que para hacer política había que disponer de fondos con holgura, tras lo cual se cayó en que para tener dinero había que robar (es sin duda lo más práctico: apropiarse del dinero donde éste está).
Las coartadas fueron muchas, pero a partir de cierto punto ya no fue posible distinguir qué estaba al servicio de qué. ¿El dinero al servicio del poder, o el poder al servicio del dinero?
Por supuesto que en gran parte del séquito está claro dónde están las prioridades. La ramificación del sistema kirchnerista ha llegado muy profundamente y hoy día este sistema consiste en una miríada de baronatos (en las municipios) y sultanados (en muchas provincias) que son quizás más fuertes que el propio poder nacional.
Después de todo, el Gobierno destina una parte importante de un inmenso botín a los pobres.
Días pasados la Presidenta expresó: “Me duele como argentina cuando nos critican porque les damos algo a los pobres, a los negros o a algún hijo de inmigrantes”.
Más allá del carácter retrógrado del léxico empleado, la frase revela la mentalidad patrimonialista de un patrón de estancia. Darles algo a los pobres.
¿Algo de lo que les corresponde por derecho? No, algo concedido magnánimamente.
Hay otro factor que facilita la lógica del poder discrecional así como la corrupción que le es inherente. Que es la progresiva destrucción del Estado. Los gobernantes audaces se mueven mejor en el tembladeral institucional en que se ha convertido el Estado argentino en su pendiente de décadas.
Ejemplos prístinos de corrupción política son el arrasamiento del Indec y el de Cancillería.
En Brasil, el interés del gobierno por redefinir (no sin cierto fundamento) las variables de composición de los índices de precios y las estimaciones de pobreza está siendo discutido públicamente y el personal de carrera del IBGE (equivalente al Indec) se mantiene firme.
Y a nadie le resultaría concebible convertir al servicio exterior en coto de caza de la militancia.
Pero, una vez más, sin una tarea que comience por la cúspide –las instituciones de la presidencia, el liderazgo presidencial– no habrá una solución duradera. No se trata de debilitar el poder presidencial; se trata de que los presidentes utilicen sus atribuciones para integrar, no para excluir, sean controlados, y sean penalizados si pretenden gobernar como si el poder fuera propio y con él pudieran hacer lo que se les antoje. Lo que es sorprendente es que, promediando la segunda década del siglo XXI, sea necesario poner sobre el tapete, de cara a la clase política y a la sociedad, cuestiones que si deseamos una Argentina más próspera y más justa, deberían estar internalizadas. Si no tocamos el poder, no venceremos la corrupción.

Fuente: clarin.com

CASA FOA Y LOS CLAUSTROS DE LA ABADÍA DE SAN BENITO

Vista aérea. La iglesia y los claustros de la abadía, en la manzana de Luis María Campos y Gorostiaga.
Vista aérea. La iglesia y los claustros de la abadía, en la manzana de Luis María Campos y Gorostiaga.


Una vez más Casa FOA redescubre un lugar mágico de la Ciudad. En una manzana particular del barrio de Palermo, que se derrama boscosa y enmarañada sobre la avenida Luis María Campos y de la cual emerge a lo alto, la iglesia abacial San Benito. Al lado, como transportado por el Túnel del Tiempo, un claustro bien ecléctico, con una mezcla de austeridad románica, refinamiento gótico y huellas de hormigón armado.
En este lugar, en la fría mañana del jueves pasado, se congregó el colectivo de decoradores, interioristas y paisajistas argentinos para hacer la recorrida por lo que será la 31° edición de Casa FOA, que ya recorre su 30 aniversario y que abrirá las puertas el próximo 10 de octubre. Sacaron fotos, hicieron dibujos y relevaron los 5.000 metros cuadrados que tiene el edificio para luego elegir cuál de los 45 espacios propuestos por los organizadores intervenir.
Por suerte también estaba Gustavo Brandaris, un arquitecto especialista en patrimonio, que tiene entre sus antecedentes haber sido asesor en las obras del Teatro Colón y que aquí, junto con el estudio Polizzini-Soldini, serán los custodios de velar por la salud de este bien patrimonial.
Según me contó Brandaris, la Orden de San Benito tiene casi 1.500 años de historia, pero menos de un siglo en la Argentina. Llegaron en 1915 enviados por la Abadía Santo Domingo de Silos, en Burgos (España), con la misión de encontrar una residencia para monjes que habían sido expulsados de México por motivos político-religiosos. Primero se establecieron en una estancia en Carlos Casares pero ya para 1920 ocuparon el actual terreno, ubicado en un lugar poco accesible y con buena visibilidad, ideal para un monasterio. Allí, el 5 de octubre de ese año el Abad de Silo llega a esta zona de Las Cañitas para colocar la piedra fundamental de la Capilla del Santo Cristo.
Para la construcción de la Abadía convocan a varios arquitectos de renombre, entre ellos a Alejandro Bustillo, autor del Banco Nación de Plaza de Mayo o el Hotel Llao Llao. Pero finalmente eligen al Padre Eleuterio González, arquitecto también y uno de los primeros seis monjes de la congregación que llegaron a Buenos Aires a principios del siglo pasado.
El sitio elegido respondía al tipo de localizaciones que preferían los benedictinos para sus abadías, como emergiendo en lo alto de la topografía. El conjunto se componía de la iglesia abacial, puesta con su ábside de punta a la barranca y al lado un edificio con dos claustros, uno mayor y otro menor. Las obras de la abadía comenzaron en 1924 y se prolongaron más de seis décadas. En 1941 comienzan la construcción de la iglesia abacial y el claustro con arcadas y capiteles románicos a imitación del claustro de Silos, pero se suspenden las obras en reiteradas ocasiones por la guerra y por falta de recursos.
Con el crecimiento de la Ciudad, el sitio dejó de ser propicio para los hábitos y costumbres benedictinos. Y en consecuencia se mudaron extramuros , a la localidad de Jáuregui. El edificio sobre la calle Villanueva fue concedido al Euskal Echea y la construcción de adelante, entre Gorostiaga y Luis María Campo, fue usada como residencia para estudiantes.
Los decoradores convocados por Casa FOA deberán intervenir las celdas que antes funcionaban como habitaciones, las galerías, el patio central, algunos pocos espacios de mayores dimensiones, pero además los baños, la biblioteca y el auditorio que quedarán como mejoras para este edificio inconcluso. La incógnita es qué pasará con este lugar una vez pasada la exhibición.
Hace años, hubo un proyecto, el más polémico, que proponía ampliar sobre este terreno el Shopping Solar de la Abadía que está enfrente. En 2005, se presentó otra idea: hacer sobre Luis María Campos, y reconstruyendo la virtual barranca, un centro de diagnóstico de alta complejidad motorizado por el Hospital Británico. Tampoco funcionó. Los últimos planos que publicamos en ARQ para este sitio proponen un complejo con oficinas, un museo de sitio y un área cultural revitalizando los claustros. También se sabe que está hecho todo el relevamiento, el diagnóstico y la documentación de obra para concluir el revestimiento de ladrillos que la iglesia abacial aún tiene pendiente.
Lo cierto es que, como dice Brandaris, si sobre el patrimonio avanza la política de “no tocar nada”, lo más probable es que no lo toquen los hombres, sino las ratas. El desafío es, entonces, encontrar un nuevo uso a este fantástico complejo para integrarlo a la Ciudad y darle un nuevo ciclo de vida.

Editor General ARQ

Fuente: ARQ Clarín

BELLAS SOBREVIVIENTES DE LA HISTORIA

Cinco esculturas del fastuoso Pabellón Argentino de París pueden verse en la Ciudad.
“La Agricultura”. Uno de los dos grupos escultóricos dedicados a esa actividad que coronaban el perdido pabellón, en San Isidro y Paroissien. / MAXI FAILLA
Uno de los dos grupos escultóricos dedicados a esa actividad que coronaban el perdido pabellón, en San Isidro y Paroissien. / MAXI FAILLA
Por Eduardo Parise

Fue el símbolo de una Argentina rica y ostentosa, pero con demasiados pobres. Y supo lucirse junto a la Torre Eiffel en la Exposición Universal de París, cuando se celebraba el primer centenario de la Revolución Francesa. Aquel Pabellón Argentino que ocupó 1.600 metros cuadrados de terreno tuvo un final poco feliz: fue traído al país, durante un tiempo estuvo en la Plaza San Martín, pero terminó desguazado y hundido en la historia. En la última semana se supo que algunas partes de aquella estructura monumental, que habían integrado una herrería en Mataderos, están en un campo en Berazategui y a la venta. No es lo único que quedó: otras piezas escultóricas del Pabellón, aunque poco valoradas, aún sobreviven en la Ciudad.
Entre los tantos elementos lujosos que tenía, el Pabellón Argentino (realizado en 1889 bajo un proyecto del arquitecto francés Albert Ballú) presentaba en cada esquina grupos escultóricos hechos en bronce. Eran obra del reconocido escultor francés Louis-Ernest Barrias (1841-1905) y habían sido realizados en el taller de los hermanos Thiébaut, una tradicional fundición parisina que fue famosa en el siglo XIX y el primer cuarto del XX. Desde 1851, aquella empresa se dedicaba a la fundición de objetos de arte bajo la dirección de Victor Thiébaut, nieto del creador de esa dinastía de artesanos. La fundición existió hasta 1926.
Justamente, en ese lugar se hicieron esos cuatro grupos escultóricos que todavía enaltecen el patrimonio artístico de Buenos Aires, aunque muchos lo ignoren. Dos aludían a “La Navegación”; los otros dos, a “La Agricultura”. De los primeros, uno está en Avenida de los Incas y Zapiola (en Belgrano R) y el otro, en el centro de la plaza Sudamérica (la rodean las calles Guaminí, Itaquí, comandante Piedrabuena y la avenida Fernández de la Cruz), en el barrio de Villa Riachuelo. Los dedicados a “La Agricultura” se mantienen en el cruce de avenida San Isidro y Paroissien (Núñez) y en Riestra y Leguizamón (Villa Lugano).
Otra obra de lo que fue el Pabellón también sigue en la Ciudad, aunque no tan expuesta. El grupo escultórico se titula “La República Argentina” y estaba originalmente sobre el pórtico principal. Es obra del escultor francés Dominique Jean-Baptiste Hughes (1849-1930). Su figura central, una joven mujer apoyada sobre una vaca, tiene alegorías a la industria, el comercio, la agricultura, la ganadería y hasta el ferrocarril. Se encuentra en el Patio de Honor de la Escuela Técnica Raggio, en Avenida del Libertador junto a la Avenida General Paz, en Núñez. Igual que los cuatro grupos que están en otros barrios, fue instalada allí en 1934.
El Pabellón Argentino no sólo había sido diseñado y adornado por franceses. También todos sus materiales debían ser de ese origen, una exigencia de los organizadores de la Exposición. Lo que impusieron las autoridades argentinas fue la decisión de que fuera desarmable para después poder traerlo al país. Y para duplicar su superficie, le pusieron una segunda planta. Lo inauguraron el 25 de mayo de 1889 (justo ayer se cumplieron 125 años). En febrero de 1890 lo desarmaron y luego esas 1.690 toneladas fueron cargadas en el puerto inglés de Liverpool en una barca llamada Ushuaia . Llegó a Buenos Aires en noviembre de 1890.
Originalmente toda la estructura había sido embalada en 6.000 bultos. Pero en el viaje, una fuerte tormenta afectó a la barca y se tomó una dolorosa decisión: se tiraron al mar unos paneles que había pintado el virtuoso Paul-Albert Besnard (1849-1934), un destacado pintor, diseñador y escritor. Aquellas obras que terminaron en el fondo del Océano Atlántico fueron una especie de premonición sobre lo que iba a ocurrir con el resto del Pabellón Argentino. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com

“La Agricultura”. Uno de los dos grupos escultóricos dedicados a esa actividad que coronaban el perdido pabellón, en San Isidro y Paroissien. / MAXI FAILLA
“La Agricultura”. Uno de los dos grupos escultóricos dedicados a esa actividad que coronaban el perdido pabellón, en San Isidro y Paroissien. / MAXI FAILLA

CON UN ESCÁNER
REVELAN CÓMO ERA LA VIDA EN EGIPTO HACE 5.500 AÑOS

Historia y tecnología
Especialistas del Museo Británico analizaron al detalle ocho cuerpos momificados. Y desde ayer los exhiben al público.
Una nueva exposición del Museo Británico deja al desnudo a momias de hasta 5.500 años de antigüedad. Titulada Ancient lives, new discoveries (“Vidas antiguas, descubrimientos nuevos”), la muestra, que comenzó ayer, revela sorprendentes hallazgos en ocho momias del antiguo Egipto gracias a una avanzada técnica de escáner que permite saber cómo eran hace miles de años.
Los expertos recurrieron a la última generación de escáner para analizar ocho momias, que incluyen las de dos nenes, extraídas de la extensa colección de 120 momias de Egipto y Sudán que tiene el museo británico. Gracias a esas técnicas pioneras se pudieron sacar a la luz secretos del proceso de enterramiento y sobre las personas que vivieron entre los años 3.500 antes de Cristo y el 700 de nuestra era.
Hasta el 30 de noviembre, el Museo Británico, en el centro de Londres, exhibirá los rostros de esas momias en los que aún se conserva el pelo y la piel, que sobrevivieron miles de años gracias al proceso de momificación.
Durante su investigación, los científicos hallaron cómo en el cerebro de una de las momias se había quedado almacenada una espátula que se empleó para vaciarle los sesos y que se puede ver claramente con el escáner. 

En el laboratorio. Las ocho momias pasaron por un escáner de avanzada que las analizó a fondo./  FOTOS: BRITISH MUSEUM
En el laboratorio. Las ocho momias pasaron por un escáner de avanzada que las analizó a fondo./ FOTOS: BRITISH MUSEUM

El cuerpo del hombre, originario de la ciudad de Tebas, la antigua capital del Imperio Nuevo de Egipto, podría haber sido momificado alrededor del año 600 antes de Cristo, según los análisis. La imagen del cuerpo momificado permite ver una serie de pústulas dentales que podrían haberle ocasionado un dolor dental extremo. Esos escáneres son capaces de producir datos de alta resolución que a su vez pueden transformarse en imágenes en 3D con un software designado originariamente para fabricar autos.
Los restos de una cantante femenina llamada Tamut, que vivía también en ese área alrededor del año 900 antes de Cristo, “cobrarán vida” mediante esa técnica. Ese cuerpo fue enterrado junto con objetos de joyería que delataban su alto estatus social y el escáner también mostró que tenía arterias bloqueadas, que podrían haber contribuido a su muerte.
“Esta nueva tecnología es verdaderamente innovadora, lo que nos permite reconstruir y comprender las vidas de estos ocho individuos muy diferentes”, dijo Neil MacGregor, el director del museo.
La exposición incluirá imágenes en pantalla grande que revelan algunos de los secretos de la momificación. Los cuerpos de las momias fueron traídos al Museo Británico en 1756 pero ninguno había sido analizado en los últimos 200 años, por lo que en algunos casos ni siquiera se conoce su sexo.

Para descubrir. La muestra abrió ayer y continúa hasta fines de noviembre.
Para descubrir. La muestra abrió ayer y continúa hasta fines de noviembre

La momificación fue una técnica que se desarrolló en el Antiguo Egipto, y por la cual se adquirieron grandes conocimientos de anatomía y química. Para los antiguos egipcios, la muerte no era necesariamente el final de la vida, sino que era la disociación de la vida en la Tierra; el espíritu abandonaba el cuerpo para renacer juntos en el “más allá”. Para ello era necesario que el cuerpo llegase al “otro mundo” en perfectas condiciones, íntegro y sin defectos, para que pudiera ser identificado por el alma del difunto. Para lograrlo, los egipcios momificaron a los muertos, ya que así detenían la peor consecuencia física de la muerte: la putrefacción.
La técnica de momificación consiste en vaciar el cuerpo de los órganos. También se extrae el cerebro. Después se lava el cuerpo y se lo deshidrata. Por último, se lo venda y se colocan amuletos entre los vendajes.

Fuente: clarin.com

TEATRO SAN MARTÍN: 70 AÑOS DE CULTURA

El frente del TSM sobre la Avenida Corrientes al 1500
Editorial Diario La Nación
 
El Teatro San Martín (TSM) cumple hoy 70 años plenos de historia, éxitos y también, claro, de polémicas. Se trata, entonces, de un aniversario para celebrar y para reflexionar, una actividad esta última que a los argentinos suele costarnos, dados siempre a adherir impulsivamente a un solo aspecto de la realidad.
Desde el primer momento quiso el destino que el predio del futuro TSM estuviera dedicado a alojar allí un teatro: en 1911, se creó Teatro Nuevo, que más tarde sería Teatro Corrientes; luego, otorgado en comodato, en ese ámbito funcionó el legendario Teatro del Pueblo y, por fin, en 1943, el Gobierno quitó la concesión y, un año después, creó el denominado Teatro Municipal de la Ciudad. En 1953 comenzó a construirse el edificio actual -obra del prestigioso estudio del arquitecto Mario Roberto Álvarez- que se terminó en 1960 y que, desde ese momento, se transformó en un hito patrimonial y cultural para todos los argentinos.
Un párrafo aparte merece la Fundación Amigos del Teatro San Martín, creada en 1990, cuyo papel ha sido y es fundamental en la búsqueda de apoyos económicos e institucionales, colaborando en la mejora de las producciones y preservando su patrimonio artístico y edilicio.
Los 70 años serán festejados como corresponde, con un criterio curatorial que busca cruzar "la memoria con la identidad y la historia": habrá una programación especial, coproducciones, títeres, Teatroxlaidentidad y, también, un documental cuya dirección estuvo a cargo del director Eliseo Subiela. Pero uno de los puntos más destacables es que ha sido idea del ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, y del director general del Complejo Teatral de Buenos Aires, Alberto Ligaluppi, integrar todo el recorrido cultural sobre la calle Corrientes, del cual el TSM es el gran representante; por ello, habrá también a lo largo del año un desfile callejero de los titiriteros del teatro, y un ciclo de funciones especiales en el Paseo La Plaza, el teatro Picadero y el Cultural San Martín, para que el teatro oficial se una con el comercial y el alternativo, y así se potencie el teatro de Buenos Aires.
A lo largo de su existencia, el Teatro San Martín -y ahora el Complejo Teatral que integra desde 2000 con los teatros Presidente Alvear, Regio, Sarmiento y de la Ribera- ha logrado erigirse en símbolo del amor por el teatro y por la libertad de expresión, aun en los momentos más oscuros de la historia argentina. Este año, en ocasión del aniversario, también empiezan a publicarse libros que buscan reflejar esa historia, con sus distintas particularidades, y como balance estético e histórico de 70 años de producción ininterrumpida.
Es un momento clave, tanto para el teatro mismo como para la comunidad cultural porteña: el San Martín está en obra, porque se tiene la intención de renovar todas sus salas, con una inversión de 315 millones de pesos, como una apuesta al futuro, pero también un reconocimiento a su historia.
Es, por fin, un motivo de orgullo para todos que, a través de los años y de sus distintas gestiones culturales, el Teatro San Martín se haya transformado en sinónimo de cultura argentina en el mundo.

Fuente: lanacion.com