JOYAS DEL COLÓN:
LOS TESOROS QUE LA BIBLIOTECA DEL TEATRO
RESERVA A LOS MELÓMANOS

A fondo
Manuscritos, antiguos programas de mano y ejemplares inhallables sorprenden a investigadores y curiosos
Héroes de la época. Una carta de Puccini y una foto de Verdi y su tenor preferido autografiada, dos testimonios protegidos en una caja fuerte  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
Héroes de la época. Una carta de Puccini y una foto de Verdi y su tenor preferido autografiada, dos testimonios protegidos en una caja fuerte.
Foto: LA NACIÓN / Aníbal Greco y Hernán Zenteno



Por Pablo Gianera / La Nación



  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
Todas las bibliotecas, aun las particulares, tienen objetos de un valor que se los separa del resto que habitan su espacio, lo anaqueles, los cajones, las vitrinas. Los orígenes de aquello que los vuelve únicos pueden ser diversos e incluso opuestos: por ejemplo, la mayor utilidad (un ejemplar sin réplica de consulta inevitable) o bien, en el otro extremo, la inutilidad más completa (el manuscrito con la grafía de quien se admira). La Biblioteca del Teatro Colón, que fue reabierta hace poco más de diez días, reúne por supuesto los dos casos.
La sala funciona en la entrada de Libertad 629, y Alejandra Balassi, la bibliotecaria, parece emocionarse tanto como los visitantes cuando muestra esos objetos. En los estantes se amontonan las biografías de compositores, los estudios críticos, los libretos de ópera. Entre esos materiales, hay páginas, muchas de ellas ya amarillentas, que están imantadas para cualquier amante de la ópera en particular y, de manera más general, de la música. Las dos piezas más destacadas son casi fetiches. En primer lugar, una foto de Giuseppe Verdi con Francesco Tamagno, el recordado tenor turinés que intervino en Otello, Simon Boccanegra y en la versión italiana de Don Carlo. Pero la foto, en la que los dos miran un punto desconocido un poco corrido del objetivo de la cámara, no es todo: están también sus firmas y la datación en Milán, en 1900. No menos conmovedora es la breve carta que Giacomo Puccini fechó el 24 de noviembre de 1924, cinco días antes de su muerte. Los dos manuscritos estuvieron perdidos y fueron finalmente recuperados.
Otro centro de interés, quizás el principal, son los programas de mano del Colón. Pasar las páginas de esos libritos, ahora encuadernados en gruesos volúmenes, depara no sólo una cantidad de información acerca de los elencos y las programaciones. Alrededor de esos datos están las publicidades de cada época, anuncios diversos que dejan entrever una historia que va mucho más allá de la música.

Una publicidad de jabón y, casi al lado, el reparto de la ópera L’elisir d’ amore de Donizetti con Enrico Caruso como el más memorable Nemorino  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
Una publicidad de jabón y, casi al lado, el reparto de la ópera L’elisir d’ amore de Donizetti con Enrico Caruso como el más memorable Nemorino.  Foto:  LA NACION  / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
El arte de la portada de un programa de mano de 1917.  Foto:  LA NACIÓN  / Aníbal Greco y Hernán Zenteno


  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno


una partitura manuscrita con autógrafo del compositor argentino Constantino Gaito  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
 Una partitura manuscrita con autógrafo del compositor argentino Constantino Gaito.  Foto:  LA NACIÓN  / Aníbal Greco y Hernán Zenteno

Una historia entre las páginas. En un espacio amable, la biblioteca revela de a poco sus secretos  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
Una historia entre las páginas. En un espacio amable, la biblioteca revela de a poco sus secretos  Foto: LA NACIÓN / Aníbal Greco y Hernán Zenteno

Fuente: lanacion.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario