SAN MARTÍN, TAMBIÉN VÍCTIMA DEL RELATO

La donación del sable fue concebida por San Martín como prenda de unión nacional  Foto: Gentileza: Ministerio de Cultura de la Nación
La donación del sable fue concebida por San Martín como prenda de unión nacional. Foto: Gentileza: Ministerio de Cultura de la Nación
                                                                                                                                Editorial diario La Nación, Buenos Aires, domingo 31 de mayo de 2015

SAN MARTÍN, TAMBIÉN VÍCTIMA DEL RELATO


Hasta el glorioso sable del Libertador José de San Martín ha caído en las impúdicas aguas del "relato". Lejos de devolverlo al Museo Histórico Nacional en alguna fecha apropiada por su relación con el recuerdo del Gran Capitán, el Gobierno decidió entregarlo en la semana que ex profeso no dedicó a la epopeya de Mayo, sino a la exaltación del período kirchnerista, por cierto mucho menos relevante para la historia argentina que el grito de libertad de 1810 cuyos ecos se oyeron en toda América latina.
La propaganda previa al acto en el parque Lezama expresaba que volvía a su lugar el arma que, como se recordará, había sido robada, pero curiosamente no señalaban las circunstancias en que había desaparecido del museo y por dos veces, hasta que finalmente se decidió llevarla al Regimiento de Granaderos a Caballo y ponerla a resguardo de nuevas profanaciones.
La primera vez fue sustraída por la Juventud Peronista, el 12 de agosto de 1963, con el objeto de entregarla al jefe del movimiento, Juan Domingo Perón, entonces exiliado en Madrid. Recuperado el sable, fue robado por segunda vez, el 19 de agosto de 1965, por otro grupo de esa misma organización. Un año más tarde, se lo recobró nuevamente y se lo puso en un templete blindado, en el hall de acceso del Regimiento de Granaderos a Caballo, la unidad fundada por San Martín.
La pieza se hallaba en el Museo Histórico Nacional desde 1897, donado por Manuela Rosas y su esposo Máximo Terrero, como hija y yerno de Juan Manuel de Rosas, quien lo había recibido por voluntad última de San Martín, en obsequio por la defensa que como gobernador de Buenos Aires había hecho del país ante la agresión anglofrancesa.
Bien está que vuelva a su destino originario, siempre que se adopten con urgencia máximas medidas de seguridad para garantizar que no volverá a ser manoseado e incluso que no será robado para vender a coleccionistas extranjeros, como ocurrió no hace mucho con el reloj del general Manuel Belgrano.
Y sería importante también que se dijera, en honor a la verdad y la justicia, que el mismo Libertador lo concibió como prenda de unión entre todos los argentinos; que no puede ser esgrimido, como tantas cosas, para satisfacer el marketing electoral, y que el mejor modo de honrar al insigne portador de la espada en su campaña libertadora es recordando la frase que convoca a la concordia de los argentinos: "Mi sable jamás saldrá de la vaina por opiniones políticas".



Fuente: lanacion.com 

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