OSVALDO LAMBORGHINI: LOS COLLAGES DE SUS ÚLTIMOS AÑOS

Una muestra en Barcelona reúne fotomontajes e intervenciones del autor en libros y revistas porno. Cuando estaba enfermo y en cama, el autor se hacía con publicaciones pasadas y las convertía en cosas diferentes.
Outsider. El arte de Lamborghini es difícil de exhibir y de catalogar.
Outsider. El arte de Lamborghini es difícil de exhibir y de catalogar.

Por Jorge Carrión - Especial para Clarín


Entre los eslóganes que el escritor argentino Osvaldo Lamborghini nos dejó en herencia destaca el de “primero publicar, después escribir”. La provocación admite una lectura literal: primero estudiar lo publicado, después reescribirlo. O, más literal aún, comprar lo publicado y escribir, pintar, componer encima de su superficie.
Su obra visible hasta el momento –con cuentos como “El niño proletario”– permitía la primera lectura. La que se expone desde ahora hasta el 1 de junio en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) evidencia la segunda. Se trata de toda la producción de texto ilustrado, collage, fotomontaje e intervención en libros y revistas porno que realizó en esa ciudad entre 1981 y su muerte, en 1985. Encamado, le encargaba a su pareja, Hanna Muck, que le comprara publicaciones desfasadas y las convertía en otras cosas:Las que se exhiben en esta exposición.
Las páginas del Teatro Proletario de Cámara ocupan una pared semicircular casi entera de la gran sala. Impresiona. La escenografía invita a leer cada uno de los fragmentos de poemas, juegos de palabras y pasajes en prosa manuscritos, que conviven con recortes pornográficos y dibujos, a modo de ilustración, contrapunto o expansión simbólica (a menudo crítica y política). En vitrinas, se muestran los libros intervenidos, algunos objetos, composiciones de intención artística, la escasa biblioteca sobre arte del escritor y el catálogo de la muestra, El sexo que habla, con textos de César Aira, Alan Pauls, Antonio Jiménez Morato, Paul B. Preciado y el comisario del proyecto, Valentín Roma.
La literatura expandida de Lamborghini, aunque más punk, llegó una década más tarde que la de Julio Cortázar, y la hemos conocido 25 años después de su realización. El editor gallego Antxo Rabuñal editó en facsímil, en 2008, una selección de “Teatro proletario de cámara”. La existencia de ese libro y la del catálogo de esta muestra homónima provocan una pregunta: ¿Es el formato libro el mejor para dar a conocer esa obra póstuma de Lamborghini, que puede entenderse como su pasión última y su legado? Hay ahora en el Macba dos muestras muy poderosas: “La pasión según Carol Rama”, sobre la artista italiana, y “La herencia inmaterial”, sobre la colección del museo. A su lado, palidecen los ensayos plásticos de Lamborghini.
Para la ocasión, César Aira firmó un remake del prólogo que escribió para el libro de 2008. Si en aquél destacaba la escritura, ahora insiste en la pintura, tal vez porque ambas no pueden disociarse en los tres últimos años de vida de Lamborghini. La interpretación de Aira de otro eslogan (“Yo vengo de ahí”, decía Lamborghini refiriéndose a la pintura) conecta la infancia como aficionado a la pintura con una vejez prematura en su cama taller: “en las dos únicas etapas de su vida estable”, dice, “optó por la plástica.”
Sin embargo, en la misma cama también escribió mucho. Mi duda como lector es hasta qué punto todo ese material gráfico es más relevante que la letra que lo acompaña y da sentido. Puede que la clave la dé el propio Aira al mencionar la filiación de esos dibujos y pinturas con la obra de Henry Darger. Arte outsider, nailf, difícil de exhibir y de catalogar.


Fuente: Revista Ñ Clarín

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