LA FOTOGRAFÍA NO ALCANZA

Con instalaciones, pinturas, videos, dibujos, fotos y acuarelas, todo mezclado y, en muchos casos, con autoría no muy precisa, el artista le da otra vuelta de tuerca a su trabajo, conservando y a la vez renovando su estética.
Por Marina Oybin

Hiperbarroco festín de fotografías, instalaciones, pinturas, videos, dibujos y acuarelas, todo con inconfundible mix de iconografía mestiza, kitsch periférico, color furioso y exuberante pasión. Estamos en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, en Debut y despedida, la gran muestra que reúne todo el universo de Marcos López. Puse toda la carne al asador –dice el artista en medio del montaje de la muestra, que tuvo el auspicio del Banco Ciudad–: Debut y despedida tiene que ver con la energía de poner todo de una vez, de entregarse totalmente sin medir nada: es como si el mundo se terminara. Acá digo todo lo que tenía que decir”. Al sumergirse en este universo de sub-realismo criollo usted sentirá esa entrega. Deslumbra la intensidad creativa, en una muestra que tiene un espíritu de colaboración fuerte: Marcos López trabajó con un equipo de unas quince personas. Mientras ultima detalles de las obras y el montaje, cuenta: “Estamos en un estado de confusión y de interacción energética en el que se diluyen los límites de autoría”.
Adrenalina previa a la inauguración, caminamos esquivando alambres, maderas, pieles, césped sintético, entre asistentes que construyen jardines de casas de propaganda americana, fuentes decoradas a lo Gaudí y canteros soñados. Algunos ponen bolsas y más bolsas de tierra roja en una instalación; otros, óleo en mano, terminan de retocar pinturas. De entrada, nos topamos con una torre de imágenes donde conviven todos sus hits fotográficos, fauna bien autóctona que destila pop latino.
En primer plano, el famoso “Asado en Mendiolaza”, versión de la última cena a pura damajuana, tetra y achuras, ahora con luz focal sobre el Cristo futbolero. Está “Autopsia”, unión de la “La lección de anatomía del doctor Tulp” y la famosa foto del cadáver del Che exhibido en la lavandería del Hospital Nuestro Señor de Malta: la autopsia pública del criminal de la pintura de Rembrandt se convierte aquí en clandestina. 

MURAL. Con Federico Klemm y una obra de Berni.
MURAL. Con Federico Klemm y una obra de Berni.

Entre cientos de fotos, esa inquietante escena del colegio de curas está muy ligada a la vida del artista: él, su hermana y su madre fueron a colegios religiosos. “Me traje tres fletes cargados con fotos y decidí poner esta autobiografía emocional”, cuenta Marcos, durante un montaje que ya toma un ritmo vertiginoso a contrarreloj.  
Desde la ficción evidente, Marcos López potencia la realidad. Arremetió contra la tradición: mientras la fotografía siempre apuntó a un lenguaje propio, él se lanzó a copiar de la pintura. Sus fotografías son verdaderas puestas en escena y al tiempo radiografías o frescos de época paródicos.
Entre colores fulgurantes, hay demasiada tristeza contenida en esos personajes a veces absurdos. Una especie de subtexto trágico avanza en el recorrido de la muestra. En este dramático universo de sub-realismo criollo hay influencias que van de Almodóvar, pasando por la cumbia, Gilda, Warhol, Pina Bausch. Del arte consagrado a la artesanía popular. Marcos López no duda: “Fotografío para exorcizar el dolor. En mi obra siempre hay un gesto de desgarro profundo donde el humor funciona como una especie de caballo de Troya que me deja entrar en la fiesta”.
Cruzamos una puerta para entrar en una casita de ensueños. Un video muestra a los padres del artista empapelando su casa con el mismo diseño de flores que el de la casa en la que estamos.
Conmueve la conversación y la capacidad del artista de lograr un resultado tan potente en apenas unos minutos de intimidad familiar.
En una especie de rompecabezas, el artista desató una remake del “Nicolino Locche” de Martha Peluffo, ahora pintado sobre una serie de pinturas que compró en el Ejército de Salvación que a su vez están sobre pósters. 

DIPTICO. ''Cabeza de alce'', pintura, juguete y póster.
DÍPTICO. ''Cabeza de alce'', pintura, juguete y póster.

Ese mecanismo de juego collage entre fotografía, pintura y pósters aparece en un retrato que el artista le tomó a Federico Klemm delante de “Los indiferentes”, de Berni. Es “un barroco de superposiciones expresivas”, dice el artista de esa mezcla de soportes y técnicas, que define como “un muñeco chirolita empastillado”.
En algunos trabajos hay guiños a obras de otros artistas o a sus propias obras, ahora reescritas con nueva técnica y formato, muchas veces por otro artista. Está Héctor, el mozo del restaurant de empanadas que llegó a las paredes del Malba, pintado sobre un póster de Ansel Adams. Y una fuente real con un sireno, inspirada en su conocida fotografía del sireno apolíneo, inspirada, a su vez, en la sirenita de Copenhague.
En esa verborragia compulsiva hay bellísimas pinturas, un altar para santos que deja sin aliento, y una falsa escultura de Jeff Koons y una calavera trucha de Damián Hirst en suntuosas cajas. Y vuelve la reescritura del pop latino sobre el pop americano cuando sobre pósters de Roy Lichtenstein, el artista planta una botellita de Inca Kola.
Marcos López se aparta, hay que poner más tierra en una de las instalaciones. Desde un trampolín, un gran Ekeko está por  lanzarse a una pelopincho llena de billetes. Cerca, la reproducción de un cartel del Faena Art Center: “Redefining happiness”. Atrás del cartel descubro un hombre envuelto en frazadas. Salida de las entrañas, la voz de Gerónima Sequeida se cuela por la sala, y por la pared de ladrillos huecos y los alambres de púa que es esa instalación que es la Villa 31.
A Marcos le apasiona el sincretismo de lenguajes. En una impresionante instalación, hace una transfusión de sangre entre un gran tigre de madera, que compró en la ruta, camino a Misiones, mientras filmaba su documental sobre Ramón Ayala (se estrena en abril en el Bafici) y un tigre de Bombay, una artesanía popular que trajo de la India. Chorrean unas gotas de sangre.

''INTERACTUANDO CON JIMMY HENDRIX''. Realizada junto con LU.CU.MA., artista popular peruano.
''INTERACTUANDO CON JIMMY HENDRIX''. Realizada junto con LU.CU.MA., artista popular peruano.

A unos pasos, está la “Suite bolivariana”, fotografía digital pintada a mano que es una especie de mural moderno con citas al muralismo de Diego Rivera y, señala el artista, “con el espíritu chavista, cubano y revolucionario”. Los soldados norteamericanos de la famosa foto en Iwo Jima son reemplazados por mineros bolivianos que pisan obras del pop art. Manguera en mano, Gardel llena una pelopincho donde Perón y Evita flotan en sendos salvavidas. Está El Che y Evo y jugadores de la NBA y el dueño de casa preparando un asado. Y sigue la lista de este caleidoscopio de irreverente y desbordante pop criollo.
Yo digo que me quiero retirar a meditar– afirma Marcos López.
-¿Cuánto tiempo?, ¿quince días? (risas)
-La verdad es que estuve un poco preocupado porque soy compulsivo con hacer, hacer y hacer. No sé para qué uno en la vida necesita hacer tanto.
-No hay despedida.
Marcos se ríe, sabe que no hay entretiempo y menos adiós. Y ahora hablamos de la acidez de su obra, y se intuye que también estamos hablando de su vida: “La ironía -dice- es una estrategia para transitar la precariedad de la existencia”.

FICHA
Marcos López. Debut y despedida

Lugar: Centro Cultural Recoleta, Sala Cronopios, Junín 1930.
Fecha: hasta 31 de marzo.
Horario: mar a vier, 14 a 21; sáb, dom, y feriados, 12 a 21.
Entrada: gratis.

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