LO QUE NAPOLEÓN VIO DENTRO DE LA GRAN PIRÁMIDE
Y LE DEJÓ ATERRORIZADO

Napoleón, junto a la esfinge.
© Diario ABC Napoleón, junto a la esfinge.

La pirámide de Keops, que es la única construcción que perdura de las siete maravillas del mundo antiguo, sigue revelando nuevos secretos en sus imponentes 146 metros de altura. Un escaneado de la construcción de bloques de pieza caliza indicó hace unos días que podría haber pasadizos ocultos todavía sin descubrir, como evidencia el hecho de que se hayan registrado anomalías de temperatura de hasta seis grados. Un análisis científico que confirma lo que Napoleón Bonaparte intuyó en su propia piel tras pasar siete horas en el tétrico monumento: el misterio impregna cada uno de sus rincones.
Con el objetivo de liberar Egipto de las manos turcas, el prometedor general Bonaparte, victorioso en Italia, desembarcó en el país del Nilo durante el verano de 1798 con más de treinta mil soldados franceses poniéndose por objetivo avanzar en dirección a Siria. No en vano, el joven Napoleón perseguía algo más que objetivos militares y llevó consigo a un grupo de investigadores de distintas disciplinas (matemáticos, físicos, químicos, biólogos, ingenieros, arqueólogos, geógrafos, historiadores...), más de un centenar, para que estudiaran al detalle aquel país de las pirámides maravillosas y los dioses milenarios. Entre ellos figuraban los matemáticos Gaspard Monge, fundador de la Escuela Politécnica; el físico Étienne-Louis Malus; y el químico Claude Louis Berthollet, inventor de la lejía. Es decir, algunos de los científicos más brillantes de su generación acudieron a la llamada del general, de 28 años, sin conocer siquiera el destino del viaje hasta que navegaron más allá de Malta: «No puedo decirles adónde vamos, pero sí que es un lugar para conquistar gloria y saber»

Europa redescubre Egipto

Fue en aquella expedición, entre lo militar y lo científico, cuando Europa redescubrió las maravillas del antiguo Egipto y encontró la llave para entenderlas. Mientras un soldado cavaba una trinchera en torno a la fortaleza medieval de Rachid (un enclave portuario egipcio en el mar Mediterráneo), halló por casualidad la conocida como la piedra Rosetta, la cual sirvió para descifrar al fin los ininteligibles jeroglíficos egipcios. Se trataba de una sentencia del rey Ptolomeo, fechada en 196 a. C, escrita en tres versiones: jeroglífico, demótico y griego. A partir del texto griego fue posible encontrar las equivalencias en los jeroglíficos y establecer un código para leer los textos antiguos.
No obstante, el viaje también sirvió a Napoleón a modo de búsqueda espiritual en una tierra que había perturbado la imaginación de grandes personajes de la historia. Como muchos de sus contemporáneos, el Gran Corso se sentía atraído por el exotismo oriental y había leído una obra muy popular por entonces, «El Viaje a Egipto y Siria de Constantin Volney», publicada en 1794 sobre los misterios de las civilizaciones de la zona.
En medio de las operaciones militares, Napoleón se dirigió a Tierra Santa con el propósito de confrontarse con el ejército turco y, de paso, a descansar por una noche en Nazaret. Y así lo hizo el 14 de abril de 1799, sin que hayan trascendido más detalles de esta particular parada turística. Ese mismo año, en agosto, Napoleón regresó a El Cairo haciendo noche supuestamente en el interior de la Pirámide de Keops. Su séquito habitual y un religioso musulmán le acompañaron hasta la Cámara del Rey, la habitación noble, que en aquella época era de difícil acceso, con pasadizos que no llegaban al metro y medio, y sin ningún tipo de iluminación más allá de las insuficientes antorchas.
Concretamente, la Cámara del Rey es una sala rectangular de unos 10 metros de largo y 5 metros de ancho conformado por losas de granito, paredes y techo lisos, sin decoración, y únicamente contiene un sarcófago vacío de granito, sin inscripciones, depositado allí durante la construcción de la pirámide, puesto que es más ancho que los pasadizos. El general corso pasó siete horas rodeado solo de murciélagos, ratas y escorpiones en la pirámide. Justo al amanecer, brotó de la laberíntica estructura, pálido y asustado. A las preguntas de inquietud de sus hombres de confianza sobre lo qué había ocurrido allí dentro, Napoleón respondió con un enigmático: «Aunque os lo contara no me ibais a creer».
De la pirámide, a la conquista política de París
Resulta imposible saber qué es lo que vio o sintió exactamente Napoleón en esas siete horas, o incluso si el episodio llegó a tener lugar, aunque parece probable que en todo caso el corso creyera sufrir alguna clase de experiencia mística inducida por la soledad, la oscuridad, las temperaturas extremas y los ruidos comúnes que distorsiona el eco. Lo que está claro es que –como han dado cuenta distintas obras de ficción, véase la novela de «El Ocho» (1988) de Katherine Neville o más recientemente Javier Sierra en «El Secreto Egipcio de Napoleón» (2002)– la noche de Napoleón dentro de la Gran Pirámide pareció cambiar su carácter para siempre. Pese a regresar derrotado militarmente a Francia, el corso despegó políticamente en los siguientes meses. En noviembre de ese año organizó el golpe de Estado del 18 de brumario que acabó con el Directorio, última forma de gobierno de la Revolución francesa, e inició el Consulado con Napoleón Bonaparte como líder.
Lo que si tiene una respuesta más accesible es por qué razón quiso pernoctar en el monumento. Según explica el periodista Peter Tompkins en su clásico «Secretos de la Gran Pirámide», «Bonaparte quiso quedarse solo en la Cámara del Rey, como hiciera Alejandro Magno, según se decía, antes que él». Obsesionado durante toda su carrera con otros personajes históricos claves, Napoleón trató de emular las huellas del conquistador Alejandro Magno y del general romano Julio César, que supuestamente habían pasado también una noche en la cámara buscándose así mismos. El conquistador griego, del que se cuenta una infinidad de leyendas de su contacto con otros mitos de la Antigüedad, fundó Alejandría en el año 331 a.C. y consultó el oráculo egipcio, donde recibió al parecer su confirmación como hijo de Zeus-Amón y como conquistador del mundo. Ese mismo año, en Menfis, Alejandro Magno recibió las insignias y títulos de los faraones y realizó sacrificios a las divinidades egipcias.
Sale a la luz el "mayor secreto" de la pirámide de Keops en Egipto, por Infobae


Fuente: infobae

EL GAUCHO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD


El gaucho, arquetipo de nuestra nacionalidad, en la foto de Francisco Ayerza
El gaucho, arquetipo de nuestra nacionalidad, en la foto de Francisco Ayerza.

Las sociedades tradicionalistas de la Argentina, Uruguay y Brasil impulsan que la figura del gaucho sea considerada Patrimonio de la Humanidad. Tal decisión fue adoptada en una reunión realizada en julio último por la Confederación Internacional de la Tradición Gaucha.
El propósito es encomiable. Sobre todo en tiempos en que cualquier advenedizo procura, sin mucho debate y a veces sin ningún obstáculo, dar vuelta a un país y ponerlo en cero, que es como decir dejarlo sin pasado y sin la historia, que es conciencia de los verdaderos caminos recorridos. La figura del gaucho fue definitoria del paisaje vernáculo de nuestras naciones. Se la puede rastrear hasta comienzos del siglo XVI, lo que no es poco en países en definitiva jóvenes, que comenzaron a gestarse cuando los europeos se encontraron en estas tierras con quienes habían llegado antes no por galeones, sino por embarcaciones seguramente más modestas, procedentes de vaya a saberse qué aguas, o por el cruce del estrecho de Bering.
Cultivar la historia es indagar sobre el presente. Es un modo agradecido de rescatar la acción de quienes nos precedieron. Tener viva en el recuerdo la figura del gaucho es revalorizar lo que la tierra ofrenda a estos tres países del Cono Sur. Está bien que así sea, porque en alguno de los tres, y no hace falta precisar que en el nuestro, el desdén de un retardatario y falso progresismo urbano pretende desde hace años aislar al campo y a sus gentes de los afectos ciudadanos.
A su manera, hay gauchos todavía. Cómo no habría de haberlos si no hay ganadería posible sin ellos y sin la caballada que montan con esmerado arte peones y patrones para el manejo del rodeo, para el uso del lazo y para la doma. Difícil encontrarlos, claro, si se los buscara con el atuendo de Don Segundo, que describía Ricardo Güiraldes: "La blusa corta se levantaba un poco sobre el cabo del güero, del cual pendía el rebenque tosco y ennegrecido por el uso. El chiripá era largo, talar, y un simple pañuelo negro se anudaba en torno a su cuello, con las puntas divididas sobre el hombro...".
No hace falta, sin embargo, andar mucho por la provincia de Buenos Aires para toparse con algún paisano. Ese gaucho en quien se recreaban todos los gauchos todavía asistía, a comienzos de los sesenta, a las fiestas por el Día de la Tradición, que se conmemora hoy, y que se celebraban en La Porteña de Güiraldes, en San Antonio de Areco. Ese hombre, en cuya memoria rendimos homenaje a los gauchos que se han perdido en el tiempo, se llamaba Victorino Nogueira y era el último supérstite de los once domadores y reseros a los que Güiraldes había dedicado la novela memorable.
No hay acuerdo de por qué eso de "gaucho". Si por chaucho, deformación del árabe chaouch por el que se identifica al campesino nómade; si por huajcho, voz quichua para mencionar al huérfano, o por lo que haya sido en realidad. ¿Tal vez por el portugués gauderio, o sea, campesino errabundo? De lo que estamos seguros es del mediano acierto de la Real Academia Española cuando definió "gaucho" como "nombre con que se designa al campesino que, en los siglos XVIII y XIX, habitaba en la llanura rioplatense de la Argentina, en el Uruguay y en Río Grande del Sur, Brasil".
No estamos conformes por completo con esa definición. Desde el norte salteño y los históricos gauchos de Güemes hasta el extremo sur, la paisanada que ha trabajado en los campos argentinos se asimiló sin exclusiones, en la sensibilidad nacional, a quienes participaron de la hazaña cultural de incorporar una inmensa región sudamericana a la cría de haciendas y a los cultivos que dieron a estas tierras la nombradía que aún perdura.
Celebremos la iniciativa de las entidades tradicionalistas. Si el mundo la acepta, la Argentina agregará a su patrimonio un valor de su cultura humanista a lo que ya le ha sido dado, en el renglón de su naturaleza, por el Parque Nacional Los Glaciares, por las Misiones Jesuíticas Guaraníes o por las cataratas del Iguazú, entre otras riquezas de asombro. Y si no, bienvenida de igual modo una idea que rondaba por algunas cabezas desde el encuentro tradicionalista de 1984, en Canelones, porque estimula la idealización y el cariño colectivo por el arquetipo de hombre que ha sido actor esencial en la configuración de nuestra nacionalidad, como lo han inmortalizado Prilidiano Pueyrredón, Carlos Ripamonte, Bernaldo de Quirós y Florencio Molina Campos.


Fuente: lanacion.com

PAGAN US$ 170,4 POR UNA PINTURA DE MODIGLIANI,
LA SEGUNDA MÁS CARA DE LA HISTORIA

Es la obra Desnudo reclinado.
Entre las vendidas en subasta sólo es superada en precio por Las mujeres de Argel, de Picasso.


Reclining Nude. No es el único desnudo de Modigliani, pero es el más desinhibido por la postura de la modelo. Fue la primera gran subasta de otoño.
Reclining Nude. No es el único desnudo de Modigliani, pero es el más desinhibido por la postura de la modelo. Fue la primera gran subasta de otoño.
La obra "Nu Couché" (Desnudo reclinado), de Amedeo Modigliani, subastada ayer en la galería neoyorquina Christie’s consiguió alcanzar los 170,4 millones de dólares de premio final (152 millones al bajar el martillo), con lo que superó con creces el último récord del artista, que se situaba en 71 millones de dólares. Pero además, la obra se sitúa como segunda pieza más cara subastada en la historia por detrás de "Las mujeres de Argel", de Pablo Picasso, vendida por 179,4 millones de dólares también por Christie's.
La pintura, que ha superado las expectativas de Christie’s de 100 millones de dólares, es uno de los últimos trabajos de la trágicamente corta carrera del pintor, el paradigma del artista bohemio romántico en París.
Aunque no fue el único de sus desnudos, sí se trata del más desinhibido por la postura de la modelo, que muestra su cuerpo acostado y con las piernas y brazos abiertos.
El récord para el artista italiano ha tenido lugar en la primera gran noche de subastas de Christie’s de otoño, dedicada a “la musa del artista” y que ha contado con 34 pinturas y esculturas de maestros como Paul Gauguin y Roy Lichtenstein, que también han conseguido sus propios récords.
Así, la escultura “Thérese”, de Gauguin, consiguió 30,9 millones de dólares, más que ninguna obra anterior del artista.
Igualmente, la colorista “Nurse” (Enfermera), de Liechtenstein, que partía con una estimación de 80 millones de dólares, consiguió llegar los 95,3 millones, lo máximo jamás pagado por una obra del artista pop hasta la fecha (56 millones).
La famosa y colorista obra, quintaesencia de la heroína de Lichtenstein, llevaba décadas fuera del mercado en manos de un coleccionista privado.
El arte impresionista, moderno y contemporáneo de artistas conocidos “no requiere de un gran riesgo estético o intelectual por parte del coleccionista”, dijo Sarah Lichtman, profesora de historia de diseño en la Escuela de Diseño Parson.


Fuente: clarin.com

SE EXHIBEN "TESOROS" DE LOS JESUITAS

En el Museo Mitre habrá además conciertos y charlas


Silvina Premat

Verdaderas joyas culturales, como libros del siglo XVIII, acompañadas por conciertos musicales, proyección de videos y disertaciones referidas a los aportes sociales de los jesuitas, componen la muestra Patrimonio Jesuita del Museo Mitre.
Se trata de una treintena de libros escritos por jesuitas o que tienen a sacerdotes de esa orden como protagonistas y que componen la Biblioteca Americana del Museo Mitre, ubicado en San Martín 336, en pleno centro porteño.
La programación comienza hoy, con un concierto de la música que se tocaba y escuchaba en las misiones en el siglo XVI. Será a las 18.30 en la Iglesia de San Ignacio (Bolívar 225) y estará a cargo de los coros Capilla Musical y San Ignacio de San Ignacio.
La apertura del exhibición en el Mitre se hará el jueves, día en el que se ofrecerán disertaciones sobre la talla en madera del siglo XVII Cristo de los Huarpes o Cristo del Seminario, y sobre la presencia de los jesuitas en la provincia de Mendoza.
En las vitrinas se exhibirán "libros comprados por Bartolomé Mitre luego de la expulsión de esa orden de América latina", describió a LA NACIÓN Juan Eduardo Fleming, presidente de la Asociación de Amigos de ese museo. Es decir, la mayoría de ellos son anteriores a 1767, una época en la que, según recuerda Fleming, las bibliotecas de las misiones jesuíticas contenían unos 2500 títulos y la biblioteca más ilustre del país, la de Tucumán, tenía apenas medio centenar de libros.

Tesoros encontrados

Con la curaduría del museólogo Hugo Martín, que incluyó grabados y ampliación de acuarelas, la muestra exhibirá algunos tesoros culturales. Entre ellos, se destaca el Lunario, escrito por el primer astrónomo del continente americano, el sacerdote jesuita Buenaventura Suárez, en el que previó los movimientos de la Luna desde el 1600 hasta el 1900. Un avance científico notable y fruto del trabajo de sacerdotes y guaraníes. Se sabe que en las misiones se pulían lentes para los telescopios, por ejemplo.
También se exhibirá una edición de 1942 de Hacia allá y para acá, el libro de Florian Pauque sobre su experiencia en la misión San Javier, de Santa Fe, que contiene más de un centenar de acuarelas.
Entre otras, también habrá obras de Bartolomé de las Casas, el mayor cronista de las vicisitudes de guaraníes y jesuitas; de Guillermo Furlong, y de José Sánchez Labrador.
El programa de la muestra, que permanecerá abierta hasta fines de diciembre, se completa con una agenda de encuentros vespertinos en el mismo Museo Mitre. Cada uno de ellos será conducido por un especialista e incluye la presentación de un libro sobre el papa jesuita La visión estratégica del papa Francisco, el miércoles 25, con la participación de su autor, Jorge Castro; Fleming, y el secretario de la Unión Mundial de Exalumnos Jesuitas, Carlos Gianicolo.
En tanto, el miércoles 18, el documentalista Sergio Raczko proyectará el video sobre la jurisdicción jesuítica creada en 1509, llamada Paraquaria, y que abarcaba Uruguay, la Argentina, el sudoeste de Brasil, el sudeste de Bolivia, Paraguay y Chile.
El proyecto de la muestra surgió el año pasado cuando, con ocasión de los 200 años de la restauración de los jesuitas, consultó la Biblioteca Americana del Museo Mitre y se topó con "maravillas", como llama a los libros incunables y documentos exhibidos.
"Mi interés fue proyectar la importancia de los valores sociales, sin perjuicio de los religiosos, que los jesuitas transmitieron a través de la educación", dijo Fleming.



Fuente:lanacion.com

REINAUGURARON LA FONTANA DI TREVI





Re inauguraron la Fontana di Trevi


Luego de largos meses de espera y quejas de todo tipo y color por parte de los turistas ilusionados en conocer la famosa fontana, los 26 restauradores dieron fin a la obra.
La obra costó un total de 2.2 millones de euros y la financió la famosa firma de modas Fendi. La obra básicamente conformó la restauración de las esculturas, se instaló un nuevo sistema para que el agua fluya y no dañe los mármoles y se limpió en su totalidad.



Fuente: facebook/radio mitre

BORGES, MEMORIA Y OLVIDO




Loreley Gaffoglio / La Nación



Hay obsesiones que de tan viejas y acendradas un buen día terminan gobernándonos. Es por eso que sentí como un destino -y no un azar- que una cuestión familiar me empujara finalmente hasta Ginebra. Esa ciudad sin énfasis, despreocupada hasta de su propia identidad, pero misteriosa por ser -como decía Borges- "la más propensa para la felicidad", me permitía sepultar un antiguo desvelo: llevarle flores a su tumba en el Cementerio de los Reyes y, en silencio, enfrentada a su sombra, descifrar por qué eligió morir en la ciudad de Calvino.
María Esther Vázquez me había confiado antes del viaje que, al despedirse de Bioy Casares por teléfono, Borges le había asegurado que "cualquier lugar es bueno para morir". "Sólo pedía las dos fechas abstractas en su lápida y el olvido", recordó. Pero hasta esa última voluntad resultó paradójica como su obra: había dado instrucciones de ser cremado.Releí en el avión su libro Borges. Esplendor y derrota. Quería trajinar la ciudad con espíritu literario y evocación borgeana. Perderme como una flâneuse por los pasadizos medievales de la Ciudad Vieja hasta llegar al 17 de Rue Malagnou, donde entre los 15 y los 18 años se guareció con su familia al desatarse la Primera Guerra. Esa biografía me ayudó a planificar el derrotero: debía unir en bicicleta los siete puentes del Ródano para recrear su trajín urbano un siglo atrás. Llegar hasta el Collège Calvin, donde sus amigos, los polacos Jichlinski y Abramowicz, en vez de burlarse de su tartamudez, como antes le sucedía en Palermo, celebraban su erudición, aprendían a jugar al truco y lo entrenaban en el francés. Hasta me impuse improvisar un picnic a la vera de ese "mar calmo" que es el lago Leman y otear el Mont Blanc, la montaña más alta de Europa, imán de sus escapadas familiares y fuente de inspiración para los dibujos de su hermana Norah.
Fue durante su educación ginebrina cuando Borges asomó a los autores que citaría incansablemente después. Ante todo Schopenhauer, con un libro en particular que lo deslumbró: El mundo como voluntad y representación. Luego, vendrían Chesterton , De Quincey, Conrad y Carlyle, y más tarde, con la sola ayuda de un diccionario, el Fausto y la literatura germánica.
Suiza fue también el escenario de su traumático debut sexual y la geografía que le inspiró su único cuento romántico, "Ulrica". La máscara de Javier Otárola como narrador sobrevino a partir de su arrobamiento por una muchacha rubia y frágil que, al día siguiente de conocerlo, lo plantó. Si su mundo fue, como él dijo, "un incesante manantial de sorpresas, de perplejidades, de desdichas" y también de felicidad, los temas de su literatura fueron "sueños dirigidos" surgidos de vivencias deformadas en su infancia y temprana juventud. Por eso Ginebra fue, al menos, uno de sus espejos.
Recorrí cada uno de esos escenarios con ilusión, pero en ninguno hallé una referencia a nuestro escritor mayor. Su antiguo hogar ya no existe, la explanada del lago Leman es un desfile del cosmopolitismo ginebrino, y en las librerías no se consigue el grueso de su obra. Quedan en pie, sí, su colegio, una calle lejana que evoca su nombre, y un cartel anodino en una esquina de la Ciudad Vieja que recuerda, como al pasar, que en el 28 de la Grand Rue vivió en sus últimos meses de vida.
La gran excepción es el camposanto de Plainpalais. Allí, en el sepulcro 735, pegado a la tumba de Grisélidis Réal, "escritora, pintora, prostituta (1929-2005)", una lápida en piedra gris de punilla, con su nombre esculpido, la imagen de siete guerreros con sus espadas rotas y un epitafio en inglés antiguo cuya traducción es "Y que no temieran" señalan su morada. Un frondoso tejo -el árbol que por su longevidad es símbolo de eternidad- derrama allí su sombra y sus frutos rojos y maduros. Lo bautizaron If, como el poema de Kipling.
Al acercarme compruebo que un joven porteño está recostado junto al sepulcro. Escucha milongas y junta los frutos caídos del tejo. "Quizá las semillas de éste árbol absorbieron algo de él -me dice-. Quiero plantarlas en Buenos Aires."
El cementerio es un jardín cuidado con senderos de grava, bancos y silencio. Acaricio su nombre en la piedra y percibo el vaivén de otras miles de manos que pulieron la lápida. Otra paradoja borgeana: en medio de su palpable soledad, Borges rara vez está solo. Me inclino y me confieso. Imagino que alguien responde: "Está solo y no hay nadie en el espejo".


Fuente texto: lanacion.com

MUSEOS: EL PATRIMONIO OCULTO VUELVE A VER LA LUZ

Desempolvadas.
Mientras se encarece traer muestras del exterior, las colecciones permanentes se mueven más que nunca y van al encuentro de nuevos públicos

   Foto:Juan Colombato

María Paula Zacharías

La Noche de los Museos volvió a provocar ayer una peregrinación masiva en Buenos Aires. Pero el movimiento no es sólo del público: crecimiento, conectividad, dinamismo y flexibilidad también son signos de estos tiempos para las colecciones de arte en todo el país. Ya no son patrimonios estancados en trastiendas y muestras permanentes, que suelen ser apenas un botón en comparación con lo que queda guardado en depósitos. Por eso se mueven, se prestan, itineran, se restauran y se catalogan para ponerse en relación con el público, que es su razón de ser. ¿Cómo se gestiona hoy una colección de arte? De eso hablan los responsables de los principales museos locales, así como de los más nuevos, privados y públicos.
Las mayores colecciones de arte argentino se encuentran en plena recatalogación y digitalización, de la mano de la investigación y la tecnología. Y gracias a la profesionalización, los estándares de conservación suben su vara. El recambio de muestras con variedad de guiones curatoriales es la manera de mostrar el patrimonio en su propia casa, como se puede ver ahora en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (Macba), el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba), la Fototeca Latinoamericana (FOLA), el Museo Castagnino de Rosario y la Colección Fortabat, entre otras instituciones destacadas. Y en varios casos, se están ampliando los espacios de exhibiciones permanentes, como las 18 salas de arte argentino e internacional inauguradas en agosto en el MNBA y los proyectos de ampliación del Mamba y del Malba.
Tener una colección es oneroso. "En los últimos dos años el Moderno ha invertido en su patrimonio unos 5,88 millones de pesos, que incluyen gastos por otros 2,28 millones en conservación, investigación, catalogación, registro fotográfico y equipamiento de las reservas; y otros 3,6 millones en seis exposiciones del patrimonio, entre traslado, conservación, diseño museográfico y publicaciones", dice su directora, Victoria Noorthoorn. La dinámica involucra tanto a curadores como al equipo de acervo propiamente dicho, liderado por el especialista en conservación Pino Monkes. "En estos años se ha recatalogado según estándares actuales y en un futuro cercano estará online. Estamos diseñando un complejo software que permitirá la democratización de nuestra base de datos", detalla. En 2016, el Mamba festejará sus 60 años con la apertura de salas sobre la esquina de San Juan y Defensa, que sumarán unos 1500 m2, donde se incluirán exhibiciones ampliadas del patrimonio.
Quizá por todo lo que implica, hay espacios, como la Fundación Proa, que optan por no coleccionar e invierten su presupuesto en traer muestras del exterior y pensar actividades. Nacida como centro cultural, sólo guarda algunas piezas de proyectos que financia, que se prestan o se donan, como la reconstrucción de Verificación esquemática, de Antonio Trotta, cedida al Mamba. El de Proa es un caso de excepción: "Las muestras internacionales cada vez resultan más costosas, tanto en transporte como en seguros. Por otro lado, en la Argentina los costos dependieron del incremento por inflación en pesos pero no en dólares. Se necesitan más dólares y, además, autorizaciones oficiales para poder pagar en el extranjero", explica Adriana Rosenberg, directora de Proa.


Il sifone (1915), de Emilio Pettoruti, es una de las obras destacadas de las salas que reabrió el MNBA (izq.). Esta obra de Raúl Lozza está incluida en la muestra La paradoja en el centro, con obras del acervo del Mamba (der.).

Décadas a la sombra


Frente a este panorama, muchos espacios aprovechan para sacar a relucir su propio patrimonio, que a veces es anterior a la existencia de los edificios que lo contienen. La Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat, por ejemplo, fue formada al gusto de su dueña y cuenta con edificio de lujo desde 2008. Ante la cancelación de una muestra foránea, presenta ahora en los pisos destinados a muestras temporarias una exhibición de 150 de sus 300 obras, que dormían en el depósito.
Más obras fueron desempolvadas en el Centro Cultural Kirchner (CCK), que inauguró dos muestras con obras prestadas. Escultura, música y danza reúne esculturas de Pablo Curatella Manes (1891-1962) y Hermi Baglietto de Alio (1908-1954) pertenecientes al MNBA. Gil de Castro: Pintor de Libertadores se integra con 28 retratos de héroes de la independencia prestados por el Museo Histórico Nacional (MHN) y restaurados por el taller Tarea de la Universidad Nacional de San Martín. Las esculturas de Baglietto de Alio llevaban décadas a la sombra. "Luego de la retrospectiva de su obra en el MNBA, en 1962, ha permanecido prácticamente invisible al público, a pesar de que los museos argentinos conservan sus obras", dicen los curadores, Roberto Amigo y Laura Malosetti Costa
El director electo del MNBA, Andrés Duprat, piensa seguir en esa línea: "Esta nueva gestión -cuenta-hará hincapié en el rol nacional del MNBA a través del diseño de programas, asistencias, exposiciones, intercambios y demás acciones que fortalezcan su presencia en todo el territorio argentino. Se realizarán en el corto plazo programas que tiendan a paliar la limitación edilicia a través de muestras temporarias, exposiciones itinerantes, publicaciones, seminarios, cursos y ediciones en soporte electrónico. La idea es que sirva de plataforma para intercambios, asistencias técnicas y profesionales, colaboraciones con los museos, conferencias, encuentros y mesas redondas".
De las 13.000 obras que el MNBA atesora, sólo un 10 por ciento se exhibe en sus salas. En cambio, sobra lugar en los 100.000 m2 del antiguo Palacio de Correos. "Mi idea es ampliar los espacios de exhibición de la colección para darle mayor visibilidad. Y el CCK posee espléndidos espacios", dice Duprat. También piensa en sumar adquisiciones y audiencias como las que atrajeron los discontinuados Bellos Jueves. "Contemplamos programas específicos para la incorporación de diversos públicos -sostiene-, entre ellos el público joven y el arte contemporáneo en diálogo con la colección y la arquitectura del museo."
Cantidad no es calidad. Hace dos semanas, en una mesa redonda en Corrientes, Jorge Tirner, director del Museo Provincial de Bellas Artes René Brusau de Resistencia, Chaco, se quejaba de que la colección creció sin filtros, aceptando donaciones incluso de los alumnos de los talleres de libre expresión que alberga. Durante la última Bienal de Chaco, organizada en septiembre por Milo Lockett sin premios ni jurado, los 20 artistas participantes donaron sus obras. "Éste es un museo joven, que creció sin una lógica en su patrimonio. Hay mucha obra guardada ocupando espacio innecesario, en un depósito que no está acondicionado", dijo.
Las 578 obras del Malba pueden parecer pocas, pero al contrario de la colección chaqueña, tienen otro peso específico. "La colección es hoy invaluable, con numerosas obras que desde hace muchos años están fuera del mercado. Por ejemplo, Abaporú, de Tarsila do Amaral, es símbolo cultural-artístico de Brasil y no hay otra obra de igual importancia", explica Victoria Giraudo, coordinadora ejecutiva de curaduría. En 2012 se creó el Comité de Adquisiciones, que junto con la jefatura de Marcelo Pacheco (hasta 2013, porque ahora trabaja en investigación en la colección del Mamba), incorporó el mural americanista de Berni y obras de Oscar Muñoz, Ana Mendieta, Ernesto Neto, Teresa Burga y Mathias Goeritz.
Para seguir ampliando el acervo, este año el Malba formó un Comité Científico integrado por Andrea Giunta, Julieta González, Adriano Pedroza, Inés Katzenstein y Octavio Zaya. "Cada obra que se suma a la colección supone costos y cuidados, y por eso el comité debe pensar seriamente en la calidad a la hora de incorporar nuevas piezas. Además del costo operativo, está el tema del espacio físico, y en este sentido está pensada la ampliación futura del museo", aclara Giraudo.
Por ahora, se realiza la catalogación de todas las obras existentes. "Tenemos limpiezas semanales de la colección -agrega-. En la base de datos queda consignado el estado y los demás datos de la adquisición, del seguro y traslados por préstamos." El intercambio de piezas es constante, como con el Museo de Bellas Artes de Houston y su exitosa muestra sobre Antonio Berni. "Siempre estamos en contacto con otras instituciones solicitando obras en préstamo (para Polesello joven pedimos al Mamba, al MNBA, al Museo del Banco de la República de Colombia y al Museo de Arte de Bogotá) y también prestando obras, como las de Grete Stern y Horacio Coppola al MoMA de Nueva York."
Además, en su programa federal, Malba mostró su patrimonio en la exposición Relatos latinoamericanos por espacios de Neuquén, San Juan, Mendoza, Salta, Córdoba y Rosario. A tono con las nuevas tendencias museológicas, este año comenzó un proyecto de investigación con el Centro Argentino de Investigadores de Arte, que será subido a la Web, y la sala de colección permanente tiene su dinámica: "La nueva dirección está planeando curadurías que duren dos años aproximadamente", adelanta Giraudo.




Fotografía de Oscar Pintor, una de las 250 que integran la colección de la Fototeca Latinoamericana creada por Gastón Deleau (izq.). La gran tentación (1962), de Antonio Berni, ilustró la tapa del catálogo de la muestra sobre el artista argentino que se exhibió en Buenos Aires y en el Museo de Bella.


Vientos de cambio

En la Casa Nacional del Bicentenario, Imaginarios presentes. Imaginarios futuros se suma a estos vientos de cambio en materia de préstamos, y reúne 90 obras de colecciones de cinco importantes instituciones nacionales: el Palais de Glace, el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan, el Fondo Nacional de las Artes, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, y el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. "Han tenido una absoluta disposición para sumar sus obras al diálogo que propusieron las curadoras invitadas", dice Liliana Piñeiro, directora del espacio y a cargo del área de exposiciones de artes visuales en el CCK. "El perfil definido para las dos instituciones no es el de un museo con colección propia -agrega-, y no tienen previsto en sus misiones, por el momento, conformar una colección."
En las provincias hay colecciones importantes, como las 4200 obras acumuladas a lo largo de 97 años del Castagnino de Rosario; su crecimiento fue motivo, en marzo, de la muestra Capital. El Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan, que estrenó edificio en 2011, alberga una colección histórica de 1300 piezas que por años pasaron penurias agolpadas en depósitos. Parte se ve ahora en la Casa del Bicentenario y pronto recibirá una muestra paralela con obras de las mismas cinco colecciones de Imaginarios. "Gestionar una colección es una enorme responsabilidad, porque supone conservar, restaurar, investigar y difundir -cuenta la directora, Virginia Agote-. Estamos trabajando con Tarea para restauraciones y Roberto Amigo viaja una semana al mes para hacer la catalogación, con fichas técnicas que van a reemplazar el viejo inventario. A fin de año publicaremos un catálogo razonado y todo estará online. Además de trabajar con los mejores expertos, se está capacitando a personal del museo".
Hay colecciones privadas que nacen de la pasión de un coleccionista, que además cuenta con los recursos para levantarles casa propia. Así lo hizo en 2012 Aldo Rubino con sus tesoros de la abstracción geométrica resguardados en el Macba, un edificio ad hoc al lado del Moderno. El espacio no reserva una sala para mostrar sus 260 piezas, sino que les destina tres meses en su calendario -generalmente los de verano- y las presenta con un guión particular. Es el caso de Obsesión geométrica. American School 1965-2015, la muestra actual, donde presenta treinta piezas de artistas estadounidenses. En 2015 el espacio estuvo dedicado a muestras internacionales, y para eso llevó adelante una intensa campaña de fondos. "Es muy costoso y un gran esfuerzo de gestión y logística, y trabajamos siempre en relación con instituciones. Hay que abrir el juego para ganar fuerza porque el campo cultural es muy competitivo -detalla Teresa Riccardi, su directora-. El programa curatorial es anual y abarca reescrituras y convivencias. El próximo año va a ser mayormente para artistas argentinas."
Los auspiciantes también fueron la clave para el nacimiento de FOLA, espacio impulsado por Gastón Deleau, que tras años en la gestión cultural logró forjar su propia colección de 250 fotografías. Gracias a un convenio con IRSA y al apoyo de privados, dio nacimiento a esta Fototeca Latinoamericana, un impresionante hangar cultural de 1200 m2, inaugurado hace menos de un mes. "Estoy pensando en los fotógrafos. Todo esto fue hecho de su mano -dice Deleau-. De cada obra tengo una historia. Es pasión pura. Que estén disponibles al público le hace bien a la sociedad."
El Castagnino de Rosario inauguró el viernes París en el horizonte, muestra de la colección donada por Enrique Astengo (1913-1930), y el Mamba dedica una sala a la donación de Ignacio Pirovano. Los artistas acrecentaron por décadas con su generosidad el patrimonio de este museo; es el caso de Alberto Heredia, León Ferrari y la más reciente, la reconstrucción de La Menesunda de Marta Minujín. Ricardo Garabito, en cambio, prefirió donar su legado al Malba.
Las donaciones dejan huella, entiende María Isabel Baldasarre, autora de Los dueños del arte. Coleccionismo y consumo cultural en Buenos Aires (Edhasa, 2006): "Las colecciones privadas han sido fundamentales para la constitución de los patrimonios de los primeros museos de arte de la Argentina. Las donaciones han modelado las presencias y ausencias. Es decir, las preferencias por una determinada tendencia, escuela nacional o período histórico han marcado a fuego la historia institucional y el relato que el museo se propone contar". La historia del arte se escribe cada día, y ninguna decisión en la gestión del patrimonio es inocente.


Fuente: lanacion.com