La pirámide de Keops, que es la única construcción que perdura de las siete maravillas del mundo antiguo, sigue revelando nuevos secretos en sus imponentes 146 metros de altura.
Un escaneado de la construcción de bloques de pieza caliza indicó hace
unos días que podría haber pasadizos ocultos todavía sin descubrir, como
evidencia el hecho de que se hayan registrado anomalías de temperatura de hasta seis grados.
Un análisis científico que confirma lo que Napoleón Bonaparte intuyó en
su propia piel tras pasar siete horas en el tétrico monumento: el
misterio impregna cada uno de sus rincones.
Con el objetivo de
liberar Egipto de las manos turcas, el prometedor general Bonaparte,
victorioso en Italia, desembarcó en el país del Nilo durante el verano
de 1798 con más de treinta mil soldados franceses poniéndose por
objetivo avanzar en dirección a Siria. No en vano, el joven Napoleón
perseguía algo más que objetivos militares y llevó consigo a un grupo de
investigadores de distintas disciplinas (matemáticos, físicos,
químicos, biólogos, ingenieros, arqueólogos, geógrafos,
historiadores...), más de un centenar, para que estudiaran al detalle aquel país de las pirámides maravillosas y los dioses milenarios.
Entre ellos figuraban los matemáticos Gaspard Monge, fundador de la
Escuela Politécnica; el físico Étienne-Louis Malus; y el químico Claude
Louis Berthollet, inventor de la lejía. Es decir, algunos de los
científicos más brillantes de su generación acudieron a la llamada del
general, de 28 años, sin conocer siquiera el destino del viaje hasta que
navegaron más allá de Malta: «No puedo decirles adónde vamos, pero sí
que es un lugar para conquistar gloria y saber»
Europa redescubre Egipto
Fue en aquella expedición, entre lo militar y lo científico, cuando Europa redescubrió las maravillas del antiguo Egipto y encontró la llave para entenderlas. Mientras un soldado cavaba una trinchera en torno a la fortaleza medieval de Rachid (un enclave portuario egipcio en el mar Mediterráneo), halló por casualidad la conocida como la piedra Rosetta, la cual sirvió para descifrar al fin los ininteligibles jeroglíficos egipcios. Se trataba de una sentencia del rey Ptolomeo, fechada en 196 a. C, escrita en tres versiones: jeroglífico, demótico y griego. A partir del texto griego fue posible encontrar las equivalencias en los jeroglíficos y establecer un código para leer los textos antiguos.
No obstante, el viaje también sirvió a Napoleón a modo de búsqueda espiritual en una tierra que había perturbado la imaginación de grandes personajes de la historia.
Como muchos de sus contemporáneos, el Gran Corso se sentía atraído por
el exotismo oriental y había leído una obra muy popular por entonces,
«El Viaje a Egipto y Siria de Constantin Volney», publicada en 1794
sobre los misterios de las civilizaciones de la zona.
En medio de
las operaciones militares, Napoleón se dirigió a Tierra Santa con el
propósito de confrontarse con el ejército turco y, de paso, a descansar
por una noche en Nazaret. Y así lo hizo el 14 de abril de 1799, sin que
hayan trascendido más detalles de esta particular parada turística. Ese
mismo año, en agosto, Napoleón regresó a El Cairo haciendo noche
supuestamente en el interior de la Pirámide de Keops. Su séquito
habitual y un religioso musulmán le acompañaron hasta la Cámara del Rey,
la habitación noble, que en aquella época era de difícil acceso, con
pasadizos que no llegaban al metro y medio, y sin ningún tipo de
iluminación más allá de las insuficientes antorchas.
Concretamente,
la Cámara del Rey es una sala rectangular de unos 10 metros de largo y 5
metros de ancho conformado por losas de granito, paredes y techo lisos,
sin decoración, y únicamente contiene un sarcófago vacío de granito,
sin inscripciones, depositado allí durante la construcción de la
pirámide, puesto que es más ancho que los pasadizos. El general corso pasó siete horas rodeado solo de murciélagos, ratas y escorpiones en la pirámide.
Justo al amanecer, brotó de la laberíntica estructura, pálido y
asustado. A las preguntas de inquietud de sus hombres de confianza sobre
lo qué había ocurrido allí dentro, Napoleón respondió con un enigmático: «Aunque os lo contara no me ibais a creer».
De la pirámide, a la conquista política de París
Resulta
imposible saber qué es lo que vio o sintió exactamente Napoleón en esas
siete horas, o incluso si el episodio llegó a tener lugar, aunque
parece probable que en todo caso el corso creyera sufrir alguna clase de
experiencia mística inducida por la soledad, la oscuridad, las
temperaturas extremas y los ruidos comúnes que distorsiona el eco. Lo
que está claro es que –como han dado cuenta distintas obras de ficción,
véase la novela de «El Ocho» (1988) de Katherine Neville o más
recientemente Javier Sierra en «El Secreto Egipcio de Napoleón» (2002)–
la noche de Napoleón dentro de la Gran Pirámide pareció cambiar su carácter para siempre.
Pese a regresar derrotado militarmente a Francia, el corso despegó
políticamente en los siguientes meses. En noviembre de ese año organizó
el golpe de Estado del 18 de brumario que acabó con el Directorio,
última forma de gobierno de la Revolución francesa, e inició el
Consulado con Napoleón Bonaparte como líder.
Lo que si tiene una
respuesta más accesible es por qué razón quiso pernoctar en el
monumento. Según explica el periodista Peter Tompkins en su clásico
«Secretos de la Gran Pirámide», «Bonaparte quiso quedarse solo en la
Cámara del Rey, como hiciera Alejandro Magno, según se decía, antes que
él». Obsesionado durante toda su carrera con otros personajes históricos
claves, Napoleón trató de emular las huellas del conquistador Alejandro
Magno y del general romano Julio César, que supuestamente habían pasado
también una noche en la cámara buscándose así mismos. El conquistador
griego, del que se cuenta una infinidad de leyendas de su contacto con
otros mitos de la Antigüedad, fundó Alejandría en el año 331 a.C. y
consultó el oráculo egipcio, donde recibió al parecer su confirmación
como hijo de Zeus-Amón y como conquistador del mundo. Ese mismo año, en
Menfis, Alejandro Magno recibió las insignias y títulos de los faraones y
realizó sacrificios a las divinidades egipcias.
Sale a la luz el "mayor secreto" de la pirámide de Keops en Egipto, por Infobae
Fuente: infobae
No hay comentarios:
Publicar un comentario