DE DAGUERRE AL MONO

La cámara más antigua del mundo, la “Daguerréotype Giroux”, de 1839.



Por Eduardo Villar

El caso se convirtió en noticia hace semanas: un mono le arrebató la cámara al fotógrafo David Slater y se hizo una selfie, que se reprodujo ad náuseam en todo el mundo no tanto por el hecho mismo, que sucedió hace ya tres años, sino por la disputa –difundida ahora– acerca de los derechos de autor de la imagen, que reclama Slater.
No teman, estas líneas no son otra insufrible opinión sobre ese asunto de los derechos. Sólo señalan una coincidencia. Hace 175 años, el 19 de agosto de 1839, la Academia de Ciencias de París presentaba al mundo lo que se consideró entonces –y después se siguió considerando más o menos unánimemente– un invento de Louis Daguerre: la fotografía. Más precisamente, el daguerrotipo, su antecedente inmediato.
La coincidencia se vuelve más significativa si se recuerda qué ocurrió entonces con los derechos de ese invento maravilloso que cambiaría el mundo o, por lo menos, las imágenes del mundo, que no es lo mismo pero es igual. Meses antes, en enero, el Estado francés había comprado los derechos a Daguerre, poniéndolos a disposición de todos para su uso gratuito.
Un regalo para la humanidad. Y –lo sabemos ahora– para los monos. Daguerre recibió por el invento una pensión vitalicia de 6.000 francos. Y el hijo del fallecido Joseph Niépce, que había hecho sus aportes al descubrimiento pero habían quedado bastante velados por esas cuestiones de la vanidad humana, otra pensión de 4.000 francos.
Casi dos siglos después, la descripción de un “espejo con memoria”, que se hizo entonces del increíble invento, sigue siendo insuperable.
Se logró la posibilidad de hacer infinitas copias en positivo a partir de un negativo; se inventó una forma de fijar las imágenes para que no se desvanecieran con el paso del tiempo; se pasó de la placa de vidrio a la película fotográfica y, del blanco y negro, al color; se inventó la Polaroid y, con ella, la fotografía instantánea; se desarrolló la fotografía digital, que produjo el cambio más dramático. Hoy todos tenemos una cámara o un celular a mano para tomar una foto en cualquier momento. Todos somos fotógrafos. Hasta los monos. Se producen cada día millones de imágenes que se envían instantáneamente al resto del mundo.
Pero ninguno de los avances y transformaciones técnicas ocurridos en estos 175 años ha cambiado lo que aún fascina de la fotografía: su capacidad de fijar una imagen para siempre.

Fuente: Revista Ñ Clarín

EL "OTRO" COLÓN,
ABANDONADO Y VANDALIZADO EN COSTANERA SUR

Monumentos.

Es un un conjunto escultórico donado por la Nación a la comunidad española. Tiene hace más de un año varias de sus figuras mutiladas.
EL OTRO COLÓN. El Monumento a España, inaugurado en 1936, se halla en la Costanera Sur. (Cecilia Profetico)
EL OTRO COLÓN. El Monumento a España, inaugurado en 1936, se halla en la Costanera Sur. (Cecilia Profetico)

EL OTRO COLÓN. El Monumento a España, inaugurado en 1936, se halla en la Costanera Sur. (Cecilia Profetico)
Cuando aún los gobiernos nacional y porteño se peleaban por el traslado del Monumento a Colón que estaba de pie detrás de la Casa Rosada, el secretario General de la Presidencia Oscar Parrilli le enrostró a Macri el deterioro y abandono del "otro" monumento a Colón.
Técnicamente se llama "Monumento a la España Civilizadora y Eterna"inaugurado en 1936, se halla en la Costanera Sur , fue realizado como un homenaje que la Nación Argentina le brindó a España, como símbolo de la unión de los dos pueblos.
Es un conjunto escultórico, realizado por el argentino Arturo Dresco, cuya base es un gran basamento de granito rojo. En la cara que mira hacia el noroeste: Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Domingo Martínez de Irala, Jerónimo Luis Cabrera, Sebastián Elcano y, sentado, el Obispo Centenera, hoy sin cabeza. Y en el centro, abajo estaba Cristóbal Colón arrodillado frente a Isabel la Católica. Estaba porque su figura fue robada y nunca repuesta.
El conjunto escultórico está vandalizado y en estado de abandono y quedó relegado casi en un rincón de la Ciudad: el más extremo de la Costanera Sur, frente a la ex Ciudad Deportiva de Boca, muy cerca del ingreso al asentamiento "Rodrigo Bueno".
El conjunto escultórico Monumento a España es obra del artista plástico argentino Arturo Dresco (1875-1961). Talló 31 figuras humanas que representan el espíritu conquistador del pueblo español en otros tiempos: "A España fecunda, civilizadora eterna", dice una frase en el centro. Pero la mayoría de las tallas han perdido ya su fisonomía original.
En 1992, el entonces presidente Carlos Menem había prometido mudarlo a la 9 de Julio y Avenida de Mayo. Pero el Monumento a España sigue olvidado, en el extremo Sur de la Ciudad.
De aquella denuncia de Parrilli (la hizo en el propio monumento y utilizó una nota de Clarín que ilustraba el abandono y deterioro) pasó más de un año. En el medio, Ciudad y Nación se pudieron de acuerdo, al Colón de la Rosada lo bajaron de su pedestal y espera su traslado a Costanera Norte.
El "otro" monumento a Colón sigue tal cual. Abandonado, vandalizado, deteriorado y lejos de las miradas de quienes deben preservarlo. Y lo peor, en este caso parece que nadie da pelea.


Fuente: clarin.com

LA SELFIE DEL MONO:
SE DEFINIÓ QUIÉN ES EL DUEÑO DE LA FOTO MÁS FAMOSA

¿Fin de la polémica? La Oficina de Copyright de Estados Unidos estableció que una foto tomada por un mono no está sujeta a copyright
El mono crestado negro se tomó una autofoto y disparó una disputa legal  Foto: Archivo
El mono crestado negro se tomó una autofoto y disparó una disputa legal. Foto: Archivo

La Oficina de Copyright de Estados Unidos publicó esta semana un borrador del Compendio de prácticas de copyright en el que establece que los trabajos "creados por la naturaleza, animales o plantas" o "supuestamente creados por seres sobrenaturales o divinos" no pueden estar sujetos a copyright. Es decir, son de dominio público.
La Oficina de Copyright estadounidense da una lista de ejemplos de creaciones que quedan exentas de copyright y entre esos ejemplos menciona "una foto tomada por un mono" o "un dibujo hecho por un elefante".
El documento, de 1212 páginas, crea un precedente y zanja -en Estados Unidos- el debate que se había abierto sobre la propiedad de la famosa autofoto del macaco negro crestado que dio la vuelta al mundo porque.
Qué pasó. Cuando el fotógrafo británico David Slater viajó a Indonesia en 2011 para convivir con macacos negros crestados y tomar imágenes, jamás pensó en volverse famoso tres años después por los derechos de autor de una de esas fotografías.
Durante aquel viaje, uno de los monos le robó la cámara y empezó a tomarse fotos, entre ellas dos autofotos o selfies, que se hicieron famosas y fueron publicadas en muchos medios de comunicación del mundo, incluso en el sitio de Wikimedia -organización sin fines de lucro responsable de la enciclopedia Wikipedia- que cuenta con una colección de más de 22 millones de imágenes, sonidos y videos de descarga libre y gratuita para sus miembros.
Una de las imágenes de Slater, que muestra al mono sonriente, fue colocada en la entrada de Wikipedia para ilustrar al macaco negro crestado (macaca nigra).
Durante dos años, Slater hizo reiterados pedidos a Wikimedia para que la organización quitara la imagen. ¿Su posición? Violan sus derechos de autor.
Wikimedia rechazó el pedido y declaró en su primer informe de transparencia que la imagen no pertenecía a nadie. Ahora, la Oficina de Copyright de Estados Unidos les da la razón.
Mientras tanto, la foto del mono y la pelea copyright vs. copyleft siguen dando la vuelta al mundo.
 



Fuente: lanacion.com

FINALMENTE, ÁSTOR PIAZZOLLA TENDRÁ SU MONUMENTO

Cultura
El año que viene lo emplazarán en Diagonal Norte, entre Cerrito y Libertad
El escultor Carlos Martínez y la maqueta de su obra  Foto: LA NACION / E. Lasalvia
El escultor Carlos Martínez y la maqueta de su obra. Foto: LA NACIÓN / E. Lasalvia


Por Ángeles Castro / LA NACIÓN

Doce años después de que una ley obligara a emplazarlo en Avenida del Libertador y Callao, dentro del parque Thays, finalmente el monumento homenaje al músico Ástor Piazzolla verá la luz en 2015. Pero lo hará en otro escenario: la cuadra de la peatonal Diagonal Norte, entre Cerrito y Libertad.
Así lo confirmaron fuentes del Ministerio de Cultura porteño y del despacho de la diputada oficialista Lía Rueda, que en los próximos días presentará un proyecto para modificar el artículo de la mencionada norma (ley N° 1132) que designa el sitio elegido para instalarlo.
Según los voceros, la reforma será aprobada antes de fines de año y cerraría una historia de demoras y desidia que impidieron durante más de una década que la ciudad rindiera un justo tributo al gran compositor y bandoneonista.
Precisamente, el monumento homenaje simboliza la silueta de un bandoneón en una serie de doce cuadros desplazados a lo largo de una curva. Será construido en acero inoxidable, con un peso aproximado de 200 kilos, y se montará sobre dos bases rectangulares. Fue ideado por el artista plástico Carlos Martínez, quien en 2009, hace ya cinco años, ganó el concurso convocado por una comisión ad hoc que integraron representantes del gobierno de la ciudad y de la Fundación Ástor Piazzolla.
Ya habían pasado para entonces seis años desde que, en 2003, la ley 1132 había establecido emplazar el monumento en el espacio verde situado en Libertador y Callao, con una leyenda que recordara la letra de "Balada para un loco" (Piazzolla-Horacio Ferrer), cuando dice: "Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao, no ves que va la luna rodando por Callao; que un corso de astronautas y niños, con un vals, me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!"
Pero, luego de la convocatoria al concurso y la selección de la propuesta ganadora, se advirtió que, en el lugar escogido para colocar el homenaje ya había -y hay- un monumento dedicado al jefe de policía coronel Ramón L. Falcón.
Esa estatua fue dispuesta allí por la ley nacional 8928, de 1912; pero posteriormente, por la ley nacional 18.110, de 1969, se autorizó a la Policía Federal a trasladar el monumento al Departamento Central de Policía. La mudanza, como es evidente, jamás se concretó.
En mayo de 2011, una resolución emitida por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad insistió ante el Ministerio de Cultura porteño en que agilizara la confección del homenaje a Piazzolla y ante el Ministerio de Espacio Público en que arbitrara los medios necesarios para efectivizar el desplazamiento del monumento a Falcón. A la vez, puso en conocimiento de las actuaciones administrativas a la entonces ministra de Seguridad de la Nación, Nilda Garré.
Las gestiones no avanzaron. Por último, explicaron fuentes del Ministerio de Cultura, para poder cumplir con el merecido homenaje al maestro se decidió buscar un nuevo sitio de emplazamiento. Entre los muchos evaluados, la balanza se inclinó por la cuadra de Diagonal Norte tendida entre Cerrito y Libertad, bautizada informalmente como pasaje Ástor Piazzolla.
Carlos Martínez, el artista plástico ganador del concurso, confirmó a LA NACION que ya reformuló el proyecto del monumento para adecuarlo al que será, si prosperan las iniciativas, su morada definitiva, en el microcentro. La pieza tendrá una altura de alrededor de cuatro metros y su confección demandará, estimó, unos 90 días.
El último costo estimado por el escultor fue, el año pasado, de un millón de pesos. Deberá actualizarse y, probablemente, se le asignará una partida en el presupuesto oficial para 2015.
El nieto del compositor, Daniel "Pipi" Piazzolla, baterista del grupo Escalandrum, celebró los avances: "No me preocupa que se hayan demorado 12 años en instalar la estatua; lo importante es que finalmente se concrete".

Marplatense, innovador y revolucionario


Ástor Piazzolla
Músico y compositor.

Este comentario aparecido en el diario La Nación, de Buenos Aires, expresa cabalmente nuestro parecer sobre este particular.



El homenaje a Astor Piazzolla, está, por supuesto más que justificado.
Eso es indiscutible, no está en tela de juicio.
Lo que es un disparate, un contrasentido total desde el punto de vista plástico, visual, escultórico y como entorpecimiento de la libre circulación de las personas, es el lugar elegido para instalar el monumento al gran Piazzolla, ya que, en esa corta cuadra de la Diagonal Norte, ya están emplazadas la Fuente Diagonal I, en la Diagonal Norte y Libertad, y la Fuente Diagonal II, en la Diagonal Norte y Cerrito, de dudosa estética, cuya autora es la mediática artista plástica Marta Minujín.
Por no saber emplazar monumentos y fuentes, están obstruyendo física y visualmente la Diagonal Norte, que fuera hecha peatonal hace un tiempo.
Y el monumento a Piazzolla quedará visualmente menoscabado por las dos fuentes de Minujín, lo que le hará perder peso como el homenaje que pretende ser.
Esa cuadra de la Diagonal Norte va a parecer un catálogo de venta de ornamentos para jardín.
La compulsión de los supuestos especialistas por llenar cuanto espacio vacío encuentran al emplazar monumentos, sin ponderar debidamente cómo interactúa la obra escultórica con el espacio que la rodea, inevitablemente remite al "horror vacui" - horror al vacío - de los pobladores del  Antiguo Egipto, que en ellos estaba justificado por el temor que les daba la infinitud del desierto, pero no en nuestra Ciudad, ubicada en la pampa húmeda actual.
En definitiva, están pejando lo que estaba despejado.
Lógicamente, si no se recurre a los especialistas y privan razones intelectuales, afectivas o políticas al momento de emplazar monumentos, los resultados serán pobres, ineficaces y más bien se harán notar por lo inapropiados.
Es recomendable dejar espacios libres.
Cómo en la música, en lo visual, el silencio valoriza a la nota.
Conviene a esta altura recordar el célebre dicho: "Zapatero, a tus zapatos".

Por otro lado, debería considerarse la fuerte presencia - por cierto muy próxima - del Obelisco, monumento que, como ocurre con la Torre Eiffel con París, con el Big Ben con Londres o con la Estatua de la Libertad con Nueva York, identifica a Buenos Aires y se la asocia con él.
Conviene permitir que, donde está, el Obelisco siga siendo el centro de todo. Los esfuerzos visuales deberían conducir a reforzarlo como protagonista escénico absoluto, no llenándolo de obras escultóricas u ornamentales que pueblen o saturen los espacios que lo rodean y distraigan la atención del observador. En eso, también, aunque el principio no siempre se cumple, como decía el brillante arquitecto y diseñador industrial Ludwig Mies van der Rohe (Alemania, 1886 – E.E.U.U.,1969), "Menos es más".
Llenar espacios públicos o privados con elementos al tun tun, lo puede hacer cualquiera. Pero, para hacerlo adecuadamente y con eficacia, hace falta tener un determinado "know how", conocer ciertas reglas básicas que rigen lo visual y que siempre, inevitablemente se cumplen.

Appoint

Fuente: lanacion.com

Marta Minujín - Fuente Diagonal I. Diagonal Norte y Libertad.

Marta Minujín - Fuente Diagonal II. Diagonal Norte y Cerrito.


Ya se habían rendido el Moma y el Louvre y la semana pasada se sumó la National Gallery. Ante la novedad, hay quienes polemizan argumentando que se pierde la contemplación y la sacralidad del arte.

La obra como estrella. La cuentista y dibujante Isol, en el MUSAC, España.
La obra como estrella. La cuentista y dibujante Isol, en el MUSAC, España.


Hay cosas que no se puede hacer pero casi todos hacemos, aunque de vez en cuando nos cueste el disgusto de que se nos venga un vigilante encima hablando en lenguas: sacarse fotos, selfies para ser precisos, con las obras de los grandes museos de fondo, por ejemplo. A veces, esas cosas que no se puede hacer y hacemos igual, se legalizan: las selfies en los grandes museos, por ejemplo. Desde el domingo, la National Gallery de Londres lo permite. Antes, rendidos ante la imposibilidad de imponer la prohibición, habían cedido el Moma y el Louvre. Por acá, el Malba y el Museo Nacional de Bellas Artes lo permiten e incluso, en el caso del primero, pide a sus visitantes que le manden esas fotos y las usa en las redes. Por supuesto, como suele suceder en estos casos, hay gente que está de acuerdo y gente que se lanza a la arena de la disputa.
¿Qué se le objeta a tan saludable medida, permitir que el arte se incorpore a las formas contemporáneas de la experiencia –porque eso es hoy sacarse fotos casi todo el tiempo–? Que se desacraliza el arte. ¿Qué clase de sacralidad tiene una mercancía? Difícil de medir, pero seguramente algo de eso, de la creencia en un aura, en algo de lo sagrado presente en la obra de arte, hace que se llegue a los precios locos que se llega en el mercado del arte. El historiador del arte Michael Savage, entre otros, critica que, con esta medida, se pierde “el último bastión de la contemplación”. El diario The Guardian, en un editorial, dice que de este modo se prefiere fotografiar o ser fotografiado a ver.
Hay gente más realista: el escritor Sam Leith, que en el Evening Standard señaló que la idea de que se produce un encuentro entre una conciencia y una singularidad artística “es una fantasía”. Recuerda que esas obras sagradas tienen un precio de mercado (igual que, digamos, un par de zapatillas, un ladrillo o una boda en una iglesia: igual que casi cualquier cosa). Repara, además, en que, entre la conciencia y la singularidad artística de la obra apreciada en el museo, median el humor del turista o visitante el día en cuestión, la cantidad de gente que transita por el museo y se detiene ante la misma obra, la forma en que está colgado el cuadro, la iluminación, el precio que se pagó para entrar a la institución; en fin, muchas cosas. Y dice, hablando por las mayorías: “ Una gran parte del placer que sentimos frente a una obra de arte se debe al sólo hecho de estar ahí ”. Y con la selfie se agrega, claro, la posibilidad de mostrárselo a todos a través de las redes social. Una imagen que vale por tres palabras: “Yo estuve ahí”.
¿Cambia la experiencia del museo la selfie? Zoe Williams, de The Guardian, dice que sí, que el mero hecho de fotografiar una obra la cambia, que es algo más del orden de la documentación que de la experiencia. Y ni hablar de la selfie: se parece, dice, menos al arte que a ir a la playa y poner, para la foto, la cabeza de uno sobre el cuerpo de un luchador en malla.
Sabe por qué lo dice: la semana pasada fue a la National Gallery y se sacó selfies con todas las obras que le llamaron la atención. Sintió, cuenta, vergüenza. Sintió la desaprobación del público presente, incluso hubo quien llegó a chistarle. Termina su nota diciéndoles a los puristas que se queden tranquilos, que no va a haber mucha gente sacándose selfies en la galería por el mismo motivo que no hay mucha gente por ahí en bikini.

Fuente. clarin.com

JUGAR DEBAJO DEL PIANO;
LAS INFANCIAS DE BAREMBOIM, ARGERICH Y GELBER


“En la edad de las promesas”, el libro de Cecilia Scalisi que relata los comienzos de los tres músicos Los tres fueron niños prodigio, con familias que los acompañaron en cada uno de sus pasos musicales.
Pantalones cortos. El niño Daniel Barenboim.
Concentración y volados. Martha Argerich.
Adolescencia. Un jovencísimo Bruno Gelber.




















































Julieta Roffo

“Che, piba... ¡Hacenos quedar bien”. Es 1954. A la piba le acaban de confirmar que su padre será enviado a Viena en misión diplomática para que entonces ella pueda vivir y estudiar en la capital austríaca. La piba, que tiene trece años y que está por cruzar el Atlántico, es Martha Argerich. El señor que la despide imperativo en su despacho de la Casa Rosada es Juan Domingo Perón. La anécdota es una de las tantas que cuenta la crítica musical Cecilia Scalisi en su libro En la edad de las promesas, que narra las infancias prodigiosas y pianísticas no sólo de Argerich sino también de Daniel Barenboim y de Bruno Gelber.
“¿Ya me escuchó tocar el piano?”, preguntaba Gelber a los nuevos invitados que llegaban a su casa cuando era lo suficientemente chiquito como para que en su familia lo llamaran “Muni”. Si la respuesta era que no, corría a ponerse un trajecito y se sentaba al taburete. En ese mismo taburete se habrá sentado cuando jugaba con Argerich a las “lecciones de piano”: compartían maestro –el mítico Vicente Scaramuzza, de Calabria– y muchas veces merendaban juntos. A la hora de divertirse, ella era profesora y él, alumno. Juntos fueron también varias veces al foso del Teatro Colón, donde el padre de Bruno trabajaba como integrante de la orquesta: jugaban a darse codazos cuando alguien equivocaba una nota o entraba a destiempo.
Es que además de niños que aprendían a leer las escalas musicales antes que el abecedario y que necesitaban de madres dedicadas que tomaran apuntes por ellos, fueron chicos que se encontraban, a los seis y siete años, jugando debajo de un piano mientras esperaban su turno para tocar en una tertulia: así se conocieron Argerich y Barenboim, que la semana pasada deslumbraron en el Colón.
Pasaron muchos años desde que, a los nueve, el director de orquesta se durmió viendo La flauta mágica en Salzburgo y tuvo que despertarlo un acomodador. El fue el único de los tres que no abandonó la educación formal. Argerich y Gelber prefirieron las clases privadas para dedicarse casi exclusivamente a las teclas, mientras que los padres de Barenboim prefirieron que la música se integrara “con naturalidad” –así lo describe el propio músico en una entrevista con Scalisi– a su vida.
En la casa de “Marthita” fue tan central su destino dedicado a la música que decidieron que su hermano se fuera a vivir con la abuela para no interrumpir sus ensayos. Y el padre de Bruno empezó a acompañarlo a sus clases cuando hizo falta que lo subiera a upa por las escaleras, después de la poliomielitis.
“Tuvieron padres muy visionarios y maestros que supieron guiarlos: son los tres grandes pianistas de su época”, sostiene Scalisi. Tanto reconocimiento internacional no viene solo.

Olor a strudel de manzana
y tertulias en torno a la música



Hay olor a strudel de manzana que viene con crema de vainilla y canela: la receta llegó directo de Viena. Hay escaleras de mármol blanco y ascensores jaula. Hay pianistas internacionales que vienen a dar conciertos e inmigrantes que se escapan de la Segunda Guerra Mundial y que lo único que saben de la ciudad a la que acaban de llegar es que existe el Teatro Colón. Hay tertulias en la Buenos Aires de los años 40 y 50, especialmente en Recoleta.
Algunas en la casa de Ernesto Rosenthal, otras en la de Alberto Ginastera, algunas más en la de Brígida Frías de López Buchardo: por allí pasan Igor Stravinsky, Manuel Mujica Láinez, Ernesto Sabato y el reconocido pianista chileno Claudio Arrau. Pasan, también, las familias Argerich, Barenboim y Gelber: van los tres niños-promesa, y en esos salones de camisas almidonadas demuestran sus talentos sobresalientes.
En esa Buenos Aires crecieron los tres pianistas, y gracias a esa vida social lograron los contactos que fueron cimentando sus carreras internacionales. Según Cecilia Scalisi, en esos tiempos, la enseñanza de piano era “un aporte imprescindible de la formación cultural”.
“El ambiente de esos años fue un determinante fundamental. En ese microcosmos, la música era la vida. Iban a las tertulias, al teatro, escuchaban a gente importantísima que los escuchaba a ellos”, dice Scalisi, y agrega: “Creo que se ha perdido para siempre la cultura de reunirse en torno de la música, pero la Argentina fue capaz de dar a estas tres personalidades porque talento sobra”.


Fuente: clarin.com

ES FIGURA DEL ROYAL BALLET DE LONDRES
Y VUELVE A BAILAR A SU BARRIO

El cisne blanco que no olvida su cielo
Una de sus interpretaciones como primera bailarina del ballet de Londres.

Una vez más Marianela Núñez (32), estrella del Royal Ballet de Londres, vuelve a caminar las calles de su barrio. Sin embargo, este año su visita a San Martín tiene una arista muy especial. La principal figura de una de las principales compañías de danza del mundo bailará el sábado 16, en Villa Ballester, en una gala solidaria.
Aunque en Europa ya lo había hecho, la bailarina confiesa que es la primera vez que se presentará a beneficio en la Argentina. “Mis expectativas son las mismas que cuando lo hice afuera. Pero en mi país me gana la emoción. Y más todavía en mi barrio. Espero la calidez con la que siempre me recibe el público. Ese amor resulta incomparable”, confiesa. Su espectáculo será para recaudar fondos destinados a dos hermanos de José León Suárez que viajarán a China para tratarse su atrofia muscular espinal, una enfermedad genética y degenerativa.
El evento, a realizarse en la Sociedad Alemana de Gimnasia (SAG) de Villa Ballester, fue planeado desde el año pasado con la ayuda de la Municipalidad de San Martín y el intendente Gabriel Katopodis, con quien Marianela ya se había reunido en 2013. 

A los 32 años, Marianela está en su mejor momento artístico.
A los 32 años, Marianela está en su mejor momento artístico.

“Me planteó su idea y, a partir de ahí, fuimos dándole forma a este encuentro”
, explica ella, que comenzó a bailar clásico a los tres años. “Desde chiquita supe que bailar es lo que realmente me hace feliz”, enfatiza.
A los siete entró al Estudio de Danzas Clásicas de Adriana Stork, de San Martín. “Sin tener ningún conocimiento técnico de esta disciplina, ella ya estaba convencida de que eso era lo suyo”, explica Stork. Completó su formación en el Teatro Colón, supo acompañar a Maximiliano Guerra y en su adolescencia se instaló en Inglaterra, luego de ser aceptada por el Royal Ballet de Londres, la primera compañía del Reino Unido, fundado en 1931.
“Tuve que resignar muchas cosas por mi pasión. Mi familia, mi lugar de origen. Pero mis padres fueron mis maestros de la vida. La base de todo. Sin ellos, no hubiese podido llegar. Cada vez que puedo, les doy las gracias infinitas”, destaca Marianela. La bailarina fue recibida hace pocos días en su barrio por su familia, con toda la calidez de siempre.


El cisne blanco que no olvida su cielo.
Brilla en los escenarios del mundo.

“El afecto de mis padres y mis hermanos es inmenso. Pero también el de mi barrio, San Martín, que siempre me tiende sus brazos abiertos”,
valora. “Estoy en el auge de mi carrera. Siento que vivo como en un cuento”, resume.
Brilla en los escenarios y no para de recibir reconocimientos. En 2009 obtuvo el Konex de Platino como la mejor bailarina argentina y en 2013 ganó el Premio Laurence Olivier, el más prestigioso del teatro inglés, en la categoría “Logro excepcional en danza” por sus interpretaciones en las piezas Aeternum, Diana y Actaeon, y Viscera.
En el Royal Ballet su partenaire es el carioca Thiago Soares, con quien está casado y comparte la pasión por la danza. “La mayoría de las veces nos presentamos juntos, pero esta vez nos jugó en contra una lesión que sufrió recientemente, por lo que tuvo que quedarse en reposo”, explica. Con él espera seguir creciendo profesionalmente y alcanzar sus próximas metas: “Cada presentación es un desafío, quiero seguir perfeccionándome y nunca dejar de soñar”.


Fuente: clarin.com

A los 32 años, Marianela está en su mejor momento artístico.
A los 32 años, Marianela está en su mejor momento artístico.
El cisne blanco que no olvida su cielo
Una de sus interpretaciones como primera bailarina del ballet de Londres