LA FOTOGRAFÍA NO ALCANZA

Con instalaciones, pinturas, videos, dibujos, fotos y acuarelas, todo mezclado y, en muchos casos, con autoría no muy precisa, el artista le da otra vuelta de tuerca a su trabajo, conservando y a la vez renovando su estética.
Por Marina Oybin

Hiperbarroco festín de fotografías, instalaciones, pinturas, videos, dibujos y acuarelas, todo con inconfundible mix de iconografía mestiza, kitsch periférico, color furioso y exuberante pasión. Estamos en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, en Debut y despedida, la gran muestra que reúne todo el universo de Marcos López. Puse toda la carne al asador –dice el artista en medio del montaje de la muestra, que tuvo el auspicio del Banco Ciudad–: Debut y despedida tiene que ver con la energía de poner todo de una vez, de entregarse totalmente sin medir nada: es como si el mundo se terminara. Acá digo todo lo que tenía que decir”. Al sumergirse en este universo de sub-realismo criollo usted sentirá esa entrega. Deslumbra la intensidad creativa, en una muestra que tiene un espíritu de colaboración fuerte: Marcos López trabajó con un equipo de unas quince personas. Mientras ultima detalles de las obras y el montaje, cuenta: “Estamos en un estado de confusión y de interacción energética en el que se diluyen los límites de autoría”.
Adrenalina previa a la inauguración, caminamos esquivando alambres, maderas, pieles, césped sintético, entre asistentes que construyen jardines de casas de propaganda americana, fuentes decoradas a lo Gaudí y canteros soñados. Algunos ponen bolsas y más bolsas de tierra roja en una instalación; otros, óleo en mano, terminan de retocar pinturas. De entrada, nos topamos con una torre de imágenes donde conviven todos sus hits fotográficos, fauna bien autóctona que destila pop latino.
En primer plano, el famoso “Asado en Mendiolaza”, versión de la última cena a pura damajuana, tetra y achuras, ahora con luz focal sobre el Cristo futbolero. Está “Autopsia”, unión de la “La lección de anatomía del doctor Tulp” y la famosa foto del cadáver del Che exhibido en la lavandería del Hospital Nuestro Señor de Malta: la autopsia pública del criminal de la pintura de Rembrandt se convierte aquí en clandestina. 

MURAL. Con Federico Klemm y una obra de Berni.
MURAL. Con Federico Klemm y una obra de Berni.

Entre cientos de fotos, esa inquietante escena del colegio de curas está muy ligada a la vida del artista: él, su hermana y su madre fueron a colegios religiosos. “Me traje tres fletes cargados con fotos y decidí poner esta autobiografía emocional”, cuenta Marcos, durante un montaje que ya toma un ritmo vertiginoso a contrarreloj.  
Desde la ficción evidente, Marcos López potencia la realidad. Arremetió contra la tradición: mientras la fotografía siempre apuntó a un lenguaje propio, él se lanzó a copiar de la pintura. Sus fotografías son verdaderas puestas en escena y al tiempo radiografías o frescos de época paródicos.
Entre colores fulgurantes, hay demasiada tristeza contenida en esos personajes a veces absurdos. Una especie de subtexto trágico avanza en el recorrido de la muestra. En este dramático universo de sub-realismo criollo hay influencias que van de Almodóvar, pasando por la cumbia, Gilda, Warhol, Pina Bausch. Del arte consagrado a la artesanía popular. Marcos López no duda: “Fotografío para exorcizar el dolor. En mi obra siempre hay un gesto de desgarro profundo donde el humor funciona como una especie de caballo de Troya que me deja entrar en la fiesta”.
Cruzamos una puerta para entrar en una casita de ensueños. Un video muestra a los padres del artista empapelando su casa con el mismo diseño de flores que el de la casa en la que estamos.
Conmueve la conversación y la capacidad del artista de lograr un resultado tan potente en apenas unos minutos de intimidad familiar.
En una especie de rompecabezas, el artista desató una remake del “Nicolino Locche” de Martha Peluffo, ahora pintado sobre una serie de pinturas que compró en el Ejército de Salvación que a su vez están sobre pósters. 

DIPTICO. ''Cabeza de alce'', pintura, juguete y póster.
DÍPTICO. ''Cabeza de alce'', pintura, juguete y póster.

Ese mecanismo de juego collage entre fotografía, pintura y pósters aparece en un retrato que el artista le tomó a Federico Klemm delante de “Los indiferentes”, de Berni. Es “un barroco de superposiciones expresivas”, dice el artista de esa mezcla de soportes y técnicas, que define como “un muñeco chirolita empastillado”.
En algunos trabajos hay guiños a obras de otros artistas o a sus propias obras, ahora reescritas con nueva técnica y formato, muchas veces por otro artista. Está Héctor, el mozo del restaurant de empanadas que llegó a las paredes del Malba, pintado sobre un póster de Ansel Adams. Y una fuente real con un sireno, inspirada en su conocida fotografía del sireno apolíneo, inspirada, a su vez, en la sirenita de Copenhague.
En esa verborragia compulsiva hay bellísimas pinturas, un altar para santos que deja sin aliento, y una falsa escultura de Jeff Koons y una calavera trucha de Damián Hirst en suntuosas cajas. Y vuelve la reescritura del pop latino sobre el pop americano cuando sobre pósters de Roy Lichtenstein, el artista planta una botellita de Inca Kola.
Marcos López se aparta, hay que poner más tierra en una de las instalaciones. Desde un trampolín, un gran Ekeko está por  lanzarse a una pelopincho llena de billetes. Cerca, la reproducción de un cartel del Faena Art Center: “Redefining happiness”. Atrás del cartel descubro un hombre envuelto en frazadas. Salida de las entrañas, la voz de Gerónima Sequeida se cuela por la sala, y por la pared de ladrillos huecos y los alambres de púa que es esa instalación que es la Villa 31.
A Marcos le apasiona el sincretismo de lenguajes. En una impresionante instalación, hace una transfusión de sangre entre un gran tigre de madera, que compró en la ruta, camino a Misiones, mientras filmaba su documental sobre Ramón Ayala (se estrena en abril en el Bafici) y un tigre de Bombay, una artesanía popular que trajo de la India. Chorrean unas gotas de sangre.

''INTERACTUANDO CON JIMMY HENDRIX''. Realizada junto con LU.CU.MA., artista popular peruano.
''INTERACTUANDO CON JIMMY HENDRIX''. Realizada junto con LU.CU.MA., artista popular peruano.

A unos pasos, está la “Suite bolivariana”, fotografía digital pintada a mano que es una especie de mural moderno con citas al muralismo de Diego Rivera y, señala el artista, “con el espíritu chavista, cubano y revolucionario”. Los soldados norteamericanos de la famosa foto en Iwo Jima son reemplazados por mineros bolivianos que pisan obras del pop art. Manguera en mano, Gardel llena una pelopincho donde Perón y Evita flotan en sendos salvavidas. Está El Che y Evo y jugadores de la NBA y el dueño de casa preparando un asado. Y sigue la lista de este caleidoscopio de irreverente y desbordante pop criollo.
Yo digo que me quiero retirar a meditar– afirma Marcos López.
-¿Cuánto tiempo?, ¿quince días? (risas)
-La verdad es que estuve un poco preocupado porque soy compulsivo con hacer, hacer y hacer. No sé para qué uno en la vida necesita hacer tanto.
-No hay despedida.
Marcos se ríe, sabe que no hay entretiempo y menos adiós. Y ahora hablamos de la acidez de su obra, y se intuye que también estamos hablando de su vida: “La ironía -dice- es una estrategia para transitar la precariedad de la existencia”.

FICHA
Marcos López. Debut y despedida

Lugar: Centro Cultural Recoleta, Sala Cronopios, Junín 1930.
Fecha: hasta 31 de marzo.
Horario: mar a vier, 14 a 21; sáb, dom, y feriados, 12 a 21.
Entrada: gratis.

ED RUSCHA:
"ME ENCANTAN LOS LIBROS COMO OBJETOS FÍSICOS"

El artista estadounidense de 75 años inspira a los jóvenes con su amor por los libros, y reinventa el género de "libros de artista".


Por CAROL VOGEL - The New York Times

En medio de la Gagosian Gallery de Nueva York, el artista Ed Ruscha está rodeado de las pinturas de libros que ha ido creando a lo largo de muchos decenios: telas que imitan viejos volúmenes que encontró en mercados de pulgas y tiendas de segunda mano, y pinturas con guardas de texturas que imitan el mármol. También hay reproducciones de libros abiertos de más de tres metros de largo con hojas de papel en blanco, destruidas por agujeros de gusano y manchas de agua. "Son un poco ominosos", dijo, quizá debido a lo que muchos ven como el fin inevitable de la palabra impresa.
Ruscha, de 75 años, no lee en un Kindle ni en un iPad. "Ni siquiera uso computadora", dijo sin ningún tipo de remordimiento. "Todos los días, me doy cuenta de lo alejado que estoy del mundo de la tecnología. Tampoco soy un gran lector, pero amo los libros, lo que son como objeto físico".
Ruscha, que vive en Los Ángeles, ha producido montones de libros, en su mayoría relacionados con otras visiones de la vida cotidiana, como piscinas, estacionamientos y palmeras.
Alejado de la noción elitista del "livre d’artiste" ­las ediciones de lujo limitadas que son colaboraciones entre artistas y editoriales privadas- reinventó el género como algo barato, accesible y fácil de producir.
Estos libros se han convertido en la piedra angular del Arte Conceptual y sirven de inspiración a una nueva generación de artistas que crecieron con las computadoras y el Photoshop.
Algunos de sus homenajes conforman "Books & Co"., una muestra que se inauguró el 5 de marzo en el espacio de la Gagosian Gallery en Madison Avenue. Incluye volúmenes de veteranos como Bruce Nauman y los arquitectos de Filadelfia Denise Scott Brown, Steven Izenour y Robert Venturi, además de artistas más jóvenes como Dan Colen, Jonathan Monk y Tom Sachs.
Los temas abordados son maníes, bizcochos, basura, clubes de strippers, erecciones incluso.
Un libro, del artista sueco Chris Svensson, se llama "Estudios y casas habitados por Ed Ruscha".
"Algunos son muy literales", dijo Bob Monk, director de la galería, refiriéndose a la muestra. "Otros son mayormente de exploración y toman los libros de Ed como una plantilla".
En la actualidad, la historia puede parecer anticuada, pero hace 50 años Ruscha vio la creación de libros como una forma barata de llevar su trabajo al público.
Parecería haber, en este momento, cierta reacción contra el universo digital, ya que los artistas están adoptando nuevamente la idea de los libros de artista pese a la proliferación de los dispositivos de lectura electrónicos.
"La calidad de las imágenes en Internet es deplorable", dijo Monk, un británico que vive en Berlín. "Y la impresión en la actualidad se ha vuelto en realidad más barata".
Tom Eccles, director del Centro de Estudios sobre Conservación en el Bard College de Annandale-onHudson, de Nueva York, considera que "La gente sigue queriendo una relación material con el objeto real".
"Books & Co", llega a continuación de la exposición "Ed Ruscha", que tuvo lugar durante la temporada de otoño en el espacio de Gagosian en la zona de Chelsea en Nueva York y estuvo dedicada principalmente a sus pinturas de y sobre libros. Fue una versión más pequeña de "Ed Ruscha: Reading", una exposición que se hizo en el Kunshaus de Bregenz, Austria, el año pasado.
El cineasta y artista John Waters participó en la muestra con un libro. "Ed ha sido sin duda el iniciador de un género fantástico", dijo.
"Basta pensar en `Every Building on the Sunset Strip’. The Sunset Strip es una celebridad", continuó.
Para ese libro de 1956, Ruscha fotografió ambos lados de la calle de Los Ángeles a la mañana temprano cuando no había nadie: creó el libro como un acordeón, utilizando una hoja plegada de imágenes que puede abrirse hasta ocho metros.
El precio original fue de unos 4 dólares, pero en la actualidad una buena copia puede llegar hasta los US$ 8.000.
Después de terminar el secundario en 1956, abandonó su casa en la ciudad de Oklahoma para dirigirse a Los Ángeles. Más o menos en esa época asistió al Chounard Art Institute, que posteriormente fue parte del California Institute of the Arts. Allí estudió diseño comercial y tipografía. "También trabajé para imprentas de libros y aprendí a componer tipografía", recordó. "Siempre me interesaron los libros y cómo hacerlos".
Para Sachs, un artista de Nueva York: "Ed tenía la combinación justa de inexpresividad con una parte chispeante de creatividad".
Sachs considera que las computadoras son buenas para "las compras y la pornografía". Pero: "Yo sigo haciendo libros y esculturas a mano porque me gusta la historia y la evidencia del proceso", dice.

Fuente: Revista Ñ Clarín

PHILIP LARRATT-SMITH
ES EL NUEVO VICECURADOR DEL MALBA

El canadiense trabaja en la primera retrospectiva en América Latina de Yayoi Kusama, la mayor artista japonesa viva.

El Malba anunció el nombramiento de Philip Larratt-Smith como vice curador en jefe del museo, por lo que ahora asumirá la responsabilidad de definir el programa general de exposiciones temporarias junto a Marcelo Pacheco, curador en jefe, y Eduardo Costantini, presidente del museo. Desde septiembre de 2011, Larratt-Smith se desempeñaba como curador de proyectos internacionales de Malba, en donde realizó las muestras "Bye Bye American Pie" (marzo-junio de 2012) y "Tracey
Emin / How It Feels" (noviembre 2012-marzo 2013).
"El nombramiento de Philip Larratt-Smith implica una visión global del departamento de curaduría. Es una inserción que busca integrar de manera orgánica todas las funciones del área y alcanza a las exposiciones de arte argentino, latinoamericano e internacional. Representa un reconocimiento a su gestión", afirmó Costantini.
Actualmente, este canadiense trabaja en la producción de la exposición Yayoi Kusama, primera muestra retrospectiva en América Latina de la mayor artista japonesa viva (junio ? - septiembre, 2013).
Producida íntegramente por Malba, en colaboración con el estudio de Kusama, y co-curada con Frances Morris (de la retrospectiva de Kusama en la Tate Modern, Londres), la muestra se presentará en Buenos Aires, Río de Janeiro, San Pablo, Brasilia y México DF.

Fuente: Revista Ñ Clarín

UNA CIUDAD CALLADA BAJO EL FRÍO

La muestra fotográfica "San Petersburgo, la ciudad de las noches blancas", con fotos de Dimitry Timofeev y Sergey Bogomiako, se puede ver desde ayer y hasta el 25 en Buenos Aires en la Casa de la Cultura.

Pensar en San Petersburgo remite a las grandes obras de la literatura rusa: allí vivió la Anna Karenina de Tolstoi y también fue el escenario elegido por Dostoievski para los largos paseos de Rodion Raskolnikov, el protagonista de Crimen y Castigo, a través de cuyos ojos vimos una de las mejores acuarela de la ciudad. La ocasión de ver la que fue la capital del imperio Ruso hasta que Lenin decidió, tras la Revolución, el paso de la capital a Moscú, está ahora en Buenos Aires, a través de la muestra fotográfica San Petersburgo, la ciudad de las noches blancas, que –con fotos de Dimitry Timofeev, y Sergey Bogomiako– se puede ver desde ayer y hasta el 25 en la Casa de la Cultura (Av. De Mayo 575).
Más de 30 imágenes muestran zonas emblemáticas de una ciudad que hoy es una de las más grandes de Europa, además de un destacado centro cultural de Occidente.
SAN PETERSBURGO. Una ciudad de cielos ambiguos, largos nevados y grandiosas catedrales.
SAN PETERSBURGO. Una ciudad de cielos ambiguos, largos nevados y grandiosas catedrales.

Cuenta Timofeev que en 2010 vino a Buenos Aires y con las fotos que tomó de la ciudad hizo una muestra que fue muy exitosa en su ciudad, y entonces pensó: “¿Por qué no sacar fotos de mi ciudad y llevarlas a Buenos Aires?”. Comenzó así este proyecto, que fue avalado rápidamente por las embajadas de los dos países.
Las fotos muestran una ciudad de cielos ambiguos, lagos nevados y grandiosas catedrales, y lo hacen bajo la luz de sus llamadas “noches blancas”, esas que en las que los atardeceres no llegan a su fin y la oscuridad nunca llega a ser completa. Difuminados en esa tonalidad de azules, rojos, luces artificiales y nieblas van desfilando edificios como el Monumento a Pedro I, fundador de la ciudad, el malecón de la Universidad, o el Puente Lononosov, entre otros, que nos acercan una ciudad que parece callada bajo el frío.

Fuente: Revista Ñ Clarín

DESTRUYEN POR ERROR 27 AÑOS DE FOTOS
DE DANIEL MORDZINSKI

Eran famosos retratos de escritores, guardados en el diario Le Monde. “No hubo persecución ni complot, sólo incompetencia", sentenció el fotógrafo.

Por Guido Carelli Lynch


Daniel Mordzinski es ese tipo que desde hace más de tres décadas hace fotos de escritores. Son retratos particulares e íntimos. Muchos son de situaciones inusuales: en una cama, frente al espejo; escritores desparramados. Desde Borges a García Márquez, pasando por Cortázar, Vargas Llosa, Vila Matas, Gelman. Y también, las nuevas generaciones de escritores de América latina y España.
Daniel Mordzinski es ese tipo que hoy no tiene paz ni consuelo. Ayer, a través de una cadena de mails y en su sitio www.danielmordzinski.com contó que el diario Le Monde barrió el despacho que compartía con el corresponsal de El País en el prestigioso periódico parisino. El trabajo de 27 años –originales, negativos, diapositivas– desapareció sin dejar rastros. “No hubo persecución ni complot, sólo incompetencia. A un empleado le dijeron que vaciara una oficina y el tipo entró (la oficina estaba bajo llave), vació todo y lo tiró. Como decía Lampedusa en Il Gatopardo, sólo hay que tenerle miedo a la estupidez humana”, explicó Mordzsinki a Clarín vía mail. Luego, precisa su carta abierta: “Encontramos en un sótano el gran archivador –que yo mismo pinté de negro hace 10 años– (...) Sólo se han salvado las cientos de fotos que alguna vez digitalicé para libros o exposiciones, el resto desapareció para siempre”. Al final, solicita que envíen firmas de apoyo a dmordzinski@free.fr.
“Quiero creer que es un mal sueño y que al despertarme podré seguir jugando en el cuarto oscuro a copiar una foto de Borges o una de Mercedes Sosa, pero destruyeron todo y una parte de mí se fue también”. Desaparecieron desde sus primeras fotos de Borges, de 1978, hasta su reciente trabajo con músicos, que expondrá en Santo Domingo. “Estoy tan triste que pensar en si duele más perder para siempre una foto de Cortázar, de Juarroz o de Piazzolla me parece de mal gusto”, relató.
El fotógrafo señaló que lleva años tratando de conseguir –sin éxito– fondos para digitalizar su archivo. “Con esas fotos escaneadas, no sería tan grave”. Rosa Montero, Claudia Piñeiro, Alejandro Zambra y Jon Lee Anderson, entre otros, expresaron su indignación.
Le Monde no contestó una carta de Mordzinski “No había amenaza alguna, ni evocaba el terrible prejuicio profesional, económico y moral que me causa la desaparición de decenas de miles de fotos. Sólo les reclamaba que pidieran disculpas. Ahora entiendo que me equivoqué y que la próxima carta será una misiva de abogado”.

Fuente: Revista Ñ Clarín

EL GOBIERNO DEFIENDE LA OBRA
QUE CLAUSURÓ LA CIUDAD EN EL CABILDO

En la Comisión Nacional de Museos aseguran que “mejorará su amortiguación visual”.
Cuestionada. La obra, vista desde Hipólito Yrigoyen en una parte del patio trasero del Cabildo. /MAXI FAILLA

El restorán que la Secretaría de Cultura de la Nación autorizó a construir en el patio del Cabildo de Buenos Aires continúa como eje de una polémica que se desató al conocerse la clausura de la obra, por parte del Gobierno porteño. La noticia fue publicada por Clarín el viernes y ayer la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos (CNMMLH) emitió un comunicado en el que informa que “el traslado de la instalación actual de gastronomía a su nuevo emplazamiento permitirá liberar el lateral sur del edificio. De este modo, el insigne monumento mejorará su amortiguación visual y se proveerá a los visitantes de más adecuados servicios sanitarios”, firmó el arquitecto Juan Martín Repetto, presidente de la Comisión.
El comunicado, sin embargo, no hace referencia a la clausura de la que es objeto la obra. Según el acta DI-2013-211DGFYCO, que fue labrada el martes, la construcción no tiene permiso ni cartel de obra.
Desde 1933 el edificio del Cabildo, y todo su entorno, es Monumento Histórico Nacional. Tiene protección edilicia integral, es decir que su estructura no se puede alterar. Sin embargo ya se excavó una parte del piso, se instalaron cañerías y se levantaron paredes, entre otras modificaciones.
“Si bien se trata de un edificio que está a cargo de la Nación, los títulos de propiedad de las tres parcelas afectadas por la obra son de la Ciudad. Es técnicamente imposible que la obra tenga los permisos correspondientes, por la simple razón de que no tienen los títulos de propiedad para realizar los trámites”, explicó ayer a Clarín el vicepresidente 1° de la Legislatura, Cristian Ritondo (PRO).
Actualmente, sobre la cara Sur del Cabildo, funciona un comercio gastronómico cuya explotación figura a nombre de Elva Zárate, quien sería una señora mayor con domicilio en la localidad bonaerense de General Sarmiento, a la que el año pasado el Concejo Deliberante le eximió el pago del 50% de las tasas municipales. Este sería el local que cambiaría de lugar. “La dotación de servicios de cafetería en los espacios patrimoniales es una práctica aceptada y recomendable, en tanto las instalaciones sean reversibles y no perturben la lectura formal de los monumentos”, concluyeron desde la CNMMLH, un organismo descentralizado de la Secretaría de Cultura de la Nación.
El Cabildo actual fue construido entre 1724 y 1751 y tenía cinco arcos de cada lado. Debido a la apertura de la Avenida de Mayo (en 1880) y de Diagonal Sur (entre 1920 y 1930) quedó con dos arcos de cada lado. Y en 2005 se retomaron las obras para restaurarlo.

Fuente: clarin.com

UN TRIBUTO PINTADO SOBRE LA PARED

Es ”Homenaje a Buenos Aires”, de Guillermo Roux, sobre la primera mitad del siglo XX.
En el Bajo. El mural, que fue presentado en 2005, está en el edificio BankBoston, en Catalinas Norte a metros de Alem.

Por Eduardo Parise

Para realizarlo, el artista usó témperas traídas especialmente desde Francia. Pero el mural no tiene ninguna relación con aquel país de Europa. Todo lo contrario. Es un verdadero fragmento de lo que fue el Buenos Aires de las primeras décadas del siglo XX: inmigrantes que devienen en porteños con mucho tango; un simbólico Obelisco junto con el ambiente de un cartel que dice solamente “Los Angelitos”. Y en el medio las figuras del río y la pampa, que se abrazan. Para cerrar, a la derecha y junto a la firma del artista (“Roux 2005”), está Michi, el gato del autor que, según él, “representa la mirada de la eternidad”.
El mural mide cinco metros y medio de alto por doce y medio de ancho y lleva un título muy representativo: “Homenaje a Buenos Aires”. Fue inaugurado el último día de junio de 2005 en el hall del nuevo edificio del BankBoston, esa construcción que diseñó el tucumano César Pelli y que forma parte del conjunto de Catalinas Norte, en Retiro. Es obra de Guillermo Roux, que nació en el barrio de Flores en septiembre de 1929 y que desde hace más de 40 años vive en Martínez, donde ama nadar en verano y caminar por sus calles arboladas en invierno.
Hacer ese mural que está en el edificio de la calle Della Paolera 265, a metros de la avenida Leandro Alem, le llevó casi cinco años, ya que había ganado el concurso que hizo la Fundación del banco en 2001. Pero el día de la inauguración, ese esfuerzo estuvo recompensado con creces: cuando su obra quedó a la vista del público, los 800 asistentes lo aplaudieron durante cinco minutos. Es que había trabajado mucho, con la colaboración de dos artistas jóvenes: Marina Curci (quien alguna vez se animó a ir a la Antártida para pintar ese paisaje, aunque el frío le congelara sus pinceles) y Laura Olalde, quien conjuga su arte con la fotografía.
Si se observa de izquierda a derecha, el mural es casi como una escena teatral de la década del ’40, una especie de relato de lo que habían sido esos años. Son 23 personajes (entre los que está la imagen de Franca, mujer de Roux y según él muy buena dibujante) que representan a aquellos que tuvieron que ver con el entorno portuario del Buenos Aires de los comienzos del siglo pasado: la inmigración, la adaptación a ese nuevo ámbito y la noche que estaba en la cercanía de los famosos “dancings” del Bajo, en los alrededores de Leandro Alem y el antiguo Parque Japonés, un centro de diversiones por entonces muy concurrido. Por eso no es casual esa temática del mural en esa zona de Retiro.
“Pintar es mi forma de honrar a Dios”, suele afirmar Roux cuando se le pregunta el por qué de esa actitud positiva por un arte difícil como el de los murales. También la explicación hay que buscarla en sus años de residencia en Europa donde, subido a los andamios, aprendió las técnicas para hacer frescos trabajando en restauraciones. O quizás en aquellos siete años que pasó en Jujuy, donde alternó sus horas de artista con la docencia en escuelas.
El arte de Guillermo Roux tiene reconocimiento mundial, una fama que comenzó cuando en 1975 ganó el primer premio internacional de la XIII Bienal de San Pablo. Desde entonces su nombre se asocia con el de los grandes artistas de la actualidad. En 2007 ese reconocimiento también formó parte de la Ciudad en la que nació: lo nombraron ciudadano ilustre. Y su porteñidad está reflejada no sólo en ese “Homenaje a Buenos Aires” que pintó en el edificio de Catalinas Norte. La reproducción de 21 obras suyas se exhibirán en la estación del subte A en su barrio. Todavía no fue inaugurada pero llevará el nombre de San José de Flores. Seguramente las imágenes tendrán mucho de la Ciudad. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com