Epístolas y notas recién halladas arrojan luz sobre la relación extrema entre los artistas
Autógrafo de Frida en una foto de infancia de Rivera. |
Gisela Antonuccio
CIUDAD
DE MÉXICO.- Fueron escritas hace más de medio siglo, pero algo de la cursiva
alargada todavía revela los dobleces de la intemperie; las trampas de la mente
a los amantes desesperados, los tormentos del cuerpo dolorido e insatisfecho.
La cartas de Frida Kahlo a Diego Rivera regresan a la luz los pliegues de una
mujer apasionada, pero también recuerdan una verdad dramática: sin entrega
absoluta, no existe el amor verdadero. ¿Cómo alcanzarlo si no se arriesga todo
el ser? El problema se presenta cuando la entrega es de un solo lado, y del
otro la pasión es alternada con otras.
Se trata de un número impreciso de cartas que la pintora mexicana escribió a lo largo de su vida. Algunas fueron halladas enla Casa Estudio de Frida
y Diego, en colonia San Angel de CDMX, y en el Museo Casa Azul, en Coyoacán,
que suman desvelo por aquellas que, se sabe, se encuentran desperdigadas en
otras partes del mundo. Muchas de ellas las intercambió con el muralista entre
fines de los años 20 del siglo pasado y la década del 40, durante la
alternancia de sus estadías en México, Nueva York o París. Una parte de ellas
fue expuesta en la muestra Correspondencias en la Casa Estudio semanas
atrás, tras un minucioso análisis de más de 200 documentos custodiados por el
Centro Nacional de Documentación e Investigación de Artes Plásticas (Cenidiap),
que depende del Instituto Nacional de Bellas Artes.La muestra incluyó las
respuestas de su gran amor y mentor, Diego Rivera, así como las misivas que
éste enviaba contemporáneamente a otras musas, como Dolores del Río o María
Félix.El contenido agónico de Frida, su imagen emergiendo desde el
corsé que la atrapaba a su cama, los colores oaxaqueños traspasando las
fotografías en blanco y negro, se filtra en las cartas y genera empatía con el
espectador. Las más llamativas acaso sean las posteriores a su divorcio en 1939.
"Te quiero más que a mí misma y no sé ni qué hacer sin tí [...], hasta que
no ahueque el ala te querré", le escribe a comienzos de 1940. Ese mismo
año, el 3 de junio, Diego la trata de "muy señora mía" en una carta
poder en la que le indica: "Queda usted autorizada para sacar de mi casa
los objetos que juzgue usted necesario y para depositarlos en donde le parezca
más conveniente".
Se trata de un número impreciso de cartas que la pintora mexicana escribió a lo largo de su vida. Algunas fueron halladas en
Nueve días después, Rivera le escribe desde el hotel Californian de San
Francisco a la actriz Dolores del Río. Le recuerda a su "maravillosa
Lolita" que es "admirador de la muchacha más preciosa" que ha
visto en su vida ("y que eres tú") y le pide que le envíe saludos
"al más afortunado de los hombres que es Orson Welles", con quien la
actriz mexicana estaba en pareja. Meses después, en un telegrama a París a
María Félix, Rivera le dice: "Te extraño mucho y te adoro vivo solo para
verte dime cuándo iré por tí".
Aunque revolucionaria y liberal, Frida había decidido ser la sombra guardiana de su marido, como lo sugiere una carta del viernes 27 de mayo de 1947, en la que lo llama "niño de mis ojos, mi amor", donde le pide "las llaves de San Angel", donde estála Casa Estudio de
ambos, "para que se haga una buena limpieza".
Quizás porque la fama no estaba en su horizonte, es que no trabajó para la posteridad: ninguna instrucción dejó para el destino de sus cartas, de acuerdo al INBA, encargado de la custodia de ese acervo. "No erala Frida que hoy conocemos,
entonces se estaba abriendo camino. Jamás imaginó a lo que llegó", explicó
el investigador Eduardo Espinosa, que trabajó en la curaduría de la muestra,
tras revisar esos "tesoros", que hoy yacen en la torre de
investigación del Cenidiap, en un área reservada con control de temperatura,
aisladas en cajas libres de ácido. Su correspondencia, sellada con labial
colorado las dirigidas a su esposo, sugieren el aire de la intemperie, su
cuerpo traicionero cortándole el aire como un cuchillo.
El hecho de que no se conozcan instrucciones para sus cartas confirma que fueron escritas para un solo destinatario. Cuando esto ocurre, el remitente no piensa en la posteridad. A diferencia de un diario, vinculado al futuro, las cartas están atadas al presente. El presente de Frida era su urgencia por vivir, la de moldear un yo que se creaba a medida que desgastaba sus heridas sobre el papel.
Aunque revolucionaria y liberal, Frida había decidido ser la sombra guardiana de su marido, como lo sugiere una carta del viernes 27 de mayo de 1947, en la que lo llama "niño de mis ojos, mi amor", donde le pide "las llaves de San Angel", donde está
Quizás porque la fama no estaba en su horizonte, es que no trabajó para la posteridad: ninguna instrucción dejó para el destino de sus cartas, de acuerdo al INBA, encargado de la custodia de ese acervo. "No era
El hecho de que no se conozcan instrucciones para sus cartas confirma que fueron escritas para un solo destinatario. Cuando esto ocurre, el remitente no piensa en la posteridad. A diferencia de un diario, vinculado al futuro, las cartas están atadas al presente. El presente de Frida era su urgencia por vivir, la de moldear un yo que se creaba a medida que desgastaba sus heridas sobre el papel.
Fuente: lanacion.com