El artista plástico recibió el Premio Ñ a la Trayectoria Cultural. La ecología, en el centro de sus trabajos.
Momento de alegría. Nicolás García Uriburu con Matilde Sánchez, editora general de Revista Ñ. / Marcelo Carroll
Julieta Roffo
“Muchas gracias a todos, no me esperaba esto. Estoy realmente muy agradecido”, dijo Nicolás García Uriburu ayer en el auditorio del Buenos Aires Design, ante el aplauso de más de quinientas personas, entre ellos el de su hija, Azul. Fue al recibir el Premio Ñ a la Trayectoria Cultural, que en años anteriores distinguió a Griselda Gambaro, Abelardo Castillo, Sara Facio y Clorindo Testa, y que ayer fue para este protagonista del arte plástico argentino.
“Muchas gracias a todos, no me esperaba esto. Estoy realmente muy agradecido”, dijo Nicolás García Uriburu ayer en el auditorio del Buenos Aires Design, ante el aplauso de más de quinientas personas, entre ellos el de su hija, Azul. Fue al recibir el Premio Ñ a la Trayectoria Cultural, que en años anteriores distinguió a Griselda Gambaro, Abelardo Castillo, Sara Facio y Clorindo Testa, y que ayer fue para este protagonista del arte plástico argentino.
En un video que se
proyectó en la sala, celebraron la decisión desde Eduardo Costantini,
fundador del Malba, hasta Juan Carr, director de Red Solidaria, pasando
por el humorista gráfico Nik y el periodista Jorge Lanata, que se
declaró “fan” de su trabajo. “El mago mayor”, lo definió sobre el
escenario Matilde Sánchez, editora general de Revista Ñ, que cuando lo
invitó al escenario lo llamó “Nicolás I”.
El pimer gran acto de
magia de este artista de 77 años fue en 1968, con el Mayo Francés recién
detonado: durante la Bienal de Venecia, tiñó de verde brillante tres
kilómetros del Gran Canal para repudiar el alto grado de contaminación.
Lo arrestaron y recién lo liberaron cuando se demostró que la sustancia
con que había coloreado el canal era inocua: ya se había ganado a la
ciudadanía veneciana y su nombre sonaba fuerte en el mundo artístico. No
fue la única tintura verde –el color que eligió para su mameluco tantas
veces–: en 2010, mientras oficialmente se festejaba el Bicentenario,
García Uriburu coloreó el Riachuelo para alertar por el trágico estado
medioambiental de esa cuenca.
En el medio, sus acciones artísticas
recorrieron el mundo entero. Pintor de paisajes, de mapas en los que el
Sur queda al Norte, de enormes ombúes y larguísimos jardines en clave
pop, en 1970 unió cuatro ciudades con su tintura verde: el East River de
Nueva York, el Sena de París, el Río de la Plata y, otra vez, el Gran
Canal. En 1974 coloreó los puertos de Amberes, en Bélgica, y de Niza, en
Francia. En 1981, junto al también artista Joseph Beuys, tiñó el Rhin,
en ese momento el río más contaminado de Europa. La misma dupla plantó
más tarde siete mil robles en Alemania. Para celebrar el regreso de la
democracia, en 1983 Garcìa Uriburu tiñó las aguas del Monumento de los
Españoles y de la fuente de la Plaza de los Dos Congresos.
La
ecología y el uso abusivo de los recursos naturales desvelaron
largamente a este artista, que realizó varias de sus acciones junto a
Greenpeace.
Para García Uriburu, el arte es, entre otras muchas
cosas, un medio destinado a ampliar conciencias y a corregir realidades.
Nada menos que por eso fue celebrado ayer.
Fuente: clarin.com