LUNA LLENA EN EL SALADO, 1992


LUNA LLENA EN EL SALADO

 
Piedra libre, grandiosa,
rojiza Luna redonda, que oronda surges del horizonte,
custodiada por la terca rusticidad de los talas,
seduciendo aquí y allá con tu gracia infinita.
Tu estola de bruma cubre la contundencia hídrica del salado río viajero.
La generosa capa de rocío potencia tu brillo espectral
mientras unos álamos Carolina
te ceden sus hojas para que cubras con ellas tu blanca palidez.
Barranca… meandro… tero…
Acantilado… cardo… brujas…
Brujas que pasan misteriosas,
esbozando casi en secreto sus esquivas trayectorias celestes.
Las ranas te cantan su férica sinfonía con partitura propia y arreglo anónimo.
Sólo el búho osa interrumpirla con su gritado chirrido de guerra
participando el sanguinario convite en torno a su presa.
La magnolia te homenajea con el frescor de sus pétalos
y te presta su perfume de familiar profundidad,
subrayando algo más, si cabe, tu encanto.
Y las dos confrontan sus blancuras de plata.
El monte de acacios guarda los reflejos de tu cara iluminada, como acariciándolos.
Sola has llegado ya al cenit.
Es tan grande la claridad que se ha adueñado del campo todo,
que parecería provenir de tus dos caras radiando al unísono.
Con la fuerza del óleo, con calidades de acuarela y matices pastel…
¡Qué fiesta se haría Cachoud con esas paredes encaladas que bañas con tu luz!
No hace frío todavía.
La leña espera, prolija, cerca del alero su turno para crepitar
y nuestro gozo invernal a su lado.
Los reflejos de tu imagen en el río me llevan a pensar
en ese velo que la tecnología no ha logrado descorrerte,
en el persistente misterio de tu eterno devenir,
en tus cíclicas apariciones en escena…
En tu poder de atracción,
en tus pleas y bajas mares,
en amores crecientes, menguantes y nuevos nacidos a la luz de tu luz.
Percibo el horizonte claro del cercano río y del inmenso mar que se adivina atrás
y las siluetas oscuras se recortan contra él.
Quisiera volver a sentirte, luna del níveo rictus y de todas las advocaciones.
Sospecho que me importa lo que poco importa.
Qué largo será el urbano mes que tardaré en volver a verte.
No faltes a la cita.
¡No te hagas desear !
¡Vuelve !
Aquí estaré, esperándote.

Pedro L. Baliña
Lezama, abril de 1992

EL PINTOR QUE RETRATÓ A ROSAS Y SU ÉPOCA



En lápiz. Rosas, en 1845.

Rosas, un boceto de la cara de Rosas en papel –¿tomado a escondidas, como una cámara oculta?–, un Rosas colorido, Manuelita Rosas, Agustina Rosas de Mansilla, Josefa Ezcurra. Y además de Rosas y familia, la alta sociedad de la época.
El pintor detrás de todas estas imágenes, Fernando García del Molino, había nacido en Chile en 1813 pero a los siete años ya vivía en Buenos Aires. Esas obras se exhiben ahora, y quedan muy a tono, en el bellísimo Museo Pueyrredón, de San Isidro.
“García del Molino forma el primer capítulo de la pintura argentina hecha por argentinos”, explica Patricio López Méndez, uno de los curadores de la muestra Retratos para una identidad.
La muestra se hizo a partir de una investigación minuciosa de López Méndez y otro curador, Gustavo Tudisco. Hubo que identificar personajes, armar redes sociales, trazar hipótesis sobre posibles autorías. No siempre se sabía de quién eran los cuadros. Algunos, los de funcionarios rosistas, estaban en el Museo Histórico Nacional.
Aunque había empezado a pintar a la elite en 1828, García del Molino se convirtió en el pintor ineludible entre 1837 y 1835, un momento en que las imágenes religiosas cedían lugar en las salas a los retratos de los dueños de casa y de su prosperidad. La Revolución –explican los curadores– había cambiado los parámetros de distinción. No era el origen sino la riqueza lo que daba honorabilidad. Y luego las familias construían un nombre. El registro de acontecimientos centrales ponía su granito de arena en ese sentido.
Es un recorrido por otra época en un edificio que acompaña, con jardines que caen al río.

Hasta el 15 en Rivera Indarte 48, Acassuso.


Fuente: clarin.com

PATRIMONIO: CUANDO LA HISTORIA SE QUEDA SIN SUS BIENES

Tema del domingo
Por décadas, objetos y obras de arte argentinos han desaparecido o han sido abandonados. Algunos aparecen en remates y de otros no hay rastro. Especialistas dicen que faltan políticas de Estado.
"Ejercicio Plástico". El mural restaurado de Siqueiros se exhibe gratis. Denuncian que el permiso para mostrarlo venció. /MARIA EUGENIA CERUTTI
"Ejercicio Plástico". El mural restaurado de Siqueiros se exhibe gratis. Denuncian que el permiso para mostrarlo venció. /MARIA EUGENIA CERUTTI
Silvina Heguy

El 29 de marzo de 2014 la casa de remate Stack’s Bowers Galleries vendió por 1.100.000 dólares la medalla de oro que Carlos Saavedra Lamas recibió en 1936 cuando se convirtió en el primer argentino en ser condecorado con el Premio Nobel de la Paz. La pieza por su valor en metal estaba cotizada en 9.000 dólares, pero su significado histórico lo multiplicó. Nadie sabe bien cuál fue el camino que recorrió la medalla para llegar a subasta. La empresa rematadora argumentó que su dueño era un estadounidense que la había comprado en una oficina de empeños. Meses más tarde hubo un intento desde la Cámara de Diputados para recuperarla, pero no tuvo éxito y parte del patrimonio histórico argentino ahora permanece en manos de un comprador anónimo.
Una lista de objetos perdidos atraviesa a parte del patrimonio cultural argentino. El bastón de mando y la banda presidencial del ex presidente Arturo Frondizi fueron robados de la vitrina del museo de la Casa Rosada en 2009. Cuando notaron que faltaban hicieron la denuncia aunque el robo pudo haber ocurrido meses antes. En agosto de 2007, del mismo lugar, desaparecieron el reloj chalequero y uno de pulsera de oro de los presidentes Nicolás Avellaneda y Agustín Pedro Justo. En el mismo robo desapareció la lapicera de oro de otro ex presidente: Roberto Marcelino Ortiz. En el rubro de piezas históricas robadas también aparece el reloj de Manuel Belgrano, que desapareció del Museo Histórico Nacional.
“Faltan muchas cosas”, dice Abel Ferrino, el investigador del patrimonio cultural y docente de “Tráfico de Bienes Ilícitos de Bienes Culturales”. Según Ferrino, el patrimonio no está protegido. “Es una gran deuda de la democracia: no hay una ley general destinada a preservar el patrimonio”, explica.
Si se hace un “top ten” de las grandes pérdidas del patrimonio nacional las bibliotecas privadas figurarían en la lista como un colectivo. La historia de los libros que han desaparecido parece repetir en un patrón. Los herederos del dueño de los libros los venden como piezas de colección y así ese mundo de lectura con una lógica e historia propia desaparece. Incluso muchos libros están ahora en bibliotecas de otros países.
El arquitecto Daniel Schávelzon, especialista en arqueología urbana y autor del libro “El expolio del arte en la Argentina: robos y tráfico ilegal de obras de arte”, describe a la Argentina como un país vacío en términos de patrimonio.
“Hubo un proceso real de vaciamiento. El tipo de cambio de los últimos años también favoreció para terminar de ‘exportar’ todo lo que quedaba. Si se recorren los remates ya no hay piezas como antes. Muchas de las piezas valiosas del patrimonio argentino están en el exterior. También hubo coleccionistas que se llevaron sus objetos. Ya no es la época de los 90 que hasta había grandes bandas que robaban museos”, explica. La riqueza paleontólogica argentina también fue saqueada. En 2006, el Gobierno logró impedir la venta de cuatro toneladas de fósiles en una de las ferias más importantes en el mundo de la paleontología en Arizona, EE.UU. Después de interponer un pedido a un juez norteamericano se logró repatriar un contenedor repleto de restos paleontólogicos entre los que había huevos de dinosaurios. La trama por la cual semejante cargamento salió de la Patagonia hacia el remate en EE.UU. quedó sin esclarecer. 
En este caso, como en muchos otros, cuando aparecen bienes a la venta es muy difícil que se logre determinar cómo llegaron hasta esas subastas, la mayoría en otros países.
Cuesta imaginarse a una valiosa momia de más de 2.000 años en una encomienda. Pero eso fue lo que descubrieron a través de los escaners empleados de la Aduana en mayo de 2011. El paquete venía desde Bolivia, pero la pieza arqueológica era originaria del sur de Perú y su destinatario, un argentino, que acaba de ser condenado por contrabando a 4 años de prisión, en un caso que quedará en la historia como antecedente de la lucha contra el tráfico ilícito. La sentencia de cumplimiento efectivo fue apelada. El caso sirvió también para comprobar los rumores que en el mercado del arte se venían escuchando: Argentina se ha convertido en un país de tránsito en el contrabando de bienes sobre todo arqueológicos y paleontológicos hacia Europa y Oriente.
“Las piezas vienen sobre todo de Perú -explica Ferrino-, las más buscadas son las de las culturas Moche y Paracas y las cerámicas eróticas”. En la lógica del mercado ilegal siempre se sabe que estos saqueos son por encargo de coleccionistas o museos que no cumplen con la norma de no comprar bienes de dudoso origen. 
Entre los grandes misterios de la historia del patrimonio cultural argentino ya hay robos célebres. El de la Navidad de 1980 del Museo Nacional de Bellas Artes hasta mereció un documental en la serie “El arte del robo”, que emitió Film&Arts. Mientras en la mayoría de las casas se recuperaban del brindis de Nochebuena, desaparecieron catorce cuadros de autores impresionistas entre los que había de Gauguin, Renoir y Cézanne. La pista de estas piezas se pierde hasta que en 2001 un estadounidense apareció en la rematadora Sotheby´s de Londres con las fotos de los cuadros robados para venderlos. Dos expertos viajaron a Taiwán, donde estaban, y comprobaron que eran auténticos. Argentina intentó recuperarlos pero como no había tratados con la isla la medida quedó en la nada y los cuadros volvieron a desaparecer. Un año después, un taiwanés se presentó con tres de los cuadros robados en París. Esta vez, la Justicia francesa pudo actuar y los recuperó. En 2005 fueron devueltos a Argentina. Del resto nadie sabe dónde están. Pero la causa por el robo se cerró casi inmediatamente: en 1983. La principal hipótesis extrajudicial es que los cuadros se usaron para pagar armas que Argentina no podía comprar a causa del bloqueo internacional a la dictadura militar que gobernaba el país.
Desde aquella época se han sucedido robos y en muchos de ellos han actuado bandas especializadas. Hubo picos de actividad como en 2008 cuando se estimaba que se habían robado bienes patrimoniales por 3 millones de dólares. Una de las características de este mercado ilegal es que la mayoría de las veces los ladrones actúan por encargo. Contra ellos, hay un departamento de Interpol en Argentina dedicado específicamente a este delito y leyes que protegen en particular a los bienes arqueológicos y paleontólogicos como la 25.743 del año 2003, o que regulan el movimiento de las obras de arte, sobre todo con respecto a la salida del país.
De que crezca o no el “top ten” del patrimonio descuidado depende de la voluntad política, señala Schávelzon. El último edificio declarado patrimonio cultural fue el Luna Park y ahí están en Buenos Aires la confitería El Molino que fue declarado monumento histórico en 1997 y se sigue deteriorando día a día frente al edificio del Congreso de la Nación.
“El problema es la concepción que se tiene sobre el patrimonio”, dice Schávelzon. “Su protección no es un gasto superfluo. No terminamos de entender que también sirve para ganar dinero. Muchos argentinos van a Europa a ver su patrimonio como también a México o a Perú”, insiste. La necesidad de una política de Estado, para el especialista lo esconde el gran símbolo de la recuperación del patrimonio de los últimos años: el mural de Siqueiros. La obra del artista mexicano, que estuvo abandonada en unos contenedores hasta que el Estado logró en un proceso judicial recuperarla, se exhibe gratis en el Museo del Bicentenario. Pero, según Schávelzon, los permisos de exhibición están vencidos.


Fuente: clarin.com

EL ARTE PAGA:
VENTAS POR 270 MILLONES DE DÓLARES EN UNA NOCHE


Cabeza. De Modigliani.
Cabeza. De Modigliani.

Tal vez la crisis no toque al arte y eso explique las cotizaciones millonarios de ciertas obras en Estados Unidos y en Europa. O al revés: tal vez la crisis haya convertido esas obras en refugio de valor y llevarse un cuadro de un artista consagrado sea algo así como comprar acciones de una empresa que es difícil que se caiga.
El punto es que el martes la subastadora Sothebys de Nueva York tuvo una sesión record en sus 270 años de historia: reunió 422 millones de dólares en una noche.
En esa suma pesó la escultura Chariot (Carro) del suizo Alberto Giacometti, que casi bate su propio récord al convertirse en la segunda más cara jamás subastada, cosechando 101 millones de dólares. La obra representa la figura de una diosa sobre dos ruedas. Mide casi 145 centímetros de alto y fue realizada en bronce y madera entre 1950 y 1952. En parte, el valor de esta obra se explica por la rareza de la obra, que fue pintada para enriquecer la textura del bronce.
El récord en esculturas lo mantiene hasta hoy otra obra de Giacometti (1901-1966), El hombre que marcha I, subastada en 2010 por 104 millones de dólares.


Chariot. El record de la subasta
Chariot, el record de la subasta



Otra de las piezas destacadas de la noche fue el busto Tête (cabeza), del italiano Amedeo Modigliani (1884-1920)
Esculpida entre 1911 y 1912 siguiendo la tradición egipcia, la pieza de 73 centímetros de altura cosechó 70,7 millones de dólares, un récord para una escultura del artista. Su valor estaba estimado en unos 50 millones de dólares.
Durante la velada se subastó también el lienzo Nature morte, vase aux marguerites et coquelicots (Naturaleza muerta, florero con margaritas y amapolas), del pintor holandés Vincent van Gogh, que recaudó 61,8 millones de dólares, un 20 por ciento más de lo esperado.

Nature morte, vase aux marguerites et coquelicots de Vincent Van Gogh

Con todo, pese al éxito de la subasta organizada por Sotheby's y la imponente suma recaudada, la casa está lejos de igualar los resultados de su rival, Christie's: hace justo un año, ésta juntó en una sola tarde 745 millones de dólares.



Fuente: clarín.com

EL LEÓN RUGE OTRA VEZ: ABRE UNA MUESTRA DE FERRARI

Desde el sábado en el Museo de Arte Moderno.
La familia de León Ferrari donó 72 dibujos al MAMBA.
Son el centro de una muestra que planea sobre toda su obra.

Desde el sábado en el Museo de Arte Moderno.La familia de León Ferrari donó 72 dibujos al MAMBA. Son el centro de una muestra que planea sobre toda su obra. (Martín Bonetto)
Desde el sábado en el Museo de Arte Moderno.La familia de León Ferrari donó 72 dibujos al MAMBA. Son el centro de una muestra que planea sobre toda su obra. (Martín Bonetto)



Por Bárbara Álvarez Plá

“Lo único que le pido al arte es que me ayude a decir lo que pienso con la mayor claridad posible”, solía de cir León Ferrari. Y bajo esta consigna dedicó su vida a crear y explorar, siempre en busca de nuevos caminos que le permitieran expresarse y, como él mismo decía, “ordenar la barbarie de Occidente”.
Lo hizo con sus pinturas, sus esculturas, sus collages, sus intervenciones en obras clásicas y fotografías y con todos los formatos que utilizó. Lo hizo en las obras en que atacó la religión de manera contundente, y que lo harían famoso. Como la jaula con dos palomas que defecan sobre una reproducción de El juicio final, de Miguel Angel.
Ferrari también buscó nuevos caminos en sus dibujos, que son los principales protagonistas de la muestra La donación León Ferrari, con curaduría de Victoria Noorthoorn y Alejandra Aguado, que abre el sábado en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.Son 72  dibujos de diferentes épocas que la familia del artista decidió donar al Museo y que como apunta Victoria Noorthoorn, la directora de la institución, “son un contrapunto íntimo en su obra”. Los dibujos no están solos, en la muestra hay, además, otras obras que formaban ya parte del acerbo del museo, otras que la familia dio en comodato durante cinco años y otras que prestó para la ocasión.Aunque no están sus obras más controversiales ni el célebre avión  de combate que lleva un Cristo crucificado, el panorama es extenso: dibujos, esculturas, fotografías intervenidas, instrumentos musicales y esa coherencia que Ferrari mantuvo en toda su producción y que hace que obras realizadas en distintos lugares y en diferentes épocas puedan convivir en la misma muestra sin hacer ruido.
Líneas tensas, negras y angustiosas a veces y más relajadas y coloridas otras. Líneas que dialogan con palabras, con una caligrafía con la  que este artista, eterno provocador e irreverente inconformista, pretende comunicar un mensaje que nos habla de la imposibilidad de comunicar. Laberintos, alfabetos, signos, erotismo. Ese era Ferrari, y todo él, se puede sentir en la sala que acoge esta muestra.En muchos de los dibujos se intuyen palabras que a veces se pueden leer y otras no, letras que se dejan caer hacia abajo como derretidas, como lágrimas. Con ellas conviven las esculturas, entre ellas una de color rojo, que es la primera de las que realizó para su serie de poliuretano. Una masa informe habitada por seres indescriptibles.Hay también un Cristo adentro de una caja con alfileres clavados en la cabeza, tableros de ajedrez invadidos por insectos o aves, un imagen del Congreso por la que pululan cucarachas, jaulas repletas de pájaros con figuritas de santos debajo, fotografías intervenidas, como esa en la que, en el cuerpo de una mujer desnuda, escribió Ferrari una frase de Borges, “Me duele una mujer en todo el cuerpo”.Y más. 


Dos grandes collages compuestos con noticias de diarios que aluden al horror de la dictadura, al repudio a la Iglesia Católica, al hambre, a la miseria. Hay esculturas construidas con alambre y madera que recuerdan a jaulas y remiten a algunos de los dibujos que también se pueden ver en la muestra. “Nada se puede encasillar en su obra”, afirma Noorthoorn, “todo se relaciona y todo se escapa, pero dentro de un universo totalmente coherente”.Imposible no echar la vista atrás diez años y llegar a aquella polémica retrospectiva que, en 2004 y  desde el Centro Cultural Recoleta fue repudiada por grupos extremistas católicos apoyados por el entonces cardenal Bergoglio y que fue clausurada por orden judicial, reabierta y finalmente cerrada antes de tiempo por decisión del artista. ¿Qué diría el hoy Papa Francisco ante esta nueva muestra? ¿Qué dirán los detractores del artista cuando se abran las puertas?El secretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Hernán Lombardi, tiene posición tomada: “Estamos muy orgullosos de que Ferrari llegue al Mamba. Es una donación importante. Por su creatividad y por la variedad de su obra, Ferrari es uno de los puntos más altos del arte argentino contemporáneo. Y por lo polémico. Está muy bien que el arte sea controversial y busque los límites, el arte tiene que revolver espíritus”, Eso, Ferrari, lo tenía muy claro.

FICHA


“Donación León Ferrari”
Dónde: En el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Av. San Juan 350.
Cuándo: Desde el sábado 8 hasta el 15 de febrero. Ma. a vi. de 11 a 19 h. Sa., dom. y feriados de 11 a 20.
Cuánto: $15. Martes gratis.


Fuente: Revista Ñ Clarín

INUNDACIONES EN EL TIGRE.

INUNDACIONES EN TIGRE. Impresionante postal del Museo de Arte de Tigre (edificio donde funcionó el histórico Tigre Hotel ), que se funde en las desbordadas aguas del Rió Luján, a raíz del temporal de fuertes vientos e intensas lluvias caídas durante todo el fin de semana. (Foto Gentileza Gloria Gradín / Télam)
Impresionante postal del Museo de Arte de Tigre (edificio donde funcionó el histórico Tigre Hotel ), que se funde en las desbordadas aguas del Río Luján, a raíz del temporal de fuertes vientos e intensas lluvias caídas durante todo el fin de semana.


(Foto Gentileza Gloria Gradín / Télam)

UNA CELEBRACIÓN A LO PÁEZ VILARÓ

Retrospectiva del artista, que murió en febrero.
A ocho meses de su muerte, reúnen sus obras en una muestra donde los colores estallan.

“Voy a pintar todo lo hermoso que hay aquí. Su gente, sus comparsas. Voy a pintar el alma de este lugar”. Eso afirmó el pintor uruguayo Carlos Páez Vilaro (Montevideo 1923-Casapueblo 2014), cuando llegó, allá por los años 40, al conventillo Mediomundo, en Montevideo, para convertirlo en su taller. El candombe, la negritud, las coloridas ropas del Carnaval serían desde entonces  los tema dominantes en sus obras, que se pueden ver en la retrospectiva Páez Vilaró sin fin que desde hoy, justo el día en que el artista cumpliría 91 años, y hasta el 14 de diciembre se puede visitar en el Museo de Tigre.
Hay pinturas, esculturas, recreaciones de algunas de sus obras realizadas por artistas del Tigre, y hasta una reproducción de su famosa Casapueblo, en Punta del Este, esa que diseñó como casa de vacaciones, que él llamaba “mi barco quieto” y que recuerda a las construcciones de algunas islas griegas. “El arquitecto veía los diseños de Vilaró y luego veía cómo hacía para que no se cayera”, dice Diana Saiegh, coordinadora de la muestra. En la recreación que ahora está en el Museo hay también algunas de las esculturas que él había elegido para decorar su singular casa.
Para empezar, aparecen algunas pinturas tempranas, como la que nos recibe ni bien comenzamos a recorrer la sala. Se llama El candombe de San Benito y muestra a hombres y mujeres negros celebrando el carnaval. Sus rostros se confunden con el fondo oscuro del lienzo y son sus coloridas ropas las verdaderos protagonistas de la pintura, realizada en 1955. Hay además pinturas y máscaras que recuerdan los días que vivió en África buscando el origen de lo que veía en Montevideo.
A un lado, se alza el mural Raíces de paz, que Vilaró realizó en 1960 para la sede de la OEA en Washington. No es el original, de 162 metros de largo, sino una reproducción, más pequeña pero igualmente enorme, que los Fileteadores del Conurbano hicieron para la ocasión. Colores fuertes y figuras abstractas y líneas marcadas. “La línea muy marcada es una de las características de su obra”, explica Saiegh, y cuenta que por eso hay una línea que por lo más bajo de la pared, nos va guiando en el recorrido de la muestra.
Una instalación recuerda a su serie Bares. Junto a paredes en chillones tonos rojos, naranjas y amarillos, dos mesas y sus sillas recrean la atmósfera de un bar. En la pared, la pintura de una mujer rubia, tumbada, irreal, con los senos desnudos y pintados de rosa. Más allá, el autorretrato “Yo y mi gato Barouk”. De nuevo chillan los colores.
Y como la idea de esta muestra era hacer una retrospectiva no sólo de su obra sino de su vida, hay dos paneles con fotografía salidas del archivo de la que fue su casa en Tigre. Podemos ver a Vilaró acompañado de Fidel Castro, Brigitte Bardot, Pelé, Pepe Mujica, Picasso y Horacio Guaraní, entre otros. Al lado, otro panel más personal, muestra fotos de su esposa y sus hijos, entre ellos, el sobreviviente de la tragedia de los Andes.
“La morena bien lo sabe/que es el pintor de los negros/Carlitos Páez Vilaró/que Dios te ampare en el tiempo/. En la zona dedicada al candombe se lee esta frase y hay debajo unos tamboriles que hoy, sonaran para la inauguración.


Fuente: lanacion.com