Una obra de arte en el corazón de Caballito. |
Por Eduardo Parise
Para verlo, después de recorrer los primeros
veinte metros de la lujosa galería, lo primero que hay que hacer es lo
mismo que hizo el artista: mirar hacia arriba. Claro que no se trata
sólo de elevar la vista y nada más. La cuestión también pasa por
prestarle atención al diseño y al título de la obra: “Hombre, Espacio,
Esperanza”. El mural, pintado en 1959 y restaurado en 2007, está en la
Galería París, con entrada en la avenida Rivadavia 4975 y muy cerca del
cruce con la avenida Acoyte, el corazón comercial del barrio de
Caballito.
Los que saben de arte dicen que las imágenes aportan
una idea de movimiento y libertad. Y que en su presentación predominan
los dorados, naranjas, blancos, celestes y ocres, colores cálidos y
característicos del creador de la obra, el gran Juan Carlos Castagnino,
un artista al que alguna vez se definió como “un pintor social,
preocupado por los problemas de su tiempo y su gente”. Hijo de un hombre
dueño de una herrería, Castagnino nació en Mar del Plata el 18 de
noviembre de 1911. Y sus primeros años los pasó en Camet, entonces zona
rural del famoso balneario atlántico. Su futuro se decidió cuando a los 7
años ganó un concurso y el premio era una caja con acuarelas.
Después
de hacer su bachillerato en sólo tres años (rendía materias como
libre), ingresó a la Escuela Superior de Bellas Artes. Luego vendrían
los talleres con Lino Enea Spilimbergo (Castagnino siempre lo consideró
su gran maestro) y con Ramón Gómez Cornet, un artista santiagueño a
quien se define como el precursor de la pintura moderna en la Argentina.
Hacia 1933 Castagnino ya exponía en el Salón Nacional de Bellas Artes y
también integraba el grupo que formó el primer sindicato argentino de
artistas plásticos, en directa relación con su militancia política. Ese
mismo año, junto con el mexicano David Alfaro Siqueiros, Antonio Berni y
Spilimbergo, trabajó en el famoso mural “Ejercicio plástico”, en el
sótano de la quinta del empresario periodístico Natalio Botana. Ese
mural fue recuperado y hoy está en el Museo del Bicentenario.
Pero
volvamos al mural de la Galería París. Está hecho al óleo y mide 5,50
por 6 metros. Pintado sobre una superficie abovedada, presenta tres
partes: el hombre en el centro, que está vinculado al espacio y al
Universo y, en un extremo, un niño como símbolo de esa esperanza que se
anuncia en el título. En su trabajo, Castagnino tuvo a cuatro
colaboradores: Enrique Aguirrezabala, Jesús Marcos, Alfredo Bonet y
Martín Díaz. La restauración, realizada 48 años después de la
inauguración, estuvo a cargo de la reconocida restauradora Isabel
Contreras con la colaboración de Gabriela Montiel. Se hizo en 60 días.
El mural, junto con trabajos similares pintados por distintos artistas
en varios lugares públicos de Buenos Aires, fue declarado Bien Cultural
de la Ciudad, en la categoría de “Colecciones y Objetos”.
La
mención a París en la vida de Juan Carlos Castagnino no resulta una
casualidad. Ya en 1939 había estado en la capital francesa
perfeccionándose en el taller de André Lothe, un pintor y escultor de
renombre. También se relacionó con artistas como George Braque, Fernand
Léger y Pablo Picasso, entre otros grandes. En 1941, ya de vuelta en la
Argentina, Castagnino terminó sus estudios y se recibió de arquitecto en
la Universidad de Buenos Aires. Después, sus viajes, exposiciones y
premios en todo el mundo lo convirtieron en un artista internacional.
Pero lo que hizo que su nombre alcanzara repercusión popular en el país
fueron sus dibujos representando a Martín Fierro, la máxima figura de la
tradición gauchesca. Ocurrió en 1962 y la iniciativa para ilustrar el
famoso poema de José Hernández, surgió del licenciado José Boris
Spivacow, entonces director de la Editorial Universitaria de Buenos
Aires (EUDEBA). Uno de esos dibujos está en una pared sobre la entrada
de Acoyte, también en la Galería París. Aquella edición, lanzada en
noviembre de ese año, fue un éxito y hasta generó algunas polémicas. La
militancia política de Castagnino seguía provocando fuertes disensos.
Pero esa es otra historia.
Fuente: clarin.com
Fuente: clarin.com