BEATRIZ SARLO:
"BUENOS AIRES DEJÓ DE SER UNA CIUDAD MONOCÉNTRICA"

Entrevista

La ensayista acaba de reeditar su clásico Escenas de la vida posmoderna y se apresta a publicar un libro de viajes. Aquí, reflexiona sobre las transformaciones urbanas de las dos últimas décadas.
Beatriz Sarlo

Por Pablo Gianera / LA NACIÓN




Es probable que todo itinerario intelectual esté hecho de pasajes. Quien piensa y escribe puede dejar atrás uno y pasar a otro sin notarlo en el momento, y el cambio de ambiente, su estrechez o apertura, se revela retrospectivamente. Pero en otras ocasiones el pasaje se realiza con alguna deliberación, o llega, a veces a instancias de un tercero, en el momento justo. Es el caso de Beatriz Sarlo. En el prólogo a la reciente reedición de Escenas de la vida posmoderna se lee lo siguiente: "El paso de una bibliografía a las observaciones empíricas está lleno de vueltas, ensayos e incertidumbres. Para ver, no es suficiente con mirar; hay que preparar la mirada y, antes, reconocer el objeto, atribuirle su importancia".
La cita, especie de confesión o de programa, resulta significativa en más de un sentido. Por un lado, es evidente que los años de trabajo crítico de Sarlo prepararon su mirada para esa atribución de importancia a ciertos objetos; por el otro, el giro se produce justamente en Escenas de la vida posmoderna, un libro que vuelve ahora sin cambios, intacto, como cuando vio la luz en 1994. "Para mí la edición definitiva es la primera -observa Sarlo-. Creo que esa certidumbre la adquirí antes de escribir una página. Yo trabajaba en Eudeba y un día llegó Sabato para corregir en una edición de El túnel el monto de las limosnas. Mi historicismo quedó shockeado. Eso me definió." Escenas de la vida posmoderna, donde se descubría el shopping y los locales de videojuegos y la práctica del zapping, inaugura una relación entre mirada y crítica que se prolongará en Tiempo presente (2001), La ciudad vista (2009) y llegará al inminente Viajes. De la Amazonia a las Malvinas. Con él, Sarlo hizo su pasaje de una Buenos Aires leída -la Buenos Aires, por ejemplo, de Una modernidad periférica (1988)- a una Buenos Aires vista, y es por lo tanto una especie de punto de giro. "Es cierto. Yo tuve la sensación equivocada -y subrayo equivocada- de que el libro anterior, La imaginación técnica, completaba un tríptico que habían empezado El imperio de los sentimientos y Una modernidad periférica. Ese último libro abordaba el impacto que habían tenido las nuevas tecnologías sobre las escrituras. Yo pensé que ya estaba. La imaginación técnica es un libro hecho con muchísimas fuentes. Escribí también el libro de Borges. Pensé que con eso ya había pagado mi tardío tributo a la vida académica. -Son todos libros de puertas adentro.
-Sí, totalmente. Libros de puertas adentro de mi casa y de puertas adentro de las bibliotecas. Entonces sentí como una especie de liberación equivocada. Y entonces sucedió lo que sucede cuando algún editor tiene una buena idea. A Ricardo Ibarlucía se le ocurrió que yo podía escribir un libro sobre posmodernidad e intelectuales. De algún modo, yo venía mirando la ciudad desde hacía tiempo. Por otra parte, había que hacer de la necesidad virtud, porque existía muy poca bibliografía sobre el tema. No había una masa y la poca que había es la que aparece mencionada. Fue un libro escrito con una enorme confianza en mí misma, una confianza de la que ahora carezco: no creo que pudiera volver a escribir una página con la confianza con la que yo escribí esas páginas durante un verano en Córdoba. Esa escritura rápida no se puede inventar ni buscar. La persona que escribe está suelta. Efectivamente, es un libro sin libros que abrió toda una línea de trabajo que incluye también las notas que hice para la revista Viva.
-Una primera sorpresa debe de haber sido la manera en la que Escenas de la vida posmoderna fue recibido. Podían verse entonces ejemplares en los exhibidores de los supermercados y de los bares de las estaciones de servicio. Una especie de best seller inesperado.
-Cuando salió Escenas..., Elvio Vitali, de la librería Gandhi, me dijo: "Me voy a cansar de vender tu libro". Algo sorprendente para alguien como yo, que tenía una circulación en una estricta minoría académica. Fue un libro para las necesidades de aquella época, de hace veinte años, que son muy distintas de las actuales. Hoy un libro como ése no podría pegar de ninguna manera. Basta mirar la lista actual de best sellers.
-¿Pero es que no apareció otro libro así o que cambiaron por completo las condiciones de lectura y circulación?
-Las condiciones cambiaron. Era imposible entonces que, como pasa ahora, en una lista de best sellers figuraran en el género ensayo dos libros de autoayuda. A lo mejor era un momento en que había otras expectativas acerca de los libros. Pensá que Escenas... es un libro que se vuelve progresivamente más difícil a medida que avanza.
-En cuanto a la primera parte del libro, la ciudad que aparece ahí no es sin duda la ciudad actual. Sin embargo, da la impresión de que la ciudad actual es una radicalización de la ciudad que aparece en Escenas..., mientras que la ciudad de Escenas... no era pensable antes. Dicho de otra manera: esa ciudad tiene más que ver con la actual que con la de principios de la década de 1980.
-Absolutamente. No se me había ocurrido la palabra pero es efectivamente eso: una radicalización. Yo tuve la suerte de ver el momento en que eso se estaba produciendo. A lo mejor, el libro habría sido otro escrito dos años antes, y también cuatro años después. Entonces había un solo shopping, y todavía no se había generalizado como un modo de circulación de la mercancía. Tuve suerte. Es algo que aconteció. Era todo muy raro. Imaginate que en ese momento una revista quiso sacarme una foto en un local de videojuegos y nos lo impidieron. Fijate el cambio en veinte años. ¡Hoy no se puede impedir una foto en ninguna parte!
-La imagen de Alto Palermo como una cápsula despegada de la ciudad, pero a la vez con un margen en el que circulan aquellos que no entran, hace acordar más bien a lo que es ahora el Abasto Shopping.
-Abasto tiene en realidad un rasgo muy no-shopping, que es un gran hall central en el que no hace falta consumir, ahí donde se reunieron en una época los emos y los floggers. Es algo que queda del viejo edificio. Todo lo demás ha sido brutalmente transformado. Las bóvedas del Abasto, aun desde el tercer piso, son muy difíciles de ver. Pero Abasto concita afuera y adentro una especie de plaza pública que no te obliga a gastar. Y fue curioso cómo funcionó esa ágora cuando funcionaba allí el Bafici. Un lugar muy hogareño.
-Desde hace unos años se habla de la presunta "latinoamericanización" de Buenos Aires, como si la ciudad fuera pareciéndose más a otras ciudades de América Latina, Lima por ejemplo, y perdiera un poco ese perfil más europeo de la primera mitad del siglo XX. A esto habría que agregar que el centro ya no funciona como un núcleo de atracción y la circulación está más dividida. ¿Está de acuerdo con esa idea?
-La palabra "latinoamericanizar" es incómoda, porque uno podría decir que Buenos Aires se "latinoamericanizó" porque es mucho más pobre, o en todo caso, porque los pobres son más visibles en la medida en que son titulares de más derechos. Al margen de eso, efectivamente Buenos Aires era una ciudad monocéntrica y, por otro lado, excepto en algunos barrios muy autoabastecidos como podría ser Belgrano, la gente se desplazaba al centro donde estaban los cines, los teatros, los restaurantes. Hoy no es en absoluto monocéntrica. Hubo una decadencia del centro histórico que ya es total. Y han aparecido otros centros con fuertes marcas de clase. Ya no es como decía Borges, que cruzás Rivadavia y entrás en otro mundo; acá cruzás Santa Fe y entrás en otro mundo. O Córdoba, para no exagerar. La ciudad se corrió ocho cuadras hacia el norte y creció más allí y hacia el este. De ahí surgieron otros centros autosuficientes. Para mi generación, esos otros centros son lugares desconocidos.
-¿Qué causas podrían alegarse para explicar la decadencia del centro de la ciudad?
-Pensemos solamente en el grado en que el sector social que se congregaba en el bar La Paz migró a Palermo. Yo voy a La Paz y no veo a nadie del perfil social de hace veinte años. Creo que pasaron tres cosas. Una fue una movida exitosa de los años ochenta que provino de la sociedad civil, que fueron los Sensibles de Palermo. Al principio todos tuvimos una posición irónica frente a esos vecinos que pintaban sus casas y ponían macetas en la vereda. Esa movida de la sociedad civil empezó un fuerte reacondicionamiento de ese barrio. Es probable que los Sensibles de Palermo hayan vendido ya y vivan en casas mejores en otros barrios. Conozco varios casos. Fue como una señal de la sociedad a los que después inciden en el diseño de la ciudad y la planifican. Por otro lado, el experimento capitalista exitoso que fue Puerto Madero. Copiado y desnaturalizado de Barcelona, pero exitoso. En tercer lugar, yo mencionaría también un cambio en las capas medias, que se modernizaron culturalmente de un modo aceleradísimo. Empezaron a buscar barrios culturales, que es lo que visitaban cuando iban de paseo a Europa. Se dieron cuenta de que era bonito vivir en barrios culturales.
-Visto así, Palermo sería como el equivalente porteño de Le Marais parisino.
-Podría ser como Le Marais, sí. Salvo porque Le Marais tuvo una fuerte intervención del Estado, como sucede en Francia. Viene también de Renzo Piano. Acá fue más bien una mezcla de voluntad cultural, especulación inmobiliaria y ausencia del Estado.
-En Escenas de la vida posmoderna no llega a hablarse nada de las redes sociales y del modo en que ellas, sobre todo Facebook, modificaron la relación con los productos culturales.
-Para saber cuánto impacta eso, habría que hacer un estudio cuantitativo. De lo que sí podría hablarse es de la creciente importancia de los usos imaginarios de la cultura; así como ha crecido la pulsión por el consumo real de mercancías reales, lo ha hecho el consumo imaginario de productos culturales. Eso ya es algo: sentirme vinculado con un acontecimiento sólo porque sé que está sucediendo. Ciudades imaginarias. ¿Por qué no?
-En la última parte de Escenas... hay una serie de perfiles de artistas, las "instantánteas", que funcionan como casos de una manera general de entender el arte. ¿Siguen siendo válidos esos casos o habría que pensar todo de nuevo con otros nombres?
-Yo diría que sobreviven, porque eran muy representativos, pero en un reducto minoritario, aunque ahora no tanto en el caso específico de Eduardo Stupía, pero eso está ligado al mercado del arte. Yo no sé, por ejemplo, si hoy sería posible una movida tan rigurosa y atractiva como fue Diario de Poesía. Entonces era todavía una revista de elite, en un momento en que se podía poner un afiche callejero y desbordar. Hoy no podría desbordar. Ahora bien, creo que queda un sector resistente, y cuando digo "resistente", estoy sugiriendo también que puede tener el destino de la desaparición como acontecimiento cultural.
-¿No podría pensarse también en esos términos la experiencia de Punto de Vista?
-Sí, también desbordó, y eso hoy sería absolutamente imposible. Actualmente, Punto de Vista causaría impaciencia. No puede ser hoy. Uno puede decirlo con un tono nostálgico, realista o cínico, pero hoy no puede ser.
-¿Cuál es la singularidad de Viajes. De la Amazonia a las Malvinas?
-Fue un ejercicio de punto de vista. Yo quise reconstruir el caso de las personas que mirábamos y que no sabíamos bien qué era lo que mirábamos. Y después quise meter una serie de datos duros en un relato con personajes que no entienden qué están haciendo ni qué les está pasando. Son como el Cándido de Voltaire. Andan por el mundo sin entender demasiado. Por supuesto, no en el caso del viaje a Malvinas, naturalmente.
-¿El viaje a Malvinas estuvo en el origen del libro?
-Arranca con los primeros viajeros que yo conocí, que fueron inmigrantes, que son realmente viajeros. E incluye una teoría del viaje, por supuesto. En realidad, el libro ya estaba haciéndose antes del viaje que hice a Malvinas para una cobertura periodística. Otros casos fueron distintos. Sobre una etnia amazónica no había prácticamente bibliografía y yo fui a Harvard porque sabía que, al acceder a tesis de licenciatura, iba a informarme y a saber dónde había estado yo, a partir de recuerdos de curas, antropólogos e incluso de Vargas Llosa que, para La casa verde, le pasó por el costado. Pero al mismo tiempo, no quería perder la idea de algunos que andan por el mundo, creyendo que entienden todo y sin entender nada.
 

Escenas de la vida posmoderna

Beatriz Sarlo Siglo XXI
 
Publicado por primera vez en 1994, Escenas de la vida posmoderna. Intelectuales, arte y videocultura en la Argentina cerró un período en el trabajo académico de la autora y, al mismo tiempo, abrió otro, más de puertas afuera, marcado por la atenta observación de las transformaciones y los fenómenos urbanos.
 

Viajes. De la Amazonia a las Malvinas

Beatriz Sarlo Seix Barral
 
Si bien paseó siempre su mirada por el mundo, Beatriz Sarlo no había publicado todavía un libro de viajes. Aquí la autora tienta una primera forma de la autobiografía a partir de los recuerdos de los viajes escuchados y de los propios viajes de juventud, de la selva amazónica a las minas de Oruro, pasando por Jujuy y la modernidad extrema de Brasilia. El libro, que sale en agosto, se cierra con el relato de su reciente visita a Malvinas.
 
Fuente: adn Cultura La Nación

TIENE 11 AÑOS Y RECAUDÓ MÁS DE TRES MILLONES DE DÓLARES CON SUS PINTURAS

Las obras del inglés Kieron Williamson se venden en minutos.

En su última exposición, por estos días, le compraron 40 obras por 683.000 dólares
"Ganado en St. Benet's".

"Ganado en St. Benet's".

Kieron Williamson es un artista plástico que vive en Northfolk, una zona no demasiado urbana del este de Inglaterra. Es un artista plástico que el año pasado vendió 23 pinturas por un total de 413 mil dólares en unos 20 minutos y que, con ese último tirón, llegó a recaudar 2,56 millones de dólares con sus obras, paisajes inspirados en la costa del Mar del Norte de la que es vecino o en larguísimos verdes sin ninguna ciudad que los interrumpa. Un artista plástico que por estos días, en su novena exposición, vendió cuarenta obras por unas 683 mil dólares y para alcanzar ese número le hicieron falta sólo algunas horas. Un artista plástico que -preparen la cara de sorpresa- tiene once años.
Por su corta edad y por su inspiración en paisajes abiertos, diarios británicos como The Guardian o el Daily Mail llaman “Mini-Monet” a Kieron, que cuando no pinta juega al fútbol: lo del atril empezó cuando tenía unos cinco años; lo del fútbol, antes. Y en eso va su vida: ya no va a la escuela, sino que estudia en su casa para no perder tiempo que le puede dedicar a sus pinturas en el taller que tiene justo al lado de la cocina en la que vive con su familia.
En su primera exhibición, a los siete años, Kieron vendió su trabajo por 256 mil dólares en algunos minutos y al año siguiente, cuando tenía 8, ya había recaudado el dinero necesario como para comprar la casa de campo de sus padres. Sin embargo, y aunque hoy una de sus obras puede venderse por unas 85 mil libras dólares en promedio, los festejos son austeros: cuando expuso en 2011 y juntó 170 mil dólares en diez minutos, decidió que toda la familia pasaría por un restorán de comida china para llevar, y a casa. No vaya a ser cosa que el chico termine siendo un malcriado.

EL CÉLEBRE PIANO DE "CASABLANCA", A REMATE:
CREEN QUE PAGARÁN MÁS DE US$ 1 MILLÓN

En Nueva York Además rematarán otros 30 objetos del Filme con Ingrid Bergman y Humphrey Bogart.


Sam y su piano. Humphrey Bogart y Dooley Wilson en el bar de Rick, una escena clásica de “Casablanca”.  ARCHIVO
Sam y su piano. Humphrey Bogart y Dooley Wilson en el bar de Rick, una escena clásica de “Casablanca”. ARCHIVO

 Fabio Manes, cinéfilo apasionado y conductor del ciclo de TV Filmoteca hasta poco antes de su muerte, solía decir que hay dos tipos de coleccionistas: el canuto, que guarda las cosas sólo para él, y el que siente placer por mostrar lo que tiene. Imposible saber aún qué tipo de coleccionista se quedará con el preciado objeto, pero es seguro que más de uno daría lo que no tiene por llevarlo a su casa. Es que en unos meses saldrá a subasta el célebre piano de la película Casablanca (1942), clásico eterno de Michael Curtiz protagonizado por Ingrid Bergman y Humphrey Bogart. Y creen que se pagará más de un millón de dólares por él.
Las talentosas manos de Sam, el personaje interpretado por Dooley Wilson, hacían que de ese pequeño piano vertical –blanco y negro en la pantalla, color salmón en la realidad– saliera una y otra vez la melodía de As Time Goes By en el bar de Rick, siempre lleno en los convulsionados tiempos de la Segunda Guerra. Una de las escenas más famosas de la película es aquella en la que Ilsa (Bergman) le pide a Sam que toque la canción.
El instrumento musical será la estrella de la subasta de más de 30 objetos utilizados en Casablanca que realizará la casa de remates Bonhams en Nueva York el 24 de noviembre. El evento, del que también participa Turner Classics Movies (TCM), fue convenientemente bautizado There’s no place like Hollywood (“No hay un lugar como Hollywood”).
Las puertas del café en el que Ilsa le pedía a Rick que ayude a su marido a escapar hacia Estados Unidos también se pondrán en venta, al igual que notas de rodaje y fotos dedicadas. Los lotes serán expuestos en Los Angeles y luego en Nueva York.
Todos provienen de una colección privada.
En Bonhams calculan que el piano podría rematarse en más de un millón de dólares. En 2012 se había subastado otro piano utilizado en el filme (el de la escena ambientada en París) en 602.500 dólares.
Casablanca es uno de los grandes clásicos de la historia del cine. Producida por la Warner Bros., la película estuvo nominada a ocho premios Oscar y se llevó tres (mejor película, director y guión). Muchos de sus diálogos –frases como “Siempre nos quedará París” o “El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”– se hicieron célebres, e incluso se recuerdan palabras que jamás se pronuncian (ver Toda la culpa...). En 2012, a 70 años de su estreno, volvió a exhibirse en los cines de Argentina –aunque en versión digital, sin la irremplazable textura original del celuloide–, lo que sirvió para ratificar su condición de película inoxidable.


Fuente:clarin.com

XXV MUESTRA ANUAL DE FOTOPERIODISMO ARGENTINO

La exposición más importante en su tipo que se organiza en el país, se inauguraró el viernes 18 de Julio en el Palace de Glace, ubicado Posadas 1725, con más de 280 imágenes de reporteros gráficos de toda la Argentina.

XXV MUESTRA ANUAL DE FOTOPERIODISMO ARGENTINO, la exposición más importante en su tipo que se organiza en el país, se inaugurara el viernes 18 de Julio las 19 en el Palace de Glace, ubicado Posadas 1725, con más de 280 imágenes de reporteros gráficos de toda Argentina.
Pablo Mac Donough de La Dolfina cae de su yegua durante un partido frente a la Natividad en el 120 Abierto Argentino de Polo. Foto: Emiliano Lasalvia, Agencia Télam
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Pablo Mac Donough de La Dolfina cae de su yegua durante un partido frente a la Natividad en el 120 Abierto Argentino de Polo.   Foto: Emiliano Lasalvia, Agencia Télam


XXV MUESTRA ANUAL DE FOTOPERIODISMO ARGENTINO, la exposición más importante en su tipo que se organiza en el país, se inaugurara el viernes 18 de Julio las 19 en el Palace de Glace, ubicado Posadas 1725, con más de 280 imágenes de reporteros gráficos de toda Argentina.
Eusebio Velasque Quispe llora sobre el cajón de su padre, Edwin Velasque Huaman, asesinado por Sendero Luminoso junto a 17 campesinos en 1988 por supuesta colaboración con el Ejército Peruano. Foto: Rodrigo Abd, Agencia Télam
Eusebio Velasque Quispe llora sobre el cajón de su padre, Edwin Velasque Huaman, asesinado por Sendero Luminoso junto a 17 campesinos en 1988 por supuesta colaboración con el Ejército Peruano. Foto: Rodrigo Abd, Agencia Télam


XXV MUESTRA ANUAL DE FOTOPERIODISMO ARGENTINO, la exposición más importante en su tipo que se organiza en el país, se inaugurara el viernes 18 de Julio las 19 en el Palace de Glace, ubicado Posadas 1725, con más de 280 imágenes de reporteros gráficos de toda Argentina.
Explosión por escape masivo de gas derrumbó un edificio completo en la ciudad de Rosario, afectando a otras cientos de viviendas. Foto: Ángel Amaya/Télam
Explosión por escape masivo de gas derrumbó un edificio completo en la ciudad de Rosario, afectando a otras cientos de viviendas. Foto: Ángel Amaya/Télam

Fuente: clarin.com

SUMERGIDOS EN LA CIUDAD

Opinión

Casi ocultos, dentro del tejido urbano sobreviven edificios notables. Y hay otros que regresan por el reciclado.
CASA PODESTÁ. En Gaona 1367, en el corazón de manzana, la casa más antigua de Caballito.

Por Berto González Montaner *


La ciudad avanza ineluctable. Y para hacerlo tiene múltiples mecanismos. A veces como un magma se va fagocitando antiguas construcciones. Otras, va clonando sus edificios que se multiplican en una o varias manzanas. También hay procesos inversos: de reparación, reciclaje o sustitución de tejidos obsoletos. Veamos algunos ejemplos.
En la avenida Rivadavia, frente al parque homónimo, lucía hasta hace unos años la fantástica fachada neoclásica del Club Italiano. Entre este frente y la vereda, cerco de herrería mediante, había un jardín que daba marco y perspectiva al emblemático y tradicional club de Caballito. Hoy solo se ve el portal de acceso. El resto se lo comieron unos gigantescos locales comerciales que lucen sobre la avenida.

SUSPENDIDA. La obra que proyectó Aisenson para darle marco al Palacio Roccatagliata en el barrio de Coghlan.

En este mismo barrio, a metros del Cid Campeador, quedó sumergida la que llaman la casa más antigua de Caballito. Se trata de una casona de 1864 donde vivió el obispo de Avellaneda, Jerónimo Podestá, junto a su esposa Clelia Luro; y fue, a su vez, el sitio donde se gestó la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados. Sobre Gaona 1367 solo se ve una puerta de reja y un pasillo que va al fondo. Un fondo que llega a un verdadero oasis urbano con árboles de gran porte. A ese pulmón verde da la galería con columnas de estilo de esta casona, declarada de Interés Cultural por la Legislatura porteña en 2004. Según cuenta Clelia Isasmendi, hija de Clelia Luro, se convertirá en un museo que más que un lugar para exhibir objetos quieren que funcione como un espacio de reflexión “para la discusión filosófica, religiosa y social”.
Otro de estos especímenes tragados por la metrópolis lo descubrí hace un tiempo yendo hacia el Norte. En la calle Galván 3463, inesperadamente encontré que por detrás de una fachada austera, que alguien diría que es “racionalista”, emergían pedazos de un edificio neoclásico. Es una típica escuela con bandera, que como señala el escudo de su frente pertenece al distrito escolar N° 15.

PALERMO. Un galpón, reciclado en vivienda y galería de arte
(Amparo Bernabé).

De este tipo de construcciones tapadas por el crecimiento magmático de la ciudad habrá miles. Y seguramente muchos lectores tendrán un caso para compartir y contar. Pero hay otras que están ahí, a la vista, tratando de subsistir.
En Luis María Campos 1126 hay un petit hotel de grandes dimensiones que quedó encajonado en medio de la manzana. A un lado, una medianera alta y pelada; al otro, una torre de ladrillo visto con ventanas que dan al predio de la casona; y al frente, un terreno de gran valor inmobiliario. Los proyectistas pergeñaron construir un edificio apoyado sobre la medianera y sobre elevado dos niveles y medio de tal manera de poder espiar el imponente petit hotel desde la avenida.
Otro caso es el del Palacio Roccatagliata, entre las avenidas Franklin Roosevelt y Ricardo Balbín, en Coghlan. En este predio, donde vivían los propietarios de la emblemática Confitería del Molino, un grupo de inversores lanzó la construcción de unos departamentos con amenities que por ahora la Justicia porteña ordenó suspender. 

ENCAJONADO. Al petit hotel de Luis María Campos (ubicado al fondo) le agregarán un edificio de departamentos por delante.

La propuesta de los arquitectos era armar un edificio en forma de “L” que tape la medianera vecina y le dé un mejor fondo al palacio de los Roccatagliata que será preservado. La estrategia, conceptualmente, parece perfecta. Una de las alas del nuevo edificio, con sus 13 pisos, tapa correcta y razonablemente la medianera. Pero la otra, que la duplica en altura, con sus 26 pisos parece desmesurada.
También en la ciudad, como decía al principio, hay procesos de reparación. Y algunas viejas construcciones aparentemente casi sin valor se toman sus revanchas. Por caso, un gris y abandonado galpón en un corazón de manzana de Palermo Viejo fue convertido en casa-estudio por la artista plástica y psicóloga Diana Schufer. Un largo pasillo, un patio lleno de plantas y aromas, y un galpón reciclado, todo blanco, ahora es la vivienda de Diana. Quien, junto con su amiga Olga Martínez, los viernes y sábados por la tarde, convierte el lugar en una magnífica galería de arte.

* Editor General ARQ




Fuente: ARQ Clarín

RESTAURAN EN ROMA A LA CÉLEBRE FONTANA DI TREVI

Restauración de la Fontana di Trevi.
 
Gracias a la instalación de una pasarela transparente, los turistas podrán visitar la fuente durante los trabajos de restauración.











Fotos: AFP PHOTO / FILIPPO MONTEFORTE

Fuente: ARQ Clarín

CUANDO SOLTAR LA IMAGINACIÓN
TAMBIÉN ES COSA DE GRANDES

Desde hoy, “El museo de los mundos imaginarios” en el MAR. El Museo de Mar del Plata recibe obras de Kosice, Grippo, Trilnick y Erlich, entre otros.
Susana Reinoso

Lo mejor que le puede pasar a un artista plástico es dejar a los visitantes con la boca abierta. Y lo mejor de un museo es estar vivo. En El museo de los mundos imaginarios, la muestra que inaugura hoy en el MAR (Museo de Arte Contemporáneo), que abrió sus puertas en diciembre de 2013, hay un concepto que lo atraviesa todo: lo lúdico. Xul Solar, Edgardo Giménez, Libero Badii, Marcos López, Leandro Erlich, Carlos Trilnick, Gyula Kosice, Víctor Grippo, Raquel Forner, Res, Liliana Porter y Leónidas Gambartes, entre otros, conviven con prodigios de Hernán Soriano, Provisorio Permanente, Marcela Cabutti, Alejandro Gabriel, Eduardo Basualdo, Mariano Giraud y Alfio Demestre, Erica Bohm y Silvia Rivas, entre los artistas más jóvenes. La instalación de Edgardo Giménez, titulada Torre de Babel, propone subirse a escaleras que parecen tocar al cielo, pero en realidad “no conducen a ningún destino”, dice el artista. Cabutti creó su propio mar con un barco incluido y un perro que mira con añoranza. La obra ¡Mira cuántos barcos navegan aún!
, tomada de un relato de Murakami, le surgió luego de que se le inundó la casa. Gordin se inclinó por dos miniaturas: una biblioteca (Días sin episodios) y una fábrica de juguetes (El triángulo mágico). Provisorio Permanente exhibe “Alguien llama”, inspirada en una escena de El mago de Oz; Hernán Soriano (de ese colectivo artístico) presenta en solitario Cartas de lluvia, un prodigio de imaginación. Como también lo es el video de tres minutos de Alejandro Gabriel, Pilki Pilki, un personaje en 3D que visita el MAR. Con excepción de la instalación de Giménez, unas miniaturas de Víctor Grippo y algunas otras que lucen diferentes en este nuevo escenario son obras que el público puede haber visto, pero que cruzadas con esa idea luminosa de jugar y aprender reevaluando lo lúdico adquieren otro significado.
En esta segunda muestra, que se extenderá hasta diciembre, “el Museo mantiene la idea de rescatar los momentos más luminosos del país; Borges forma parte de ello, aunque esta exposición no es sobre la obra borgeana, sino sobre lo que la imaginación de los artistas nos propone”, expresó, Jorge Telerman, presidente del Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires. El curador Rodrigo Alonso dijo que en algunos casos hay una libre asociación con El libro de los seres imaginarios, del argentino más universal, pero en otras la poética de Borges está más presente. María Kodama aportó su granito: Performance se titula el video en el que aparece Mick Jagger, de los Rolling Stones, recitando a Borges. ¿Pequeña concesión politica? Hay una pared dedicada a El Eternauta, de Oesterheld.”Pero este –dice Telerman– es el verdadero”.


Fuente: clarin.com