Tres hechos desalentadores enfrentan a cualquier interesado en comprar uno de los característicos retratos alargados de Amedeo Modigliani. Los cuadros tienden a tener etiquetas con precios multimillonarios; son un favorito de los falsificadores; y a pesar de la abundancia de expertos no se considera completo y a la vez confiable a ninguno de los inventarios de las obras de este pintor. Por ejemplo, Christian Parisot, autor de uno de los catálogos y presidente del Instituto Modigliani de Roma, fue citado a tribunales a mediados de enero acusado de haber autentificado deliberadamente obras falsas.
Marc Restellini, investigador francés que compila otra revisión de la obra de Modigliani se deshizo de una parte de su proyecto años atrás, luego de recibir amenazas de muerte. E inclusive quienes juran sobre un listado de 337 obras creado por el tasador y crítico Ambrogio Ceroni admiten que tiene vacíos significativos. El intento de establecer un registro fiable de la obra de Modigliani “no se parece a nada tanto como a un culebrón”, escribió Peter Kraus, comerciante de libros antiguos, en un ensayo publicado hace una década.
En los últimos años, autentificar cualquier tipo de arte se ha vuelto más difícil dado que un círculo cada vez más amplio de investigadores y fundaciones de artistas se niega a dar su opinión o a publicar un catálogo razonado –el compendio definitivo de la obra de un artista– por temor a que compradores o vendedores descontentos con sus conclusiones los demanden. Pero las obras de Modigliani, tal vez más que cualquier otro artista, ilustran la confusión que esas dificultades de autentificación han llevado a un mercado saturado de dinero, compradores ansiosos y falsificaciones. Un resultado, dicen los art dealers , es que el mercado está atravesado por la incertidumbre.
Los vendedores confían en tener un Modigliani genuino, aunque menos conocido. Pero sin ninguna opinión que pueda aceptarse como definitiva es difícil predecir cuánto podrían pagar los compradores potenciales. “Es muy diferente del mercado de sus pares Picasso y Braque”, dijo el art dealer de Nueva York David Nash, “cuya obra está extremadamente bien registrada.” Y no ayuda que Modigliani a veces regalara pinturas y dibujos suyos, sin documentar su creación ni los dueños, para pagar sus cuentas.
Algunos galeristas, como Michael Findlay, director de Acquavella Galleries de Nueva York, han considerado al catálogo Ceroni –actualizado la última vez en 1972– como el único que “se acepta generalmente como confiable”. Las principales casas de subastas, como Christie’s y Sotheby’s, raramente aceptan vender obras que no estén incluidas en él, aunque han llegado a rematar algunas obras bien documentadas. En 2012, por ejemplo, la empresa de subastas Bonhams vendió Jeune fille au cheveux noirs en 1,3 millones de dólares. No figuraba en el catálogo Ceroni, pero Bonhams señaló que Restellini planeaba incluirla en su inventario y que en determinado momento había pertenecido a la colección Rockefeller.
Una pintura mencionada por Ceroni habitualmente “se vende en tres o cuatro veces” el precio obtenido por otra de calidad similar que no esté incluida en su catálogo, dijo Asher Edelman, financista y art dealer neoyorquino. Edelman está ofreciendo a la venta Jeune femme au petit col blanc , de Modigliani, de 1918. Esta obra ha sido autentificada por Restellini y tiene una procedencia documentada y un historial de exhibiciones, dijo Edelman, aunque se negó a estimar el precio.
El romanticismo trágico
Italiano apasionado e inmensamente talentoso, descripto por un amigo como “un dios joven”, Modigliani luchó contra la pobreza, las adicciones y el rechazo en el París de cambio de siglo antes de morir a los 35 años de meningitis tuberculosa. Bebía sin límites, se entregaba a bacanales de noches enteras y tenía relaciones amorosas tempestuosas con cantidad de mujeres, que incluyeron a la poeta rusa Anna Ajmátova. Su ex amante embarazada, Jeanne Hébuterne, de 21 años, deshecha por la muerte del pintor, se arrojó por una ventana dos días después. Como admite su biógrafa Meryle Secrest, Modigliani sigue siendo una figura intangible dentro del mito.
El romanticismo trágico sólo ha mejorado el valor de mercado de su obra, que es apreciado por sus compradores, a pesar de que a menudo es motivo de una recepción apática por parte de los críticos. En febrero pasado uno de sus retratos de Hébuterne, por ejemplo, alcanzó los 42 millones de dólares en una subasta en Londres.
Kenneth Wayne, fundador del Proyecto Modigliani, dijo que para él los lamentos por lo caprichoso del mercado Modigliani son exagerados, en particular desde que Modigliani está entre los artistas que más se venden en el mundo. Estima que en el catálogo Ceroni faltan alrededor de unas tres docenas de pinturas, la mitad de ellas presentes en museos. Otros son menos optimistas. Refiriéndose a la ubicuidad de las falsificaciones, el coleccionista italiano Carlo Pepi ha dicho: “Modigliani produjo más muerto que cuando estaba vivo”.
Imán para falsificadores
Muchos expertos, por ejemplo, han sido tomados por bromistas que en 1984 plantaron tres cabezas esculpidas –talladas en piedra con el estilo de Modigliani– en un canal de Livorno, Italia, donde el artista supuestamente se deshizo de ellas en 1909 luego de haber recibido críticas negativas. En los últimos años, fue cuestionada la autenticidad de dos pinturas al óleo, inicialmente valuadas en más de 10 millones de dólares cada una. Una se exhibió en el Museo Estatal de Bellas Artes Pushkin de Moscú. Restellini dijo que espera agregar entre 70 y 80 obras –dos veces más que la estimación de Wayne– a su catálogo razonado.
Existen ya otros cinco catálogos razonados. Parisot, autor de uno de cuatro volúmenes, tuvo un acceso inusual a los registros del artista. Antes de morir en 1984, la hija de Modigliani, Jeanne, le dio los archivos de su padre y el derecho a autorizar reproducciones.
En los años que siguieron, Parisot amplió su ventaja y fundó el Instituto Modigliani de Archivos Legales, asesoró al gobierno italiano en cuestiones culturales y organizó exhibiciones en museos estatales, a pesar de crecientes controversias. Pero en 2002, el sobrino nieto de Hébuterne lo acusó de falsificar dibujos de Hébuterne. En 2008, un juzgado de París multó a Parisot y lo sentenció a dos años de prisión por esa causa, aunque después de una apelación fue exonerado.
Luego, en 2010, la policía italiana allanó una muestra de Modigliani que Parisot había organizado en el Museo Arqueológico de Palestrina, Italia. Veintidós de las obras confiscadas, según dijo la policía, eran falsas. Después de una investigación de dos años, la policía acusó a Parisot de obtener bienes falsificados y autentificarlos erróneamente. El jueves 6 de febrero pasado tuvo lugar una audiencia por el caso en Roma.
Parisot niega los cargos. “Siempre estuvo claro que las obras eran reproducciones”, dijo en una entrevista telefónica. No obstante estos cargos criminales, un tribunal italiano rechazó en enero un intento de la nieta de Modigliani, Laure Nechtschein Modigliani, de recuperar el control de los archivos, argumentando que su madre los había confiado legalmente a Parisot, quien, dijo el tribunal, a través de su catálogo razonado, ha trabajado para enriquecer el legado del artista.
Una batalla de expertos
Las acusaciones de fraude han ayudado a silenciar lo que durante años se describió en los círculos artísticos como una batalla de expertos, con Restellini atrincherado contra Parisot. Sin embargo, en el mercado algunos dicen que el caso ha significado la pérdida de una voz experta. “Sus opiniones sobre cuadros al óleo, desde mi punto de vista, eran muy confiables”, dijo Nash acerca de Parisot, “y lamento que esta cuestión del fraude haya ensombrecido eso”.
La investigación de Restellini también ha participado en el drama, aunque de un modo distinto. En 1997, por ejemplo, dijo que no iba a incluir en su catálogo un retrato de Beatrice Hastings que figuraba en la lista de Ceroni porque había sido coloreado excesivamente. De todos modos Christie’s lo vendió, por 2,6 millones de dólares. Pocos años más tarde, abandonó sus planes de crear un catálogo razonado de los dibujos de Modigliani, diciendo que había recibido amenazas de muerte por parte de propietarios disgustados con sus conclusiones. Su editor, el Instituto Wildenstein, un centro de investigación artística de París, dice que planea lanzar un catálogo razonado de las pinturas, pero no se ha estipulado una fecha, y diversos expertos dudan de que aparezca alguna vez.
Otros proyectos han estado compitiendo ciertamente por la atención de Restellini. En 2007 fundó un museo privado, la Pinacoteca de París, que ha fascinado a los escépticos atrayendo a cientos de miles de personas con grandes exhibiciones. Más recientemente estuvo en Singapur, organizando una muestra previa en la sucursal valuada en 24 millones de dólares de su pinacoteca, que según dice abrirá allí en enero próximo.
Para la exhibición inaugural está planeada una multitudinaria muestra de Modigliani.
(C) The New York Times
Traducción: Román García Azcárate
Elisab
Fuente: Revista Ñ Clarín